La implementación de un pasaporte de vacunación contra la
Covid-19 es una afrenta a la libertad individual que todo verdadero liberal debería
rechazar. Obra una razón de principio, que es el repudio a la violación de la
soberanía del individuo sobre su propio cuerpo. Cualquier argumento
fundamentado en el paternalismo estatal que pretenda justificar la aplicación
de castigos por no vacunarse es insostenible.
Pero los propulsores del pasaporte de vacunación obligatorio
también alegan que esta obligatoriedad es necesaria para prevenir daños a
terceros (externalidades negativas) que serían supuestamente mayores que los
daños infligidos a los que no deseen vacunarse. Veamos diez razones en contra
de esos alegatos:
- No
hay evidencia concreta y definitiva de que las vacunas prevengan
significativamente el contagio [1].
Se postula la posibilidad de que reduzcan la carga viral en el infectado
vacunado, y así impliquen una disminución en la posibilidad de contagiar a
otros. Pero en ambientes sociales reales son muchos los factores que
pueden incidir, y resulta difícil aislar el factor vacunación [2].
Éste es uno de los motivos por los que los fabricantes y las autoridades
se abstienen de afirmar categóricamente que las vacunas previenen los
contagios. De hecho, la mayoría de las autoridades insisten en mantener
prácticamente los mismos cuidados incluso luego de vacunados.
- Las mismas autoridades que exigirían la vacuna utilizan los kits de PCR asumiendo que éstos pueden determinar la positividad de la infección por SARS-Cov2 que a su vez se relacionaría con la enfermedad de covid-19 (así contabilizan los casos, que a su vez inciden en las decisiones de confinamientos, estados de alarma y toques de queda). Pero si es cierto que las PCR dan un fiel diagnóstico de la infección, entonces bastaría con usar éstas para identificar a los casos que pueden implicar riesgo de contacto, sin necesidad de exigir vacuna alguna.
- Si la vacuna realmente protege eficazmente de cuadros graves de enfermedad, ¿cuál es el miedo de un vacunado de mezclarse con un no vacunado? Hay quienes parecen realizar contorsiones argumentales para justificar la obligatoriedad, apelando a que las vacunas pueden ser parcialmente eficaces, y entonces el vacunado no tendría garantizada la prevención de un cuadro grave. El problema con ese argumento matizado, es que peca de un prejuicio a favor de la obligatoriedad, porque igualmente se podría argumentar desde el otro lado, que el hecho de que la eficacia de las vacunas sea parcial torna injustificable su imposición obligatoria. O sea, no parece coherente argumentar a favor de la obligatoriedad fundamentándose en la eficacia, y a la vez en la falta de eficacia. ¿Cuál sería la combinación del porcentaje de eficacia frente al porcentaje de probabilidad de contagiarse una vez vacunado que justificaría la obligatoriedad? Fijar cualquier cuantificación en este sentido resultaría antojadizo, y además estamos lejísimos de la posibilidad de obtener esas medidas con exactitud. Y si, por el contrario, se estableciese que la eficacia de las vacunas en la prevención de la enfermedad grave fuese baja, entonces pierde sentido el vacunarse, y mucho más su imposición.
- Las
vacunas contra la covid-19 se han desarrollado con una rapidez inusitada.
Esto es algo positivo y refleja la posibilidad de mancomunar esfuerzos a
nivel global. Pero también implica un inevitable componente de riesgo, ya
que la difusión masiva se ha efectuado en tiempos más cortos que los
conocidos hasta ahora. Hay debates acerca de si estas vacunas están en
fase experimental o no. Pero más allá de los tecnicismos en la definición
de términos, lo cierto es que hay autorizaciones de emergencia, lo que
implica un curso anormal de desarrollo [3].
También hubo casos como el de la vacuna rusa Sputnik V, implementada
incluso previo a la conclusión de la fase III [4].
Tampoco se puede descartar la posibilidad de efectos adversos que tarden
en manifestarse, y es por eso que se prevé que las pruebas clínicas se
extiendan hasta fines de 2022 y comienzos de 2023 [5],
además del período posterior de monitoreo. Esta situación de emergencia
obra en contra de los argumentos a favor de la obligatoriedad.
