Con Entrepatios,
vivienda ecosocial en derecho de uso, queremos mostrar que hay
modelos de vida que parecen improbables o imposibles pero que pueden
ser reales.
Le
dijo: estoy lavando el cielo para que huela a otoño y
ella comprendió y acudió a la cita bajo la lluvia. Ambas
sabían que no es revolucionaria quien quiere, sino quien puede.
Y
como tenían las condiciones para serlo caminaron bajo la lluvia
hasta encontrarse con las demás.
Cuando
nos preguntan qué es Entrepatios contamos
que es una cooperativa de vivienda ecosocial en derecho de uso y que
está formada por un grupo heterogéneo de personas que tienen el
mismo objetivo: poner en práctica otras formas de vivir en la ciudad
que no permitan la especulación inmobiliaria, que tengan en cuenta
la sostenibilidad ambiental y que creen comunidad. Contamos que
pretendemos poner en marcha otro modelo de gestión inmobiliaria
alternativo al alquiler y la compra, el régimen de derecho de uso,
que supone poder disfrutar de una vivienda y participar en la toma de
decisiones sobre ella y su diseño, pero sin llegar a adquirirla en
propiedad.
Luego,
si surgen más preguntas y se entabla un diálogo, contamos que a
partir de esta experiencia queremos mostrar que hay modelos de vida
que parecen improbables o imposibles pero que pueden ser reales.
Formas de vida que tratan de romper el cerco de lo establecido por un
sistema económico depredador de vida.
Contamos,
a quien quiera conocerlo, cuáles fueron las claves para conseguirlo
y las cosas en las que nos equivocamos cuando tratamos de construir
esa otra manera de vivir. Y, a quien le interese nuestra historia de
creación colectiva de vida en común, le explicamos cómo fue el
proceso de formación de Entrepatios.
Un proceso que ha desembocado en dos promociones en Madrid (una en
Usera y otra en Vallecas) y una tercera que está buscando un lugar
donde asentarse. Y lo narramos con un relato híbrido, diverso,
colectivo, como la propia composición de nuestra cooperativa.
Siempre
comenzamos diciendo que Entrepatios no
se crea aislado del entorno que lo rodea, sino que crece a la par de
lo que ocurre socialmente a su alrededor, por encima y por debajo,
saliendo del centro hacia las periferias. Entrepatios nace
de una parte de la realidad social, en un mundo en declive donde
existen espacios de resistencia. Contamos el proceso desde las voces
diversas que miran el proceso desde dentro. Tratando de plantear
preguntas que generen más preguntas, que desemboquen en un diálogo
necesario para seguir construyendo esos otros imaginarios donde no
solo se resisten los embates del capitalismo, sino que se crean
alternativas que caminan tratando de pisar suave la tierra, hacia
delante.
Y
siempre lo decimos, Entrepatios es
un proyecto político. Lo es desde antes de llamarse
Entrepatios,
desde que un grupo de amigas y amigos comenzaron a juntarse para
pensar otra forma de vivir. Y lo es porque se creó utilizando los
aprendizajes sacados de distintos contextos: en las luchas
feministas, en las cooperativas de trabajo, en grupos ecologistas,
mirando lo que ocurre en las periferias, escudriñando lo que sucede
más allá de las puertas de las casas, en periódicos que cuentan lo
que sucede en las calles, en un proyecto de crianza colectivo.
Aprendimos que no da igual qué opción tomar. Aprendimos que hacer
las cosas de una u otra manera tiene repercusiones para otras
personas, para el planeta. Y porque lo aprendimos necesitamos aplicar
lo que pensamos también en nuestras viviendas.
Y
creamos un lugar que se construye tratando de poner la vida en el
centro. Partimos de la base de que somos interdependientes, que todos
los humanos necesitamos de los cuidados de otras personas para poder
sobrevivir, y que somos ecodependientes, que nuestra vida depende
radicalmente del resto de seres vivos y de nuestro entorno.
Hemos
dedicado mucho tiempo al proceso, cuidándolo, dándole toda la
importancia que tiene a la palabra participación, debatiendo y
haciendo construcciones colectivas.
Preguntándonos muchas cosas y
tratando de buscar respuestas conjuntamente.
¿Plantear un modelo
alternativo a la propiedad privada promueve otra manera de
relacionarnos?
¿Es
más caro construir un edificio ecológico?
¿Cómo
vamos a crear nuestro modelo de convivencia?
¿La
banca ética es una línea roja para ver a quién le pedimos un
crédito?
