TECNOFILIA Y ORGANOFOBIA
Bésame mientras me matas, querida máquina
«Las
primeras 40 horas fueron las más complicadas. De aquí a pocos
minutes volveré a tener móvil y todo volverá allí donde estaba
[...]. Creo que el mono dura 48 horas. La palabra que utilizaría es
vacío. Me fui apuntando las veces en que tenía necesidad del
móvil. El domingo, en 5 o 6 horas, tuve el impulso de usar el móvil
más de 20 veces y el día siguiente 40. Cuando hablo de impulso de
móvil me refiero a ponerme la mano en el bolsillo, notar la
vibración incluso cuando no existía y sintiéndome pensando que
ahora haría esto o lo otro con el móvil. La gran mayoría de veces
que quería utilizar el móvil no entendía bien el por qué".
Xavi
Bundo, director del programa Via Lliure de la radio catalana Rac 1
después de dejar
su móvil una semana en una caja cerrada con un temporizador.
1. Introducción
Numerosas son las historias de
sirenas y sirenitas, desde la
guerrera de Varsovia hasta
el cuento de Hans Christian Andersen llevado al público de masas
por Walt Disney, pero ninguna es tan conocida como aquella en la que
los cantos de la Sirena más perfecta que la imaginación puede dar
seduce a un puñado de marineros con una voz angelical e hipnótica
para acabar devorándolos en lo más profundo del mar.
Hoy en día determinadas tecnologías
nos bombardean con cánticos de sirena de todos los colores, olores
y sonidos imaginables, especialmente desde la revolución digital de
las tecnologías de la información por medio de la electrónica.
Casualmente, esta semana el canto de sirena mundial se concentra en
Barcelona en el Mobile
World Congress (MWC
para los hípsters). En él se ponen encima de la mesa las últimas
novedades del mercado del teléfono inteligente y de nuevas
tecnologías asociadas a éste.
El mismo periodista Xavi Bundó,
director del programa Rac 1, acabó ayer un experimento que
consistía en encerrar su Smartphone en
una caja con un temporizador durante una semana. Justo al abrirse la
caja comentaba “Ahora es el momento en el que el móvil me querrá
matar”. Los oyentes imaginaban que tendría más de 1000
mensajes whatsup.
“Vamos ya por las 500, 600… Iremos un momento a publicidad
porque el móvil está entrando en pánico. “Vamos ya por las 767.
¿No puedo leer todo esto verdad? Dadle al móvil 2 minutos porque
está agobiado.” Pasados los dos minutos se reveló la cifra
final. 1308 mensajes whatsup. “Ya
tengo la cifra: 1308 whatsup. ¿Cuánto
tiempo me pasaría leyendo todos estos mensajes?
Fue una escena realmente divertida
pero que al mismo tiempo es muy sintomática de nuestros tiempos y
de cómo una parte importante de la población ha integrado las
tecnologías de la información de forma importante a sus vidas. Al
final del suspense sobre el número de mensajes recibidos uno de los
contertulios explica que de hecho existe ya el antimóvil que,
actuando como sustituto, el Nophone. Los
autores comentaban lo siguiente en un reality show donde distintos
“tiburones millonarios y multimillonarios” deciden en que
propuestas invertir: “te permite siempre tener un rectángulo de
plástico frío y suave que agarrar sin privarte de tus actividades
en tu entorno. No experimentes nunca más el inquietante sentimiento
de la piel con la piel cuando cierres tu mano”.
Hemos llegado al extremo en el
que, en un sistema civilizatorio que está estructuralmente
programado para el crecimiento en
forma de expansión del valor de cambio y por tanto de su
metabolismo (uso de energía y materiales) ,
necesitamos más tecnología
para minimizar nuestra adicción a la tecnología, creando nuevos
mercados más allá de los límites del mercado mismo.
Es una situación realmente cómica y esperpéntica al mismo tiempo.
