HACIA UNA ECONOMÍA POSCAPITALISTA
Todo
 parece indicar que estamos a las puertas del final de un sistema que
 requiere de un consumo creciente de materia y energía
No veremos una quiebra simultánea ni uniforme, sino que habrá ciclos de crisis y recuperación a los que seguirá una caída más profunda
El desmoronamiento del antiguo orden puede alumbrar sistemas más justos y solidarios, centrados en los cuidados de la vida de las personas y de la biosfera
Cambio
 climático, pérdida de la biodiversidad, pico del petróleo y
 agotamiento de otros recursos fósiles y materiales… Los datos que
 reporta al respecto la comunidad científica son contundentes y nos
 abocan a un futuro con problemas inéditos: una crisis global
 civilizatoria cuyo discurrir no podemos vislumbrar con exactitud,
 pero que sin duda alumbrará un panorama completamente diferente al
 actual. Este horizonte incierto requiere cierto ejercicio de
 política-ficción si queremos minimizar sus impactos a tiempo
 (antes de que los hechos dejen poco margen para la política) y
 reconducir este declive hacia sociedades más justas, solidarias,
 democráticas y sostenibles.
Respecto
 al sistema económico, todo parece indicar que estamos a las puertas
 del final del capitalismo global, sistema que requiere de un consumo
 creciente de materia y energía para crecer de forma sostenida, algo
 que no va a ser posible (1). Probablemente, no veremos una quiebra
 simultánea ni uniforme, sino que habrá ciclos de crisis y
 recuperación a los que seguirá una caída más profunda, con
 tendencia general a la degradación del orden socioeconómico. En
 cada una de estas etapas recesivas se irán destruyendo
 infraestructuras (incluida la energética) y capacidad
 productiva, capacidad de consumo de la población (más paro,
 menores salarios y pensiones, menos acceso al crédito) y capacidad
 financiera, así como alguna de las cadenas del mercado mundial y la
 economía de escala de determinados sectores.
En
 otros momentos de la historia del capitalismo, esta destrucción ha
 sido superada con creces en la siguiente fase expansiva,
 permitiendo sanear el
 sistema a modo de  destrucción
 creativa.
 Pero en esta ocasión, los débiles períodos de crecimiento que
 seguirán a las recesiones no serán suficientes para recuperar las
 pérdidas estructurales. Esto se debe principalmente a que la falta
 de energía abundante persistirá y se irá agravando, lo cual sólo
 permitirá recuperaciones parciales. No volverán los períodos de
 bajos precios del petróleo y crecimiento: conforme se active la
 economía, subirán los precios de la energía —ya escasa— y la
 reactivación se abortará.
Algunos
 elementos que permiten recuperarse a una economía capitalista
 gracias a una recesión (reducción de costes de producción,
 mejoras en la eficiencia, destrucción de deudas) se volverán por
 otro lado imposibles, limitados o demasiado lentos para poner las
 bases de un crecimiento duradero. La reducción de costes de
 producción, gracias a medidas como una devaluación de la moneda y
 una rebaja de las condiciones laborales, que en la actualidad
 permiten incrementar las exportaciones, chocarán con un mercado
 mundial en descomposición, víctima de la crisis del transporte
 derivado de los altos costes y la falta de oferta energética.
Las
 mejoras en la eficiencia estarán limitadas por el necesario cambio
 de la matriz energética, por la falta de inversión en innovación
 y por el flujo decreciente de energía. En el mejor de los casos, lo
 que permitirán será sostener la producción. La destrucción de
 deudas podría ayudar a la recuperación, pero en un entorno con un
 nivel gigantesco de endeudamiento como el actual, al principio será
 insuficiente y, cuando sí sea apreciable, probablemente la
 situación económica ya estará en un alto grado de degradación.
 Una vez atravesado el pico de las fuentes de energía fósiles, sus
 precios se volverán altamente volátiles, pues la escasez
 incentivará una mayor especulación. Esto generará incertidumbre
 en la economía y mayor dificultad para que se produzcan
 recuperaciones reales y duraderas.
