LA NUEVA ERA DEL DECRECIMIENTO Y EL MODELO DE LA DEMOCRACIA INCLUSIVA
Este artículo es una síntesis de tres corrientes de
pensamiento actuales:
1) el movimiento del decrecimiento o de objetores
del crecimiento,
2) las previsiones científicas acerca del pico del
petróleo y
3) el proyecto de la democracia inclusiva.
El propósito no es explicar en profundidad ninguna
de estas líneas de pensamiento -muy bien defendidas por sus principales
autores-, sino mostrarlas en visión panorámica, para sonsacar la relación que
tienen.
Primera Parte: La nueva era del decrecimiento
¿De donde venimos?
El sistema en que vivimos fue gestado aproximadamente hacia el siglo XV. La interacción de diversos factores indisociables tales como la expansión del comercio mundial, la colonización de América y el surgimiento de la burguesía contribuyeron a que se formaran nuevas ideas, nuevas instituciones y una nueva fuerza rectora, la economía de mercado, que gradualmente quebrantaron los moldes del antiguo régimen y reorganizaron la sociedad con nuevos paradigmas. Los gremios, las castas, el poder aristocrático y el imaginario religioso entraron en disolución y quedaron obsoletos a medida que emergieron los elementos constitutivos del sistema capitalista. Podemos fechar hacia mediados del siglo XVIII el advenimiento definitivo de este sistema, con la revolución industrial en Inglaterra, la revolución francesa, los federalistas americanos que fundaron las bases de la democracia representativa… La sociedad comenzó así una gran transformación que consistió básicamente en la separación de política, economía y sociedad civil: “un mercado autorregulado requiere nada menos que la separación institucional de la sociedad en una esfera económica y una política” (1). La institución de la economía de mercado adquirió paulatinamente un poder omnipresente, un carácter autónomo y autorregulado, con sus dinámicas propias: mercantilización del trabajo, la tierra y de todo aquello susceptible de ser trasformado en mercancía; acumulación de capital y concentración progresiva de poder en pocas manos, etc. Simultáneamente surgió la clase obrera, formada por antiguos artesanos y campesinos, ahora desposeídos de los medios de producción básicos para procurar su subsistencia independiente, y por ello, obligados a vender su fuerza de trabajo en el incipiente mercado manufacturero. Aparecen también los sindicatos, las leyes proteccionistas y de seguridad social, como contraparte y como lucha para imponer límites a las crecientes fuerzas -a menudo dislocadoras y devastadoras- de la economía de mercado:
El sistema en que vivimos fue gestado aproximadamente hacia el siglo XV. La interacción de diversos factores indisociables tales como la expansión del comercio mundial, la colonización de América y el surgimiento de la burguesía contribuyeron a que se formaran nuevas ideas, nuevas instituciones y una nueva fuerza rectora, la economía de mercado, que gradualmente quebrantaron los moldes del antiguo régimen y reorganizaron la sociedad con nuevos paradigmas. Los gremios, las castas, el poder aristocrático y el imaginario religioso entraron en disolución y quedaron obsoletos a medida que emergieron los elementos constitutivos del sistema capitalista. Podemos fechar hacia mediados del siglo XVIII el advenimiento definitivo de este sistema, con la revolución industrial en Inglaterra, la revolución francesa, los federalistas americanos que fundaron las bases de la democracia representativa… La sociedad comenzó así una gran transformación que consistió básicamente en la separación de política, economía y sociedad civil: “un mercado autorregulado requiere nada menos que la separación institucional de la sociedad en una esfera económica y una política” (1). La institución de la economía de mercado adquirió paulatinamente un poder omnipresente, un carácter autónomo y autorregulado, con sus dinámicas propias: mercantilización del trabajo, la tierra y de todo aquello susceptible de ser trasformado en mercancía; acumulación de capital y concentración progresiva de poder en pocas manos, etc. Simultáneamente surgió la clase obrera, formada por antiguos artesanos y campesinos, ahora desposeídos de los medios de producción básicos para procurar su subsistencia independiente, y por ello, obligados a vender su fuerza de trabajo en el incipiente mercado manufacturero. Aparecen también los sindicatos, las leyes proteccionistas y de seguridad social, como contraparte y como lucha para imponer límites a las crecientes fuerzas -a menudo dislocadoras y devastadoras- de la economía de mercado: