1/7/24

Esas pequeñas falsedades que decimos no para engañar, sino para consolar o animar

MICROMENTIRAS                                  

Decir pequeñas mentiras piadosas ¿es bueno o malo?

Venga, confiesa. Seguro que alguna vez has dicho algo como «Me encanta tu nuevo corte de pelo», cuando, en realidad, pensabas que tu amiga parecía recién salida de una pelea con una podadora. O quizás has soltado un «¡Claro que me acuerdo de tu cumpleaños!» mientras buscabas frenéticamente en tu calendario para ver qué día era hoy. Bienvenido al maravilloso mundo de las micromentiras, esas pequeñas falsedades que soltamos casi sin pensar y que, según algunos, son el lubricante social que mantiene en marcha las relaciones humanas.

El arte de mentir (un poquito)

Pero vamos a ser sinceros (ironía): ¿son realmente inofensivas estas mentirijillas? ¿O estamos creando una sociedad basada en la falsedad y el engaño? La respuesta no es tan sencilla como un sí o un no.

La Dra.Bella DePaulo, psicóloga de la Universidad de California, lleva años estudiando  las mentiras en la vida cotidiana. Según ella, mentimos en promedio una o dos veces al día: «La mayoría de estas mentiras son inofensivas y están diseñadas para hacer que las interacciones sociales sean más fluidas». Vamos, que somos una panda de mentirosos, pero con buena intención. ¿O no?

El lado oscuro de las mentiras blancas

Pero no todo es color de rosa en el mundo de las micromentiras. Algunos expertos advierten que incluso las mentiras pequeñas pueden tener consecuencias inesperadas. Estas mentirijillas pueden erosionar la confianza y crear una cultura de deshonestidad.

Imagina que le dices a tu pareja que te encanta el jersey horroroso que te ha regalado. Genial, has evitado herir sus sentimientos. Pero ahora te vas a pasar los próximos cinco años recibiendo jerséis igual de horribles en cada cumpleaños. ¿Quién es el tonto ahora?

La ciencia de la mentira piadosa

Pero espera, que esto se pone aún más interesante. Estudios recientes sugieren que las áreas del cerebro responsables de las emociones negativas se vuelven menos activas cada vez que mentimos. Es decir, cuanto más mentimos, más fácil se vuelve. ¿Estamos ante un peligroso efecto bola de nieve? ¿Empezamos con «Me encanta tu nuevo peinado» y terminamos con «No, cariño, esa modelo de Instagram no significa nada para mí»?

El dilema del mentiroso compulsivo

Ahora bien, antes de que decidas convertirte en un Pinocho moderno, tienes que conocer el caso de una persona que decidió hacer un experimento: no decir ni una sola mentira durante un mes entero. Ni siquiera esas pequeñitas que usamos para suavizar las cosas. El resultado fue un desastre. Perdí amigos, ofendí a mi familia y casi me despiden del trabajo.

Parece que la honestidad brutal no es siempre la mejor política. ¿Quién lo hubiera dicho? (Nota: no decirle a mi jefe que su aliento matutino podría noquear a un oso).

La mentira como herramienta de supervivencia

Pero, ¿y si te dijera que mentir un poco podría ser… beneficioso? Un estudio realizado hace unos cuantos años descubrió que los niños que aprenden a mentir a una edad temprana tienden a tener mejores habilidades cognitivas. La capacidad de mentir requiere un cerebro sofisticado. Así que la próxima vez que pilles a tu hijo mintiendo, en lugar de castigarlo, tal vez deberías felicitarlo por su desarrollo cerebral. (No me hago responsable de las consecuencias de aplicar este consejo).

El arte de la mentira diplomática

Y no olvidemos el mundo de la diplomacia internacional. Hay quien dice que la palabra le ha sido dada al hombre para ocultar su pensamiento. Imagina por un momento un mundo donde los líderes mundiales dijeran exactamente lo que piensan, probablemente estaríamos todos viviendo en búnkeres subterráneos.

La paradoja de la autenticidad

Pero aquí viene la gran pregunta: en un mundo donde valoramos tanto la autenticidad, ¿cómo encajan estas micromentiras? Algunos expertos abogan por la vulnerabilidad y la autenticidad. Pero incluso ellos reconocen que hay momentos en los que una pequeña mentira puede ser la opción más compasiva.

La autenticidad sin empatía puede ser solo crueldad. Así que la próxima vez que tu pareja te pregunte si ese pantalón le hace parecer gordo, piénsatelo dos veces antes de soltar tu verdad más auténtica.

El futuro de la mentira

Entonces, ¿debemos abrazar nuestro lado Pinocho o convertirnos en máquinas de la verdad sin filtro? Como siempre en la vida, la respuesta está en el término medio.

Tal vez la clave esté en lo que algunos llaman mentiras benevolentes. Esas pequeñas falsedades que decimos no para engañar, sino para proteger, consolar o animar a otros. Porque al final del día, lo que realmente importa es la intención detrás de nuestras palabras.

Así que la próxima vez que te encuentres a punto de soltar una micromentira, párate un segundo y piensa: ¿Es realmente necesaria? ¿Estoy protegiéndome a mí mismo o a la otra persona? ¿O solo estoy siendo perezoso y evitando una conversación difícil?

Y recuerda, hay quien dice que, si dices la verdad, no tendrás que acordarte de nada. Aunque, seamos sinceros, probablemente todos hemos soltado alguna que otra mentirijilla en nuestra vida. Después de todo, ¿qué es la ficción sino una gran mentira bien contada?

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