Es como la persona que sabe que es alérgica a los frutos secos,
pero no puede resistirse a comérselos cada noche junto a su plato
favorito y que prefiere ir cada día a urgencias o tomarse una
pastilla, sabiendo que su estómago a la larga acabará destrozado.
Creo que es importante matizar que la
cuestión de la tecnologización
creciente de
la sociedad no debe focalizarse exclusivamente sobre el consumo
final (generalmente
en debates ecologistas se suele reducir a ésta cuestión) sino
que tiene que ver también con la producción y por tanto con el
empleo y los bienes intermedios.
Es decir, no solo tenemos dependencia en nuestras satisfacciones
finales en forma de bienes y servicios de la tecnología, sino que
es impensable pensar hoy en día en un sector laboral en el que no
haya llegado un nivel de sofisticación tecnológica inmenso que el
sistema suele auto justificar de forma sencilla: es necesario pues
aumenta la productividad, el crecimiento y aporta empleos de calidad
con salarios crematísticos más elevados (cosa que es cierta) y
esta es la única manera de salir de la crisis. No hay alternativa.
No es aceptable que alguien diga que está dispuesto a ganar menos
dinero si a cambio se puede preservar la tierra en la que vivimos
para que futuras generaciones puedan seguir habitándola en
coexistencia con otras especies.
En los dos artículos anteriores
sobre esta serie de tecnología introducimos la importancia de tener
una perspectiva
biofísica desde el metabolismo social por
un lado y una de su evolución
histórica por
otro y en este tercer artículo quisiera intentar esbozar brevemente
en la espinosa cuestión de nuestra relación
emocional, psicológica y espiritual con la Tecnosfera,
esa propiedad emergente de nuestra civilización que está ocupada
canibalizando a la biosfera a pasos agigantados. ¿Cuáles
son las "estrategias" que usa pues la Tecnosfera para
lograr acelerar nuestra dependencia a sus cantos y tentáculos
biodepredadores?
2.
Microdinámicas que nos llevan a la Macroruina: una teoría multi
escala del némesis tecnológico
El punto de partida de este artículo
es una teoría ampliada a partir de los trabajos de Dmitry Orlov,
Bodhi Paul Chefurka, Carolyn Baker, Theodore Kaczinsky, Carlos de
Castro, Sofía, Evgeny Morozov, Mario Giampietro y algunos apuntes
psicoanalíticos de psicologia de masas y que sirven como apoyo a mi
tesis de máster sobre metabolismo social y posibilismos
tecnológicos a distintas escala y niveles dentro de éstas.
La hipótesis principal de este
artículo, siguiendo la
reciente propuesta de Dmitry Orlov en combinación con algunas
enseñanzas de neurología, psicología y de las ideas de
metabolismo social multi-escala de Mario Giampietro (ver apartado
último para saber más) y
otras tantas de neuropsicología y psicoanálisis,
es que la tecnosfera tiene una propiedad emergente que es innata y
estructural también en la modernidad y su idea de
progreso (materializada
en capitalismos liberales, socialdemocracias, comunismos, fascismos
y híbridos entre todos estos). Dicha idea se fundamenta en la
idea de expandirse explotando a los diversos agentes a diversos
niveles dentro de las escalas tanto temporales como espaciales para
lograr su objetivo: el dominio y control total sobre la biosfera. El
hecho de que opere a distintas escalas (temporal, geográfica,
política) y distintos niveles dentro de ésta (micro, meso, macro o
corto, medio y largo plazo) hace inoperativa e imposible una
definición de sostenibilidad impredicativa (fuera de un determinado
contexto) y ese es uno de los motivos por los que es una palabra tan
semánticamente abierta y apropiable por cualquier actor e
ideología. Además complica para los propios agentes la comprensión
del sistema en su conjunto y por tanto emergen organizaciones e
ideas búnker o silo en los cuales no se ven los problemas y
limitaciones de las soluciones propuestas en toda su complejidad.
La tecnosfera consigue su objetivo
fundamentalmente explotando los deseos y necesidades (algunos
perjudiciales para la propia persona y otros útiles) de
una persona o colectivo apelando generalmente a cuestiones
emocionales que operan de forma muy subconsciente,
dado que la memoria
emocional pare ser el primer nivel de codificación de la
información que tenemos los seres humanos a
la hora de interpretar información y generar recuerdos (más
sobre este en apartados posteriores). La tecnosfera lo va
conquistando todo a partir de mil y una estrategias prácticamente
personalizadas, haciéndonos más y más dependiente mientras nos
camufla las repercusiones negativas que tiene sobre el todo, tanto a
nivel espacial en el corto plazo como a nivel temporal en el
futuro.
En este sentido pues no veo como
culpable de nuestra grotesca y dolorosa situación mundial a nadie,
a ninguna corporación ni a ningún individuo o incluso grupo
particular pues cada uno juega su papel dentro de las dinámicas
posibles dentro del sistema. Dada la tendencia de los sistemas vivos
y no vivos complejos como huracanes, erupciones volcánicas… a
intentar aumentar su eficiencia en la disipación de energía y a
expandirse, la tecnología no es más que una manera muy eficiente
de aumentar la capacidad de disipar energía y así aumentar
la complejidad social (entendida por ejemplo como un aumento de la
especialización en el trabajo y capacidad de consumo de bienes y
servicios), aunque en nuestro caso lo hace a costa de la depredación
de la vida, mientras que un bosque amazónico no (¿Quizás vamos
demasiado rápido de forma inconsciente?).
Estas dinámicas pueden tener su
origen en una interpretación termodinámica de nuestra civilización
como apuntaba hace ya unos años Bodhi Paul Chefurka de manera que
nuestra civilización (cualquier civilización expansiva) actuaría
como un
motor de combustión, como
una estructura disipativa que de forma inconsciente y “programada”
a un nivel incluso más profundo que el genético determinaría de
forma probabilística cuasi determinista cada decisión que hacemos,
todo en el marco de la
segunda ley de la termodinámica y
bajo el Principio
de Potencia Máxima de
Lotka-Odum.
Hace unos meses Bodhi y un servidor
tuvimos una discusión en Facebook en la que le argumentaba que,
aunque la termodinámica pone límites hay otros muchos factores que
ponen límites y que no por eso desaparece la agencia individual o
colectiva y debemos entrar en un determinismo pesimista-colapsista.
De hecho, es el reconocimiento de que hay límites en una escala
espaciotemporal concreta la que nos otorga libertad, entendiendo que
la vida como tal busca también trascender los límites y expandirse
pero que no lo puedo hacer a cualquier precio y de cualquier manera
como lo hace nuestra civilización global. Si no somos capaces de
aceptar esto es mejor que nos extingamos como especie y que dejemos
a las amebas, seres más simples tomar el mando (hasta que aparezcan
de nuevo formas más complejas de vida), como lo hacía Georgescu
Roegen de forma irónica en su imprescindible artículo Energía
y Mitos Económicos.
3.
Plano colectivo y plano individual. Dos ejemplos de explotación
emocional a distintos niveles
Un par de ejemplos pueden ayudar a
entender mejor esta cuestión de cómo la tecnosfera “juega” a
distintos niveles (de lo macro a lo micro) a través de la escalas
espaciotemporales imponiendo su voluntad a través de esa
explotación a través de los discursos que apelan muy a menudo a lo
emocional y lo establecido socialmente aprovechándose de unos
supuestos beneficies locales (nivel micro dentro de la escala
política-geográfica) pero con repercusiones globales negativas
(nivel macro dentro de la escala político-geográfica).
El primer caso es el de la reciente
controversia sobre la explotación de uranio en Narsaq, Groenlandia.
Esta pequeña población de la isla norteña acusa una pérdida de
población del 10% en una década y el mayor desempleo de toda la
isla. Antes era un lugar donde prosperar gracias a la pesca de
gambas con una incipiente industria que cerró hace 6 años y que
ahora es un matadero de corderos. Solamente la apertura de una
escuela primaria y de un hotel parecen mantener en vida a Narsaq.
Sin embargo las prospectivas de una nueva mina de uranio pueden
hacer cambiar esta situación y The Guardian narra magistralmente
las implicaciones que puede tener su desarrollo:
"Lo que el
resto del mundo ve como una ruina, es visto como oportunidad para
los políticos locales. El derretimiento del hielo hará algunos
minerales más accesibles y revelará otros que todavía son
desconocidos. La atención que el cambio climático ha suscitado en
Groenlandia también ha hecho al país más codiciado para las
destinaciones turísticas. En la última década, ha habido un gran
incremento en el número de cruceros que se detienen en la costa, y
hay planes para construir nuevos aeropuertos".
Es decir, el
cambio climático y la creciente demanda de minerales raros y uranio
hacen que una población local decida intentar explotar eso y así
conseguir la ansiada “independencia como país”, eufemismo para
no tener que depender de los grandes subsidios procedentes de
Dinamarca. De materializarse el proyecto, la tecnoesfera aumentaría
su complejidad, colonizando tierras que jamás han sido contaminadas
e incluso podrían llegar a atraer más investigadores y turistas en
avión y cruceros a la vez que se genera contaminación local y más
emisiones asociadas que bingo, empeoran el cambio climático y
cierran el ciclo de retroalimentación positiva. La buena voluntad
local para atraer inversiones en una población diezmada por las
dinámicas de demanda globales y el colapso de los ecosistemas
locales se materializa a través de eslóganes que siguen
alimentando las dinámicas crecentistas destructivas de nuestro
planeta. Ib Larsen, el manager de operaciones de la empresa minera
que debe explotar la concesión afirmó:
“You
cannot live in a museum – you have the right to sustain your
people. Is it OK for Europe to cut down forests, but object to one
project in Greenland? It’s not a banana republic. This country is
huge – one or two mines will not destroy its purity”.
Una o dos minas
no pero una o dos minas aquí y una o dos allí quizás sí, amigo
Larsen. Un
político local, Qujaukitsoq dice:
“It’s
a question of mentality, and whether you decide to be part of a
progression or a passivity.
Are
we hesitant? No. We have no reservations about creating jobs.”
Así pues, el
argumento se apoya en las ideas de progreso y de trabajo, dos
palabras que van al corazón de cualquier persona. El progreso y el
trabajo no son negociables bajo la actual estructura socioeconómica.
La realidad es que, desgraciadamente, muchos de los cambios
climáticos unidos a los procesos de colonización de la isla que
tanto daño han hecho a los inuit como suele
explicar la activista inuit Sheila Watt-Cloutier.
El segundo caso es un ejemplo de tipo
personal. Reconozco que soy un melómano, hasta puntos que han
llegado a ser patológicos. Mi amor por la música viene de muy
lejos y es probablemente una combinación de una pasión que ha
estado presente en mi familia desde muy pequeño, pasando por una
especial sensibilidad que tengo hacia esta, el haber estado apuntado
a clases de música de niño y el haberme acompañado siempre en
momentos complicados, especialmente en la adolescencia.
Así pues mi gusto por la música,
como el gusto de otra persona por otra actividad es una emergencia
compleja de factores ambientales, culturales y probablemente
innatos. De muy pequeño no tenía más remedio que ir a centros
comerciales y pasarme horas escuchando fragmentos de canciones de
algunos de mis artistas favoritos, pero con la aparición
de spotify pude
acceder a lo que siempre fue mi sueño, un conjunto ecléctico de
artistas que me permite escuchar múltiples géneros musicales a una
velocidad cuasi instantánea. Dado que siempre he sido muy
ecléctico, ha cubierto un deseo-necesidad que ha sido (y sigue
siendo) muy importante para mi estabilidad emocional y psicológica
(y por tanto física).
