15.12.25

No hay atajos, pero sí caminos para recorrer más ligeros si no exigirnos imposibles

EN LA VIDA NO HAY ATAJOS            

O AUMENTAS TU NIVEL DE SACRIFICIO O REDUCE TUS DESEOS

Si no quieres ser frustrado jamás en tus deseos, no desees sino aquello que depende de ti ” recomendaba Epicteto. Los estoicos creían firmemente que una vida virtuosa y equilibrada requería disciplina y, sobre todo, ser capaces de mantener los deseos bajo control.

Hoy, sin embargo, la sociedad nos anima a quererlo todo – y tenerlo ya. La publicidad y las redes sociales están saturadas de mensajes e imágenes de lo que deberíamos alcanzar, tener y ser. Encandilados como las polillas con la luz por esa imagen facilona y facilista, nuestras expectativas se disparan hasta niveles estratosféricos.

El resultado no suele tardar en llegar: enfado, frustración y desilusión cuando la vida nos demuestra sin lugar a dudas que tiene otros planes para nosotros.

Si tu felicidad depende de tenerlo todo fácilmente, prepárate para el colapso

Cuando interiorizamos la idea de que la vida debería fluir sin obstáculos, cualquier contratiempo nos sabe a tragedia griega. Empezamos a creer que la comodidad es lo normal y que el esfuerzo es una señal de que algo va mal. Y claro, cuando la realidad no coincide con ese guion, la frustración se multiplica.

El problema es que alimentamos ese tipo de expectativas irreales todos los días sin darnos cuenta. Cuando vemos vidas perfectas en las redes sociales o escuchamos historias de éxito en los podcasts, asumimos que si algo tarda o cuesta, es porque estamos fallando.

Eso acaba reconfigurando nuestra tolerancia a la frustración y a la incomodidad. En vez de cultivar la paciencia y el esfuerzo, alimentamos una especie de exigencia silenciosa: todo debe ser rápido y fácil.

Entonces caemos en una trampa psicológica: cuanto más esperamos que todo sea sencillo, menos desarrollamos capacidad para tolerar la frustración y esforzarnos, algo inevitable en la vida real. Al final, no sufrimos tanto porque las cosas sean difíciles, sino porque pensamos que no deberían serlo.

La expectativa irreal es la que nos hace colapsar, no el desafío en sí. Lo que podía haber sido un obstáculo superable con un poco de perseverancia, se convierte en un drama, solo porque no encaja con la narrativa que nos hemos contado en nuestra mente. Obviamente, esa es la receta perfecta para el colapso psicológico.

La vida no tiene atajos

La vida no tiene atajos aunque a veces nos ilusionamos creyendo lo contrario. Nos seduce la idea de llegar antes, de saltarnos pasos, de obtener resultados sin pasar por todo el proceso que implica conseguirlos.

Sin embargo, lo cierto es que casi todo lo que vale la pena exige esfuerzo, constancia y hasta una dosis de sacrificio. La vida no es un mensaje motivacional escrito en una taza o en una camiseta. Querer la satisfacción sin el compromiso y el resultado sin el camino, es como desear correr una maratón sin entrenar (podríamos atrevernos, pero nos haremos mucho daño).

A veces nos enamoramos de la idea o del resultado sin preguntarnos si estamos preparados para atravesar el proceso. No obstante, si alzamos tanto el listón, tenemos que estar dispuestos a realizar el esfuerzo correspondiente. Soñar en grande está bien, pero cada sueño tiene una factura emocional y práctica que debemos estar dispuestos a pagar.

No es cuestión de renunciar a metas ambiciosas, sino entender que implican renuncias, tiempo, paciencia y disciplina. El éxito sin esfuerzo es una fantasía que solo existe en las películas o en los mensajes motivacionales.

Y si no estamos dispuestos a realizar ese sacrificio, tampoco pasa nada. No tiene sentido exigirnos hasta rompernos o dejar partes importantes de nosotros por el camino. A veces, bajar un poco el listón no es rendirse, sino ser realistas con nuestro tiempo, energía o circunstancias.

La madurez psicológica también implica ser capaces de separar el grano de la paja. O sea, reconocer qué queremos de verdad y qué queremos solo por presión social. No todo en la vida tiene que ser épico, hay pequeños logros que nos aportan satisfacción y felicidad.

De hecho, para Epicteto, la verdadera libertad y felicidad no proviene de alimentar grandes deseos, sino más bien al contrario. Creía que “la felicidad no consiste en adquirir y gozar, sino en no desear nada”.

Por supuesto, es difícil llegar a ese nivel de “nihilismo aspiracional”. La clave está en encontrar un equilibrio: elegir objetivos que nos ilusionen y asumir el esfuerzo que conllevan mientras dejamos ir deseos que realmente no están en sintonía con nuestra identidad, sino que responden a las expectativas sociales de lo que se supone que debemos lograr o ser.

En la vida no hay atajos, pero hay caminos que podemos recorrer más ligeros de peso cuando dejamos de exigirnos imposibles. La felicidad no proviene de tenerlo todo inmediatamente, sino de comprometernos con lo que elegimos y ser honestos con lo que podemos dar y lograr en cada etapa de nuestra vida. Ese es el mayor éxito – aunque no siempre lo parezca.

https://maestroviejo.blog/en-la-vida-no-hay-atajos-o-aumentas-tu-nivel-de-sacrificio-o-reduce-tus-deseos/  

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