11/3/16

Una manipulación que ha subvertido la solidaridad en una horripilante monstruosidad de las grandes corporaciones

BANCOS DE ALIMENTOS Y NEOLIBERALISMO

 "No es fácil conseguir que 20.000 personas estén dispuestas a permanecer las horas punta de un fin de semana en las puertas de los supermercados convenciendo a los transeúntes para que compren más, que la identificación de estas personas con su tarea comercial sea tal que lo hagan sin cobrar, que su mensaje consumista venga envuelto con uno de los sentimientos más nobles de los humanos: la compasión. Todas estas cosas juntas podrían ser la carta a los Reyes Magos de cualquier director de marketing. Esto es lo que el Banco de los Alimentos ha regalado a las grandes cadenas de alimentación los días 29 y 30 de noviembre. Y todo esto gratis. Sí, también el 30 de noviembre, uno de aquellos domingos que las cadenas y grandes supermercados abren perjudicando el derecho al descanso de sus trabajadores y compitiendo deslealmente con el pequeño comercio" X. Montagu

¿Qué son los bancos de alimentos?

Un banco de alimentos puede ser una red de solidaridad popular que funciona gestionado por vecinos conscientes del carácter de urgencia, que distribuyen alimentos entre sus conciudadanos favoreciendo formas de funcionamiento, organización y autogestión vecinal, redes de solidaridad y movilización política y por tanto de apoderamiento y autoestima. Gente que piensa, que se organiza para defenderse y reivindicar sus derechos y que interactúa.

Un banco de alimentos de estas características se parece demasiado a la Plataforma de Afectados por la Hipoteca. ¿Plataforma de afectados por el hambre? De ahí que los think tanks neoliberales pusieran a punto sus bien pagadas neuronas para enfrentar, trastocar y desbaratar tal peligrosa deriva.

Bancos de alimentos neoliberales

Es importante la definición. Hay que huir de títulos tales como “plataforma”, forum, autodefensa, …, contra las causas y las raíces del hambre, etc. “Banco”, por el contrario, es más apropiado, más aséptico, más capitalista, implica intermediación entre dos partes bien diferenciadas (y que a ser posible no deben entrar nunca en contacto), los depositantes de alimentos y los receptores. Ambas partes se benefician, los depositantes pueden ejercer su consumo de compasión y los receptores comer.

Los bancos de alimentos constituyen una pieza fundamental del sistema. No se trata de algo provisional frente a una situación de emergencia o de crisis coyuntural sino de una alternativa neoliberal permanente a los servicios de asistencia social. La sociedad civil no debe organizarse contra los recortes y las privatizaciones de la miseria, la exclusión, la desconexión, el desahucio, la enfermedad y el hambre, sino ejercer como consumidor pasivo de compasión o colaborando como voluntario en las grandes recogidas y maratones alimentarios patrocinados por los bancos y las corporaciones del sector. Los bancos de alimentos han venido para quedarse.

Convenientemente manipuladas y degeneradas, estas instituciones “bancarias” de la intermediación compasiva, además de funcionar como un tranquilizante para las indignadas conciencias de los donantes, constituyen un eficaz antídoto contra las movilización ciudadana y el cuestionamiento de la creciente desigualdad social y la exclusión.

Para los expeditivos y eficientes bancos de alimentos neoliberales sus clientes deben ser meros receptores de donaciones y permanecer en todo momento separados de los voluntarios y donantes. No debe haber ningún tipo de contaminación entre ambos sectores puesto que es fundamental generar y mantener una situación de dependencia y pasividad. Para asegurarlo se llega al extremo de que los voluntarios tengan prohibido recibir donaciones del banco de alimentos. Esto ha llevado a situaciones tan surrealistas como voluntarios del banco de alimentos que se han visto en la necesidad de pedir ellos mismos donaciones del banco, han tenido que dejar de ser voluntarios o irse a buscar su paquete en el banco de otra localidad.

Historia de los bancos de alimentos neoliberales

Los bancos de alimentos han venido con el neoliberalismo y la globalización. En EEUU empezaron a multiplicarse durante la década de 1980s y las reaganomics los promovieron como una alternativa de acompañamiento a los fuertes recortes sociales orquestados. En Canadá el gobierno liberal de Jean Chrétien, enfrentado a un nivel de la deuda pública del 90% del PIB, lanzó una política de austeridad drástica en 1993 con una reducción del 20% de los funcionarios y fuertes recortes sociales que abriría las puertas a los bancos de alimentos según el modelo de su gran vecino. En España, Irlanda, Italia y Portugal, la idea cuajó en 1992. Luego vendrían Polonia y Grecia. En 2007 se crearía la “Red Mundial de Bancos de Alimentos”. En la “locomotora” alemana, donde unos 7,4 millones de trabajadores alemanes sobreviven con minijobs a 450 euros al mes, más de un 16% de la población se encuentra en riesgo de pobreza y los bancos de alimentos donde acudir son más de 900. A Inglaterra no llegaron hasta 2004 pero su expansión ha sido meteórica gracias al programa antisocial de la Big Society ( menos Estado para los pobres y más Estado para los ricos) promovido por David Cameron.

El negocio de los bancos de alimentos

«Necesitamos muchos voluntarios, todo un ejército civil armado de amor, fraternidad y solidaridad» Carlos Herrera

El irracional funcionamiento de la industria alimentaria y las grandes cadenas minoristas genera enormes montañas de excedentes. Los bancos de alimentos evitan que la venta de excedentes repercuta en caídas de precios puesto que dichos alimentos no acaban en la cesta de la compra de sus consumidores. Así pues, los bancos de alimentos podían constituir un notable valor añadido para las cadenas de valor de los monopolios de la alimentación y de las grandes superficies (WalMart, Tesco, Carrefour, Mercadona, Eroski, Lidl, Aldi). Se podían justificar adicionales incentivos fiscales al reciclaje de sus excedentes y conseguir una forma barata de deshacerse de sus residuos. Y ¿qué mejor campaña de relaciones públicas que alimentar a los hambrientos?

