¿MONTAMOS
UNA COOPERATIVA DE PLATAFORMA?
La
Pájara Mensajería, Coopcycle, Som Mobilitat y Fairbnb son algunos
de los proyectos cooperativos que han nacido para ofrecer una
alternativa social a las economías de plataforma. Sus objetivos:
crear un trabajo con condiciones dignas,
estructuras de decisión horizontales y tejer redes.
A
pesar de que la mayoría de las mal llamadas empresas de economía
colaborativa, como Uber, Glovo, Deliveroo o Airbnb, tienen
trabajadores y trabajadoras no reconocidos,
a pesar de que los conflictos sociales que generan tensionan las
relaciones entre gobiernos locales y sectores laborales, a pesar de
que la turistificación está echando a la gente de sus casas, a
pesar de que detrás están las fortunas más grandes del mundo…, a
pesar de todo esto, la actividad empresarial de las plataformas va
viento en popa y las personas y colectivos afectados cada vez son
más.
Pero
hay gente que ha dicho basta. De manera lenta, pero firme, van
surgiendo iniciativas locales y globales basadas en la autogestión,
de impacto positivo y bajo formas empresariales cooperativistas.
Tenemos ejemplos en todos los ramos: Som Mobilitat —una cooperativa
de car sharing eléctrico—, Fairbnb —el Airbnb justo—, La
Pájara Ciclomensajería —una cooperativa de reparto en bicicleta
compuesta por algunos exglovers y otros ciclistas que luchan por sus
derechos y que quieren gestionar su propio proyecto— o Coopcycle
—la plataforma europea de software libre dedicado únicamente a
cooperativas para la gestión de entregas en bicicleta—. Todos
ellos son proyectos que han surgido como una alternativa a la
plataformización de la economía basada en la explotación
laboral, de datos y de capital.
Las
distintas iniciativas tienen algo en común: las personas que las
conforman, hartas de las prácticas extractivistas de la economía
capitalista de plataforma, han decidido optar por la
intercooperación, por el tejido de redes entre las distintas
alternativas que se enraízan en lo local y dignifican el trabajo, y
por formas de gobernanza horizontales en las que se sigue el
principio de una persona, un voto.
TRABAJO
DIGNO, COPROPIEDAD Y COGOBERNANZA
En
el caso de La Pájara Ciclomensajería, algunos de sus miembros han
sido o siguen siendo riders
de
Glovo o Deliveroo hasta que el proyecto sea sostenible. Surgió como
una alternativa de autoempleo para personas que trabajaban como
ciclomensajeras y que buscaban estabilidad y unos derechos laborales
que en las plataformas mainstream
no
existen. “Las plataformas son una picadora de carne. Gente entra,
gente sale, y esto lo que hace es que se acabe mermando derechos,
porque todo el mundo es autónomo y nadie lucha porque nadie va a
durar lo suficiente”, comenta Kike Medina Galán, uno de los
fundadores de La Pájara. “No te pagan bajas, cuando es un trabajo
de riesgo, y no hay seguros”, afirma el rider.
Por ahora son cinco personas trabajando y buscando una red de
colaboradores para realizar sus entregas.
En
La Pájara se comunican con sus colaboradores a través de una
aplicación móvil promovida por CoopCycle, la federación europea de
cooperativas de entrega por bicicleta, que se puso manos a la obra en
respuesta a la uberización del trabajo. “Coopcycle es una
plataforma de código abierto para ciclomensajería en la que somos
copropietarios
y co-desarrolladores. Si vemos un error, lo reportamos. La plataforma
está en constante desarrollo y nos sirve a todas las cooperativas de
ciclorreparto”, comenta Medina.
En
la actualidad, 21 cooperativas funcionan con este software
en
Francia, España, Bélgica, Reino Unido y Alemania. Fue lanzado desde
Francia ante la inminente necesidad de asociarse para compartir
información y buenas prácticas para lanzar y gestionar una
cooperativa de reparto en bicicleta. Los beneficios del trabajo en
red son claros: el trabajo colectivo ayuda a abaratar costes
comprando a granel mochilas de reparto o cargos, por ejemplo, y
desarrollando una plataforma común para recibir pedidos y
simplificar el trabajo.
