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VOLUNTAD
LA FUERZA HEROICA QUE ARRASTRA
LA VIDA
La búsqueda de lo más noble y elevado en el ser humano, algo capaz de sacar a la especie de su entumecimiento secular. La Voluntad, el impulso que nos lleve hacia empresas magnánimas, movimientos exaltados por alzarse más allá de la existencia vegetal, el hombre por encima del hombre, la decadencia cultural y espiritual de esta época, lejos de religiones o sectas, desdeñando la politiquería o la cultura circense para la plebe, al margen de la actividad estéril de especialistas académicos, del declive del arte o de la sumisión a los mercados y poderes económicos.
VOLUNTAD INDIVIDUAL
El panorama de publicaciones filosóficas actuales es muy amplio, pero adolece de una carencia de visiones generales y se centra más bien en monografías en torno a un autor o línea de pensamiento, o bien en comentarios sobre problemas filosóficos concretos del mundo contemporáneo, usualmente dentro del corsé de la corrección política y académica.
La filosofía sin tabúes—entendida como un todo en el pensamiento, como un sistema racional o irracional que abarca en su mirada todo devenir de la existencia—pertenece más a las obras de los clásicos que a los autores actuales.Esta carencia viene motivada por las presiones académicas y
curriculares que sufren los profesionales de la Filosofía, y por cuestiones
mercantiles del negocio de las grandes editoriales. No obstante, los tiempos
que nos ha tocado vivir—que yo calificaría de tiempos de crisis existencial o
decadencia de nuestra civilización—claman por nuevos discursos globales que den
sentido a nuestras ajetreadas vidas. Tales discursos deben evitar lo sectario,
la ideología disfrazada de enseñanza, la manipulación interesada. Solo desde el
libre pensamiento alejado de mafias culturales o políticas es posible tal
labor, y a tal empresa me he atrevido.
Es preciso salir en búsqueda de lo más noble y elevado del
ser humano, algo que nos saque del entumecimiento. El fin es la Voluntad con
mayúsculas, el impulso que nos lleve hacia empresas magnánimas, los movimientos
exaltados por alzarse más allá de la existencia vegetal, el hombre por encima
del hombre y de la decadencia cultural y espiritual de nuestra época, lejos de
religiones y sectas, desdeñando la politiquería vulgocrática o la cultura
circense para la plebe, al margen de la actividad estéril de los especialistas
académicos, del declive del arte y de la sumisión a los mercados y poderes
económicos. La Filosofía, hoy como en cualquier época, nos sirve para tales
propósitos.
He aquí el primer volumen de Voluntad, que versa
sobre nuestra existencia en tanto que individuos humanos. En el discurso se
toman centenares de citas de pensadores clásicos para abrirnos paso por el
pensamiento fuerte y sublime, por el sentido e identidad del Ser en el hombre,
de la Voluntad que le ayude a vivir. Es esta una obra de filosofía salvaje,
indómita, que cuestiona todos los valores de nuestra sociedad sumergiéndose en
un cierto nihilismo, sin dejar de buscar con esperanza la verdad, la belleza y
la bondad a pesar de todo. Es el cabalgar furioso de un guerrero a lomos de su
caballo arrasándolo todo a su paso para terminar alcanzando la meta de una
tierra prometida junto a su amada imaginaria: Voluntad.
Voluntad es un texto polémico en su integridad,
más en el volumen segundo que en el primero, pero también este primer volumen
que aquí se presenta contiene material de guerra. Apenas hay un capítulo donde
no se arranque el velo de falsas apariencias a muchos de los valores
predominantes en nuestra sociedad y donde no se trate de penetrar en las duras
verdades que muchos prefieren no oír.
Se trata de una filosofía a martillazos, parafraseando a
Nietzsche, ávida de despertar conciencias adormiladas. No deja títere con
cabeza y, por este motivo, ofende, claro. No cae en delitos de odio
tipificados, ni hace apología de la violencia o el terrorismo, tampoco incluye
injurias a la monarquía ni difamaciones contra individuos o sujetos de derecho
ni alienta ninguna acción ilegal, aunque sí mete el dedo en muchas llagas y
molesta a muchos “ofendiditos” de nuestra pueril sociedad.
