ESTATUS, PRIVILEGIOS Y EMPODERAMIENTO
Nuestras
relaciones sociales están gobernadas, o al menos fuertemente
influidas, por dos principios básicos de regulación que, según los
últimos estudios neurocientíficos, ponen en juego las mismas áreas
del cerebro que las dedicadas a necesidades básicas de
supervivencia.
Estos dos principios son minimizar las amenazas y maximizar las recompensas. Esto es evitar las situaciones sociales en las que nuestro yo puede verse criticado, cuestionado, atacado, ridiculizado, etc., y aumentar las posibilidades de tener encuentros satisfactorios con otras personas, en los que nos sintamos cuidados y apreciados.
Estos dos principios son minimizar las amenazas y maximizar las recompensas. Esto es evitar las situaciones sociales en las que nuestro yo puede verse criticado, cuestionado, atacado, ridiculizado, etc., y aumentar las posibilidades de tener encuentros satisfactorios con otras personas, en los que nos sintamos cuidados y apreciados.
Un
estudio reciente (modelo SCARF,1) incluye cinco factores susceptibles
de activar una respuesta de recompensa o amenaza en situaciones
sociales: estatus, certeza, autonomía, relación y justicia. El
valor que otros nos dan define nuestro estatus en relaciones y
grupos. La capacidad para predecir el futuro es nuestra certeza. La
autonomía nos proporciona una sensación de control sobre las cosas.
En relación (íntima) nos sentimos seguros y no expuestos. Y con la
justicia percibimos si los intercambios entre las personas son justos
o no. En este artículo nos centraremos en el tema del estatus.
El estatus se refiere a la importancia relativa que tiene una persona en un grupo o una relación. De acuerdo con la Teoría del Estatus (2), las diferencias de valor o prestigio entre los miembros de un grupo están relacionadas con las llamadas ‘expectativas de competencia’, un conjunto de creencias no necesariamente conscientes, que las personas tenemos, o nos vamos haciendo, sobre la capacidad de los demás, y la nuestra propia, para hacer algo que el grupo o la sociedad valoran. Las personas que son vistas por los demás como más ‘competentes’ adquieren inmediatamente más estatus.
En
algunos casos la capacidad o competencia de una persona para realizar
una tarea valiosa es real y el estatus adquirido por dicha persona se
considera merecido, pero en otros casos se trata de una competencia
supuesta, basada solamente en cualidades personales que no guardan
relación con la tarea a realizar. Es todavía el caso del género o
el color de la piel. De acuerdo con la Teoría del Estatus, existen
creencias culturales fuertemente arraigadas que asocian mayor valor
social y competencia general a los hombres (o a las personas de piel
blanca) que a las mujeres (o que las personas de piel oscura o
negra). Lo mismo se podría decir de cualidades como la edad, el
nivel educativo, el aspecto físico, la facilidad de palabra, etc. En
estos casos hablamos de estatus atribuido, un estatus para muchas
personas inmerecido e injusto.
Las diferencias de estatus no son neutras y nos afectan de maneras muy precisas. En general, las personas de más estatus en un grupo tienen privilegios de los que carecen las personas de menos estatus. Cecilia Ridgeway, una de las teóricas más conocidas sobre este tema, afirma que las personas con estatus cuentan al menos con tres grandes ventajas o privilegios (3):
Las diferencias de estatus no son neutras y nos afectan de maneras muy precisas. En general, las personas de más estatus en un grupo tienen privilegios de los que carecen las personas de menos estatus. Cecilia Ridgeway, una de las teóricas más conocidas sobre este tema, afirma que las personas con estatus cuentan al menos con tres grandes ventajas o privilegios (3):
1.
Tienen más oportunidades para intervenir o participar en el grupo,
2.
Sus ideas y aportaciones se toman más en serio o se valoran mejor
3.
Tienen más posibilidades de influir en otros miembros para alcanzar
decisiones que les favorecen. A lo que cabría añadir:
4.
Tienen más posibilidades de obtener del grupo los recursos que
necesitan. Tienen en definitiva más poder. Estas diferencias en
participación, valoración, influencia y acceso a recursos
compartidos, que se dan en (casi) todo grupo son la base de una
estructura emergente que se conoce como estructura de estatus.
Es
importante dejar claro que la posición que una persona ocupa en la
estructura de estatus de un grupo no depende directamente de lo que
esa persona haga ni de las cualidades que muestre. Finalmente, es
siempre el grupo quien acuerda más o menos estatus a sus miembros en
función de las expectativas de competencia que el grupo se hace
sobre esa persona. Cuando dichas expectativas están influidas por
‘características sociales de estatus’, esto es por cualidades
que nada tienen que ver con la competencia necesaria para realizar
una determinada tarea, la situación se torna problemática: las
personas con mucho estatus atribuido van a defender su posición
alegando que, en realidad, sí se merecen todo lo que tienen;
mientras que las personas con poco estatus van a quejarse de lo que
consideran un trato discriminatorio e injusto.