Amélie
es una de las cofundadoras de Traboulotte, el primer colectivo
tecnológico de reparto de comida a domicilio que utilizó Coopcycle
en Francia. “Estamos mano a mano con restaurantes que quieren
trabajar y formar parte de sistemas más éticos de reparto. La
principal diferencia [con las plataformas de capital] es que nosotros
decidimos cuánto y cómo vamos a cobrar —según la hora que sea,
el tipo de pedido, si llueve o si es fin de semana—, decidimos con
quién trabajamos —eliminamos partners que nos falten al respeto—
y decidimos también la forma en que la plataforma funciona, lo
discutimos con el resto de ciclocooperativas y lo cambiamos si
llegamos a un acuerdo”, afirma la ciclomensajera.
Al igual que Traboulotte, los colaboradores de La Pájara son los
restaurantes y empresas a los que les hacen los repartos. “Nos
referimos a ellos como colaboradores porque, al final, es una
colaboración: si les va bien a ellos, nos va bien a nosotros”,
afirman desde La Pájara.
Otro
proyecto también sobre movilidad, pero en este caso en coche
eléctrico, es Som Mobilitat. La cooperativa tiene por objetivo
ayudar a la gente a realizar una movilidad más sostenible. Surgió
en julio de 2016, tras un año de exploración y trabajo voluntario,
y en la actualidad cuenta con un equipo técnico de diez personas y
alrededor de 1.300 socios, de los cuales aproximadamente 800 son
personas usuarias de los coches eléctricos. Está organizada por
grupos locales de movilidad y el trabajo se distribuye entre el
equipo técnico y las personas socias de la cooperativa.
La
cooperativa va viento en popa. En la actualidad están presentes en
once municipios y tienen 25 coches eléctricos socializados. Su
modelo de negocio es el alquiler de los coches a las personas que
forman parte de la cooperativa. Los fondos para comprar los coches se
consiguen a través de tres vías: el financiamiento colectivo, la
compra por parte de una entidad pública y la compra por parte de una
empresa privada. En estos dos últimos casos, Som Mobilitat tiene
acceso a los coches por las tardes y los fines de semana, y la
entidad pública o privada de lunes a viernes en horario laboral. El
financiamiento colectivo se remunera con un interés del 3% a las
personas que han participado en la financiación de los coches. “Lo
que queremos es cambiar el paradigma de ‘cien vecinos, cien
coches’. La movilidad y la energía son temas críticos y
estratégicos, y en el futuro va a estar en manos de las
corporaciones. Como ciudadanía, nos tenemos que empoderar para que
no nos digan cómo nos tenemos que mover”, afirma Ricard Jornet,
uno de sus fundadores.
El
alojamiento también tiene su alternativa. Fairbnb es una plataforma
de alquiler de pisos para temporadas cortas de la que solo forman
parte alojamientos éticos y cuya gobernanza está basada en la toma
de decisiones de forma distribuida. Surgió simultáneamente en
Venecia y Ámsterdam, dos de las ciudades más afectadas por el
fenómeno de la turistificación a nivel europeo. “Nace como
respuesta a un problema en esas ciudades: pérdida del derecho a la
vivienda, subidas de alquiler, pérdida de entidad local. En
Ámsterdam se reunió Fair Amsterdam y se nos ocurrió la idea de
construir una alternativa
que planteara una solución, una alternativa que, desde lo
cooperativo, no se olvide del territorio”, dice Jonathan Reyes, uno
de los fundadores de Fairbnb. Sus datos son transparentes y están a
disposición de las administraciones locales que los soliciten para
garantizar que tan solo alquilan casas que han sido previamente
legalizadas. Además, cuentan con el principio one host, one home (un
usuario, una casa) como forma de prevenir la concentración de muchas
casas de la red en pocas manos, tal y como ocurre con Airbnb.
FOMENTAR
EL TEJIDO LOCAL PARA GENERAR REDES
Parar
las prácticas extractivistas que no aportan nada al territorio es
uno de los principios bajo los que funcionan estas iniciativas.
“Estamos participando en la creación del tejido local, de un
entramado, una red, y entre todos vamos apoyándonos y creciendo.
Todo lo hacemos de cara a un consumo responsable y a un servicio más
ético y a que nadie en las cadenas de producción y consumo esté
explotado por sus condiciones laborales”, afirma Medina,
de La Pájara. Esta, además de un proyecto de autoempleo de
ciclorreparto, es la finalidad de su cooperativa.
