LA ÚNICA RESPUESTA A LOS RESIDUOS
DEJAR DE COMPRAR
COSAS QUE NO NECESITAMOS
De India a Senegal,
pasando por un pueblo fantasma de Oklahoma y varias ciudades de Reino Unido, el investigador británico Oliver Franklin-Wallis ha recorrido medio
mundo rastreando dónde termina la basura una vez deja nuestro hogar. El
resultado queda plasmado en Vertedero, un completísimo
reportaje periodístico que nos sienta frente a la preocupante crisis mundial de
residuos para dar con soluciones sin dejarnos arrollar por el catastrofismo.
¿Por qué sabemos tan poco sobre lo que pasa con los
residuos que generamos?
Los desechos nos dan asco. Así de simple. No hemos parado de buscar formas de apartarlos de nuestra vista a lo largo de la historia. Los quemamos, los enterramos y pagamos a las personas más pobres de la sociedad para llevárselos. Pero hay un dato clave en todo esto: en las últimas décadas, las grandes corporaciones que se han ido haciendo con la industria de los residuos también se han esforzado por esconder de nuestra vista todo lo que ocurre ahí, incluidos sus fallos.
Nos fascina que te hayas sumergido en la crisis
de los residuos. Desde Ghana hasta EE.UU., pasando por India y varios
países europeos, has viajado durante cuatro años por medio mundo para contarnos
qué pasa con nuestra basura.
Todo empezó porque ya escribía para The Guardian sobre
el tema de manera recurrente y, en el proceso, di con el propietario de una
empresa de gestión de residuos en Inglaterra que me soltó: «un día, todo lo que
tienes me va a pertenecer». Ahí fui consciente de la magnitud de los residuos
que producimos y del negocio que los rodea. Eso sí, no contaba con que meterme
de lleno a investigar se convirtiese en uno de los grandes viajes de mi vida.
Leyéndote es complicado evitar caer en el catastrofismo,
aunque tú mismo has dicho que no es lo que quieres conseguir con este libro.
Últimamente le estoy dando muchas vueltas a cómo motivarnos
más para dar con soluciones. En realidad, la única respuesta es dejar de
comprar cosas que no necesitamos pero eso empieza a quedarse un poco obsoleto.
Deberíamos centrarnos en comprar solo las cosas que nos gustan de verdad,
porque entonces las cuidamos, intentamos repararlas y se las regalamos a las
siguientes generaciones, dándoles un valor emocional que las salva del desecho.
Si la industria de los residuos sólidos representa el 5%
de las emisiones globales, ¿por qué nos cuesta tanto entender la magnitud del
problema?
La consecuencia es que los residuos están escondidos, pero
la causa también es importante: el 97% de todos los residuos generados son
industriales. Basta con pensar en los residuos plásticos, que representan el
mayor crecimiento dentro de la industria petroquímica. La buena noticia es que
todos podemos hacer algo. Sí, no tenemos la llave para acabar con las plantas
de carbón en China, pero podemos asegurarnos que lo que generamos se gestione
adecuadamente. En muchos sentidos, la reducción de desechos es una de las
soluciones más efectivas para combatir el cambio climático.
¿Tendemos a consumir más porque nos quedamos tranquilos
sabiendo que luego reciclamos?
Sí. Y no lo digo yo, sino la ciencia: cuando sabemos que
algo puede reciclarse nos sentimos menos culpables, así que lo compramos
más. 
Y olvidamos rápido. Ahí está el caso de la playa de
Ghana infestada de la ropa usada que donamos en España y Occidente: cuando lo
conocemos nos impacta, pero luego pasa a un segundo plano.
Hay que pensar que la economía de los residuos es tan global
como cualquier cadena de suministro. La ropa es, quizás, el tema del que más se
habla en este momento, pero igual de importante es el caso de los residuos electrónicos, que acaban siendo desmantelados
en África en condiciones peligrosas y contaminantes. O el de los plásticos, que
aún se exportan en cantidades masivas muchas veces a ni sabemos dónde.
En realidad somos testigos de la crisis de los residuos a
diario cuando vemos basura en las carreteras o en los bosques.
Pero da la sensación que nos hemos acostumbrado a ese paisaje.
Lo bueno es que una vez empiezas a ver los residuos ya no
puedes dejar de hacerlo. Se te cae la venda y te das cuenta de la magnitud del
problema. Generamos basura a diario -lo más probable es que tú, lector, hayas
tirado unas cuantas cosas antes de sentarte a leer esta entrevista- y como
individuos podemos cambiar las cosas, pero el verdadero reto
está en abandonar esa idea de que luchar contra la crisis de los residuos es
posible solo desde la responsabilidad individual: lo colectivo multiplica el
impacto de las soluciones. Ese es el camino.
Otro punto a nuestro favor: ahora somos consumidores más
conscientes.
Y es que además nunca antes habíamos tenido tanta
información sobre cómo vivir de manera más sostenible, ni tanta innovación para
consumir menos y mejor; por ejemplo, las apps de reventa o las
compañías de alquiler de objetos (yo he alquilado de todo para mis hijos, desde
bicicletas a juguetes). También he descubierto en mi viaje que hay muchos
activistas trabajando por hacer las cosas mejor: un ejemplo que me encanta es
el de The Revival, un grupo de diseñadores en Ghana que están reutilizando los
residuos importados de segunda mano para convertirlos en objetos útiles para la
población local, como equipos de protección para agricultores.
¿Qué dirá de nosotros la basura en el futuro?
Los residuos cuentan muchísimas cosas sobre el
comportamiento humano. Algo que me sorprendió muchísimo durante la investigación
fueron los tiempos: según las estimaciones más optimistas, una botella de
plástico PET tardará en desaparecer del entorno entre 400-500 años. Y no es que
vaya a quedarse en nada, sino que se desmigará en microplásticos y
nanoplásticos. Cuando empiezas a ser consciente de que lo que enterramos no se
va por arte de magia, empiezas a buscar soluciones. Y las necesitamos ya
por la cuenta que nos trae. 
https://igluu.es/oliver-franklin-wallis-respuesta-a-los-residuos/

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