20 MEDIDAS TODAVÍA EXTRAÑAS
Pero eficientes para evitar lo peor del colapso
Ante el colapso inminente e inevitable de nuestro
sistema económico, tenemos la obligación de intentar que el golpe sea lo
menor posible. Necesitamos medidas contundentes y creativas. Un error ahora
aumentará la catástrofe considerablemente.
Aquí vamos a proponer unas medidas urgentes y necesarias de
las que poco, o nada, se ha hablado. Evitamos incluir medidas que ya se han
propuesto cientos de veces (aquí
hay algunas)
Vayamos a la raíz de los problemas
- Control
de los fitosanitarios que usan los agricultores. Si los coches
tienen que pasar un control de humos en la ITV, ¿por qué los agricultores
pueden contaminar alegremente sin control? Los
pesticidas son altamente peligrosos, probablemente más que los humos
de los coches. Un control adecuado hubiera evitado la tragedia
del Mar Menor, pero lo mismo que ocurrió en esa laguna, está
ocurriendo, por ejemplo, en todo el Mediterráneo. Debemos evitarlo.
- Obligar
a plantar diez árboles por estudiante en cada curso oficial (primaria,
secundaria, bachillerato, FP, universidad…). Esa plantación sería
necesaria para poder avanzar de curso. Ideas similares ya se están
aplicando en países como Filipinas.
- Obligar
a hacer un curso breve para poder entrar en cualquier área
protegida, especialmente los Parques Nacionales. El curso podría ser
de dos horas y dedicado al parque que corresponda. Esto reduciría la
presión turística de las zonas naturales, generaría empleo, además de
aumentar la tan necesaria educación ambiental. Por supuesto, el curso podría
tener una validez de por vida, pero solo para la zona protegida para la
que se hizo el curso. Si uno viaja para conocer, la mejor manera es participar en
cursos educativos.
- No
construir más infraestructuras de altísimo impacto ambiental: aeropuertos,
autopistas, puertos marinos, líneas de tren de alta velocidad, líneas
eléctricas, etc. Infraestructuras así deben estar sobradamente
justificadas tanto a nivel ambiental como económico.
- Cerrar
aeropuertos que no tengan suficiente utilidad. Se pueden
convertir en viveros en los que fomentar la plantación de bosques que
limpien lo
que ensucian los aviones.
- Investigar
y evitar los contratos precarios en el sector turístico, así como
poner una tasa máxima de contratos temporales por empresa. Siendo este
sector uno de los más contaminantes —además de una industria no esencial—
debemos exigir que sea más
responsable. Crean demasiado empleo precario y temporal. Juegan con
eso para amenazar con despidos masivos ante cualquier incidente (como una
pandemia). También hay una gran discriminación femenina en el turismo. Reducir la
cantidad de viajes es fundamental para reducir la presión en los lugares
turísticos y la contaminación por el transporte (especialmente de aviones y coches).
Las famosas “ecotasas” deben implantarse universalmente.
- No
dar ayudas públicas a grandes empresas (multinacionales)
sin estar condicionadas a mejoras en su respeto ambiental y laboral. En
este aspecto, destacamos especialmente las industrias petroleras,
cárnicas, pesqueras y turísticas.
- Prohibir
que las ciudades crezcan en extensión, al menos mientras tengan una
alta tasa de viviendas vacías, casas abandonados o solares baldíos. Si se
construye fuera de los límites de la ciudad, debe prohibirse la urbanización
dispersa y con piscinas.