Sin embargo uno no puede quedarse
ciego ante las grandes repercusiones biofísicas y ambientales que
tienen el hecho de que pueda acceder a spotify, que solo es posible
como software gracias
a un hardware monstruoso de ordenadores, servidores, grandes
infraestructuras eléctricas, dispositivos electrónicos donde usar
la aplicación y la proliferación de artistas en una era en que
cualquiera con un ordenador y un mínimo conocimiento de cómo
funciona una suite de composición como Logic
Audio, FL, Pro Tools y
un teclado vía USB tiene la capacidad de generar un contenido
inimaginable hace apenas unos años.
Este no es una cuestión trivial pues
dado que prácticamente la totalidad de las horas activas de nuestra
vida nos las pasamos conectados (sea en el trabajo o fuera de éste)
cuando uno se empieza a plantear los impactos negativos de todas
estas “maravillosas” tecnologías las contradicciones empiezan a
aflorar y uno se siente en un profundo estado de disonancia
cognitiva muy perturbador.
4.
Sedúceme mientras me ahogas tecnosirena: control total y
explotación emocional
1. Evoluciona
históricamente: desde
el homo habilis se
puede considerar que los hombres hemos co-evolucionado con la
tecnología. En sus inicios la tecnología era una herramienta para
mediar nuestras relaciones con el entorno natural, pero a partir del
paso a las civilizaciones agrícolas dominadoras la tecnosfera va
tomando forma…
2. Desacralizando
de manera deshumanizante y con incrementos en la
complejidad: mientras
que en el pasado muchas culturas mantenía una relación sagrada con
su entorno y su tecnología (como por ejemplo los pueblos inuit del
norte Canadá y Groenlandia) actualmente la vemos como un mero
instrumento para satisfacer nuestras necesidades egoístas y
desvinculadas del marco medioambiental en un contexto urbanita de
alta enajenación del mundo natural...
3. Sobrepasando
sus propios límites y conquistando a la naturaleza y al propio
hombre de manera que…
4. Si
te identifica como amenaza te neutraliza como nos muestra el
caso de Ted Kaczinsky, en
prisión de por vida y con sus escritos embargados hasta 2049
después de dedicarse a amenazar medios de comunicación y personas
con sus ideas anti-industrialización (cabe decir que a menudo
violentas).
5. Y
busca cualquier resquicio para expandirse, explotando tus
deseos/carencias emocionales y físicas,
muy a menudo en el plano subconsciente o mostrándote los beneficios
a corto plazo y generalmente en el plano individual...
6. Aborrece
y odia la convivialidad comunitaria.
Intenta siempre desarticular tribus indígenas, grupos y familias.
La proliferación de la familia nuclear, el homus
smartphonus y sus
derivados individualistas son perfectos para que se siga
expandiendo. Donde hay grupos fuertes, libres y autónomos
dispuestos a morir uno por el otro no prospera…
7. Trata
a la vida como una máquina hobbesiana y lo camufla de forma
astuta. Pensemos en
como a menudo la industrialización animal se camufla en el
marketing o
en alta cocina, en largas cadenas de suministro, en las mejoras
optimizadoras de bienestar animal (que suelen depender de más
tecnología) … En algunas ocasiones parece que perece como en la
numeración de los huevos de una gallina ha estado superesclavizada,
semiesclavizada o subesclavizada pero siempre como maquillaje para…
8. Aparentar
que tiene un rostro humano y que siempre sirve nuestras necesidades
9. A
menudo disfrazándose en palabras tangibles que alimentan el
progreso Conceptos
como impresión 3D, robotización, ciudades smart, automatización,
realidad virtual y aumentada, big
data, autocuantifiación,
gamificación, IA, algoritmos, digitalización etc, todo ellos
ligados a...
10. Metaconceptos
intangibles que sirven como mito y que llegan a distintas ideologías
y tendencias políticas:
internet de las cosas, economía colaborativa, economía del
conocimiento, cuarta revolución industrial, sociedad del coste
marginal cero…
11. Teniendo
en su centro el reduccionismo ontológico y epistemológico
generalmente a un número medido en dinero. Difícilmente
observaréis análisis multicriterio más profundos, las
cuantificaciones en materiales o energía y los límites que imponen
jamás son mencionados e incluso menos aspectos cualitativos de tipo
ético o psicológico…
12. Y
así nunca te enseña sus raíces más profundas.