Fairbnb
también está trabajando en esta dirección. La imagen del turista
que llega haciendo ruido con su maletita de ruedas, visita los
locales typical Spanish y abandona la ciudad dejando tras de sí
alquileres encarecidos no cuadra con esta cooperativa. El 50% de la
comisión del servicio de alquiler se dona a proyectos sociales
locales elegidos por las personas participantes en el intercambio,
tanto vecinas como viajeras. “Queremos revertir el proceso de la
mal llamada economía colaborativa, que se olvida del territorio”,
afirma Reyes. Los proyectos tienen que ser comunitarios y tener una
entidad legal y jurídica para poder recibir fondos. “Se priorizan
aquellos que ayudan a combatir la gentrificación
y proteger el derecho a la vivienda”, sentencia el miembro de
Fairbnb.
El
trabajo en red forma parte del ADN de muchas de estas iniciativas.
Pam a Pam, de la Xarxa d’Economia Solidària (XES) —Red de
Economía Solidaria— de Cataluña, significa en español palmo a
palmo. Su nombre hace referencia al mapeo, palmo a palmo y
colaborativo, de proyectos de economía solidaria en el territorio
catalán que llevan a cabo sus chinchetas para mapearlas y
visibilizarlas. Su idea es precisamente la que comenta el
ciclomensajero, el hacer visible el tejido de alternativas para
ayudar a su visibilización y articulación, y para poder tejer
redes. Cuentan con 800 entidades mapeadas y muchas chinchetas, las
personas que buscan iniciativas de economía social y solidaria
en los pueblos y ciudades de Cataluña. Las chinchetas localizan
iniciativas, las entrevistan para ver si cumplen una serie de
criterios éticos y sociales, y les facilitan el unirse a la red de
Pam a Pam.
EXTRACCIÓN
DE DATOS A DEBATE Y REINVERSIÓN DE CAPITAL
La
finalidad de estas iniciativas no es el lucro personal, sino la
reinversión de las ganancias en el objeto social de la empresa y la
creación de trabajo digno. “Lo único que queremos es llegar a
tener un salario base mínimo para los cinco de la cooperativa. El
poder constituir la cooperativa sin que nadie nos preste dinero es un
logro porque lo hemos producido nosotros trabajando”, afirma uno de
los fundadores de La Pájara.
La
economía de plataforma capitalista trabaja bajo el modelo de
acumulación de capital en unas pocas manos basado en la extracción
de recursos y datos de las personas. “Nosotros no nos apropiamos de
ningún capital, estamos en las antípodas de eso”, afirma Ricard
desde Som Mobilitat. “Nuestro objetivo no es ganar dinero y, si lo
ganamos, que esperamos hacerlo, es para reinvertir en la movilidad
sostenible y en mejores servicios”, concluye.
La
extracción de datos para su explotación está en debate en algunas
de las iniciativas. Alba Hierro, co-coordinadora de Pam a Pam en la
XES y matemática, comenta que “el problema no son las
herramientas, el problema es el uso que se hace de esas herramientas.
Las alternativas que están en Pam a Pam son entidades a las que
hemos contactado una a una, que cumplen una serie de criterios y
prácticas, que trabajan con ciertos valores y que tienen un impacto
positivo en el medio ambiente y en la sociedad. Lo importante no es
tanto que la herramienta sea distinta, sino para qué se usa”. En
el caso de Pam a Pam, sí hacen explotación de datos agregados para
mapeos que permiten hacer diagnósticos por territorio y por sectores
de economía. Sin embargo, no es explotación masiva de datos y
tampoco realizan segmentación de perfiles.
En
la misma línea consideran en Som Mobilitat el uso de datos, su uso
puede ser positivo si se hace con cuidado y para el objeto social de
la cooperativa. “Ahora mismo no hacemos nada con los datos porque
no ha salido el tema a debate, pero el equipo fundador siempre hemos
dicho que nos gustaría compartir los datos de manera anonimizada
para poder hacer la movilidad más sostenible. Si es para este fin,
estamos a favor del uso de los datos” afirma Ricard Jornet.
Relaciones
laborales justas, toma de decisiones horizontal, explotación de
datos a debate, retorno de capital al proyecto, tejido de redes.
Todas estas características definen los proyectos que plantan cara a
la ofensiva de plataforma. Son proyectos al alcance de la mano y
autogestionados.
¿Para
cuándo uno en tu barrio?
GENOVEVA
LÓPEZ
@GENOLOMO
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