Después de una gira por Madrid, Segovia, Extremadura,
Andalucía y País Valencià, con motivo de la presentación de mi libro y de
la asociación “Dulce Revolución de las Plantas Medicinales”, he podido
constatar que el problema de relación entre territorios no está en el
pueblo, sino en quien nos dirige políticamente de forma tendenciosa.
La bondad de todas las personas que asistían masivamente a
las presentaciones, se reflejaba en sus caras y coincidíamos en que si
realmente el pueblo pudiera decidir mediante consultas populares
vinculantes, sobre Monarquía o República, Salud Pública Holística o
Privada, Alimentos ecológicos o Transgénicos, Energía solar o nuclear, Paz a
pesar de todo o guerra, etc…, los Gobiernos y Parlamentos títeres serian
innecesarios y los enfrentamientos territoriales inexistentes.
Las élites nacionalistas de todos los colores se
retroalimentan con enfrentamientos estériles y mientras tanto, como vulgarmente
se dice, la casa por barrer.
Las sensaciones durante este viaje han sido extraordinarias.
Jóvenes y mayores, súper preparados y conscientes del momento único que estamos
viviendo, se comprometían a iniciar el camino de la autosuficiencia a nivel de
alimentación y salud, como principio básico de todo hombre que pretenda ser
libre.
Va a dar igual que nos dejen o no decidir sobre lo que nos
interesa, porque lo vamos a hacer igual y además al final lo conseguiremos.
Porque sin democracia directa donde el ciudadano pueda proponer consultas
vinculantes sobre los temas que nos preocupan, no queda otro camino que la
desobediencia.
Por eso y de momento es conveniente acogernos a las tácticas
de desobediencia de Gandhi o de Santo Tomas de Aquino.
Desobedecer al Sistema corrupto es una necesidad, porque
como decía Santo Tomas de Aquino, la Ley Natural y Positiva (*) a nadie
obliga ni restringe. Y como la mayoría de Leyes impuestas por el actual
Sistema, obligan, restringen y someten al ciudadano, deben ser objeto de
incumplimiento.
(*) Consultar:
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