No oirás en tertulias una crítica voraz a la minería o la
agricultura o la pesca (que son las
que generan el excedente energético necesario tanto a nivel
endosomático como exosomático de nuestro metabolismo social:
si hay críticas serán puntuales e irán dirigidas a la
optimización o la cuestión social, no biofísica)…
13. Cuando
se cuestiona la tecnología desde las tecnologías el discurso
siempre se centrará en tecnologías que usamos en el día día en
nuestro consumo (ordenador,
teléfono…) y tenderá a ofrecer soluciones tecnológicas a sus
problemas que pueden generar más problemas como muestra el ejemplo
anterior de Northword (que consume más recursos plásticos para
empezar)…
14. Si
en un lugar no puede prosperar se larga a otro o se cambia de
vestido y aunque en el primero se pueda entender como victoria, en
su conjunto se sigue expandiendo. Esto
se conoce como displaced impacts (impactes desplazados) y lo cuenta
el ecólogo Charles A.S Hall en su libro Energy
and the Wealth of Nations (energía
y la riqueza de las naciones) cuando afirma que después de que
políticos locales aceptaran que los sistemas de refrigeración de
una central nuclear cerca del río Hudson usaban tanta agua que
trituraban peces decidieron provisionarse a partir de una central
hidroeléctrica en Quebec que acabó inundando miles de hectáreas
de tierra en el Norte de Quebec contribuyendo a la destrucción de
las tierras de caza y recolecta de las que tribus indias Cree
dependían y envenenándoles con mercurio interceptado por rocas
inundadas finalmente alcanzando la cadena alimentaria…
15. Y
cuando el discurso no funciona pasa a la acción violenta,
especialmente en los países que no tienen la suerte de ser
“democráticos”. La
policía, el complejo industrial-militar-corporativo… son
instrumentales para el acaparamiento de tierras por ejemplo que está
teniendo lugar en muchos lugares de África gracias a los crecientes
caprichos y necesidades de una sociedad China que no para de crecer
y por si no fuera poco…
16. Se
fundamenta en el patriarcado, en una imposición de valores
naturalmente masculinos propios de nuestra civilización basados
en la expansión, la movilidad, el individualismo exacerbado y que
adquieren su simbología en tecnología como las armas o
dispositivos con formas fálicas y de expresión hacia afuera en
contraposición con aquellas que tienen valores más redondos y
relacionados con la conversación y a la naturaleza como una vasija
o un útero…
17. De manera que lo
que busca es el control total y la tecnologización creciente de
todos los sectores y estamentos sociales mediante la manipulación
de los propios seres humanos que pasan a ser peones al servicio de
la tecnoesfera (dada
que esta no es autopoiética, no se puede reproducir por ella misma
por ahora) y que por tanto muere
matando la biosfera inconscientemente.
5.
Complejificación y desacralización en la era de la megamáquina
asesina
Este seguido
de ideas se materializan de forma empírica en nuestros distintos
sectores económicos. Nos fascinan las máquinas más y más grandes
que son capaces de extraer más y mejores recursos mineros, el
discurso del progreso en la agricultura nos lleva a reducir los
problemas agrícolas a tecnologías más Smart que optimicen el
riego con sensores inteligente, desarrollen organismos modificados
genéticamente y apliquen drones para optimizar los sistemas de
monocultivo que ya de por si son anti-naturales (¿vemos
monocultivos en un bosque amazónico?) todo para seguir aumentando
la productividad por hectárea y seguir dándole una patada en el
culo a los campesinos en la tierra, que deben ser sustituidos por la
Tecnoesfera. También se materializa en el negocio de la salud donde
se prefiere buscar soluciones específicas en forma de pastilla en
vez de indagar en raíces de tipo más holístico en enfermedades
como la obesidad, la diabetes o los trastornos psicológicos. Y así
podríamos seguir ad infinitum en un mundo que parece que tiene que
pasar con la inevitable proliferación de la Megamáquina, esa
tecnofilia que quizás existe porque somos organofóbicos, porque
hemos heredado una concepción de la natural como enemigo y de los
valores humanos (amor, intuición, solidaridad) que nos han hecho
prosperar como especie hasta hace bien poco como algo a desconfiar y
minimizar.
