JESUCRISTO ES LA MATRIX
Según Freud, ominoso, siniestro, es aquello que no solamente
constituye «algo nuevo o ajeno, sino algo familiar de antiguo a la vida
anímica, sólo enajenado de ella por el proceso de la represión».
Así, Freud señala en lo ominoso múltiples situaciones que
nos producen esa sensación: la confusión entre un ser vivo y un autómata, la
experiencia del doble, la repetición, el cumplimiento de los deseos, los
muertos vivientes y la locura.
Para Freud todas estas situaciones tienen efectos ominosos pues «borran los límites entre la fantasía y la realidad».
La película Matrix que en esta ocasión analizaremos atañe,
directamente, a la cuestión de tales límites y como un grupo sabe esto y lo
utiliza contra el otro.
¿Qué es la realidad?
«En el universo
evocado por el texto [fantástico] se produce un acontecimiento ‘una acción’ que
está en relación con lo sobrenatural (o con lo falso sobrenatural); éste
provoca a su vez una reacción en el lector implícito (y generalmente en el
héroe de la historia): esta reacción es la que calificamos como «vacilación», y
los textos que la hacen vivir son los que calificamos como fantásticos». T.
Todorov.
Recordemos lo que en la película se dice respecto a la
realidad. En la secuencia del encuentro inicial de Morfeo con Neo se dice:
«¿Qué es real? Son sólo impulsos eléctricos interpretados por el cerebro».
Esta es una tesis proveniente de Hume. En su Tratado de la
naturaleza humana, Hume indicaba que si bien nuestras sensaciones son
individuales nuestro lenguaje es universal. Mi dolor de cabeza es mío, su
cualidad y magnitud sólo yo puedo conocerla, sin embargo, al llamarlo «dolor de
cabeza» hago que mi semejante me entienda e incluso pueda ofrecerme algo para
curarlo.
En Matrix se nos presenta una sociedad humana que vive en
una realidad virtual compartida, una en la que se revela que nuestras
sensaciones no son sino impulsos eléctricos en el cerebro, es decir, un mero
juego imaginario-simbólico. Hasta que el real, en toda su ominosa forma se hace
presente.
En Matrix ocurre una sociedad imaginario-simbólica casi
perfecta. Digo casi porque hay un síntoma, la presencia de un pequeño grupo
humano que irrumpe, que hace anomalía en el sistema.
Un grupo humano que enfrenta al personaje llamado Neo con el
real, situación que le genera, inicialmente, angustia, rechazo y el deseo de
volver a la situación anterior. Pero cuando el real se impone ya no se puede
dar marcha atrás. Bajo su visión todo cambia de sentido, la supuesta realidad
se revela pequeña y frágil, sin gran valor, todos los conflictos humanos
muestran su pequeñez.
Pero la película da un paso más en su cuestionamiento. La supuesta «realidad real» de los últimos hombres también se encuentra en cuestión. Cuando Mouse, en la secuencia de la cena en la nave, afirma que su comida sabe a «trigo rico», ¿quién puede contradecirlo, si nadie recuerda el sabor del «trigo rico»? es decir, ¿cómo podemos saber que la manera en la cual yo interpreto los eventos del mundo es igual a la forma como lo interpreta mi semejante?
Sólo el nombre común, como decía Hume, la pertenencia a un universo
simbólico común nos permite establecer cierta identificación entre experiencias
que, a partir de esta reflexión, muestran claramente su carácter ominoso,
enigmático.
En suma, la realidad no es una sino múltiple y posee,
afortunadamente, un elemento que enlaza sus figuras: el lenguaje.
Ahora bien, la cuestión de la realidad no es la única
temática, hay otra cuestión no menos ominosa: la pregunta por el destino.
El Destino
«Me di cuenta de que
ustedes no son realmente mamíferos. Todos los mamíferos de este planeta
desarrollan instintivamente un equilibrio con el ambiente que los rodea. Pero
ustedes los humanos, no. Llegan a una zona y se multiplican, se multiplican
hasta consumir todos los recursos naturales. Y la única manera en que pueden
sobrevivir es esparciéndose a otra zona. Hay otro organismo en este planeta que
sigue el mismo patrón ¿sabe cuál es? El virus. Los seres humanos son una
enfermedad, un cáncer de este planeta. Ustedes son una plaga. Y nosotros somos
la cura». Agente Smith a Morfeo.
Recordemos cómo se inicia la película. Neo (en esos momentos
aún Anderson, es decir, un miembro más de la Matrix) se encuentra dormido y en
su computadora aparece el mensaje: «Wake up, Neo…»
No nos podemos olvidar en este capítulo de “The Matrix.”
Recientemente, el actor de Hollywood Laurence Fishburne le reveló a Neil Tyson
que la película Matrix tenía paralelismos con la historia y el mito cristiano
de Jesucristo. Tyson descubrió que la muerte y resurrección de Neo reflejaban a
Jesús, e incluso vinculó sus 14 heridas de bala con las 14 Estaciones del Vía
Crucis.
En un episodio de StarTalk con Neil Tyson, el actor Laurence
Fishburne analiza el impacto cultural y los significados más profundos de la
película Matrix. Fishburne explica que la película se rodó en 1998 y se estrenó
en 1999, justo en el inicio de la era digital, cuando internet y los teléfonos
móviles se estaban normalizando. Cree que la película tuvo eco en personas de
todo el mundo porque presentaba un mito antiguo en un formato digital moderno.
Fishburne escucha a Tyson detallar numerosos paralelismos
religiosos en la película, en particular el simbolismo cristiano y católico.
Tyson señala que Neo es un anagrama de «El Único» (ONE-Uno), una figura
salvadora. Señala varias líneas que hacen referencia directa a Jesucristo e
identifica a Cypher, quien traiciona al grupo, como una figura de Judas.
Tyson explica además que, tras ser disparado por el Agente
Smith, Neo recibe un total de 14 balas, que, por extrapolación, corresponden a
las 14 Estaciones del Vía Crucis del catolicismo. Tras esto, Neo resucita, al
igual que Jesús.
Coincidiendo con el análisis de Tyson, Fishburne acepta la
interpretación de su propio personaje, Morfeo, como una figura de Juan el
Bautista que buscaba al salvador.
La transformación de
Thomas Anderson en Neo
Aquí es cuando nuestro héroe responde a la llamada. El héroe
se dirige más allá de sí mismo y es enviado en busca de un objetivo mayor. El
asombroso héroe regresa triunfante. En el camino, se encuentra con figuras que
lo guían o protegen y le dan fuerza y dirección. «Para que el hombre nazca, el
niño debe morir». Cuando Neo toma la píldora roja, acepta el viaje y se
compromete a llevarlo hasta el final. El regreso de Neo ocurre cuando Trinity
lo desconecta de la Matrix después de que destruye al Agente Smith. En Matrix,
la llamada es literal.
Thomas Anderson recibe una llamada que lo impulsa a
encontrarse con Trinity. Desde allí, va al encuentro de Morfeo, quien le pide
que elija entre permanecer en la realidad que conoce o ser introducido a una
realidad completamente nueva. Neo tiene tres guías en su viaje.
1. Morfeo le presenta la Matrix y le enseña lo que
necesitaba saber sobre ella. Incluso está dispuesto a sacrificarse para salvar
a Neo.
2. Trinity cuida de Neo incluso antes de conocerse. También
es quien lo llevó ante Morfeo e insiste en ayudarlo cuando se propone salvarlo.
3. El Oráculo guía a Neo diciéndole exactamente lo que
necesitaba oír. Le dijo que él no era el indicado para aliviarle la presión, lo
que le permitió arriesgar su vida para salvar a Morfeo y descubrir su verdadero
ser.
Aquí es cuando el sistema de lógica, significado, éxito y
verdad del héroe se desmorona.
La experiencia umbral de Neo ocurre cuando Morfeo lo lleva a
la matriz y le explica que todo lo que ha conocido ha sido generado por una
computadora. Le dicen que nada de lo que creía que había sucedido en su vida
sucedió realmente.
El héroe se desprende gradualmente de su falso yo y permite
que su verdadero yo se revele. Este verdadero “yo” sabe quién es, qué debe
hacer y tiene la energía para hacerlo, cueste lo que cueste. En este punto, el
héroe está listo y dispuesto a dar su vida por algo más grande.
El momento en que Neo descubre su verdadero yo es cuando el
agente Smith lo sostiene frente a un metro que se aproxima. Cuando Smith dice
«Adiós, Sr. Anderson», Neo responde: «¡Mi nombre… es Neo!».
Esto demuestra que ha aceptado esa identidad y las
responsabilidades que conlleva. En la Matrix, Neo se da cuenta que es el hijo
de dios o sea el ego o Brahma mismo hecho hombre y que todo es una ilusión
igual que en la religión hindú donde Dios es todos los papeles al mismo tiempo
jugando un juego de amor cósmico en una especie de sueño o ilusión muy real buena
o mala.
En esta analogía, Dios es el actor que interpreta todos los
papeles, y la realidad del mundo es la máscara o la obra. Brahman (Dios):
Representa la realidad suprema, la esencia divina, inmutable y subyacente que
impregna toda la existencia. Es el actor único y omnipresente. Maya y Lila son
dos conceptos interrelacionados que explican la naturaleza del mundo
fenoménico, pero desde perspectivas diferentes.
En resumen, la analogía de Brahma como el «actor» que usa
«máscaras» ilustra cómo una única realidad divina subyace a toda la diversidad
del universo. La película Matrix explora esta misma idea, sugiriendo que
nuestro mundo cotidiano podría ser solo un velo (Maya) que oculta la realidad
fundamental (Brahman), y que un despertar espiritual nos permite ver al «actor»
detrás de todas las «máscaras».
También existe un paralelismo de Matrix con 9/11. Esto es lo
que ha estado resonando en mi mente en la conversación de cuando Morfeo le dice
a Neo: «Muchos no están listos para desconectarse del sistema». Esta
proclamación habla de una faceta profunda de la naturaleza humana.
«Matrix» es, por supuesto, una alegoría de la adictiva maya
del materialismo hindú, que se ha convertido en la hegemonía mundial de la
oligarquía económica controlada por los sectores militar, industrial y
corporativo. Una magistral construcción artificial, diseñada para someter y
esclavizar a la humanidad, fomentando tendencias antisociales, de modo que
muchos no pueden o no quieren ver más allá de la máscara de la manipulación.
Gracias a su sabiduría, Morfeo tiene la empatía necesaria
para comprender que, para muchos, la comodidad del sistema es preferible a la
incómoda verdad con la que es tan doloroso vivir. El proceso de despertar
requiere una voluntad férrea, la valentía de cambiar y asumir la
responsabilidad, y esto requiere el apoyo de la comunidad.
Las personas han sido adoctrinadas a lo largo de muchas
generaciones para aceptar sin reservas la visión materialista y unilateral del
mundo, tal como se presenta a través de los medios corporativos. Desconectarse
de este sistema es enfrentarse, en primer lugar, a una dura realidad: todo lo
que creían «real» es, de hecho, una mentira. El 9/11, las guerras de Iraq, la
crisis económica o la plandemia de la gripe cerda o del covid. Todo un teatro,
para sentirte seguro y operar en modo sistémico automático.
El proceso de despertar requiere romper con la falsa
narrativa, despertar a la pregunta de qué es real y qué no. La práctica de
hacer preguntas, de cuestionar lo que aparece en la superficie, de profundizar
para encontrar el significado oculto, es vital para que la humanidad pueda
reconectarse con su propósito espiritual.
¿Estamos listos para desconectarnos de Matrix? ¿Despertar de
la hipnosis y la propaganda masiva que se ha difundido entre las masas? No es
algo que se hace una sola vez. Recuerden el 11-S, recuerden el pasaporte de Neo
enmarcado justo en la foto del 11-S. ¿Estamos listos para despojarnos de otra
capa de ilusión para ver la realidad como realmente es, en lugar de como nos han
dicho o nos han vendido?
Cuando nos desconectamos, recuperamos nuestra soberanía y
nos alineamos con la moral superior que la Sabiduría trae a través del Amor.
Sabemos, por las secuelas del 11-S, que las armas más
poderosas del sistema son: el miedo, el odio y la duda: miedo a lo desconocido;
miedo al otro; miedo a ir contracorriente; odio a un enemigo nebuloso, o
germen; duda paralizante de la voluntad.
Sabemos que el miedo tiene sus raíces en la ignorancia, y el
antídoto contra el miedo no es solo la valentía de alcanzar la gnosis, sino
aplicar la Sabiduría: la experiencia directa del amor a la verdad. Cuando nos
armamos de valor para explorar lo que hay más allá de la Ilusión, el miedo se
transforma en una llamada a la acción. Eso es lo que necesitamos en la nueva
fase de la desinformación, esta fase de las guerras de la información.
Colin Rivas

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