- Prohibir
los envases de usar y tirar: plásticos, latas y tetra-brik. Esto
no es una excentricidad de un ecologismo insensato y excesivo. Es algo
radical, pero sensato y necesario. El impacto ambiental del agua
embotellada es hasta 3.500 veces mayor que el del agua del grifo. El
impacto de otras bebidas es aún peor. No hay que prohibir los envases de
un día para otro, pero sí establecer un mecanismo —como
este— para que desaparezcan esos envases en máximo tres años. Es
posible y fácil. Hace apenas unas décadas, vivíamos sin envases de usar y
tirar. De hecho, hay que prohibir todos los plásticos de usar y
tirar: los residuos de invernaderos están plastificando el
fondo marino y ya estamos —literalmente— comiendo
plástico. De ahí la necesidad urgente del siguiente punto.
- Exigir
que los plásticos de los invernaderos tengan una marca que identifique al
propietario. Esta marca debe estar impresa en el plástico de
forma indeleble y debe repetirse al menos cada metro de distancia. Así, si
aparece plástico abandonado ilegalmente se sabrá quién es el propietario
de ese plástico y se podrá multar convenientemente. Esto ha de ser
considerado delito ambiental y no una simple infracción
administrativa, como es actualmente. Sabemos que los plásticos no son
lo único que abandonan los agricultores. También hay gomas de riego,
cuerdas, semilleros, mosquiteras, sacos y botes de fitosanitarios… Pero si
se le obliga con fuertes multas a tratar adecuadamente los plásticos, es
posible que aumente su conciencia ambiental y, de paso, deje de tirar
ilegalmente otras basuras. Otra opción, que podría servir para todo tipo
de residuos susceptibles de ser abandonados, es imponer una tasa
tipo SDDR. Es decir, el agricultor pagaría un precio extra,
recuperando ese dinero al devolver el producto usado cuando no lo quiera.
- Prohibir
totalmente la pirotecnia. Los que no están a favor de esto es,
sencillamente, porque no se han parado a pensar, ni
han leído nada sobre el problema. Si no te gusta explotar petardos en
tu casa, el planeta es la casa de todos. Escoger pirotecnia sin ruido solo
resuelve uno de los problemas, pero hay que pensar globalmente en un
escenario de crisis ambiental grave. Si alguien no lo entiende, estamos
cometiendo un error en educación ambiental.
- Apagar
pueblos y ciudades casi completamente gran parte de la noche: Es
absurdo tener todas las calles encendidas, toda la noche. En muchos
pueblos de Francia se están apagando todas las luces entre las 12 de la
noche y las 6 de la mañana. No es solo el ahorro económico y en emisiones.
Es también por respeto a los animales, esos seres que no hablan, pero que
también existen y sienten. Está demostrado que es un error pensar que la
luz da seguridad. Los crímenes también se cometen de día. Aquí también
metemos apagar
la Navidad (solo de luces y de adornos excesivos), porque no
somos más felices destrozando el medioambiente.
- Prohibir
la caza deportiva, en todos los territorios, para todas las especies. No
podemos evaluar especie por especie, interacción por interacción. La
naturaleza no es tan simple como nos gustaría. Cada vez que una especie es
vulnerable, ya es tarde para protegerla. Hay que actuar antes y la
caza es terriblemente nociva para la naturaleza (y hasta para la
salud mental). Los cazadores usan argumentos pueriles y superficiales,
desmentidos por la ciencia y por la lógica. Ya hay países que han
prohibido totalmente la caza por diversión. Hay que hacerlo. Si os parece
algo excesivamente radical, no sigáis leyendo.
- Prohibir
los coches privados. Da igual que sean eléctricos.
También son insostenibles. La movilidad sostenible no se consigue
con medidas
tibias. Si de verdad pensamos que el problema climático es
grave, tenemos que actuar urgente y radicalmente. Se podrían mantener
los coches compartidos, de alquiler, taxis y demás opciones que, en tal
caso, serían más baratos. Además, se fomentaría la conducción
automática.