Mi pretensión ha sido crear una obra de gran libertad de
pensamiento, sin pelos en la lengua. No es mi intención aquí hacer de
incendiario sin ton ni son, sino ejercer el librepensamiento sin autocensura y
sin hablar en nombre de ningún colectivo, filiación política o ideología con
etiqueta dada. ¡Nada!, la libertad absoluta como objetivo inicial, nada menos,
la voluntad libre, o eso se busca; para rebajar nuestros propósitos siempre hay
tiempo.
POLÉMICO CAPÍTULO 5
Son muchos los capítulos que pueden despertar la ira de
algunos sectores reaccionarios y dogmáticos, de aquellos que piensan que solo
existe una verdad que es la suya y que hay que cerrarles la boca a los que
piensan lo contrario. Sin embargo, esa cólera e indignación solo se han
despertado hasta ahora ante el Capítulo 5 de este primer volumen, que gira en
torno al tema de “lo femenino”: “La cosa ésa de ser mujer”, un capítulo en que
se analiza sarcásticamente esa cosa misteriosa de la feminidad, ese no-sé-qué o
qué-sé-yo que tienen las mujeres (la mujer ordinaria, excepciones
extraordinarias aparte) de nuestra sociedad actual.
Es un capítulo incendiario, ciertamente, pero la causa del
incendio que ha originado no la atribuyo a mis méritos, sino al momento que
vive nuestra sociedad actual arrastrada por el feminismo radical.
Probablemente, en otro tiempo hubieran llamado más la atención mis diatribas
contra el cristianismo, o contra el mundo académico, o contra la democracia, o
contra el arte de vanguardia, u otras, pero hoy la vaca sagrada, el dogma
intocable, es aquel que pregona que la mujer ha sido y sigue siendo una
inocente víctima y el hombre (masculino) ha sido y sigue siendo un violento e
injusto opresor que abusa de su poder.
Conocido es el hecho de que el ejercicio del poder va usualmente acompañado del uso de la propaganda del sistema utilizando
medios públicos y privados a su alcance, con el fin de alienar las
mentes de las masas y socavar y desprestigiar los argumentos de los que se
oponen al mismo. Una parte importante de la ideología del poder en las
democracias occidentales actuales se dedica a defender una concepción del ser
humano que lleva al extremo la idea de la igualdad de derechos para
convertirla en una igualdad de hechos, hasta el punto de pensar
que no existen ni sexos ni razas
ni nada que distinga la naturaleza de los distintos seres humanos,
especulando que cualquier diferencia en la conducta de diferentes individuos se
debe a factores culturales y nunca a factores biológicos innatos.
Tal concepción aplicada al tema de las diferencias
hombre-mujer se denomina ideología de género. Se trata,
claro, de una ideología y no
de un hecho, como tratan de imponer quienes defienden el dogma, porque
se basa en creencias y no existe ninguna evidencia basada en estudios
antropológicos de que haya habido o pueda llegar a haber una sociedad humana en
la que los roles masculinos y femeninos se diluyan hasta el punto de quedar un
único tipo de ser humano andrógino, sin rasgos sexuales en su conducta o en la
división del trabajo. No está mal que haya ideologías, cada civilización en
cada época tiene las suyas, forma parte del desarrollo del pensamiento. Sin
embargo, el peligro adviene cuando
se pretende convertir tales ideas en verdades absolutas y perseguir a los
herejes que las nieguen.
En 2017, una tuitera que se definía a sí
misma como feminista, comunista y “prototipo de mujer polimórficamente
sensible” decidió poner en su página de Twitter una
selección de textos del Capítulo 5, unos fragmentos sesgados, sacando frases
fuera de contexto y dejando de lado múltiples consideraciones, al tiempo que
promulgaba una retahíla de insultos contra el autor. Un pésimo ejercicio de
comentario de texto que desfigura y distorsiona el significado de la obra en
manos de una joven que solo tiene una intención: patalear histéricamente
vociferando “machista, machista, machista…”.
Tal hecho arrastró a una ralea de seguidores que repitieron
a coro una ristra de improperios. Algunos grupos feministas pusieron el grito
en el cielo, algo a lo que ya nos tiene acostumbrados este sensible colectivo.
