GRECIA SE VUELCA EN LA AUTOGESTIÓN
Egnatia,
periferia de Salónica, la segunda ciudad más importante de Grecia.
Dimitris Koymatsiouli es el único guardián de la fábrica Vio.me.
Su camiseta contiene un lema inequívoco: "La lucha es lo que
hace dar vueltas al engranaje". Dimitris sabe que la autogestión
de esta fábrica de productos de limpieza es un mito de muchos
movimientos y pensadores del mundo.
Desde la sala de controles, llena
de emoción cada frase: "Naomi Klein estuvo aquí. Estamos en
una lucha global. Lo que hagamos aquí sirve de ejemplo al mundo".
Eleni Dimitriadou, la socióloga que se ofrece de traductora, hace
una breve introducción sobre Vio.me: "Los dueños quisieron
cerrar la fábrica en el año 2011. Tenían beneficios, pero querían
aprovechar la crisis para deshacerse de los trabajadores sin pagar
despidos".
Los trabajadores
decidieron, según explica Dimitris, "mantener la planta en
funcionamiento y sobrevivir". El proceso fue arduo. Trabas
judiciales. Amenazas. "No les interesábamos. Entonces, la
mayoría de los 45 trabajadores votaron a favor de continuar con la
producción de forma auto gestionada", afirma un entusiasta
Dimitris. Vio.me funciona de forma horizontal. Realizan varias
asambleas a la semana, algunas abiertas a movimientos sociales y
ciudadanos.
Mientras muestra las naves de la fábrica, Dimitris
enumera otras actividades que realizan, como performances o
cine. También cita a intelectuales internacionales que les apoyan,
como David Harvey o John Holloway. Al final de la charla, aparece
Syriza, "la política". Pero a Dimitris no le interesa
demasiado. Vio.me es su prototipo y utopia. "Somos uno, estamos
juntos, es la base de todo", asegura en la despedida.
De crisis a la autoorganización
Autobús 15089,
rumbo al centro de Salónica. Eleni Dimitriadou transforma el
trayecto en una lección político social. "Grecia es el
laboratorio de los mercados, de la doctrina del shock,
del miedo", asegura. Eleni recuerda la Grecia olímpica, con sus
flamantes infraestructuras construidas con fondos europeos. Y critica
con dureza a la clase dirigente. "Preocupante es el trato dado a
los inmigrantes. El ascenso de Amanecer Dorado también es terrible",
matiza Eleni. Tampoco se libra Syriza, al que tilda de "otro
partido más". Critica Solidarity4All,
la plataforma de Syriza, por ser un espacio de cooptación política.
En el tono
triste de Eleni parecen flotar los datos de la austeridad made
in troika que
copan los grandes medios europeos: entre 2010 y el 2014, los salarios
se han reducido un 23,8%, los impuestos sobre la propiedad han
aumentado un 514%, el paro juvenil roza el 60%, el número de
ciudadanos excluidos del sistema de salud supera los 3 millones...
Pero Eleni, como
muchos griegos, sonríe cuando aflora el tupido entramado solidario
en el que vive inmersa. Eleni empieza a hablar de otro país. Una
Grecia social, solidaria, cooperativa. Una Grecia en red, más micro
que macro. Una Grecia en pie. "El pueblo paró la privatización
del agua, por ejemplo", asegura, en referencia al referéndum
(ilegalizado por el Gobierno) que ayudó a parar
la privatización del agua en Atenas y Salónica
recomendada por
la troika.
Noche cerrada.
Acaba de terminar una manifestación contra la violencia de grupos
ultraderechistas. La policía comenzó a usar gas. La multitud se
dispersó a la carrera. El centro social Micrópolis, en el centro de
Salónica, es uno de los refugios. Eleni conversa con Jeza Goudi
(activista del 15M Barcelona, colaboradora del Festival de Economía
Cooperativa y Solidaria de Atenas), Miki (un activista del 15M de
Barcelona) y Theodoros Karyotis (vinculado a procesos de autogestión
en general). "Es increíble todo lo que está ocurriendo en
Grecia desde las redes de solidaridad", asegura Jeza.