¡Tal vez sea bueno en estos momentos que reflexiones sobre cuál es el estatus que tienes en los grupos a los que perteneces, incluidos tus amigos y conocidos. Si eres una persona con mucho estatus, entonces deberías poder reconocerte en alguno de los cuatro privilegios anteriores. Puedes igualmente preguntarte a qué crees que se debe tu alto estatus. ¿Es un estatus merecido, debido a tus valiosas contribuciones, o atribuido, relacionado en este caso con tu aspecto físico, tu facilidad de palabra, tus estudios, tu estabilidad emocional, etc.? En un paso más, puedes también preguntarte si el hecho de que otras personas no intervengan tanto en el grupo o no hagan tantas propuestas se debe a que son así, como tal vez pensabas, o a que tengan un estatus menor en el grupo y por tanto sus posibilidades reales de intervenir y proponer ya están limitadas desde el principio?. Si, por el contrario tienes un estatus bajo en el grupo, ¿a qué crees que se debe? ¿Por qué el grupo no es capaz de reconocer lo que vales? Tal vez sientas que se trata de algo injusto, especialmente si mucho del estatus de otras personas es atribuido, esto es debido a características sociales que nada tienen que ver con la competencia personal, y entiendo que puede haber mucho dolor en ello, pero ¿no te estarás aferrando al rol de víctima, que basa su fuerza en la queja o en la venganza? ¿No hay realmente nada que puedas hacer para aumentar tu estatus sin caer en la queja, sin buscar reconocimiento o prestigio haciendo daño a otras personas?!
La estructura de estatus de todo grupo es fluida y cambiante. Continuamente se dan situaciones que modifican el estatus o posición relativa de sus miembros. Las personas nos alegramos cuando nuestro estatus aumenta y nos afecta negativamente cuando disminuye. Un aumento de estatus, algo que ocurre cuando hacemos o decimos algo que otros valoran, supone la activación del circuito de recompensa primario, aumentando los niveles de dopamina. Por el contrario, la percepción real o supuesta de que nuestro estatus ha disminuido, por cosas tan simples como haber metido la pata en una reunión importante, porque se han olvidado de nosotros en una actividad, o simplemente porque otros han hecho algo mejor, activa las mismas regiones del cerebro que las que se activan cuando tenemos un dolor físico (4).
¡Tal vez sea bueno en estos momentos que reflexiones sobre cuál es el estatus que tienes en los grupos a los que perteneces, incluidos tus amigos y conocidos. Si eres una persona con mucho estatus, entonces deberías poder reconocerte en alguno de los cuatro privilegios anteriores. Puedes igualmente preguntarte a qué crees que se debe tu alto estatus. ¿Es un estatus merecido, debido a tus valiosas contribuciones, o atribuido, relacionado en este caso con tu aspecto físico, tu facilidad de palabra, tus estudios, tu estabilidad emocional, etc.? En un paso más, puedes también preguntarte si el hecho de que otras personas no intervengan tanto en el grupo o no hagan tantas propuestas se debe a que son así, como tal vez pensabas, o a que tengan un estatus menor en el grupo y por tanto sus posibilidades reales de intervenir y proponer ya están limitadas desde el principio?. Si, por el contrario tienes un estatus bajo en el grupo, ¿a qué crees que se debe? ¿Por qué el grupo no es capaz de reconocer lo que vales? Tal vez sientas que se trata de algo injusto, especialmente si mucho del estatus de otras personas es atribuido, esto es debido a características sociales que nada tienen que ver con la competencia personal, y entiendo que puede haber mucho dolor en ello, pero ¿no te estarás aferrando al rol de víctima, que basa su fuerza en la queja o en la venganza? ¿No hay realmente nada que puedas hacer para aumentar tu estatus sin caer en la queja, sin buscar reconocimiento o prestigio haciendo daño a otras personas?!
La estructura de estatus de todo grupo es fluida y cambiante. Continuamente se dan situaciones que modifican el estatus o posición relativa de sus miembros. Las personas nos alegramos cuando nuestro estatus aumenta y nos afecta negativamente cuando disminuye. Un aumento de estatus, algo que ocurre cuando hacemos o decimos algo que otros valoran, supone la activación del circuito de recompensa primario, aumentando los niveles de dopamina. Por el contrario, la percepción real o supuesta de que nuestro estatus ha disminuido, por cosas tan simples como haber metido la pata en una reunión importante, porque se han olvidado de nosotros en una actividad, o simplemente porque otros han hecho algo mejor, activa las mismas regiones del cerebro que las que se activan cuando tenemos un dolor físico (4).
Puede
ser sorprendentemente fácil amenazar sin querer una persona en su
sensación de estatus. Basta con dar un consejo o alguna indicación
no esperada sobre cómo hacer algo, sugerir que ha hecho algo mal o
que su aportación ha sido irrelevante. Muchas conversaciones
cotidianas terminan en una fuerte discusión debido a la amenaza de
estatus que se esconde en la conversación, al profundo deseo de no
sentirse ninguneado o percibido como menos que el otro. Según cuenta
David Rock (2008), una simple frase como “no te lo tomes a mal,
pero tengo que decirte algo” genera en la mayoría de las personas
una respuesta interna, neurológica, similar a oír pasos extraños
acercándose en la noche. Aprender a dar feedback sin amenazar el
estatus de los demás es sin duda una habilidad que debemos
desarrollar.
