PÀGINES MONOGRÀFIQUES

11/10/18

Un intento de algo más grande, de otra forma de organizarse, de lo que podría ser

OTRA MANERA DE VIVIR

Con Entrepatios, vivienda ecosocial en derecho de uso, queremos mostrar que hay modelos de vida que parecen improbables o imposibles pero que pueden ser reales.

Le dijo: estoy lavando el cielo para que huela a otoño y ella comprendió y acudió a la cita bajo la lluvia. Ambas sabían que no es revolucionaria quien quiere, sino quien puede.
Y como tenían las condiciones para serlo caminaron bajo la lluvia hasta encontrarse con las demás.

Cuando nos preguntan qué es Entrepatios contamos que es una cooperativa de vivienda ecosocial en derecho de uso y que está formada por un grupo heterogéneo de personas que tienen el mismo objetivo: poner en práctica otras formas de vivir en la ciudad que no permitan la especulación inmobiliaria, que tengan en cuenta la sostenibilidad ambiental y que creen comunidad. Contamos que pretendemos poner en marcha otro modelo de gestión inmobiliaria alternativo al alquiler y la compra, el régimen de derecho de uso, que supone poder disfrutar de una vivienda y participar en la toma de decisiones sobre ella y su diseño, pero sin llegar a adquirirla en propiedad.

Luego, si surgen más preguntas y se entabla un diálogo, contamos que a partir de esta experiencia queremos mostrar que hay modelos de vida que parecen improbables o imposibles pero que pueden ser reales. Formas de vida que tratan de romper el cerco de lo establecido por un sistema económico depredador de vida.


Contamos, a quien quiera conocerlo, cuáles fueron las claves para conseguirlo y las cosas en las que nos equivocamos cuando tratamos de construir esa otra manera de vivir. Y, a quien le interese nuestra historia de creación colectiva de vida en común, le explicamos cómo fue el proceso de formación de Entrepatios. Un proceso que ha desembocado en dos promociones en Madrid (una en Usera y otra en Vallecas) y una tercera que está buscando un lugar donde asentarse. Y lo narramos con un relato híbrido, diverso, colectivo, como la propia composición de nuestra cooperativa.

Siempre comenzamos diciendo que Entrepatios no se crea aislado del entorno que lo rodea, sino que crece a la par de lo que ocurre socialmente a su alrededor, por encima y por debajo, saliendo del centro hacia las periferias. Entrepatios nace de una parte de la realidad social, en un mundo en declive donde existen espacios de resistencia. Contamos el proceso desde las voces diversas que miran el proceso desde dentro. Tratando de plantear preguntas que generen más preguntas, que desemboquen en un diálogo necesario para seguir construyendo esos otros imaginarios donde no solo se resisten los embates del capitalismo, sino que se crean alternativas que caminan tratando de pisar suave la tierra, hacia delante.

Y siempre lo decimos, Entrepatios es un proyecto político. Lo es desde antes de llamarse  Entrepatios, desde que un grupo de amigas y amigos comenzaron a juntarse para pensar otra forma de vivir. Y lo es porque se creó utilizando los aprendizajes sacados de distintos contextos: en las luchas feministas, en las cooperativas de trabajo, en grupos ecologistas, mirando lo que ocurre en las periferias, escudriñando lo que sucede más allá de las puertas de las casas, en periódicos que cuentan lo que sucede en las calles, en un proyecto de crianza colectivo. Aprendimos que no da igual qué opción tomar. Aprendimos que hacer las cosas de una u otra manera tiene repercusiones para otras personas, para el planeta. Y porque lo aprendimos necesitamos aplicar lo que pensamos también en nuestras viviendas.

Y creamos un lugar que se construye tratando de poner la vida en el centro. Partimos de la base de que somos interdependientes, que todos los humanos necesitamos de los cuidados de otras personas para poder sobrevivir, y que somos ecodependientes, que nuestra vida depende radicalmente del resto de seres vivos y de nuestro entorno.

Hemos dedicado mucho tiempo al proceso, cuidándolo, dándole toda la importancia que tiene a la palabra participación, debatiendo y haciendo construcciones colectivas. 
Preguntándonos muchas cosas y tratando de buscar respuestas conjuntamente. 

¿Plantear un modelo alternativo a la propiedad privada promueve otra manera de relacionarnos?

¿Es más caro construir un edificio ecológico?

¿Cómo vamos a crear nuestro modelo de convivencia?

