PERDIDOS ESTAMOS TODOS
Se habla de
generación perdida, pero, ¿perdida, para qué? ¿Para el mercado, para crear
riqueza, para acumular bienes?
La generación
perdida no es que no tenga expectativas de futuro. Es que no tiene expectativas
de presente, como todos
Hace unos días el
Banco Santander puso en marcha su nueva campaña de publicidad con el anuncio
"generación perdida, generación encontrada". El spot afirma:
"Dicen que somos la generación perdida, demostremos con nuestras ideas que
somos la generación encontrada", y por supuesto ahí está el banco para
apoyar "las ideas" de estos jóvenes. Esto se llama recochineo.
Con el
término "generación perdida" se hace referencia a
jóvenes de entre 16 y 25 años, personas que se están educando o han terminado
sus estudios ahora y ven ante sí el paisaje desolador de un país con una tasa
de paro en torno al 26%. Pero yo me pregunto, generación perdida… ¿para qué? Perdida
para el mercado, supongo, por mucho que le duela al Santander. Y es que la
elección del adjetivo se basa en criterios monetarios (no ganarán mucho dinero,
incluso no tendrán empleo, se verán obligados a emigrar en busca de trabajo…).
Una generación perdida, entonces, para la creación de riqueza, para el
crecimiento del país, entendiendo "crecimiento" como acumulación de
bienes.
En realidad creo
que perdidos estamos todos, y hace tiempo. Ese dinero concentrado cada vez en
menos manos tendría que repartirse y, en lugar de utilizarse para hacer
"crecer" la riqueza, utilizarlo para "desarrollar" el país.
Es decir, promover más científicos, más creadores, más investigadores en lugar
de gente cosiendo y vendiendo ropa a destajo. La investigación de nuevas formas
de energía, la recuperación del medio ambiente o los avances médicos son algo
rentable a la larga y propician, ellos sí, una sociedad desarrollada.
El destino,
escribe Rainer Maria Rilke en Cartas
a un joven poeta, "sale de los hombres, no entra en ellos desde
fuera". Así que lo importante no es tanto la situación apocalíptica que
vivimos, sino lo que esa situación provoque en esos jóvenes, lo que haga salir
de ellos. Y en este sentido, tampoco veo razón para hablar de generación
perdida. ¿Perdida por qué? Si algo bueno tiene este momento (con el 15M, las
mareas, la PAH, las movilizaciones en la calle…) es que esas personas jóvenes
están más concienciadas y dispuestas a intervenir para diseñar el futuro,
interesadas en lo que les rodea aunque sea para rechazarlo. Estar más
politizado es lo que le convierte a uno en ciudadano y no en mero consumidor.
Se dice que
generación "perdida" porque no tienen expectativas de futuro. Lo que no tienen es expectativas de
presente.
Los adolescentes
actuales se forman en un momento difícil sin saber hacia dónde, y los jóvenes
ven imposible su independencia en el momento actual. No es que antes hubiera
sido fácil, también nosotros nos enfrentamos en su día -con nuestra
licenciatura o doctorado bajo el brazo- a un sistema productivo basado
principalmente en ocupaciones de baja cualificación. Pero ahora las empresas
quieren ajustar lo más posible el coste del trabajo a sus necesidades, y buscan
gente "especializada", que no quiere decir otra cosa que gente que
sepa apretar el tornillo que se le pide que apriete, y poco o nada más. Se
continúa insistiendo en adecuar la vida al mercado, y de ahí la insistencia en
que la universidad tiene que cambiar sus contenidos para adaptarlos al mundo
empresarial. El que tiene que cambiar es el mundo empresarial. Un secretario
que sepa de filosofía no va a hacer daño a nadie (¿o sí? Quizás pida un trato,
un horario y un sueldo digno. O tal vez no acate sin rechistar las órdenes de
un directivo chapucero y corrupto).
Las ilustraciones
que he utilizado en este artículo corresponden a algunas portadas del mítico
fanzine El naufraguito (dos
veces premiado en el Salón del Cómic de Barcelona). Los textos que publican
están escritos, según se dice en su página web elnaufraguito.com, "por
náufragos que han sobrevivido a la rutina devastadora de la vida en
sociedad".
La llamada
generación perdida también será la superviviente de un naufragio, un naufragio
ocasionado en este caso por un golpe de ola –la llamada crisis (la estafa)- que
los ha dejado varados en una playa desconocida. Tal vez podríamos hablar de
generación náufraga. Aunque en estos tiempos náufragos somos todos,
la verdad. Pero haber naufragado no implica necesariamente estar perdido. Si
algo sabemos, es que no nos va a rescatar el Banco Santander.
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