PENSAMIENTOS ESTOICOS PARA EL MUNDO DE HOY
El emperador romano Marco Aurelio (121-180)
fue un filósofo estoico. Puede decirse que fue uno de los primeros en concebir
un Estado justo con igualdad de derechos. Una de sus máximas fue no ser esclavo
ni tirano de ningún hombre. El pueblo a veces criticaba sus tendencias
filosóficas y él supo ver el riesgo de querer convertir a los demás en
filósofos. Se cuenta que un general sublevado llegó a llamar a Marco Aurelio
«viejecilla filósofa».
Su obra Pensamientos fue escrita como notas
personales sin intención de ser divulgadas. Dado que el estoicismo es una
filosofía viva, útil y muy actual merece
la pena estudiarse.
Aunque el estoicismo propiamente anima al filósofo a participar en la vida política, para Marco Aurelio la filosofía no es solo un conjunto de doctrinas, sino una forma muy exigente de vida, que difícilmente puede casar con la tarea de emperador.
Para Marco Aurelio la vida en la corte y la filosofía son como madrastra y madre respectivamente: a la primera se le debe respeto, pero es con la segunda con la que se disfruta estar.De la filosofía de Marco Aurelio podemos destacar:
- Tener
muy presente la muerte para relativizar lo que nos pasa
(algo a lo que también invita un curioso relato
de Paulo Coelho).
- Admitir
la constante transformación de todo (igual que el budismo).
- Reconocer
la insignificancia de las cosas mundanas (como resalta
el Eclesiastés),
y a la vez estar atentos a la propia vida para no vivir como los
ignorantes, insensibles a los detalles que parecen insignificantes.
- Aceptar
lo que la vida nos depare y usarlo como medio para mejorar,
buscar la verdad, y vivir
con coherencia entre lo que se dice y lo que se piensa.
Marco Aurelio acepta cualquier proposición sensata aunque
proceda de distintas corrientes filosóficas (Epicuro, Epícteto…). Es una rareza
un emperador austero que deja constancia de su agradecimiento por enseñarle
«que es posible vivir en la corte sin necesitar guardias, ni vestiduras
ostentosas, (…), sino que es posible reducirse uno mismo lo más cerca posible a
un ciudadano particular».
Este emperador no abolió la esclavitud (seguramente no le
hubieran dejado hacerlo) pero sí mostró preocupación por ese tema y por otros
que en su época no eran en absoluto prioritarios, tales como la condición de
los menores y de las mujeres.
Pensamientos (su obra universal)
Marco Aurelio nos invita a estudiar y reconocer las virtudes
en los demás y a intentar imitarlos.
«Hemos nacido para colaborar» y vivir «conforme a la
naturaleza»
«Hemos nacido para colaborar, como los pies, como las manos»
dejó escrito. Marco conocía la fuerza
de la colaboración, pero también era consciente de las dificultades. Por
eso, cada día se preparaba para encontrarse «con un entrometido, un ingrato, un
prepotente, un falso» y, a pesar de ello, no alterarse, «ni tomarle odio».
Cultivaba la comprensión y el respeto hacia los demás, independientemente de su
posición.
Marco Aurelio filosofa mucho con la muerte, para asumirla
con naturalidad: «hazte a la idea, te estás muriendo», sentenció. Para él, no
hay mucha diferencia entre morir un día u otro. Preocuparse por eso es
superfluo. Mientras llega la muerte, su lema es vivir «conforme a la
naturaleza» y poco a poco va desgranando a qué se refiere: «cualquier
cosa que hagas, hazla con la intención de ser bueno», apelando a la propia
conciencia y rectitud, sin esperar alabanzas, porque «lo que recibe la alabanza
no resulta ni mejor ni peor».
Así, cuando uno actúa conforme a la naturaleza no tiene que prestar
atención a las consecuencias, entendiéndose que incluso aunque sean negativas
no había mala intención. Lo cual no implica, por supuesto, ser irresponsable
con dichas consecuencias. Algo similar proclama la vía filosófica-espiritual
del Karma
Yoga de Vivekananda: actuar sin desear los frutos de la acción. Pero
Marco sabe que a veces puede ser un camino difícil y no es un intransigente. Él
propone alegrarse solo por notar algún progreso en nuestro camino. En otro
pasaje parece referirse a todo esto cuando dice: «Es importante lo que obras e
indiferente la materia sobre la que obras».
Este filósofo sugiere estar atento a las pequeñas
cosas, poniendo como ejemplo las grietas del pan o los higos que se abren
cuando están maduros, pues hasta eso tiene su «belleza particular». En cambio, pensar
sobre los demás lo considera una pérdida de tiempo, salvo que sea por algo
importante.