- Las
vacunas de ARN mensajero (como Moderna, y Pfizer–BioNTech) prometen
constituirse en un importante avance médico. Pero el 2 de diciembre de
2020, la agencia regulatoria de medicamentos británica se convirtió en la
primera en aprobar el uso masivo de una vacuna de este tipo [6].
No es apropiado que una nueva tecnología nunca antes probada en forma
masiva deba probarse imponiendo castigos o limitaciones a los que no
quieran someterse a ella.
- Los
gobiernos han aceptado que las empresas productoras de las vacunas asuman
parcialmente la responsabilidad por potenciales efectos adversos, o que la
asuman pero con una compensación económica por parte del Estado. Muchos de
los contratos son confidenciales [7].
Esto puede fomentar una producción más rápida de vacunas, pero afecta la
transparencia del proceso, perjudicando los argumentos a favor de la
obligatoriedad.
- Se
ha registrado memoria inmunológica en personas que han tenido covid-19 [8].
Por ello es cuestionable la necesidad de vacunar a estas personas, y
prácticamente absurdo imponerles castigos o restricciones por no
vacunarse. Una cuestión particular adicional a tener en cuenta en estos
casos, es la posibilidad de la potenciación dependiente de anticuerpos (antibody-dependent
enhancement, ADE) y de la potenciación de la enfermedad respiratoria
asociada a la vacuna (vaccine associated enhanced respiratory disease,
VAERD). Éstas dos potenciaciones de la enfermedad se pueden dar con una
reinfección (como es el caso del dengue con la ADE), y muy raramente, con
una infección luego de una vacunación [9].
Afortunadamente, estas reacciones no deseadas no se han observado ni en la
etapa de pruebas en animales, ni en las pruebas clínicas, ni aun con las
variantes más resistentes de SARS-Cov-2 (B.1.1.7 “británica” y B.1.351 “sudafricana”)
por el contrario, en general se
vienen observando mejores respuestas inmunológicas luego de la vacuna [10].
Estas buenas noticias, sin embargo, no obstan para que esto se deba seguir
monitoreando.
- Algunos
comentaristas -incluso liberales- [11] mencionan
el hecho de que ya existen requerimientos de vacunación para movilizarse o
ingresar a ciertas zonas. Pero, sin entrar a estudiar cada caso y su
historia en particular, que haya casos de requerimientos preexistentes no
implica: ni que esos casos de restricciones estén siempre bien (estaríamos
cayendo en una especie de problema del ser y el deber ser [12]),
ni que porque en esos casos esté bien, habría de estarlo en éste
(estaríamos cayendo en un non sequitur). Esto último, si se
aceptan que los requerimientos ya existentes están bien, puede o no ser el
caso, pero no se sigue necesariamente.
- El
argumento de que es necesario imponer un pasaporte de vacunación para
evitar poner al sistema de salud bajo el riesgo de saturación es endeble.
Tres objeciones:
- La
mayoría de la gente parece tener la voluntad de vacunarse [13].
Además, hemos de suponer que las personas que pertenecen a grupos de
riesgo deben tener un grado de voluntad de vacunarse aún mayor que la
media de la población en general. Y también parece razonable pensar que
la aceptación de las vacunas irá en aumento, si el paso del tiempo
continúa confirmando su eficacia y su seguridad.
- Los
argumentos basados en la necesidad de evitar el riesgo de saturación del
sistema sanitario podrían esgrimirse para cualquier otra enfermedad
condicionada por el comportamiento. Con esa lógica autoritaria,
acabaríamos controlando la dieta, el ejercicio físico y los hábitos de
las personas, imponiendo toda suerte de prohibiciones y obligaciones en
lo que conformaría un programa sanitario estatal orwelliano. El
comportamiento de elegir no vacunarse no parece ser cualitativamente
distinto a (peor que) tantos otros comportamientos de toda índole que
implican una presión sobre el sistema sanitario. O al menos, para
establecer que sí lo es, sería necesario conducir una gran cantidad de
complejas investigaciones sobre un sinnúmero de problemas de salud y
comportamientos asociados.
- Mejor
que imponer la obligatoriedad de la vacuna es mejorar el sistema de
salud. Éste es un punto complejo, pero clave. Baste decir aquí que en
general los Estados no sólo se han mostrado más ineficientes que el
sector privado, sino que además sus intromisiones en el sector privado
han inhibido el potencial de éste último.