Miki cita el
ejemplo de la clínica autogestionada de Helleniko de Atenas, una de
las 42
clínicas y
farmacias autogestionadas de Grecia. "Algunas televisiones y
radios públicas de Salónica siguen ocupadas y gestionadas por los
propios trabajadores", matiza Miki. Jeza opina que Grecia no
sobreviviría sin la autogestión: "Sin las clínicas sociales,
el 35% de la gente no sabría dónde acudir ante un problema médico.
Sin las asambleas de barrio y su contacto con las escuelas, no habría
educación. Sin los mercados sin intermediarios, muchas familias
sufrirían hambre".
Alternativas
El
texto 'Transformando
crisis en Krisis' aborda
la mutación social griega de los últimos años: "Estas
iniciativas emergentes han sentado las bases de una red invisible, no
regulada y autónoma que se ha llamado economía solidaria y
cooperativa". Grecia se vuelca en la autogestión. Sus
ciudadanos se organizan sin el Estado, que les ha fallado. La
plataforma Omikron Project acaba de lanzar la segunda edición de su
guía 'Ouzo-Drinking Lazy
Greeks? Grassroots groups in Greece'.
En
ella encontramos la Grecia que no aparece en los medios, cientos de
proyectos que configuran una nueva sociedad en marcha.
La Athens
Wireless Metropolitan Network es
una red de malla que provee internet comunitaria. La Red
Solidaria de Profesores de Larisa suple
los déficits educativos en dicha ciudad. Nea
Guinea incentiva
la autosuficiencia energética desde el paradigma de la
tecnología libre. El proyecto
Telaithrion evove
alrededor de la permacultura. Nuevos medios como omnia.tv tejen
redes a partir de la comunicación libre. Encuentros como el Commons
Fest y
el Festival
de Economía Solidaria y Cooperativa de Atenas visibilizan
y conectan esa vibrante Grecia paralela. "La robustas redes de
solidaridad y de cooperativas ayudarán a catalizar esta transición
hacia los comunes", asegura a eldiario.es, Vasilis Kostakis, una
de las voces griegas del procomún más respetadas.
Las imágenes de
la manifestación regresan a la conversación en Micrópolis:
banderas rojinegras, lemas anarquistas, puños en alto, estética
negra, "No Pasarán" (en castellano). Surgen algunas
preguntas. ¿Cómo se conectaron los movimientos sociales clásicos
que protagonizaron la oleada de protestas de 2008 y la ocupación de
la plaza Syntagma de 2011? ¿Las ocupaciones de las plazas de
los Indignados griegos fueron tan influyentes como las del 15M en
España?
De Syntagma a Syriza
El Embros
Theater de
Atenas es uno de los mayores símbolos de la autogestión en Grecia.
Tras años de abandono, el colectivo Kinivi Mavil ocupó este
teatro público del distrito de Psiris. "Lo ocupamos tras la
oleada de Syntagma, a finales de 2011, con doce días de discusiones,
charlas e intervenciones", asegura Christina Thomopoulos, que
trabaja con arte experimental. Christina modera una charla en el
Embros que resume la pluralidad de la sociedad griega. También, la
dificultad de diálogo.
El sexagenario
Thomas Tsoutsos recuerda la ocupación de la plaza Syntagma con algo
de desprecio. Habla de "caos", de "falta de
organización", de "decepción personal". En el lado
opuesto de la mesa se encuentra Xara Alexakis, una profesora de arte
dramático. "A mí Syntagma me marcó. Era algo muy vivo. Había
mucha gente que no tenía un pasado militante, interesada en la
política", afirma Xara. Esta diferencia de posturas coincide
con la conclusión de Jeza Goudi, tras un año de convivencia con
activistas griegos: los movimientos sociales clásicos no se
conectaron tanto con los Indignados de Sytagma. "Tienen mucha
más ideologización que en la España del 15M. No hay un diálogo
tan transversal. Los grupos de izquierdas que participaron en las
revueltas de 2008 encuentran naives a
los de 2011".