Marco pone énfasis en ser «simple y amable» y
en poder contestar en todo momento con franqueza y sin rubor si alguien te
pregunta en qué piensas. Dos de sus máximas son: «Hazte simple», y «sé sobrio
relajadamente»
En otra simple y poderosa cita consigue sintetizar el
estoicismo: «¿Te sucede algo? Bien está». Para Marco, eso que te
sucede «te estaba destinado y asignado». No tiene sentido enfadarse por lo que
haya ocurrido. Las cosas pasadas están bien; no puedes demostrar que podrían
haber sido diferentes. La aceptación es mejor camino que la negación.
«No seas ni de muchas palabras ni de muchas obras»
Eso puede sonar como un consejo raro en una sociedad donde
todos quieren que su voz se escuche por encima de las demás y que sus actos
sean vistos y alabados. Para Marco, el sabio «no se lamenta, no precisará de
soledad ni de multitudes (…) vivirá sin perseguir ni huir» y le dará igual
vivir mucho o poco («ni lo más mínimo le habrá de importar si hará uso de su
alma en la envoltura del cuerpo durante un plazo mayor o menor de tiempo»).
Citando a Demócrito recalca: «¡Ocúpate en
pocas cosas, si es que quieres vivir tranquilo!». Así, cuando perdamos la
tranquilidad recomienda pensar si no será esa preocupación «una de esas cosas
innecesarias», de las que podemos prescindir para vivir más tranquilos.
Como las filosofías
orientales, Marco resalta que «cada uno vive tan solo el presente», porque
«lo demás o ya está vivido o es incierto». Por tanto, solo el ahora es real y
existe, por lo que es de necios dedicar tiempo excesivo a pensar en lo que no
existe. Así pues, recomienda: «atiende solo a lo que haces en el momento
presente».
Lo propio del hombre bueno es «amar, aceptar lo que le
sucede y le está destinado», ser alegre, «obediente a Dios», sincero y justo.
Tu opinión puede hacerte más daño que la de los demás
Como si criticara el turismo, Marco
expresa su desconcierto ante los que buscan lugares para retirarse, cuando la
verdad es que «te es posible retirarte en ti mismo a la hora que quieras» y
encontrar el «bienestar más completo» al instante. Seguramente se refería a un
trabajo de introspección similar a la meditación
oriental. Él se encomendaba a sí mismo no angustiarse ni extenuarse. Todos
tenemos «ese retiro a la parcelilla de ti mismo», donde reflexionar
que las preocupaciones de la vida no son culpa de lo exterior, sino de nuestros
pensamientos internos, de cómo interpretamos lo que nos ocurre. Marco lo
sintetiza en una frase: «Suprime lo de “he sufrido un daño” y
queda suprimido el daño».
El estoicismo de Marco Aurelio tal vez puede resumirse con
dos palabras: aceptación tranquila. Aceptación de lo que la vida
nos depara a cada uno como si hubiéramos nacido para ello y, por tanto, no
tiene sentido estar disgustado por ello. Marco se propone aceptar «lo que
sucede, incluso si te parece demasiado áspero, porque eso no le tocaría a nadie
si no conviniera al conjunto». Cuando aceptas y dejas de oponerte, llega la
tranquilidad.
Él lo tiene claro: «nada me ha de ocurrir que no sea
conforme a la naturaleza del conjunto». «A nadie ocurre nada que no pueda
naturalmente sobrellevar». «Vive con los dioses el que constantemente les
muestra que su alma está satisfecha con lo que le han asignado». Obviamente, se
puede intentar cambiar tu situación, mientras aceptas que, por ahora, la
situación es la que es. Incluso si alguien te ofende, Marco aconseja dejarle
porque ese es su problema y la tarea de cada uno es dominarse a sí mismo para
actuar conforme a la naturaleza.
Empatía hacia humanos y animales
Resalta la empatía que muestra Marco Aurelio hacia los
demás. Dice: «ponte en lo posible en el alma del que habla». Pero también hacia
los animales, afirmando: «A los animales irracionales y a las cosas trátalos
magnánima y libremente».
Podríamos decir que Marco Aurelio tenía cuidado de que el
poder no se le subiera a la cabeza y se decía a sí mismo: «cuida de no cesarizarte,
de no teñirte en púrpura. Consérvate simple, bueno, puro, amante de lo justo,
piadoso, benévolo, afectuoso»
«Sea lo que sea lo que alguien diga o haga, yo debo ser
bueno como una esmeralda y mantener el color que es el mío propio».
Todas las cosas están entrelazadas» y cambian
constantemente
En muchos contextos se dice que todo está relacionado.
Incluso Einstein llegó
a recomendar sentirnos conectados al Universo.