Las escuelas de negocios y sus avispados especialistas en marketing pronto olisquearon apetecibles oportunidades para sacar tajada adicional al mercado del hambre y la compasión. ¿Porqué no organizar verdaderos maratones de la compasión, verdaderos Black Fridays de la compasión, grandes operaciones de recogida en las fechas clave de finales de noviembre cuando la proximidad de las fiestas navideñas despierta la avidez consumista? Portadas de periódicos, noticias y entrevistas en televisión, fabulosos records a superar cada año, promoción gratuita por tweeter, facebook, etc. Grandes eventos solidarios incrementando notablemente sus cifras de negocios. Más compasión, más ventas, más beneficios. En fin, el ansiado santo Grial del marketing, el win win, todos ganan, los donantes ganan, los hambrientos ganan y nosotros ganamos. Y como efecto colateral, nada despreciable para los monopolistas, minar aún más las ventas del pequeño comercio de los barrios pobres marginales que se ven obligados a cerrar uno tras otro.

¿Qué lumbrera del marketing habría soñado alguna vez con ejércitos de esforzados voluntarios y agresivos comerciales de la compasión acosando a los consumidores en el punto donde resultan más indefensos a sus campañas “solidarias”, es decir, con sus carritos llenos y la cartera abierta pasando ante los cajeros y enfrentando a voluntariosos voluntarios parapetados entre enormes cajas de recogida?
¿No es casi mejor que la ancestral técnica recolectora de la iglesia católica presentando la cestita al sufrido feligrés pendiente de las miradas escudriñadoras de sus correligionarios? ¿Y que decir del valor añadido de la publicidad gratuita con sus logos pegados por todas partes?

En EEUU los bancos de alimentos se han convertido en una industria en sí misma, que absorbe cuantiosas subvenciones del gobierno. Ejecutivos de las grandes cadenas de alimentación controlan totalmente el sector (una cuarta parte de los directivos de los principales bancos de alimentos provienen de compañías que figuran en la lista de Fortume 500 o Global 500, como WalMart, ConAgra, etc.).

En España FESBAL, la federación de Bancos de Alimentos institucional, que define a los bancos de alimentos como "organizaciones sin ánimo de lucro basadas en el voluntariado y el objetivo es recuperar excedentes alimenticios de nuestra sociedad y redistribuirlos entre las personas necesitadas, evitando cualquier desperdicio o mal uso", amenazó al Banco de Alimentos alternativo del Barrio de Tetuán (anti neoliberal) con una denuncia penal por usar el nombre “Banco de Alimentos”, registrado como marca por esa organización. FESBAL y sus bancos afiliados reciben dinero de las partidas sociales de los presupuestos de la UE, dinero que de otra forma iría a prestaciones sociales. En 2012 recibieron 81,11 millones que “invirtieron” en comprar alimentos no perecederos a Nestlé, Heros, etc., empresas cuyas oficinas de tesorería están en Luxemburgo.

El director de FESBAL es un supernumerario del Opus Dei. Los presidentes de buena parte de los bancos de alimentos provinciales son también supernumerarios del Opus formados en la flamante escuela de negocios del Opus, la IESE, donde se perfecciona día a día el aséptico perfume neoliberal que han de lucir sus pergueñados bancos de alimentos. El Opus ha encontrado además en los bancos de alimentos un valor añadido adicional: un marco ideal para hacer proselitismo entre tan esforzado voluntariado.

El director del Banco de los Alimentos de Cataluña, Antoni Sansalvadó y Tribó, es un antiguo directivo y accionista de Áreas y Serunión, filial de la multinacional Elior, líder en el sector de la restauración colectiva que suministra comidas a 2.800 centros (comedores escolares, hospitales, etc) y factura diariamente 450.000 comidas.
Nestlé, Ebro Agrícolas y Gallina Blanca, empresas determinantes en el clúster agroalimentario catalán, también están representadas. 

¿Acabar con los bancos de alimentos neoliberales?

Las plataformas de lucha de los afectados por los recortes sociales y la desigualdad galopante, que debaten y profundizan en las causas del dolor y la miseria social, que imponen la solidaridad militante a la compasión aséptica y manipulada, pueden ser una alternativa circunstancial a la embestida capitalista neoliberal. Se trata de una lucha de guerrillas desigual frente a los ingentes ejércitos del capital monopolista globalizado. Pero las guerrillas y los guerrilleros han acabado con muchos grandes ejércitos a lo largo de la historia. Esto lo saben las Open Society Fundation de G. Soros, la FAES de JM Aznar, el ignominioso Foro de Davos y los demás think-tanks del neoliberalismo militante y por ello se esfuerzan en infiltrar, manipular, subvertir, y desvirtuar cualquier iniciativa que pueda poner en peligro su impresentable hoja de ruta.

Los bancos de alimentos neoliberales son el resultado visible de esta infiltración, maquinación y manipulación que han subvertido una motivación solidaria en una horripilante monstruosidad al servicio de la “Responsabilidad Social Corporativa” y las “Relaciones Públicas” de las grandes corporaciones.

Las grandes superficies y supermercados y las grandes corporaciones alimentarias, son los responsables del gran desastre alimentario y medioambiental que estamos sufriendo y que pone en serio peligro a las generaciones futuras. Los bancos de alimentos son una más de sus parasitarias criaturas.

links:
El Gran Recapte. Fer negoci amb la bona voluntat 
Filantropófagos

No hay comentarios: