16.7.25

Aunque el resultado no sea perfecto. Lo imperfecto siempre será mejor que lo inhumano

PERSONAS O COSAS                                         

En ÉbanoRyszard Kapuściński relata sus viajes por África con una mirada lúcida y empática. La historia de Madame Diuf en un tren arranca sonrisas, pero pronto el tono cambia cuando el convoy atraviesa el barrio pobre de una ciudad, con grandes similitudes respecto a cualquier otra urbe del mundo, africana o no.

La guerra, la sequía, la pobreza o la verde esperanza en una vida mejor hacen que la gente emigre: del campo a la ciudad, de un país a otro… Lo ha hecho el ser humano desde que existe y no va a dejar de hacerlo. Y ahora se añade un factor  que lo cambia todo. Podría ser la desbocada  desigualdad, pero nos referimos a la crisis climática y sus inquietantes efectos.

Kapuściński se deja sorprender por los barrios apretados con personas desamparadas que dependen del azar y de la solidaridad, que solo tienen lo puesto y, a veces, es prestado. Estas personas no se quejan porque no tienen dónde hacerlo. Su única posesión de valor es su cuerpo. Entonces, este periodista y escritor reflexiona:

«Se vuelve cada vez más importante para el mundo la pregunta no de cómo alimentar a la humanidad —hay comida suficiente, a menudo solo se trata de organización—, sino de qué hacer con la gente. Qué hacer con la presencia en la Tierra de millones y millones de personas. Con su energía sin emplear. Con el potencial que llevan dentro y que nadie parece necesitar. ¿Qué lugar ocupa esa gente en la familia humana? ¿El de miembros de pleno derecho? ¿El de prójimos maltratados? ¿El de intrusos molestos?»

Estas preguntas resuenan con fuerza en un mundo marcado aún hoy por la exclusión. Hubo un tiempo en el que defendíamos limitar la población mundial. Ahora comprendemos que es mejor actuar de forma indirecta. Centrémonos en proteger los derechos de las personas más pobres, con especial atención a niñas y mujeres. Es esencial mejorar la educación, eliminar la  discriminación y reducir la desigualdad.

Uno de los problemas más graves de la humanidad —la  desigualdad explosiva— tiene, a la vez, mecanismos fáciles de solución. Se trata de limitar los enormes beneficios de unas élites económicas que son las principales responsables de los mayores desastres ambientales, amén de otras injusticias. No se trata solo de subir los impuestos a los mega-ricos y de eliminar sus paraísos fiscales. También hay que prohibir ciertas actividades de altísimo impacto ambiental que simbolizan el despilfarro extremo, tales como los jets privados, los megayates, el turismo espacial y el antártico, los trofeos de caza exóticos, usar  helicópteros para comprar el pan, o practicar deportes que deberían estar prohibidos.

Además, debemos asegurar que los beneficios del avance humano lo sean para la humanidad en general, y no solo —como ocurre a menudo— para quienes menos los necesitan. Algunos ejemplos de lo que deberíamos ir haciendo antes de que sea demasiado tarde son:

  • Reducir la jornada laboral y evitar las horas extras.
  • Aprobar una Renta Básica para mayores de edad
  • Aplicar una fiscalidad justa y verde con impuestos a robots y ordenadores industriales.
  • Valorar tareas ahora no remuneradas (voluntariado, cuidado de niños o de mayores, etc.).
  • Controlar la deslocalización y el abuso de las multinacionales exigiendo el mismo comportamiento en todos los países en los que operen.
  • Adoptar prácticas agrícolas basadas en la agroecología
  • Reducir el consumo de carne y pescado, así como el presupuesto militar.

En todos estos asuntos, o bien avanzamos poco, o bien retrocedemos. Y mientras tanto, debemos recordar que emigrar es un derecho humano fundamental que debe ser respetado. Tener miedo a perder lo que tenemos es algo natural, pero no debemos permitir que ese temor derrote a nuestra empatía y solidaridad. Sin duda, todos podemos imaginar una situación en la que nosotros mismos querríamos hacer uso de ese derecho a emigrar para buscar un futuro mejor.

No hay soluciones simples, pero sí caminos adecuados. Actuemos con responsabilidad y coherencia, aunque el resultado no sea inmediato ni perfecto. Lo imperfecto siempre será mejor que lo inhumano.

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