¿DE
VERDAD NO HAY ALTERNATIVA?
Puede
 que la política invite al desánimo a quienes desean un mundo más
 justo, pero la Feria de Economía Solidaria celebrada el pasado fin
 de semana en Barcelona muestra que nunca han existido tantas
 alternativas para orillar en la vida cotidiana las dinámicas más
 agresivas del capitalismo.
El
 ciclo político que prometió cambios sustanciales para corregir la
 austeridad y las políticas que llevaron a la crisis parece, ahora
 sí, a punto de cerrarse con la inminente investidura del presidente
 del Gobierno, pero ha dejado al descubierto un paisaje muy distinto
 al que muchos soñaban: el PSOE ha arrancado de nuevo el vehículo
 después de su penoso espectáculo interno, pero ahora circula por
 la ruta que parece llevarle directo al precipicio; Podemos está
 enfrascado en una nueva temporada de su particular Juego
 de Tronos,
 especialmente sangrienta; las izquierdas "procesistas" –en
 Cataluña o en Euskadi– lo fían todo a gobiernos dirigidos por la
 derecha; los ayuntamientos del cambio han chocado con una realidad
 durísima en un terreno de juego definido por sus rivales y sin
 apenas instrumentos, y hasta uno de los principales motivos de
 esperanza internacional –las expectativas que abría Syriza en
 Grecia– parece hoy un triste espectro de lo que pudo haber sido y
 no fue, justo en el momento en que se derrumba el imaginario
 progresista que parecía construirse en América Latina.
No
 tan deprisa. A tantísima gente con la moral por los suelos que cree
 que otro mundo es posible le habría bastado con pasarse un rato por
 la V Feria de la Economía Solidaria de Cataluña, que se celebró
 el pasado fin de semana en Barcelona, para recuperar algo de
 esperanza. Y es que pocas veces ha habido una divergencia tan
 pronunciada entre las expectativas políticas y la realidad de una
 economía paralela que, por vez primera, no sólo piensa a lo grande
 sino que permite de verdad vivir, ahora y aquí, de forma distinta
 incluso dentro de un marco político tan achicado.
La
 Feria de Economía Solidaria, que ha contado con un gran apoyo por
 parte del Ayuntamiento de Barcelona, ha batido récords de
 expositores (190) y público (21.000 visitantes). Pero lo relevante
 ni siquiera son las cifras, sino el salto cualitativo experimentado
 desde que arrancó el certamen, hace cinco años, justo cuando se
 estrenaba la mayoría absoluta del PP. Entonces abundaban las buenas
 intenciones, pero hoy existe ya una alternativa muy real en casi
 todos los ámbitos que afectan a la vida cotidiana.
No
 se trata de ninguna exageración: en este periodo se ha construido o
 reforzado una oferta muy solvente que no deja espacios sin cubrir.
 Ya es posible contar con opciones de la economía solidaria (y
 aledaños) para tener la electricidad de casa procedente de energías
 limpias, los principales seguros, las llamadas de telefonía móvil,
 el número de cuenta con domiciliaciones bancarias, las tarjetas de
 débito y crédito, la hipoteca, el crédito para la empresa,
 productos de inversión con una rentabilidad por encima de los
 depósitos tradicionales que garantizan el apoyo a proyectos
 sociales (aquí o en África), la construcción o reforma de una
 vivienda asequible y fuera de los mecanismos de mercado, el
 periodismo independiente –con una oferta cada vez mayor, que
 incluye a Alternativas
 Económicas–,
 el cine –tanto en la producción y distribución de películas y
 documentales como en la exhibición–, el teatro, los conciertos,
 la edición, las librerías, la producción y distribución de
 alimentos, la defensa jurídica, la asesoría contable y financiera,
 un puesto de trabajo fijo en una empresa democrática… Piense en
 algún servicio, el que quiera, y lo más probable es que exista ya
 una buena opción de la economía solidaria.
Hace
 cinco años muchos de los servicios citados simplemente eran buenas
 ideas. Hoy se puede vivir perfectamente sin salirse de la economía
 solidaria. Lo sé no sólo porque fui a la feria, sino también
 porque soy socio o cliente de varias de sus iniciativas y he
 comprobado que la mayoría funcionan muy bien.
Muchos
 pueden estar hoy tentados de pensar que realmente no hay alternativa
 y hasta arrojar la toalla. La gran paradoja es que, en cambio,
 tienen a su disposición más alternativas que nunca para
 transformar al menos su vida.
Por
 Pere Rusiñol, redactor de la revista Alternativas Económicas

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