- La
imposición de la vacunación por parte de las autoridades promueve
innecesarias suspicacias y genera dudas adicionales sobre los posibles
efectos adversos. Aquí, como en todo, se debería dejar obrar al mercado.
Si las vacunas prueban ser eficaces y seguras, la vacunación tendrá más
adhesión. Si en cambio, las impone el Estado, esto sólo generará aún más
desconfianza en aquéllos que ya alberguen sospechas de motivaciones
meramente comerciales o dudas acerca de los posibles efectos adversos.
Una aclaración final que, si bien es innecesaria, en estos
tiempos de pánico y sordera intelectual autoinducida puede llegar a ser
conveniente: considerar estas razones no implica estar en contra de las
vacunas, ni tampoco de la decisión personal de vacunarse.
VISTO EN: https://disidentia.com/10-razones-contra-el-pasaporte-de-vacunacion/
[1] Hasta
los CDC hablan de una probabilidad potencial (“potentially less likely”)
de que las vacunas disminuyan la contagiosidad, y dicen que la investigación al
respeto aún continúa. Y en la misma página, afirman que la gente vacunada
podría seguir contagiando (“could potentially […] spread it to others”):
https://www.cdc.gov/coronavirus/2019-ncov/science/science-briefs/fully-vaccinated-people.html
[2] https://www.nature.com/articles/d41586-021-00450-z
[3] Incluso
los fact-checkers de Reuters, que niegan que las vacunas sean consideradas
experimentales, afirman que: “Se ha expedido la autorización de uso de
emergencia en E.E.U.U. como resultado de la severidad de la pandemia”,
que esta autorización de emergencia cesará “cuando termine la pandemia”, para
lo que “aún no se ha dado un plazo” (política similar en Reino Unido).
Asimismo, se han autorizado pruebas en humanos en paralelo con pruebas en
animales:
https://www.reuters.com/article/factcheck-covid-vaccines-idUSL1N2M70MW
[4] https://www.bbc.com/mundo/noticias-55902348
[5] Por
ejemplo, Moderna hasta el 22/10/2022, y Pfizer hasta el 31/01/2023:
https://www.reuters.com/article/factcheck-covid-vaccines-idUSL1N2M70MW
https://www.historyofvaccines.org/es/contenido/articulos/desarrollo-pruebas-y-reglamentos-para-las-vacunas
[6] https://www.gov.uk/government/news/uk-authorises-pfizer-biontech-covid-19-vaccine
[7] Ejemplos:
https://www.reuters.com/article/us-astrazeneca-results-vaccine-liability-idUSKCN24V2EN
https://www.weforum.org/agenda/2020/10/astrazeneca-partial-immunity-eu-vaccine/
https://theconversation.com/who-pays-compensation-if-a-covid-19-vaccine-has-rare-side-effects-heres-the-little-we-know-about-australias-new-deal-147846
https://cincodias.elpais.com/cincodias/2020/08/07/companias/1596824071_284665.html
https://www.newtral.es/inmunidad-legal-vacunas-covid/20201119/
https://www.eldiario.es/sociedad/farmaceuticas-ganan-estados-europeos-indemnizaran-efectos-inesperados-vacunas-coronavirus_1_6222300.html
[8] https://science.sciencemag.org/content/371/6529/eabf4063
[9] https://www.vacunas.org/la-velocidad-sideral-y-los-problemas-de-seguridad/
https://www.the-scientist.com/news-opinion/covid-19-vaccine-researchers-mindful-of-immune-enhancement-67576
https://davidson.weizmann.ac.il/en/online/reasonabledoubt/ade-and-corona-vaccines
Y el recomendable artículo de Derek Lowe (en inglés)
resumiendo las novedades recientes:
https://blogs.sciencemag.org/pipeline/archives/2021/02/12/antibody-dependent-enhancement-and-the-coronavirus-vaccines
[10] https://blogs.sciencemag.org/pipeline/archives/2021/02/12/antibody-dependent-enhancement-and-the-coronavirus-vaccines
[11] Como
por ejemplo, el estimado Francisco Capella: “Los Estados ya exigen
certificados de vacunación para ciertos movimientos internacionales a zonas
problemáticas.”
No hay comentarios:
Publicar un comentario