Entre esos seguidores había algunas periodistas, quienes señalaron con
indignación al autor en los diarios
digitales hipertextual.com, eldiario.es y el periódico en
papel La Opinión de Tenerife, proclamando a los cuatro vientos
“aquí tenéis un misógino”; solo les faltaba poner: “si lo veis por la calle,
apedreadlo”. La noticia también llegó a Las Palmas de Gran Canaria, donde un
columnista de La Provincia escogió alguna de las citas
sesgadas y, basándose en ellas, difamó a mi persona con un estilo
pendenciero utilizando expresiones como “voraz misoginia debida a un pene
pequeño” o “está gripado por una relación sentimental disuelta”.
Posteriormente, a mi solicitud, se corregirían algunos
textos en Internet y se publicarían nuevas noticias de rectificación, e incluso
mi respuesta frente a las afrentas. Convertir este asunto en una nota de
prensa es propio del circo al que
nos tienen acostumbrados los medios. Sabido es que el periodismo no se
nutre de las mentes intelectualmente más lúcidas, pues todo lo tocan
superficialmente y con rapidez, lo que no permite profundizar en nada. Hoy, en
estos tiempos en que ni siquiera hace falta salir de la oficina para buscar la
noticia y basta navegar por la red para hacerlo, el periodismo-basura está en
auge, compitiendo en chabacanería con las propias redes sociales.
Esta obra, Voluntad, no es un tratado sobre la
cuestión del género, aunque sí se
atreve a opinar sin autocensura sobre el tema en este Capítulo 5 (también en el
Capítulo 2 del segundo volumen), citando para ello a multitud de
pensadores clásicos que han hecho lúcidas observaciones sobre lo femenino:
Rousseau, Schopenhauer, Nietzsche, Freud… Es una parte de la sabiduría de
nuestra civilización que no debemos olvidar, por mucho que actualmente soplen
vientos políticos oportunistas en otra dirección.
Se habla mal de
las mujeres ordinarias, sí, como también se habla mal de los hombres ordinarios.
Hay cierta virulencia en las exhortaciones, propia del estilo apasionado de una
filosofía irracional. En ningún momento se habla de la mujer como un ser
inferior, menos inteligente, menos capaz… pero sí se señalan diferencias entre
la feminidad y la masculinidad más allá de los constructos sociales, y también
se señala la diferente voluntad de la mujer con respecto al
hombre, en el sentido de que persiguen diferentes fines.
El caso de Ed. Áltera, que retiró definitivamente la
distribución de la obra dos años y medio después de su publicación alegando
este motivo. Con anterioridad a su publicación con Ed. Áltera, se había firmado
un contrato de edición de la obra con otra editorial, Plaza y Valdés, antes de
que la obra estuviera terminada. Cuando les llega el texto completo y se
percatan de los contenidos del polémico Capítulo 5, el comité de esta editorial
decide no seguir adelante con su publicación incumpliendo flagrantemente el
contrato firmado.
A todo esto hay que sumar la jauría de las redes sociales
pidiendo que se retire el libro de la circulación, así como agentes de diversos
colectivos feministas, particulares enfurecidos que llamaron a la editorial
para que se retirara el libro, amenazas de demandar al autor por parte de
alguna feminazi, etc. A pesar de los agresivos intentos de
boicotear la distribución del libro debido a la existencia del Capítulo 5, en
esta nueva edición he mantenido este capítulo intacto junto al resto de la
obra, tal y como se publicó originalmente en 2015, salvo correcciones menores.
Hoy vivimos una época de claro retroceso en la libertad de
expresión y resulta necesario no dar un paso atrás cada vez que alguien reclama
más censura. Puede que haya errores en mis reflexiones o las de aquellos a
quienes cito, pero es mejor que estén ahí accesibles para que las lea quien lo
desee y que cada cual juzgue lo que es apropiado o no. Quizá haya exagerado
algunas descripciones de la conducta femenina basadas en tópicos, pero… algo de
eso hay: “cuando el río suena, agua lleva”. Si bien admito que mis sarcasmos y
elucubraciones pueden ser criticables, sigo pensando que hay verdades de fondo
en lo que he escrito, dentro del carácter especulativo que tiene el texto. Las
ofensas ante esas verdades bien pueden verse reflejadas en ese refrán
castellano que dice “El que se pica, ajos come”.
