MONEDAS LOCALES: Las oportunidades perdidas
En
el seno de los movimientos alternativos hay mucho interés por
introducir monedas locales y, de hecho, estas han sido elementos
centrales en muchas Localidades
en Transición y
otras iniciativas. Desgraciadamente, creo que la mayor parte han
estado mal enfocadas, al no conseguir captar el poder que una moneda
local puede tener, y no es probable que supongan una contribución
significativa a objetivos como la sostenibilidad y la resiliencia de
las localidades donde se han puesto en marcha.
En la triste
historia del mundo el poder ha ejercido un rol muy importante sobre
la moneda. Quienes tienen la mayor parte del dinero, o la capacidad
de crearlo —como los bancos—, han estado en disposición de
determinar lo que sucede, simplemente por ser capaces de decidir por
qué será prestado y en qué terminos. En el siglo XIX el duque de
Wellington estaba en una ocasión a punto de ser derrotado pero fue
capaz de continuar y ganar cuando la banca Rothschild decidió
prestarle un montón de dinero. Lincoln probablemente hubiera perdido
la guerra civil estadounidense porque los bancos rechazaban prestarle
dinero (en términos razonables), pero hizo lo que las Localidades en
Transición deberían hacer, esto es, creó su propio dinero y lo
gastó en lo que necesitaba.
En las nuevas
economías sostenibles, justas y gozosas que vamos a crear, nosotros,
los ciudadanos locales, tendremos el control de casi todo, incluyendo
la creación, emisión y uso del dinero. Y las nuevas monedas que
crearemos serán el instrumento más poderoso que tendremos para
desarrollar el sistema que queremos. Pero esto sólo será así si se
diseñan y se introducen juiciosamente para conseguir los resultados
deseados. Por desgracia, la mayor parte de las monedas locales que
conozco están totalmente faltas de un diseño sensato, revelan no
entender cuál es el mejor uso para una moneda local y no pueden
tener efectos significativos.
La
forma más común de moneda local que se pone hoy día en marcha en
iniciativas alternativas supone simplemente crear un nuevo billete
para que sea utilizado en
lugar de la
moneda normal/nacional existente. Por ejemplo, la gente puede
comprar libras
de Bristol pagando
por ellas con libras británicas. Esto no puede suponer casi ninguna
diferencia para la estructura y funcionamiento de la ciudad o para
contribuir al tipo de desarrollo de nuevas empresas e
infraestructuras necesarias. Sobre todo, poco o nada puede hacer para
dedicar los recursos —actualmente numerosos— y gente ociosos a la
creación de nuevo empleo productivo. Esta es la función,
extraordinariamente importante, que las monedas locales pueden
cumplir, y es un elemento crucial en la revolución que debemos
conseguir.
El
argumento común es que la nueva libra local anima a compras locales
porque no se puede gastar fuera de la ciudad. Pero cualquiera que
comprenda la importancia de comprar productos locales ya lo estará
haciendo, independientemente de la moneda que tengan. Cualquiera que
no lo comprenda, comprará lo que sea más barato, que típicamente
será un producto importado. Obviamente, lo que importa aquí es
conseguir que la gente entienda por qué es importante comprar local.
Substituir simplemente una moneda local no supondrá mucha
diferencia, (… aunque probablemente aumenta la conciencia local y
la disposición a comprar a productores locales y puede tener efectos
positivos sobre la cohesión social). Téngase en cuenta que
sustituir no crea
dinero adicional;
no se añade al suministro de dinero ni aumenta la cantidad de las
cosas que se pueden pagar o hacer.
De manera
similar, las monedas que se deprecian con el tiempo son innecesarias
y un error. Cualquiera que comprenda la situación no necesita ser
penalizado por conservar nuevo dinero y no gastarlo. En cualquier
caso es una equivocación pretender animar al gasto. La gente debería
comprar tan poco como puedan y cualquier economía en la que sientas
la obligación de gastar para que algún otro trabaje es una economía
estúpida. En una economía sensata solo existe el trabajo, la
producción y el gasto y uso de dinero necesarios para asegurar que
todos tengan lo suficiente para una buena calidad de vida.