De esta manera hemos llegado al punto
de que:
-
no entendemos las tecnologías que usamos,
-
los que crean nuestras tecnologías no entienden la mayoría de tecnologías necesarias para su tecnología gracias a la hiperespecialización,
-
no tenemos control sobre éstas, sino que nos controlan a nosotros y finalmente
-
han cambiado nuestra relación histórica con la tecnología pasando a explotar nuestras necesidades y deseos compulsivos socavando nuestra autonomía, libertad y autosuficiencia colectiva.
No he visto todavía a
nadie acariciando o teniendo en alta estima a un pedazo de plástico
frío con agujeros aunque no podemos decir lo mismo del martillo que
ha pasado de generación de herrero a generación de herrero o de
aquella vasija cerámica decorada y de gran valor artístico para
nuestra abuela.
6.
Realidad aumentada y cruda realidad. Psicología de masas en la
época digital
Un
reciente artículo de José Ramón Ubieto analizaba
algunas de las claves de la psicología de masas en nuestra era
digital recientemente. A partir de ideas psicoanálitcas de Freu o
el heterodoxo Jaxques Lacan el autor apuntaba a que la subjetividad
del homo
globalizatus debía
buscarse en sujetos desorientados en busca de una referencia
identitaria y que a falta de encontrarla en viejas glorias políticas
o religiosas (como el catolicismo, el comunismo como alternativa,
culturas pre-modernas que ya han sido prácticamente exterminadas en
su totalidad…) se cimientan en el hedonismo radical, en el placer
que se materializa en las múltiples caras (añado) de
la Tecnosfera.
El éxito de ideas como la de cazar Pokemon por las calles de una
ciudad sirven para generar una comunidad virtual que coopera pero en
la que se reproducen valores fundamentales del sistema (tienes que
ser el mejor cazador y el que más arriesga saltándote todo límites
pues el límite te lo pones tu). Comunidades virtuales dan respuesta
a la no aceptación de ciertas realidades a partir de un doble
mecanismo de indignación-identificación del culpable como
teorizaba Eric Laurant. El odio se instrumentaliza com respuesta a
menudo al odio a la propia realidad o a uno mismo como nos muestra
día tras día el caso del Estado Islámico que recluta jóvenes que
muy a menudo provienen de familias donde el padre no es un referente
(y este se busca de forma más horizontal por ejemplo en los
hermanos que pueden ser captados por células terroristas).
Las
múltiples identidades que muchos reclamaban en los 60 y 70 en ese
movimiento contracultural han sido finalmente manipulados por la
creciente Tecnosfera ofreciendo
microcosmos culturales disfrazados de diversidad (los ismos:
veganismos, fetichismos, hipsterismos…) que son muy útiles para
ofrecer salidas individualizadoras a un problema de pérdida de
identidad y dolor emocional-psicológico.
La Tecnosfera pues
parece que nos reduce a meros números con todo un seguido de
estrategias de los más sutiles a partir de dinámicas micro que
emergen en un todo destructor de lo ecológico y lo social. En el
próximo artículo hablaré de posibles estrategias en el plano
emocional tanto colectivas como individuales que autores como
Claudio Naranjo, Dmitry Orlov, Carolyn Baker o la red de transición
España proponen para poder volver a tener una concepción de
límites en la tecnología que permita resacralizarla, que noquee a
la Tecnosfera (o
incluso la elimine) y que por tanto nos permita esbozar las primeras
líneas sobre que podemos empezar a hacer ya para ganar en
autonomía, libertad y autosuficiencia.
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