Ante el miedo a los cambios, Marco se pregunta «¿qué puede
surgir sin cambio? ¿Podrías tomar alimento si no se transformara?». Sin
saberlo, este filósofo coincide con el principio budista de Anitya (transitoriedad,
inestabilidad), por el que se asume que todo está en continuo cambio.
Respetar a los que obran mal (pero no ser como ellos)
Marco propone «amar también a los que yerran» (Jesús diría
a los que pecan). Ahora bien, Marco aclara que los que yerran lo hacen «por
ignorancia y contra su voluntad». Los que obran mal lo hacen porque creen que
eso es bueno. Decir simplemente que son malos es negarnos a entenderlos (como dice Pigliucci) y por tanto no podremos ni
entender sus motivos, ni enseñarles correctamente.
Marco lo explica así: «Cuando alguien cometa una falta
contra ti, piensa qué opinión tenía sobre lo bueno y lo malo cuando cometió la
falta, pues en cuanto lo veas lo compadecerás y no te sorprenderás ni te
irritarás». «Hay entonces que ser comprensivo. Pero si ya no tienes eso ni por
un bien ni por un mal, con más facilidad serás benévolo con el desconsiderado».
Marco propone abrir nuestro punto de vista, aceptar que todos cometemos errores
y aceptar que la vida sigue y que puede ser maravillosa si perdonamos.
Ante los que se equivocan, Marco sugiere corregirlos si es
posible y si no, enmendar el error. «Y si no puedes tampoco, ¿a qué te lleva la
protesta?». «Los seres humanos han nacido los unos para los otros: así que
instrúyelos o sopórtalos». Marco, sin duda, no querría las quejas
vacías.
Apegos y rechazos
Una de las causas de mayor sufrimiento es el apego a las
cosas, el «apreciarlas demasiado de modo que te veas turbado cuando no estén
presentes». Así, cita a Eurípides: «No hay que irritarse con las
cosas, pues nada a ellas les importa». También cita al Gorgias de Platón
cuando sabiendo que todos vamos a morir, aconseja centrarnos en vivir
felizmente lo que nos quede de vida. Marco afirma que «vivir felizmente
reside en muy pocas cosas». El «pensamiento sereno» es una de ellas, aunque
para ello tengas que aislar tu mente, incluso si gritan contra ti o mientras
«las fieras despedacen tus pobres miembros».
Sin duda, el ser humano puede controlar
su mente, lo cual no significa que sea fácil. De hecho, él se propone
repetir a modo de mantra: «Ahora está en mi poder que en esta alma mía ninguna
maldad haya, ni deseo ni turbación alguna en absoluto». Y añade: «Ten en tu
mente que este poder es conforme a la naturaleza». ¿No sería fantástico que todos
domináramos el poder de no perturbarnos? Es un poder que tenemos, aunque ni
siquiera intentemos usarlo.
Dado que el mal —o el error— se genera en la mente, Marco se
propone intentar huir de ello y hacer su parte porque, por pequeña que sea, su
parte es lo único que está en su poder: «Es ridículo no intentar huir de la
propia maldad, lo cual es posible, e intentar huir de la de los demás, lo cual
es imposible». Además, rechaza la fama o las alabanzas por hacer las cosas
bien: «Cuando hayas hecho el bien y otro haya recibido tu beneficio,
¿qué buscas además fuera de esto?». A los que buscan la fama o alguna
recompensa les llama directamente «tontos». Marco tampoco propone rechazar los
beneficios de nuestras acciones, sino no esperarlos ni, mucho menos, exigirlos.
En su caso, él buscaba ser buen filósofo pero por culpa del
cargo de Emperador se lamenta de que ello se le escape de las manos,
consolándose a sí mismo diciéndose: «quédate contento si lo que te queda de
vida lo vives como la naturaleza quiere que lo hagas». Marco desprecia las
quejas, especialmente las suyas, y por eso se dice a sí mismo: «Que
nadie te escuche más lamentarte de la vida en la corte, ni siquiera tú mismo».
Fiel a sus principios, se propone aceptar la vida en la corte con sus ventajas
e inconvenientes.
Como ayuda para aceptar las cosas como son, Marco escribe:
«A ningún hombre le puede suceder nada que no sea un suceso humano, ni a un
buey uno que no sea bovino, ni a una vid uno que no sea de viña, ni a una
piedra algo que no sea propio de una piedra. Por tanto, si a cada cosa le
sucede lo usado y natural, ¿por qué te irritas? En efecto, la naturaleza común
no te asigna nada intolerable». En una de sus citas más famosas proclama: «Si
sufres por algo de fuera, no es aquello lo que te importuna, sino tu juicio
sobre ello. Y borrarlo está ya en tu poder.»
