29.5.25

La ciencia y la filosofia pueden ir sino en sincronía, sí alimentándose mutuamente

EXPLICACIÓN ALGORÍTMICA DE LA VIDA HUMANA

Un avance notable de la ciencia del siglo XX es el descubrimiento de que tanto las estructuras físicas como la comunicación de ideas pueden ensamblarse a partir de algoritmos que utilizan códigos. El código genético ayuda a los organismos vivos a ensamblar los elementos básicos de otros organismos vivos y a guiar su desarrollo. (Nota: los genes no pueden explicar todas las características heredadas)

Los lenguajes verbales nos proporcionan alfabetos (con los que podemos ensamblar infinidad de palabras que nombran infinidad de objetos, acciones, relaciones y acontecimientos) y reglas gramaticales que rigen la secuenciación de las palabras para construir frases e historias que narran acontecimientos o explican ideas.

Muchos aspectos del ensamblaje de los organismos naturales y de la comunicación dependen de algoritmos y de la codificación, al igual que todos los aspectos de la computación, así como las empresas de inteligencia artificial y robótica. Sin embargo, estos hechos sólidos e interesantes han dado lugar a la idea generalizada de que los organismos naturales serían reducibles a algoritmos o totalmente explicables mediante algoritmos.

Decir que los organismos vivos son algoritmos es, como mínimo, engañoso y, en términos estrictos, falso. Los algoritmos son fórmulas, recetas, enumeraciones de pasos en la construcción de un resultado previsto. Como se ha señalado, los organismos vivos, incluidos los humanos, utilizan algoritmos dependientes de códigos, como la maquinaria genética. Pero aunque, hasta cierto punto, los organismos vivos se construyen según algoritmos, no son algoritmos en sí mismos. Son consecuencias del accionar y el juego de los algoritmos. Sin embargo, la cuestión crítica es que los organismos vivos son conjuntos de tejidos, órganos y sistemas en los que cada célula componente es una entidad viva vulnerable hecha de proteínas, lípidos y azúcares. No son líneas de código.

La idea de que los organismos vivos son algoritmos contribuye a perpetuar la falsa noción de que los sustratos de construcción de los organismos no son relevantes. Esto se debe a que la etiqueta «algoritmo» lleva implícita una noción de independencia del contexto y del sustrato. Se supone que aplicando el mismo algoritmo a nuevos contextos, utilizando diferentes sustratos, se obtienen resultados similares. Pero no es así. Los sustratos cuentan. El sustrato de la vida es la química organizada, al servicio de la termodinámica y del imperativo de la homeostasis, y hasta donde sabemos, ese sustrato es esencial para explicar quiénes somos. ¿Por qué?

En primer lugar, porque el sustrato químico particular de la vida es necesario para el fenómeno de los sentimientos y, en los seres humanos, la reflexión y la elaboración sobre la experiencia de los sentimientos es la base de mucho de lo que consideramos humanamente distintivo y admirable, incluidos los juicios morales y estéticos, así como la experiencia y las nociones de ser y trascendencia. Aunque hay muchas pruebas de que los organismos artificiales pueden diseñarse de modo que funcionen de forma inteligente e incluso superen la inteligencia de los organismos humanos, hasta la fecha no hay pruebas de que tales organismos artificiales puedan generar sentimientos sin un sustrato vivo real (observo que la contrahipótesis, es decir, que ciertos diseños podrían permitir a los organismos artificiales simular sentimientos, merece la pena ser investigada).

En resumen, no hay pruebas de que los procesos intelectuales puros, que se prestan bien a una explicación algorítmica y que no parecen ser tan sensibles al sustrato, puedan constituir la base de lo que nos hace claramente humanos. Si se elimina el sustrato químico, se eliminan los sentimientos y los valores que las culturas humanistas, desde las edades axiales, han celebrado en forma de artes, creencias religiosas, justicia y gobierno justo. Una vez que eliminamos el sufrimiento y el florecimiento humano, por ejemplo, no hay fundamento natural para la conclusión lógica de que los seres humanos merecen dignidad. Nada de esto implica que las funciones superiores de los organismos vivos no sean susceptibles de investigación científica.

La implicación de estas distinciones no es trivial, ya que contemplamos una nueva era de la medicina en la que la prolongación de la vida humana será posible mediante la ingeniería genética y la creación de híbridos humano-artificiales.

No hay pruebas de que los procesos intelectuales puros puedan constituir la base de lo que nos hace claramente humanos.

En segundo lugar, la abundante presencia de sentimientos conscientes e inteligencia creativa en los seres humanos garantiza que se pueda frustrar la ejecución de los algoritmos originarios. Nuestra libertad para correr en contra de los impulsos que los ángeles buenos o malos de nuestra naturaleza intentan imponernos es limitada; pero el hecho es que podemos actuar en contra de tales impulsos. La historia de las culturas humanas es en buena parte una narración de nuestra resistencia a los algoritmos originarios mediante invenciones no previstas por esos algoritmos. Se puede argumentar que todas estas desviaciones de los algoritmos originarios están a su vez abiertas a una explicación algorítmica. El alcance de un algoritmo puede ampliarse para captar un sistema a un nivel arbitrario de detalle, pero para entonces, ¿cuáles son las ventajas de utilizar el término algoritmo?

En tercer lugar, aceptar un relato algorítmico de la humanidad es el tipo de postura reduccionista que a menudo lleva a las almas buenas a desestimar la ciencia y la tecnología por degradantes y a lamentar la desaparición de una era en la que la filosofía, junto con la sensibilidad estética y una respuesta religiosa al sufrimiento y la muerte, hacían que los humanos se elevaran por encima de las especies sobre cuyos hombros biológicos cabalgaban. Pero, por supuesto, tampoco es aceptable negar el valor de la ciencia como reacción a los relatos problemáticos de la humanidad.

La ciencia y la investigación filosófica pueden ir de la mano, no siempre en sincronía, pero a menudo alimentándose mutuamente.

Fuente: Huffington Post - Por Antonio Damasio

https://www.climaterra.org/post/no-debemos-aceptar-una-explicaci%C3%B3n-algor%C3%ADtmica-de-la-vida-humana  

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