EL RIESGO DE DIVISIÓN SOCIAL
(Vacunados y no vacunados)
Muchos autores (Walton, Rudinow, Hartog) han analizado la falacia de la
pendiente resbaladiza como un argumento que propone que cuando se da
un primer paso hacia una dirección, una serie de consecuencias inextricables
conducirán, en última instancia, a un resultado desastroso. Una falacia es un
argumento imperfecto, es decir, con deficiencias formales que lo convierten en
irracional. En el caso de los temas que aborda la pendiente resbaladiza, los
resultados siempre son negativos. Por eso suelen ser un buen caldo de cultivo
para la ciencia ficción, en especial para las distopías.
Sin embargo, pese a basarse en argumentos imperfectos, la
pendiente resbaladiza no impide hacer algunas críticas razonables sobre las
consecuencias que podrían derivarse de intervenciones en exceso
arriesgadas. María
Teresa López analiza en su
libro La pendiente
resbaladiza: la práctica de la argumentación moral que un uso
conservador del argumento justificará el rechazo de lo nuevo, por el temor a
que nos lleve hacia el desastre. Por el contrario, un uso crítico invita a
mantener la prudencia ante prácticas de resultado incierto.
La vacuna y la pendiente resbaladiza
Cuando hizo acto de aparición la vacuna contra el virus
SARS-CoV-2, no dejaron de pronunciarse argumentos que advertían las posibles
consecuencias negativas sobre su impacto social. Muchos de ellos correspondían
a la clasificación de pendiente resbaladiza, pues renunciando a la lógica
formal, prevenían de un posible desastre. Uno de los principales problemas que
se planteó era si
la vacunación debía ser obligatoria. O si debía serlo al menos para algunos
colectivos.
A partir de aquí se empezó a especular sobre la división
social que podría acarrear el estar vacunado frente a los que no lo estuvieran.
De hecho, una de las primeras ideas que se barajó para mostrar los peligros de
esa posible desigualdad era ejemplificada con la idea de ciudadanos que podían
viajar, por estar vacunados, y ciudadanos que no, por no estarlo.
¿Es posible que una falacia termine convirtiéndose en una
realidad? En la actualidad, el
pasaporte de vacunación parece serlo y se materializará en breve.
Bajo la lógica argumentativa de la pendiente resbaladiza, la posibilidad del
pasaporte de vacunación es una mala idea y representa una medida discriminatoria
e iliberal, porque nos conduce en una dirección con resultados inciertos.
Pensemos en tres grupos poblacionales que pueden no
vacunarse:
a) aquellas personas que no pueden, porque tienen una
contraindicación médica (edad, condiciones de salud y/u otros factores);
b) aquellas personas que no quieren (antivacunas o por
simple razón de autonomía);
c) aquellas personas que no tienen acceso a la vacuna.
¿Estas personas tendrían restringidas sus libertades de movilidad por no tener
un pasaporte
de vacunación?
¿Qué hacemos con estos grupos? ¿Es posible pensar en un
mercado negro de pasaportes de vacunación falsificados?
Como puede verse, a veces las metáforas catastróficas que
enuncian las pendientes resbaladizas pueden enunciar verdades, pese a que su
argumento sea imperfecto (irracional). Incluso cuando una medida como el
pasaporte de vacunación parece insuficiente para prevenir los riesgos de
contagio, pues, como analizan Beriain y Rueda, ni siquiera
está probado que las vacunas produzcan una inmunidad esterilizante. O lo que es
lo mismo, no se ha demostrado que los vacunados no puedan contagiar o
transmitir el virus.
El riesgo como fundamento de la pendiente
El concepto de riesgo es actualmente
entendido como la probabilidad que existe de que tenga lugar un acontecimiento
con un impacto negativo o de que un factor aumente la probabilidad de que esto
ocurra. En el ámbito sanitario, el factor de riesgo son aquellas condiciones
que dentro de una cadena de acontecimientos relacionados sirven para
identificar causas próximas al desarrollo de una enfermedad.
Lo interesante es que esta idea de riesgo supone siempre un
control social. La sociedad “saludable” tiene un comportamiento predecible y
deseable, y lo que se aparta se convierte en una conducta desviada. En otras
palabras, existen comportamientos que deben ser controlados para evitar
riesgos.
Debido a la actual pandemia podemos ver múltiples ejemplos.
Basta mencionar el uso de la mascarilla.
Cuando se habla de control social, no se está haciendo referencia a unas leyes
sancionadoras por no usar la mascarilla, sino a que es la misma sociedad la que
vigila y controla su uso. ¿Quién vería bien, hoy en día, que una persona estornudara
o tosiera sin mascarilla? Incluso aunque estuviera haciendo deporte al aire
libre, su comportamiento sería censurado. O, por lo menos, no se vería con
buenos ojos.
Por tanto, salud, riesgo y control social son conceptos muy
unidos. Pero es importante remarcar que el peso de ese control no
necesariamente proviene de un poder estatal, sino de una narrativa. Desde la
antropología de la salud se ha analizado que la narración en torno al
riesgo puede tener como consecuencia miedo, ansiedad y rabia. Ejemplos que
también hemos visto durante la pandemia como los censurables ataques a
profesionales de la salud por parte de sus vecinos.
Nuevas pendientes de vacunados y no vacunados
Dentro de la narrativa de riesgo podría ser aceptable la
implementación de estos pasaportes. Como se ha mencionado arriba, la pendiente
resbaladiza puede ayudarnos a generar un pensamiento crítico, para analizar con
cautela los posibles desenlaces de una acción. ¿Deberíamos aventurarnos,
entonces, a plantear otras pendientes a partir del pasaporte de vacunación?
Parece necesario enunciar algunas, aunque su finalidad no
sea otra que la cautela, es decir, la de proponer límites que resultaría
inaceptable sobrepasar frente a esa posible división social entre vacunados y
no vacunados. ¿Podría comenzar a usarse un pasaporte parecido para entrar a
ciertos lugares de ocio (discotecas, bares, restaurantes, cines)? ¿Podría
solicitar un empleador a un candidato, previa firma de un contrato de cesión de
datos privados, que muestre su certificado de inmunidad para ser contratado?
Si el virus SARS-CoV-2 se convierte en una infección
respiratoria endémica, lo cual es muy probable, ¿seguirán siendo útiles los
pasaportes de vacunación? ¿Los pasaportes de vacunación estarán basados en una
vacuna administrada o en ciertos niveles de anticuerpos en sangre? Estas y
otras muchas cuestiones se plantean de seguir la argumentación de la pendiente
resbaladiza en su uso crítico-prudencial y merecen ser examinadas si no
queremos acabar con una división social entre vacunados y no vacunados.
Autores
VISTO EN: https://theconversation.com/el-riesgo-de-division-social-entre-vacunados-y-no-vacunados-156886
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