EL SUJETO SOMETIDO NO ES CONSCIENTE DE SU SOMETIMIENTO
Las obras del filósofo surcoreano Byung-Chul Han abordan fenómenos del presente, entre ellos la pandemia del coronavirus, sobre la cual reflexionó en diversos materiales que publicó en los últimos meses. Byung-Chul Han es probablemente el filósofo contemporáneo más leído del mundo. Su voz es muy respetada en el ámbito del pensamiento.
A continuación compartimos un texto del
filósofo surcoreano publicado por primera vez en su libro Psychopolitik.
El poder tiene formas muy diferentes de manifestación. La más indirecta e inmediata se exterioriza como negación de la libertad. Esta capacita a los poderosos a imponer su voluntad también por medio de la violencia contra la voluntad de los sometidos al poder. El poder no se limita, no obstante, a quebrar la resistencia y a forzar a la obediencia: no tiene que adquirir necesariamente la forma de una coacción.
El poder que depende de la violencia no representa el poder supremo. El solo hecho de que una voluntad surja y se oponga al poderoso da testimonio de la debilidad de su poder. El poder está precisamente allí donde no es tematizado. Cuanto mayor es el poder, más silenciosamente actúa. El poder sucede sin que remita a sí mismo de forma ruidosa.
El poder, sin duda,
puede exteriorizarse como violencia o represión. Pero no descansa en ella. No
es necesariamente excluyente, prohibitorio o censurador. Y no se opone a la
libertad. Incluso puede hacer uso de ella. Solo en su forma negativa, el poder
se manifiesta como violencia negadora que quiebra la voluntad y niega la
libertad. Hoy el poder adquiere cada vez más una forma permisiva. En su
permisividad, incluso en su amabilidad, depone su negatividad y se ofrece como
libertad.
El poder
disciplinario no está dominado del todo por la negatividad. Se articula de
forma inhibitoria y no permisiva. A causa de su negatividad, el poder
disciplinario no puede describir el régimen neoliberal, que brilla en su
positividad. La técnica de poder propia del neoliberalismo adquiere una forma
sutil, flexible, inteligente, y escapa a toda visibilidad. El sujeto sometido
no es siquiera consciente de su sometimiento. El entramado de dominación le
queda totalmente oculto. De ahí que se presuma libre.
Ineficiente es el
poder disciplinario que con gran esfuerzo encorseta a los hombres de forma
violenta con preceptos y prohibiciones. Radicalmente más eficiente es la
técnica de poder que cuida de que los hombres se sometan por sí mismos al
entramado de dominación. Quiere activar, motivar, optimizar y no obstaculizar o
someter. Su particular eficiencia se debe a que no actúa a través de la
prohibición y la sustracción sino de complacer y colmar. En lugar de hacer a
los hombres sumisos, intenta hacerlos dependientes.
El poder
inteligente, amable, no opera de frente contra la voluntad de los sujetos
sometidos, sino que dirige esa voluntad a su favor. Es más afirmativo que
negador, más seductor que represor. Se esfuerza en generar emociones positivas
y en explotarlas. Seduce en lugar de prohibir. No se enfrenta al sujeto, le da
facilidades.
El poder inteligente
se ajusta a la psique en lugar de disciplinarla y someterla a coacciones y
prohibiciones. No nos impone ningún silencio. Al contrario: nos exige
compartir, participar, comunicar nuestras opiniones, necesidades, deseos y
preferencias; esto es, contar nuestra vida. Este poder amable es más poderoso
que el poder represivo. Escapa a toda visibilidad. La presente crisis de
libertad consiste en que estamos ante una técnica de poder que no niega o
somete la libertad, sino que la explota. Se elimina la decisión libre en favor
de la libre elección entre distintas ofertas.
El poder
inteligente, de apariencia libre y amable, que estimula y seduce, es más
efectivo que el poder que clasifica, amenaza y prescribe. El botón de me gusta
es su signo. Uno se somete al entramado de poder consumiendo y comunicándose,
incluso haciendo clic en el botón de me gusta. El neoliberalismo es el
capitalismo del me gusta. Se diferencia sustancialmente del capitalismo del
siglo XIX, que operaba con coacciones y prohibiciones disciplinarias.
El poder inteligente
lee y evalúa nuestros pensamientos conscientes e inconscientes. Apuesta por la
organización y optimización propias realizadas de forma voluntaria. Así no ha
de superar ninguna resistencia. Esta dominación no requiere de gran esfuerzo,
de violencia, ya que simplemente sucede. Quiere dominar intentando agradar y generando
dependencias. La siguiente advertencia es inherente al capitalismo del me
gusta: protégeme de lo que quiero.
Gracias a bloghemia
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