Carlos
Taibo, Profesor de Ciencias Políticas
y de la Administración
de la Universidad Autónoma
de Madrid, ha publicado artículos
de política
internacional en diversos periódicos
y es autor de una veintena de libros, en su mayor parte relativos a
las transiciones en la Europa central y oriental contemporánea.
Carlos Taibo Arias, firme partidario del movimiento
antiglobalización,
debatió
ayer sobre el decrecimiento dentro de las XII Jornadas Culturales
Libertarias que organiza la CGT.
-Aboga
por el decrecimiento en una coyuntura económica
en la que se llama al consumo para aumentar la producción...
-Es
sorprendente que entre las respuestas de la crisis en la que estamos
inmersos, nunca se hable de la necesidad inexorable en los países
ricos del norte opulento de reducir nuestro niveles de producción
y de consumo. Todos sabemos que en el planeta en el que vivimos es
limitado, pero parece como si permaneciésemos
al margen de esta realidad y pensásemos
que podemos seguir creciendo indiscriminadamente. Hay que decrecer en
términos
de producción
y consumo, reducir el número
de nuestras horas de trabajo y los niveles de consumo, disponer de
más
tiempo libre y propiciar un reparto del trabajo en paralelo.
-¿Son
esas las claves para salir de la crisis?
-Sí,
los políticos
están
pensando permanentemente en seguir creciendo y acrecentar el consumo,
algo que es pan para hoy y hambre para mañana.
Uno de los elementos de reflexión
son estas decisiones tomadas últimamente
de subvencionar la compra de coches con recursos públicos,
cuando lo que los poderes públicos
tienen que hacer es incentivar no empleo de los automóviles
por los ciudadanos. Lo único
que preocupa es que la industria automovilística
siga produciendo coches, siga moviendo su carro, algo que es un error
en el medio y largo plazo.
-Si
las industrias se cierran...
-Hay
que cerrar complejos industriales fabriles en sectores como el
automovilístico,
la aviación,
la construcción
o la industria militar. Eso se traduciría
en un número
muy alto de desempleados en la Unión
Europea que habría
que solucionar desarrollando la economía
social y medioambiental y repartiendo el trabajo en los sectores
económicos
convencionales. Podemos trabajar bastante menos, asumir que ganaremos
menos pero reducir también
nuestras necesidades en términos
de consumo.
-
¿Algo
así
como volver al pasado?
-Sí,
tenemos que hacernos algunas preguntas sobre el pasado. La renta per
cápita
hoy en los Estados Unidos es tres veces más
grande que la registrada al finalizar la II Guerra Mundial y, sin
embargo, el porcentaje de ciudadanos norteamericanos que se declara
crecientemente infeliz es cada vez más
alto, esto invita a cuestionar si estamos progresando o estamos yendo
hacia atrás,
y hay gente que confiesa que era más
feliz cincuenta años
atrás
de lo que es ahora.
-Suena
a utopía...
-Falta
cambiar el 'chip' mental, es muy difícil
porque estamos educados para reglas del juego muy diferentes, pero en
términos
técnicos
es mucho más
fácil
decrecer que seguir creciendo, el problema del sistema capitalista
hoy en día
es que no es capaz de satisfacer su propia lógica
de crecimiento. Pero admito que cambiar el 'chip' mental no es una
tarea sencilla. De todas maneras, sospecho que determinados segmentos
de la población
al calor de la crisis están
empezando a hacerlo. Por ejemplo, estudios en los países
escandinavos, que es verdad que tienen coberturas sociales
importantes, concluyen que personas que perdieron su puesto de
trabajo descubren que con un subsidio, la sexta parte de lo que
ganaban, son mucho más
felices en una economía
mucho más
austera.
-¿Cómo
definiría
el estilo de vida actual?
-Yo
suelo hablar de un modo de vida esclavo que nos hace pensar que
seremos más
felices cuantas más
horas trabajemos, más
dinero ganemos y más
bienes acertemos a consumir, aunque todos sabemos que ese modo de
vida esclavo realmente tiene que ver muy poco con nuestra felicidad.
-Economía
social y reparto del trabajo son las fórmulas...
-Hay
que privilegiar aquellas actividades económicas
que no son lesivas con el medio ambiente. Estamos chupando recursos
que no van a estar a disposición
de las generaciones venideras, y esto es muy grave. Lo del reparto
del trabajo es una vieja demanda sindical que fue desapareciendo con
el paso del tiempo, hace 80 años
lo primero que los sindicatos intentaban garantizar era que todos los
trabajadores dispusiesen de algo de trabajo para llevar pan a casa.
Este esquema mental de nuevo ha desaparecido, pareciera que el
objetivo es acumular horas extra para ganar más
dinero.
-¿La
crisis está
abriendo los ojos a la necesidad que se sufre en el Tercer Mundo?
-Hay
una minoría
crítica
que, en efecto, es consciente de esto, pero la mayoría
vive por completo al margen, simplemente preocupada de mirarse el
ombligo. La crisis abre dos horizontes distintos, una conciencia cada
vez más
crítica
sobre la sinrazón
de los sistemas que padecemos, y otro, una respuesta muy sumisa al
miedo que nos intentan generar. La estrategia de nuestros gobernantes
consiste en decirnos que si queremos mantener buena parte de los
privilegios, tendremos que aceptar un escenario más
regresivo, porque si no lo perderemos. Hay que empezar a romper con
esta estrategia del miedo y el amedrentamiento.
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