La
 ruina del capitalismo global no prefigura qué sistema(s) le
 sucederá(n). Podrán nacer sociedades neofeudales o capitalismos de
 corte regional, pero también otros órdenes económicos dentro de
 los marcos de las economías sociales, feministas y ecológicas. El
 desmoronamiento del antiguo orden puede así alumbrar sistemas más
 justos y solidarios, centrados en los cuidados de la vida de las
 personas y de la biosfera en su conjunto, ajenos a las lógicas de
 explotación que han imperado durante siglos, especialmente entre
 distintos territorios, algo que se reducirá significativamente al
 disminuir la división internacional del trabajo. Además, el
 contacto más directo entre producción y consumo potenciará
 economías más locales que, a su vez, potenciarán relaciones más
 empáticas, mayor cohesión social y vínculos más equitativos.
RECUPERAR
 BIENES BÁSICOS
El
 nuevo panorama productivo y laboral que se abre podría suponer una
 reconfiguración de los usos del tiempo más satisfactoria y que
 posibilitara, además, una reconfiguración de la distribución y un
 reparto más justo de los cuidados, que actualmente  recaen
 en mayor medida en las mujeres.
 Históricamente, en contextos de escasez, los bienes comunes han
 desempeñado un papel esencial en la recuperación de ciertos
 equilibrios y la garantía de unas condiciones de vida dignas. Se
 abren, por tanto, interesantes posibilidades de recuperación de
 bienes básicos privatizados y oportunidades de devolverlos a una
 gestión compartida, trascendiendo la dicotomía entre sectores
 propietarios y no propietarios.
En
 este campo partimos de años de experiencia acumulada en el marco de
 las economías comunitarias, y de la economía social y solidaria
 (2). En ellas, el principal objetivo es la satisfacción de
 necesidades de manera armónica y respetuosa con el medio que las
 provee, introduciendo valores como la cooperación, el apoyo mutuo,
 la sostenibilidad y la solidaridad. Desde dichas premisas, se
 generan estructuras más flexibles y resilientes, que ya están
 demostrando ser más adaptativas a los tiempos a los que nos
 enfrentamos, como muestra, por ejemplo, la mayor resistencia de las
 cooperativas en la crisis actual.
Son
 cientos los ejemplos de autoorganización como los que ya están en
 marcha en las ciudades lentas y en transición, territorios y
 comunidades que llevarán una ventaja en cuanto al éxito de la
 satisfacción de las necesidades y que se adaptarán mejor a los
 escenarios de reducción inevitable de consumo a la que nos
 enfrentamos: grupos
 de consumo, ollas comunes, tiendas gratis, mercados de trueque,
 monedas sociales, cooperativismo, cooperativas de vivienda,
 proyectos de vida en común, etc.
 Pero esto no es sólo algo que exista en el presente, sino que en el
 pasado, en contextos con menos materia y energía disponibles, han
 sido constantes los ejemplos de economías que satisfacían las
 necesidades de todas las personas sin depredar el entorno.
Sin
 embargo, la consolidación y escalabilidad de estas experiencias
 sólo será posible si se ponen en marcha, al mismo tiempo,
 políticas macro que permitan que las economías sociales,
 feministas y ecológicas se conviertan en dominantes. Así, por
 ejemplo, no habrá acceso a los recursos necesarios (desde la tierra
 hasta la financiación) sin expropiaciones  como tampoco se podrán
 articular los recursos comunes o frenar la concentración de riqueza
 sin nuevos marcos legislativos. Al igual que las experiencias de
 economía solidaria, estas prácticas macroeconómicas tienen una
 larga trayectoria histórica, lo que nos permite alumbrar, bajo
 premisas de justicia y sostenibilidad, el camino incierto hacia la
 sociedad poscapitalista.
Por
 Walter Actis y Blanca Crespo de Ecologistas en Acción y La
 Transicionera para la Revista
 Alternativas Económicas
El
 presente artículo es una adaptación de un informe publicado por
 Ecologistas en Acción y que puede ser consultado en su totalidad en
 su web .
(1).
 La civilización moderna e industrial ha construido su relato
 asentado en mitos como el crecimiento ilimitado o la tecnología que
 no parecen sostenerse por más tiempo. Una reflexión al respecto en
 el artículo Cinco
 mitos y otras creencias que nos llevan directo al colapso
(2).
 Muchas de estas iniciativas están recogidas
 en www.economiasolidaria.org
[Este
 artículo ha sido publicado en la revista Alternativas
 Económicas. Ayúdanos
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