26.6.25

Muchas personas han desarrollado una forma de vida en torno a estos oficios

VOLVER A LAS MANOS                         

El renacer de los hobbies artesanales

Los oficios están enamorándonos de nuevo: el bordado, la caligrafía, la pintura y, sobre todo, la cerámica, se están poniendo de moda gracias a internet porque nos animan, precisamente, a recuperar esa vena de trabajar con las manos que pasa a un segundo plano entre tablas de Excel y reuniones por videollamada. 

Los hobbies artesanales están recobrando el éxito. Basta con zambullirse en las redes sociales para descubrir cientos de cuentas y creadores especializados en ámbitos como la pintura, el bordado, la costura, la cerámica o la caligrafía que acumulan cientos de miles de likes y seguidores.  

Actividades analógicas que, puestas de moda por internet, nos animan paradójicamente a abandonar las pantallas, volver a las actividades manuales y recuperar esa vena artesana que solemos olvidar en el día a día de trabajos de oficina y tablas de Excel.

Una de las grandes resucitadas es la cerámica, que no solo ha sumado miles de adeptos que se reservan una tarde a la semana para disfrutar de uno de esos talleres en los locales que han crecido como la espuma en las grandes ciudades, sino que ya ha horneado una nueva generación que reorienta su carrera para revitalizar un sector que adolece de un envejecimiento crónico.

El hueco que van a [re]ocupar estaba realmente desierto

Así que era necesario que recuperara su protagonismo para rebajar esa velocidad de la que en pocas ocasiones sabemos escapar y hacernos verdaderamente conscientes de nuestras capacidades manuales.

¿Qué nos lleva a hundir nuestras manos en arcilla y armarnos de paciencia para dar forma a esa primera figura de cerámica, huir de la inmediatez y traer de vuelta lo cocinado a fuego lento -nunca mejor dicho-? El burnout

«Busqué por Instagram actividades cerca del pueblo en el que vivo y di con el taller de María Granados en Sanlúcar de Barrameda. Ya había visto en redes sociales el interés renovado por la cerámica, pero yo empecé porque me costaba encontrar actividades aquí», cuenta la poeta gaditana Gudrun Palomino, que lleva yendo a clases de cerámica desde septiembre de 2023.

Lo hizo porque estaba, sencillamente, cansada. Autora de un libro de poemas y varias traducciones de escritoras anglosajonas, dedica hasta seis horas a la semana a su nueva afición. De hecho, contagiada como otros tantos alumnos, confiesa que la alfarería ya le ocupa más tiempo que escribir. Aunque, apunta, «no quiero que se convierta en mi profesión porque estoy bastante en contra de que los hobbies acaben siendo un oficio».

Hay quienes lo ven de otra manera, como el cordobés Luis Torres, artesano ceramista profesional y miembro del estudio  Torres Ferreras, quien nació ya en seno alfarero. «Soy de La Rambla -pueblo de Córdoba con 7.500 habitantes y hasta setenta talleres de alfarería activos- y mi padre tiene su propio taller», cuenta. 

«Mis hermanos y yo solíamos ayudar los fines de semana y durante las vacaciones, pero no me formé hasta los 25 años, cuando volví después de estudiar y trabajar en traducción y comercio exterior». Fue gracias a los viajes y a ese  enamoramiento cuando entró en la Escuela de Arte Dionisio Ortiz de Córdoba, «que me hizo entender la cerámica como soporte de expresión artística». 

«Por suerte, la cerámica o la alfarería no están aún en un punto muy crítico», valora, aunque precavido: «Yo siempre animo a todo el mundo a pasar uno o dos días en mi pueblo para que vean que la artesanía no es una idea nostálgica de ancianos en una cueva a punto de desaparecer». 

Eso sí, si hablamos de las técnicas artesanales en general, «están en peligro de extinción; sobre todo por falta de relevo generacional y de una infraestructura social que permita la existencia de la figura del aprendiz. La alfarería, sin ir más lejos, es un oficio con un aprendizaje difícil que requiere tesón, esfuerzo y persistencia. Y es casi incompatible con la inmediatez a la que estamos acostumbrados». 

Artesanía, el hogar de la calma

Para Torres hay tres razones fundamentales que van a permitir mantener viva la alfarería y otras artesanías, ya sea como hobby o como oficio. La primera es que, más allá del romanticismo que evoca poner nuestras manos a su servicio, cubren una necesidad real: «Cuanto más crece la industria de producción masiva y la fabricación en el exterior, más espacios quedan desatendidos porque dejan de ser rentables. Y ahí es donde entra la artesanía: una forma de producción local, personalizada, con trato directo y cercano, y productos de calidad, sostenibles y a un precio justo».

La segunda razón es que «es una gran oportunidad para el autoempleo y el emprendimiento». Aunque pueda no parecerlo de primeras, «una persona que sabe hacer algo con sus propias manos, intelecto y herramientas tiene un oficio asegurado», asegura Torres.

Y la tercera, quizá la más importante, es su capacidad para mantener la conexión con la identidad de los pueblos y la historia de la humanidad. «Si la artesanía desapareciera sería como acabar con una especie de cadena alimentaria: el resto del sistema estaría abocado a su fracaso», porque, apunta, está relacionada con áreas tan dispares como la antropología, la arqueología, el medio ambiente, la cultura e incluso la medicina.

La artesanía en términos generales -y la alfarería y la cerámica de forma más concreta- suelen ir de la mano con una gran pasión por parte de quienes la practican. De hecho, muchas personas han desarrollado una verdadera forma de vida en torno a estos oficios porque, como coinciden Torres y Palomino, tienen también su perspectiva terapéutica.

«Te atrapa visual y sensorialmente: el hecho de que todo deba pasar por el fuego lo hace tan adictivo como cualquier serie que deja lo mejor para el final de la temporada».

Un ritmo pausado para dar forma a la lentitud, primero, con las manos.

https://igluu.es/volver-a-las-manos-el-renacer-de-los-hobbies-artesanales/  

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