Nadie se ofende ante ideas disparatadas que no tienen ni
pies ni cabeza, sino ante afirmaciones que contienen cierto grado de realidad,
y mis reflexiones son fruto de una paciente observación del mundo y una lectura
atenta de los textos de algunas de las mentes más sobresalientes de la
humanidad. No me parece que sean el fruto del despecho por una relación fallida
o de mi frustrante vida sexual, como se ha llegado a decir. Como se puede
apreciar en distintas partes de Voluntad, si alguien tiene la paciencia
de leérsela entera y no solo frases sueltas, no me considero un misógino,
alguien que odia a las mujeres. Bien al contrario, no hay por mi parte fobia
sino filia hacia tales seres: mujeres maravillosas han ocupado amplios espacios
de mi vida y espero que así siga siendo.
A la verdad no se le puede cerrar la boca, aunque ofenda. Se
puede hacer una caza de brujas y censurar ideas del mundo que molestan, pero
tarde o temprano terminarán saliendo a la luz de nuevo. Permitir que Voluntad con
sus diatribas más críticas deje de ser accesible al público supone dar la razón
a quienes han reclamado su censura. No debe tolerarse, la obra debe ser
catalogada y permanecer accesible al público como símbolo de que no se pueden
prohibir las opiniones que disgustan a los amigos de la corrección política.
Sería un triste destino para el mundo editorial dejar decidir qué se publica y
qué se retira a las turbas de Twitter, Facebook o de cualquier otro medio
abierto en las redes, que, como decía José Vicente Pascual en uno de sus
artículos en referencia a la presente polémica, “son el refugio de los
mediocres, los resentidos, los fracasados, los ‘ignorantes ilustrados’ que
alimentan su intelecto a base de ira súbita, son el lugar perfecto para
desahogarse los tarados, los vagos, los inútiles sin referencias, los tontos de
baba con derecho a rebuznar sobre cualquier asunto a 19,90 € mensuales, que es
lo que vale una tarifa plana”.
No me parece el foro adecuado para discutir sobre cuestiones
filosóficas. No obstante, tiene sus cosas buenas que haya redes sociales y que
la gente se exprese por Internet: desde que existen esas tecnologías, hay
muchas menos pintadas en las puertas de los baños públicos. Verdaderamente,
vivimos una nueva rebelión de las masas, parafraseando a Ortega y Gasset. Pocas
han sido las épocas en las que la plebe estuvo tan envalentonada y consentida
en su barbarie como en nuestros tiempos. De ello hablo en el Capítulo 4 de este
volumen.
LA BÚSQUEDA DE LA BELLEZA
Más allá de polémicas y de actitudes críticas, más allá del
pesimismo destructor que impregna toda la Voluntad del hacedor de esta obra,
habita aquí un principio constructor. Este primer volumen traza las formas del
espíritu del hombre (y la mujer, por supuesto), la belleza de los caminos en solitario
que el individuo humano anhela. La meta es incierta, pero el caminante intuye
su camino.
Mucha tinta ha corrido en torno al sentido poético de la
existencia y no vengo aquí a redescubrir la pólvora, pero sí a rememorar lo ya
aprendido, a mantener la llama que ha dado calor durante centurias a nuestra
civilización y que hoy languidece. El pensamiento fuerte brama para que siga
habiendo una tierra de los sueños que merezca habitar, un mundo bello más allá
del presente.
He aquí el sentido de mis desaires al mundo actual: negar el
cielo en la tierra para poder espiritualizar la materia, percatarse
estéticamente de las miserias de la fealdad actual para poder soñar con mundos
mejores, pues quienes se acomodan insensiblemente en el fangal no salen de su estado
de seres terrestres. He ahí el espíritu humano, la eterna disconformidad con la
vida que nos transforma en seres por encima de nuestras circunstancias. Solo
ama verdaderamente el que mira hacia el infinito en busca de lo ideal. Por el
contrario, contentarse con llamar gran amor al individuo con
el que ayuntarse para un intercambio de fluidos es propio de almas burguesas
acomodadas en lo mediocre.
El mundo de lo bello no existe de modo pasivo, requiere de
nuestro impulso activo para poder ser admirado. El bello deber ser que
se define en este primer volumen, más allá de ser un juego de palabras, se
refiere precisamente a ese ímpetu creador. Corresponde a uno mismo contemplar
con ojos henchidos de silencio y ávidos de gloria.
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