ESTUDIANTES QUE APRENDER A RENUNCIAR
Adolescentes
del instituto de secundaria Mundelein (Illinois) muestran su
capacidad de renuncia en un experimento sobre simplicidad
voluntaria
Nathen Cantu anotó decenas de números de teléfono que tenía guardados en el móvil y que nunca se había molestado en memorizar. A continuación, el instituto Mundelein le «confiscó» el teléfono móvil que durante años había sido su principal medio de contacto con sus amigos y la tranquilidad de su familia. Cantu le entregó el teléfono a su profesor esta semana, inaugurando así un mes sin una sola llamada o mensaje de texto. Cinco días después, Cantu empezó a sentir punzadas debidas al síndrome de abstinencia. El viernes decía: «Me siento como desnudo, como si me faltara algo que debería estar ahí».
Más de una docena de estudiantes del mismo instituto de secundaria se comprometieron este año a prescindir de algo distinto cada mes, emulando al escritor Henry David Thoreau que, como es bien sabido, se retiró a vivir en su cabaña junto al lago Walden durante dos años «para vivir deliberadamente, para afrontar los hechos esenciales de la vida, y ver si no era capaz de aprender lo que la naturaleza tenía que enseñarme».
Nathen Cantu anotó decenas de números de teléfono que tenía guardados en el móvil y que nunca se había molestado en memorizar. A continuación, el instituto Mundelein le «confiscó» el teléfono móvil que durante años había sido su principal medio de contacto con sus amigos y la tranquilidad de su familia. Cantu le entregó el teléfono a su profesor esta semana, inaugurando así un mes sin una sola llamada o mensaje de texto. Cinco días después, Cantu empezó a sentir punzadas debidas al síndrome de abstinencia. El viernes decía: «Me siento como desnudo, como si me faltara algo que debería estar ahí».
Más de una docena de estudiantes del mismo instituto de secundaria se comprometieron este año a prescindir de algo distinto cada mes, emulando al escritor Henry David Thoreau que, como es bien sabido, se retiró a vivir en su cabaña junto al lago Walden durante dos años «para vivir deliberadamente, para afrontar los hechos esenciales de la vida, y ver si no era capaz de aprender lo que la naturaleza tenía que enseñarme».