Visto el estatus como una estructura emergente que se da en todo grupo, fruto de numerosas interacciones entre sus miembros y de las creencias que éstos sostienen sobre lo que hace a una persona más competente o valiosa, resulta imposible evitar que en todo grupo tengamos un cierto estatus, alto o bajo. Además no depende sólo de nosotros cambiarlo, pues es algo que se nos asigna desde el grupo. Afortunadamente, como deja claro David Rock en su artículo (2008), el estatus no es un juego de suma cero. Esto es, no es necesario que algunas personas pierdan estatus para que otras lo ganen. Es posible que todos los miembros de un grupo ganen estatus, esto es, todos sean mejor percibidos y valorados por los demás.
Visto el estatus como una estructura emergente que se da en todo grupo, fruto de numerosas interacciones entre sus miembros y de las creencias que éstos sostienen sobre lo que hace a una persona más competente o valiosa, resulta imposible evitar que en todo grupo tengamos un cierto estatus, alto o bajo. Además no depende sólo de nosotros cambiarlo, pues es algo que se nos asigna desde el grupo. Afortunadamente, como deja claro David Rock en su artículo (2008), el estatus no es un juego de suma cero. Esto es, no es necesario que algunas personas pierdan estatus para que otras lo ganen. Es posible que todos los miembros de un grupo ganen estatus, esto es, todos sean mejor percibidos y valorados por los demás.
Para
aumentar el estatus global de un grupo sólo es necesario aprender a
reconocer las cualidades de cada persona y de qué manera sus
aportaciones son valiosas para el grupo. Las personas con más
estatus deben estar dispuestas a poner conciencia en el uso de su
poder y evitar abusos, a compartir parte de sus privilegios y
hacerlos extensibles a otras personas; mientras que las personas con
menos estatus deben desprenderse de creencias limitantes que les
llevan a valorar más lo que hacen otras personas que lo que hacen
ellas mismas, deben abandonar la estrategia de la queja y el apego a
una pobre imagen de sí mismas.
Tal
vez no podamos evitar completamente las diferencias de estatus, pero
sí podemos hacerlas tolerables para el grupo en su totalidad. El
feedback positivo es un elemento clave en este proceso de
empoderamiento grupal. Reconocer, respetar y apreciar lo que alguien
hace ayuda a vencer la resistencia que tienen muchas personas con
poco estatus para intervenir en un grupo. Al aumentar sus
oportunidades ‘reales’ de participar (esto es, sin juicios a
priori y con apoyo a su proceso de aprendizaje), los miembros con
menos estatus de un grupo ganan seguridad en sí mismos y empiezan a
conectar con su propio poder personal.
En
definitiva se trata de un proceso de honrar la diversidad
favoreciendo los intercambios transformadores con otras personas a
través del reconocimiento y el aprecio mutuos.
José Luis Escorihuela (Ulises)
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1. SCARF es el acrónimo de Status, Certainty, Autonomy, Relatedness y Fairness. El modelo SCARF ha sido desarrollado por David Rock y presentado inicialmente en el núm. 1 del NeuroLeadership Journal, 2008.
2. La Teoría del Estatus es una rama de la psicología social que recoge diferentes propuestas para explicar las diferencias de poder y prestigio que se dan en un grupo. Una de las propuestas más relevantes se conoce como Teoría de los Estados de Expectativas (EST, Expectation States Theory), desarrollada en los años 70 por Joseph Berger, con importantes contribuciones recientes por Cecilia Ridgeway.
3. Ridgeway, Cecilia. Expectation States Theory, en Handbook of Social Psychology, Kluwer Academic/Plenum Publishers, 2003
4. Rock, David. SCARF: a brain-based model for collaborating with and influencing others. NeuroLeadership Journal, 2008.
1. SCARF es el acrónimo de Status, Certainty, Autonomy, Relatedness y Fairness. El modelo SCARF ha sido desarrollado por David Rock y presentado inicialmente en el núm. 1 del NeuroLeadership Journal, 2008.
2. La Teoría del Estatus es una rama de la psicología social que recoge diferentes propuestas para explicar las diferencias de poder y prestigio que se dan en un grupo. Una de las propuestas más relevantes se conoce como Teoría de los Estados de Expectativas (EST, Expectation States Theory), desarrollada en los años 70 por Joseph Berger, con importantes contribuciones recientes por Cecilia Ridgeway.
3. Ridgeway, Cecilia. Expectation States Theory, en Handbook of Social Psychology, Kluwer Academic/Plenum Publishers, 2003
4. Rock, David. SCARF: a brain-based model for collaborating with and influencing others. NeuroLeadership Journal, 2008.
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Comunicación y relaciones, proceso de grupo, facilitación de grupos, gestión de conflictos y habilidades de elderazgo.
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