El
principal objetivo de una moneda local:
conseguir que la capacidad
productiva entre en acción
El
viejo y simple sistema LETS nos
proporciona un buen ejemplo. Consideremos una situación en la que
Pedro puede producir zanahorias y quiere pan, pero no puede
conseguirlo porque no tiene dinero, y María puede producir pan y
quiere zanahorias pero no puede comprarlas porque tampoco tiene
dinero. Así que ninguno de los dos puede cubrir sus necesidades
simplemente porque no tienen dinero. La solución es obvia: crea el
tuyo propio, esto es, comercia usando pagarés. María puede entonces
decir “Gracias por las zanahorias, Pedro. Ahora te debo un dólar
porque nos hemos puesto de acuerdo en que eso es lo que valen”.
Pedro dirá: “Gracias por el pan. Ahora te debo un dólar porque
nos hemos puesto de acuerdo en que eso es lo que esta cantidad de pan
vale”.
En
un sistema LETS con éxito y muchos participantes, una persona que
tenga un pagaré por valor de un dólar puede usarlo para comprar por
valor de un dólar lo que cualquier otro miembro tenga para vender.
El pagaré funciona como dinero, que es una nueva
moneda creada que permite
la producción e intercambio entre personas que no tienen dinero
normal/nacional en absoluto.
Se ha creado así una nueva moneda que pone a trabajar recursos y
gente anteriormente ociosos, cubriendo las necesidades mutuas.
Obviamente,
el dinero físico, los billetes o registros electrónicos no ocupan
un lugar central aquí. Lo que importa es la organización,
los acuerdos que se han establecido para permitir que empiece una
interacción económica deseable. El dinero es simplemente un
instrumento de registro que permite a todo el mundo seguir el rastro
de cuánto han contribuido, de lo que deben y de lo que han ganado el
derecho a recibir. Téngase en cuenta que esta nueva forma de dinero
no necesita ser pedida en préstamo a nadie y no hay necesidad de
endeudarse para conseguirlo o pagar intereses sobre la cantidad que
tengas. Y ningún banco tiene nada que decir acerca de la finalidades
con la que es utilizado, ni puede evitar que ese dinero esté a
disposición de un objetivo que no les conviene.
He
aquí una muestra de la aplicación básica que veo como el mecanismo
fundamental para comunidades que empiezan a conseguir el control de
la situación. Nuestra Cooperativa de Desarrollo Comunitario (CDC)
crea un huerto comunitario e invita a la gente a venir y trabajar en
él, especialmente aquellos que no tienen empleo o vivienda. Las
contribuciones en tiempo se registran para que más tarde el producto
se pueda compartir en proporción a las contribuciones. El registro
representa el ingreso en
una forma parecida a un pagaré. Se puede utilizar
para comprar productos
del huerto cuando estén disponibles. Con el tiempo, cuando la CDC ya
ha creado muchas otras iniciativas similares, el tiempo
de trabajo empleado
en un huerto puede ser utilizado para conseguir bienes de la
cooperativa de ropa, de la panadería o del huerto de árboles
frutales.
Ya hay en marcha
algunas versiones a muy gran escala de este proceso de creación de
dinero, por ejemplo allí donde las grandes corporaciones comercian
entre ellas sin usar ninguna divisa normal, y mucho menos teniendo
que pedir prestado con interés para poder adquirir. Lo hacen
simplemente registrando en una agencia central las cantidades debidas
por los bienes adquiridos de los miembros del sistema.
Pero es a nivel
de pueblo o ciudad donde se encuentra el potencial revolucionario.
Por ejemplo, un ayuntamiento podría imprimir una cantidad
determinada de nuevo dinero y usarla para crear pequeños nuevos
negocios que proporcionasen trabajo a gente sin empleo para producir
cosas que necesitan. Los ayuntamientos le dicen, entonces, a todo el
mundo que aceptarán este dinero como pago por las tasas municipales.