¿La banca ética es una línea roja para ver a quién le pedimos un crédito?

¿Qué criterios ponemos para elegir a la constructora?

¿Cómo será más eficiente energéticamente el edificio?

¿Qué vamos a hacer en los espacios comunes?

¿Se mueve nuestro proyecto con los criterios de la economía social?

¿Cómo resolvemos los conflictos?

¿Es un modelo que se puede extender a otros lugares?

¿Qué parte de la población queda excluida de poder acceder a este modelo de vivienda?

Y contestando a estas y otras preguntas definimos los tres pilares que nos sostienen. El social, que se basa en que las vecinas y vecinos somos parte activa de las decisiones que afectan a la forma en que se construye la comunidad, poniendo la mirada también hacia fuera, al barrio, a la ciudad, al mundo. El pilar medioambiental, que se basa en construir un edificio que garantice la buena gestión de los recursos y necesidades en relación a aspectos como el agua, el transporte o los residuos, y que esté construido mirando los materiales que utilizamos y con un consumo energético casi nulo, tratando de minimizar al máximo los impactos. Y el pilar económico, que se basa en el derecho de uso, de modo que la propiedad de las viviendas siempre reside en manos de la cooperativa: las socias y socios nunca podremos ser propietarias de las viviendas donde viviremos, lo que impide la especulación en un mercado inmobiliario desaforado.

Creemos que estos tres pilares ayudan a pensar en otro modelo cultural y social diferente al hegemónico. Un modelo que permita cuestionar (y disputar) el poder a las grandes empresas y a los que toman las decisiones sobre cómo organizar el mundo desde arriba. Pero para poder generar escenarios que disputen la hegemonía cultural y el poder, primero tenemos que tener la posibilidad de imaginar. Imaginar otro mundo, imaginar lo que podría ser.

En Entrepatios hemos tenido la posibilidad de imaginar, de pensar no solo desde lo teórico sino de vivenciar otra posibilidad de construcción social en el tema de la vivienda. Nos hemos sentado a hablar de problemas que se presentan como individuales pero son colectivos y tratamos de generar tejidos que permitan una construcción social y cultural diferente a partir de la vida en común. Un modelo que, quizás, contribuya a crear esas colectividades que caminen hacia horizontes de desobediencia tan imprescindibles en el contexto actual.

Lo sabemos: hace falta un gran ejercicio de imaginación para pensar que este modelo de vivienda puede disputar algo a los poderes hegemónicos. Pero quizás, si ponemos en práctica esa vida en común, podríamos imaginar que esta cooperativa de vivienda podría ser un intento de metáfora de algo más grande, de otra forma de organizarse, de lo que podría ser. De un proceso que trasciende a lo que ocurre en el interior de nuestras casas. Una metáfora inesperada, improbable en un mundo en descomposición. Una metáfora que tal vez podría dar pistas sobre otra forma de montar el mundo.

Comenzamos a juntarnos para pensar un proyecto de vivienda colectiva. No sabíamos cómo. No sabíamos dónde. Sabíamos por qué. Y nos juntamos.

EN EL OTRO EXTREMO: HOUSERS, DEMOCRATIZANDO LA ESPECULACIÓN

Proyectos como La Borda en Barcelona o Entrepatios en Madrid, surgen como alternativas de consumo en el sector de la vivienda, tras años de una crisis en la que mucho ha tenido que ver el estallido de la burbuja inmobiliaria. Sin embargo, viendo el panorama actual, poco parece que hayamos aprendido de la historia, en un momento en el que el precio de la vivienda, tanto en alquiler como en compra, vuelve a dispararse, empujado por el mismo afán especulador y la desregularización del mercado.

En este contexto, y en el polo opuesto, surge Housers, una plataforma de financiación colectiva, o crowfunding, que permite invertir en distintos tipos de bienes, pero sobre todo en el mercado inmobiliario, a partir de pequeñas cantidades. Toda una democratización de la especulación, que ya cuenta con más de 90.000 usuarios y con una inversión acumulada de más de 63 millones de euros. Y es que como explican Antonio Brusola y Álvaro Luna, fundadores de la plataforma, “hay que tener en cuenta que la inversión inmobiliaria siempre ha aportado rentabilidades altas, pero era un mercado restringido a grandes capitales. Ahora se puede invertir en varios inmuebles por toda España desde 100 euros y sin moverse del sofá".

ENTREPATIOS



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