BOLETÍN SELBA Diciembre 2014 y Enero 2015
Hubo un tiempo en que personas brillantes creyeron que la mente
(consciente e inconsciente) era un concepto vacío, inabordable desde una
ciencia estricta. Sólo cabía estudiar los pensamientos dichos y escritos y los
comportamientos visibles de las personas. El resto eran meras especulaciones
metafísicas sin sentido. Otras personas igualmente brillantes llegaron más
tarde para contradecir las anteriores. Claro que se podía estudiar la mente,
dijeron. El ordenador, con su parte dura, sus circuitos integrados, y su parte
blanda, sus programas, es un modelo perfecto para la mente, con una parte dura,
el cerebro, y una parte blanda, que sería ¿qué, exactamente? La respuesta a
esta pregunta no estaba tan clara, desafortunadamente.
En la actualidad
personas tan brillantes como las anteriores nos dicen que no hay que confundir
mente y cerebro, ya que aunque el cerebro juega un papel relevante en lo que
pueda ser la mente, no es posible reducir la mente a simples conexiones neuronales.
¿Qué nos dicen entonces de la mente? Muchas cosas, tal vez la más relevante sea
afirmar que la mente no es una ‘cosa’ sino un proceso autorregulador emergente
en un sistema dinámico cuyas componentes son… las diferentes partes de nuestro
cuerpo y el conjunto de nuestras relaciones externas.
Esto es, que el cuerpo es
inseparable de la mente (mente corporeizada), como lo son las relaciones que
mantenemos con nuestro entorno social y ambiental (mente extendida). El papel
de la mente en este sistema dinámico y cambiante, que es nuestro cuerpo y
nuestras relaciones, es regular el flujo de información y energía que nos
atraviesa, tanto desde dentro como desde fuera. Todas las actividades mentales
cumplen esta función básica reguladora, cuyo principal objetivo es que
nosotros, afortunados seres humanos dotados de mente, estemos bien. (Continua
en: http://ulyselba.blogspot.com.es)
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