El nuevo dinero que recibe el ayuntamiento como pago se puede usar
entonces para adquirir parte del trabajo y suministros que necesita
de las empresas creadas, completando de esta forma el flujo circular
de dinero. La gente acabada de emplear puede comprar cosas de las
otras empresas pagando por ellas con el nuevo dinero porque esas
empresas saben que pueden usar el dinero para pagar parte de sus
impuestos.
Lo
que el ayuntamiento ha hecho es crear, añadir, un nuevo sector de la
economía, que comercia usando la nueva moneda. En el pensamiento de
transición de la
Vía de la Simplicidad
nos
referimos a esto como la “Economía B”, que la Cooperativa de
Desarrollo Comunitario trabaja para expandir como el marco en el que
la producción socialmente necesaria —pero olvidada— se puede
llevar a cabo, por fuera de la vieja “Economía A” que no
consigue atenderla. Podemos regir la Economía B mediante mecanismos
de control plenamente participativos —fundamentalmente reuniones
ciudadanas— y sin ninguna referencia a lo que sea que piensen
bancos o corporaciones, lo que harían las fuerzas de mercado, qué
está pasando en la economía global o qué maximiza los beneficios o
el PIB.
La Economía B
somos nosotros mismos tomando parte —o más— control de nuestro
propio destino mediante la aplicación racional colectiva de nuestros
recursos a nuestras necesidades. En el próximo futuro, a medida que
la Economía A se autodestruye progresivamente, más y más gente
empezará a participar en la Economía B. En el largo plazo seremos
capaces de ver cuánto de la Economía A tiene sentido mantener.
Podría ser que le dejásemos muchas cosas poco importantes, o que
nos pongamos de acuerdo en eliminarla progresivamente de una manera
completa.
Es
en el nivel nacional donde este enfoque puede tener sus efectos más
profundos. Actualmente tenemos una situación extremadamente estúpida
en la que los gobiernos piden prestadas enormes sumas de dinero a los
bancos privados para construir infraestructuras, etc., y tiene que
devolverlas con intereses. Ellen Brown (2011) estima que en un
periodo de 24 años los estadounidenses han pagado más de 8 billones
de dólares en intereses ¡solo de deuda federal! ¿Dónde consiguen
los bancos el dinero para prestar a las corporaciones y a los
gobiernos? Lo sacan de la nada. Lo imprimen (…ahora
electrónicamente). Pero como Ellen y muchos otros han señalado, los
gobiernos podrían crear/imprimir su propio dinero y emitirlo
mediante sus bancos centrales impidiendo así que centenares de miles
de millones de dólares del contribuyente fluyeran a las arcas de los
superricos cada año. Después de todo, en sus esfuerzos por
solucionar la crisis financiera global el gobierno estadounidense ha
impreso y dado (a los ricos) varios billones de dólares.
El
gobierno australiano de Rudd tuvo la sensatez de dar 900 dólares a
cada australiano y es por esto por lo que hemos pasado por la crisis
financiera mejor que el resto. Hay movimientos de reforma monetaria
por todo el mundo que intentan librarse del absurdo sistema actual
que permite a los bancos privados imprimir y emitir dinero bajo la
forma de deuda (que se le debe a ellos) y amasar constantemente
centenares de miles de millones.
Pero
no son los ahorros lo más importante aquí, sino el poder de
determinar el desarrollo y la distribución. De la misma forma que
nuestro CDC ciudadano puede decir qué actividades poner en marcha
usando el dinero que puede crear, un gobierno que imprime su
propio dinero puede prestarlo o dárselo a quienes quieran crear
actividades socialmente deseables. Puede quitar a los Rothschilds el
poder de decidir qué se tiene que desarrollar. Los bancos existentes
solo prestarán si puedes pagar sus tasas de interés, tan altas como
sea posible, de manera que los préstamos van mayoritariamente a
empresas que producen basura consumista para los pocos que viven en
los países ricos. Los bancos nunca prestan a los proyectos más
necesarios.