Christina
Thomopoulos, mientras modera la charla informal del Embros, tampoco
toca la macropolítica. Ni rastro de partidos. Apenas habla de
gestión colectiva, de detalles que abren puertas. "Investigamos
nuevos caminos comunitarios, la producción artística, la
convivencia", afirma Christina.
Todos los caminos llevan a Exarcheia
En la Atenas
social, todos los caminos llevan a Exarcheia, el barrio anarquista.
En la terraza del centro social Nosotros, Christine Papadopoulou hace
un minucioso repaso cronológico de la ocupación de Syntagma. "Fue
una llamada de los Indignados españoles. Alguien en la puerta del
Sol colocó un cartel tipo "silencio, que vamos a despertar a
los Griegos". Y la gente se lanzó a las plazas", afirma
Christine. A partir del 25 de mayo de 2011, los griegos tomaron
la plaza Syntagma de Atenas y cientos de plazas en todo el país.
100.000 personas rodearon el Parlamento, con un gran cartel en
español: "Estamos despiertos. ¿Qué hora es? Es hora de que se
vayan".
Christine habla
de Syntagma con emoción: "Yo nunca había tenido contacto con
la política. Muchos nos conocimos en Syntagma y empezamos a
hacer cosas juntos. En el inicio no había ni banderas de partidos.
Poco a poco, comenzaron a llegar los infiltrados de grupos
organizados". Syntagma fue un divisor de aguas. Christine
comienza a enumerar alternativas que surgieron de la ocupación de
Syntagma, como la Campaña Ciudadana de Auditoría de la Deuda, el
Banco del Tiempo de Atenas, el Bazar de Intercambio solidario o el
grupo de Democracia Directa. "El formato asamblea se expandió
por barrios y ciudades. El boom
de
la economía solidaria es fruto de Syntagma", matiza Christine.
Todos los
caminos, todas las luchas, llevan a Exarcheia. La revolución de 1973
empezó en la universidad politécnica, en la calle Stournari. El
asesinato del adolescente Alexis
Grigoropoulos,
que dio pie a las revueltas de 2008, ocurrió a pocos metros del
centro social Nosotros. Una esquina desconchada sirve de memorial
colectivo. Una fotografía recuerda a Alexis Grigoropoulos, al lado
de un cartel con el rostro de Salvador Puig Antich (ejecutado por el
franquismo). Durante el estallido de 2008, tras la muerte de Alexis,
una frase que apareció en una pared de Atenas viralizó por el país:
"Somos una imagen del futuro".
Aquella imagen
del futuro fue la ocupación de Syntagma en 2011. O las protestas de
diciembre de 2014, las primeras masivas de los últimos años. Para
James Roos, editor de Roar Magazine, "el futuro distópico es
ahora". La nueva imagen del futuro son las revueltas en
solidaridad con Nikos
Romanos,
el preso anarquista que acaba de terminar una huelga de hambre. Pero
la imagen del futuro también es pasado. El 2 de diciembre, la
represión policial en Exarcheia se agudizó en la entrada de la
Universidad Politécnica, el lugar exacto del levantamiento
estudiantil de 1973 que acabaría derrumbando al régimen de los
coroneles. "Hay un sentimiento generalizado de que la nueva
generación tiene que levantarse hacia el desafío de nuestros
tiempos, como sus padres lo hicieron en los setenta", asegura
James Roos.
Pero tal vez no
sea un futuro tan distópico. Nikos Romanos ha forzado al Parlamento
a concederle un régimen abierto. El Gobierno se tambalea. Los
coroneles de la troika tiemblan. Syriza está más cerca del poder
que nunca. Aunque tal vez la imagen del futuro que inquieta a la
troika no es la de un pueblo en las calles. Es la imagen de un país
volcado en la autogestión que está cocinando una atractiva
narrativa que sobrepasa el neoliberalismo.
Bernardo
Gutierrez - eldiario.es
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