¿Qué
criterios ponemos para elegir a la constructora?
¿Cómo
será más eficiente energéticamente el edificio?
¿Qué
vamos a hacer en los espacios comunes?
¿Se
mueve nuestro proyecto con los criterios de la economía social?
¿Cómo
resolvemos los conflictos?
¿Es
un modelo que se puede extender a otros lugares?
¿Qué
parte de la población queda excluida de poder acceder a este modelo
de vivienda?
Y
contestando a estas y otras preguntas definimos los tres pilares que
nos sostienen. El social, que se basa en que las vecinas y vecinos
somos parte activa de las decisiones que afectan a la forma en que se
construye la comunidad, poniendo la mirada también hacia fuera, al
barrio, a la ciudad, al mundo. El pilar medioambiental, que se basa
en construir un edificio que garantice la buena gestión de los
recursos y necesidades en relación a aspectos como el agua, el
transporte o los residuos, y que esté construido mirando los
materiales que utilizamos y con un consumo energético casi nulo,
tratando de minimizar al máximo los impactos. Y el pilar económico,
que se basa en el derecho de uso, de modo que la propiedad de las
viviendas siempre reside en manos de la cooperativa: las socias y
socios nunca podremos ser propietarias de las viviendas donde
viviremos, lo que impide la especulación en un mercado inmobiliario
desaforado.
Creemos
que estos tres pilares ayudan a pensar en otro modelo cultural y
social diferente al hegemónico. Un modelo que permita cuestionar (y
disputar) el poder a las grandes empresas y a los que toman las
decisiones sobre cómo organizar el mundo desde arriba. Pero para
poder generar escenarios que disputen la hegemonía cultural y el
poder, primero tenemos que tener la posibilidad de imaginar. Imaginar
otro mundo, imaginar lo que podría ser.
En Entrepatios hemos
tenido la posibilidad de imaginar, de pensar no solo desde lo teórico
sino de vivenciar otra posibilidad de construcción social en el tema
de la vivienda. Nos hemos sentado a hablar de problemas que se
presentan como individuales pero son colectivos y tratamos de generar
tejidos que permitan una construcción social y cultural diferente a
partir de la vida en común. Un modelo que, quizás, contribuya a
crear esas colectividades que caminen hacia horizontes de
desobediencia tan imprescindibles en el contexto actual.
Lo
sabemos: hace falta un gran ejercicio de imaginación para pensar que
este modelo de vivienda puede disputar algo a los poderes
hegemónicos. Pero quizás, si ponemos en práctica esa vida en
común, podríamos imaginar que esta cooperativa de vivienda podría
ser un intento de metáfora de algo más grande, de otra forma de
organizarse, de lo que podría ser. De un proceso que trasciende a lo
que ocurre en el interior de nuestras casas. Una metáfora
inesperada, improbable en un mundo en descomposición. Una metáfora
que tal vez podría dar pistas sobre otra forma de montar el mundo.
Comenzamos
a juntarnos para pensar un proyecto de vivienda colectiva. No
sabíamos cómo. No sabíamos dónde. Sabíamos por qué. Y nos
juntamos.
EN
EL OTRO EXTREMO: HOUSERS, DEMOCRATIZANDO LA ESPECULACIÓN
Proyectos
como La
Borda en
Barcelona o Entrepatios en
Madrid, surgen como alternativas de consumo en el sector de la
vivienda, tras años de una crisis en la que mucho ha tenido que ver
el estallido de la burbuja inmobiliaria. Sin embargo, viendo el
panorama actual, poco parece que hayamos aprendido de la historia, en
un momento en el que el precio de la vivienda, tanto en alquiler como
en compra, vuelve a dispararse, empujado por el mismo afán
especulador y la desregularización del mercado.
En
este contexto, y en el polo opuesto, surge Housers,
una plataforma de financiación colectiva, o crowfunding,
que permite invertir en distintos tipos de bienes, pero sobre todo en
el mercado inmobiliario, a partir de pequeñas cantidades. Toda una
democratización de la especulación, que ya cuenta con más de
90.000 usuarios y con una inversión acumulada de más de 63 millones
de euros. Y es que como explican Antonio Brusola y Álvaro Luna,
fundadores de la plataforma, “hay que tener en cuenta que la
inversión inmobiliaria siempre ha aportado rentabilidades altas,
pero era un mercado restringido a grandes capitales. Ahora se puede
invertir en varios inmuebles por toda España desde 100 euros y sin
moverse del sofá".
ENTREPATIOS
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