Marco recomienda no hacer suposiciones y centrarse en los
hechos. Si te informan de que alguien habla mal de ti, eso no implica que hayas
recibido daño alguno. Su objetivo es evitar preocuparse de más, lo cual tiene
mucho sentido si tenemos en cuenta que la mayoría de las cosas que más nos
preocupan no acaban sucediendo nunca. Esto está muy en la línea del
recomendable libro Los
Cuatro Acuerdos de Miguel Ángel Ruiz.
«El que comete injusticia, contra sí mismo la comete»
Marco Aurelio condena al que miente, porque «disiente de la
naturaleza» y «crea desorden», y al que se equivoca: «El que yerra, yerra
contra sí mismo. El que comete injusticia, contra sí mismo la comete, porque a
sí mismo se perjudica». No parece que el filósofo tenga en mente la ley
del karma, sino más bien, la seguridad de que el que obra mal no vive
tranquilo. También condena al que persigue el placer y rehuye el dolor.
Obviamente, no se trata de buscar el dolor y rehuir el placer, sino de hacer
lo correcto independientemente de que implique placer o dolor. El
estoicismo exige aceptar nuestra vida, con todo lo que ello implique, y
especialmente, aceptar la muerte porque es «una de esas cosas que la naturaleza
quiere».
No tengas miedo, pues eso depende de ti
Marco critica a los que se quejan de las cosas negativas de
la vida: «La pérdida no es otra cosa que transformación y desde la eternidad
venía sucediendo». Propone cambiar nuestro punto de vista: en vez de pedir a
los dioses que no ocurran cosas malas, propone pedir «el no tener ningún miedo
de esas cosas, ni desear nada de esas cosas, ni entristecerte por ninguna de
esas cosas». No está en tu mano evitar que pasen cosas indeseables,
pero sí puedes controlar cómo te afectan. «Entonces, ¿no es mejor
hacer uso de lo que dispones con libertad que desesperarte por las cosas que no
están en tu poder?». Su propuesta se aplica a todo lo que no nos gusta. Ante
una preocupación, Marco compara las preguntas que se hace cualquier persona con
las que se formula un filósofo: «Otro: ¿Cómo podré librarme de aquello?; Tú:
¿Cómo no necesitaré librarme de aquello?».
Ante los malvados del mundo, Marco se pregunta: «¿Es que
puede dejar de haber desvergonzados en el mundo? No puede ser. Entonces, no
pidas lo imposible». Al aceptar que esa gente debe existir, «serás más benévolo
hacia cada uno» y evitarás enfadarte porque no merece la pena que los
actos de otros te hagan a ti peor persona. Siempre hay que mantener la
calma y la «mansedumbre hacia los que intentan ponerte obstáculos» pero,
aclara, tanta «debilidad» es «enfadarse con ellos» como «ceder por
miedo». Y si tú haces el bien, no esperes recompensa: «¿Qué más quieres al
hacer el bien a alguien? (…) Es como si el ojo pidiera recompensa porque ve, o
los pies porque caminan».
Marco sabe ser agradecido a la naturaleza y a la vida. «A la
naturaleza que da y concede todo, dice el hombre instruido y respetuoso: Dame
lo que quieras, toma lo que quieras. Y dice esto no con insolencia, sino solo
con obediencia y agradecido a ella».
También es comprensivo con los demás y consigo mismo y sabe
valorar lo pequeño: «Quédate satisfecho con el más pequeño progreso, y piensa
que lo que resulta de esa pequeñez no es nada pequeño».
Conclusiones
El estoicismo de Marco Aurelio se puede resumir en el desprecio de
las cosas materiales, en la aceptación de la vida tal cual
ocurre, con total calma, sin enfadarse por lo que no podemos controlar, y
en centrarse en lo que depende de nosotros ahora, haciendo
nuestras tareas correctamente. Esto está en consonancia con la escuela cínica
de la que surge el estoicismo, así como con la vida de famosos ascetas
griegos y romanos. Para Marco Aurelio solo el necio se alegra o se aflige
por lo que le sucede y por eso condensa el estoicismo en una frase: «¿Te
ha acontecido algo? Está bien».
Esa aceptación no implica la inacción. Es decir, que es
compatible el intentar mejorar el mundo y, a la vez, aceptar que las cosas
están como están. La aceptación en el ecologismo evitaría la frustración pero,
por supuesto, eso no implica dejar de pensar qué hacer para mejorar nuestras
relaciones con todo. En este sentido, la austeridad estoica
—el minimalismo—
es algo esencial en cualquier ecologismo sincero.
https://blogsostenible.wordpress.com/2020/11/24/marco-aurelio-libro-pensamientos-estoicismo/
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