Entonces,
¿por qué Grecia no emite su propio dinero y permite la creación de
muchas pequeñas granjas y talleres para que millones de personas
puedan empezar a producir los productos que se necesitan con
desesperación? Grecia está llena de Pedros y Marías capaces de
producir lo que necesitan pero no pueden hacerlo simplemente porque
no pueden conseguir un poco de dinero para establecer pequeños
negocios. ¿Por qué el gobierno griego no imprime algo parecido a
los pagarés para poner en marcha todo esto? Porque
la UE no lo permitiría, ¡por eso! Los
bancos que prestaron imprudentemente a Grecia (cuyas élites tienen
parte de la culpa) ahora tienen el poder de decidir la política
nacional griega y la dedican a devolver una deuda imposible. Esto
incluye redirigir fondos del bienestar a la devolución de la deuda y
vender activos nacionales (a inversores extranjeros y a precios de
ganga). A lo largo de la historia esta ha sido una de las vías
principales por las que los superricos se han hecho más ricos.
Cuando los deudores no pueden cubrir sus pagos de intereses, compran
sus activos a un precio barato porque no están en disposición de
pelear.
De manera
similar las condiciones aplicadas a los préstamos del FMI y del
Banco Mundial fuerzan prácticamente a todos los países del Tercer
Mundo a orientar su actividad económica interna al pago de la deuda
y, por tanto, a apartarla del cubrimiento de sus necesidades
internas. Si pudiesen establecer una Economía B, esta permitiría
que mucho trabajo, tierra, madera y talento fuesen a la producción
de lo que la gente necesita… pero esto significaría que estos
recursos productivos no fluirían a actividades que benefician a los
propietarios del capital y a los consumidores del mundo rico. ¡Qué
conveniente resulta que los Paquetes de Ajuste Estructural impidan a
los países pobres utilizar sus recursos para cubrir sus necesidades!
A
nivel de población lo que más importa no es el empleo y las
empresas que se crean cuando se introduce una moneda local con esa
intención. Lo que más importa es que el proceso implica a la
población local en los primeros pasos hacia la toma
de control de su situación.
La situación mundial sin salida que tenemos implica niveles de uso
de recursos que están mucho más allá de lo sostenible y el control
por parte de distantes fuerzas globalizadas que llevan
inevitablemente a un mayor crecimiento y al mayor enriquecimiento de
los ricos. No puede haber otra solución a esto que una transición a
comunidades básicamente localizadas a pequeña escala y en gran
parte autogobernadas que
colectiva y racionalmente orienten la capacidad productiva local a
cubrir sus necesidades locales.
El
paso crucial en esta transición es comprender que tenemos
que unirnos para hacer funcionar nuestra ciudad para
que cubra nuestras necesidades. Su desarrollo, su destino, no se
puede dejar a las fuerzas mundiales del mercado o a gobiernos lejanos
que maximizarán los beneficios de las corporaciones. Cuando ponemos
en marcha formas de dinero que traen con ellas el poder de determinar
qué es lo que se desarrolla estamos introduciendo y reforzando la
comprensión de que podemos escoger cómo construir nuestra ciudad o
pueblo de la forma que queremos. No tenemos que seguir a merced de
aquellos que actualmente controlan el suministro de dinero.
Este es el
inmenso poder sobre el desarrollo, los flujos de recursos y las vidas
de miles de millones, que viene con la capacidad de crear y prestar
dinero. Por tanto, es muy desafortunado que los movimientos
alternativos parezcan tener una comprensión tan escasa del hecho de
que podemos quitar con mucha facilidad ese poder al 1%, pero tan solo
si creamos y usamos nuevo dinero en aquellas formas que nos permitan
el milagro.
Sustituir
simplemente dólares normales por ecodólares no
lo hará.
-
Brown, E., (2011), “ECB a barrier to crisis exit”, Asia Times, 1, Dec.
-
Kennedy, M., (1988), Interest and Inflation Free Money, Permacultur Institute, Ginsterweg, D-3074, Steyerberg, Germany.
(Texto
originalmente publicado en Resilience.org.
Traducción de Carlos
Valmaseda y
revisión de Manuel Casal Lodeiro. Para una discusión más detallada
véase, en el web del autor: “TSW:
Money, Banking, Debt, Interest and Local Currencies“.)
No hay comentarios:
Publicar un comentario