- Instaurar
un comité científico que evalúe los desastres ambientales de ciertos
políticos. Si el personaje político suspende por mayoría
absoluta, sería cesado en su cargo. No es admisible mantener en el poder a
políticos —siempre son hombres— que desprecian el medioambiente
descaradamente. Ejemplos sobran, pero podemos citar a Francisco de la
Torre, alcalde de Málaga con una larga
lista de barbaridades ambientales, o Fernando López Miras, presidente
de la Región de Murcia, con su asesinato del Mar
Menor, sus pozos ilegales, sus quemas agrícolas que intoxican a los
ciudadanos, etc.
- Darle
la vuelta a los espacios protegidos. Es decir, en vez de proteger
los espacios demostradamente valiosos, debemos proteger
todo el espacio nacional, menos las zonas que explícitamente se indiquen.
En vez de usar figuras como Parque Nacional, Parque Natural, Paraje
Natural… usaríamos figuras como Parque Nacional Desprotegido. No es un
chiste. Desgraciadamente, muchas zonas valiosas son destrozadas porque
nadie ha estudiado ni propuesto su protección.
- Detener
los parques eólicos en ciertas épocas. Los aerogeneradores matan
fauna salvaje masivamente. Cada molino eólico podría estar matando a tres
animales cada día. Solo se tienen datos de las aves grandes, porque las
pequeñas se las llevan los depredadores y se descomponen de forma
más rápida. También mueren miles de murciélagos, pero no sabemos cuántos,
porque no hay datos fiables. Dependiendo de la zona, es necesario detener
los parques en época de migraciones, de cortejo o cría. Cada parque debe
certificar de forma objetiva su situación y establecer sus épocas de
parada. Hay cientos de parques eólicos mal estudiados y mal instalados.
Esta muerte de avifauna se
suma a la de otras infraestructuras, como el tren de alta velocidad,
edificios acristalados o líneas eléctricas.
- Prohibir
la publicidad y los patrocinios de empresas sucias. Lo ha
pedido Greenpeace y sería una forma de frenar su poder y
su capacidad para lavar su imagen (greenwashing).
Las petroleras están mintiendo una y otra vez y retrasan las medidas que
hay que tomar. Se gastan más dinero en publicidad que en reducir su
contaminación. Es fácil controlar su publicidad y sus patrocinios
de museos. Un poco más difícil puede ser revisar sus patrocinios
en cátedras
con dudosos objetivos de investigación. Las tabaqueras mintieron
durante años y ahora que sabemos
el efecto de fumar, la sociedad se ha protegido de la comunicación de
estas empresas. Lo mismo hay que hacer con empresas como las siguientes,
como pide Greenpeace:
- Empresas
que comercializan combustibles fósiles.
- Empresas
eléctricas de alto impacto (con nucleares, centrales de gas…).
- Empresas
que fabrican coches (también los
eléctricos tienen alto impacto ambiental)
- Compañías
aéreas (por sobrados
motivos).
- Operadores
de turismo destructivo o masivo (el
turismo sostenible es exigente).
- Que
se deje de usar el PIB para medir el progreso de un país. Es
una medida
engañosa que mide incorrectamente y engaña a la ciudadanía. El
país puede ir muy mal, aunque crezca el PIB. Debemos usar otras medidas,
como el IPG.
Esto lo han pedido numerosos economistas desde hace años, como De
Jouvenel.
- Dejar
de generar dinero prestándolo con interés. Esto obliga a un
imposible crecimiento económico indefinido. No es razonable que nuestro
sistema económico dependa de pedir dinero prestado constantemente, de
forma que, actualmente, hay
más deuda que dinero para pagarla. Es decir, hay muchas deudas que no
se pagarán nunca, lo cual demuestra lo absurdo del sistema económico. El
colapso económico será menor si hacemos las cosas mejor.
Este artículo se iba a llamar originariamente «utopías
necesarias», pero se decidió cambiar el título porque no son
utopías, sino horizontes realistas e imprescindibles. Si esas medidas no
nos gustan, nos tienen que gustar. De lo contrario colapsaremos dramáticamente.
Por ahora, estamos eligiendo el peor colapso posible.
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