EL IMPULSO VITAL
"A través de un cambio transformador, la naturaleza aún puede conservarse, restaurarse y usarse de manera sostenible, esto también es clave para cumplir con la mayoría de los otros Objetivos de Desarrollo Sostenible. Por cambio transformador, nos referimos a una reorganización fundamental de todo el sistema a través de factores tecnológicos, económicos y sociales, incluidos paradigmas, objetivos y valores.” Dijo el Presidente de IPBES, Sir Robert Watson, tras la reciente publicación del demoledor informe de evaluación global, más completo, publicado por este organismo hasta la fecha.
Las cifras que arroja son escalofriantes. Estamos literalmente asomándonos al precipicio de la sexta extinción masiva, con tasas sin precedentes en la historia de la humanidad. Ante la impotencia y profunda preocupación que la lectura de este informe me ha suscitado, no he podido evitar pensar en los miles de jóvenes que cada viernes están saliendo a las calles de ciudades en todo el mundo, para exigir un cambio radical en el statu quo. A ellos y a todos nosotros, os dedico estas reflexiones.
Desde
hace ya unas semanas y de forma casi imperceptible, los días se han
ido alargando, anunciando la llegada de un nuevo ciclo de expansión,
renovación y crecimiento: la primavera. Es asombroso como algo que
debería ser monótono, por acompañarnos todos los años de nuestra
vida, no ceje en su insólito misterio y sorprendente fuerza. Hasta
el término que la define, ha sufrido tal abuso por el marketing
consumista, que su sola mención, hace que algunos nos estremezcamos
con dentera. Y, sin embargo, ella se despliega de forma
inconmensurable, indescriptible, sorprendente y mágica. La tierra se
hincha de potencialidad y derrama sonidos, colores, olores y sabores
por todos sus poros. Y el hombre, aún atrapado en las ciudades,
lejos de la exuberante y apabullante diversidad de la naturaleza,
también sucumbe a su influjo transformador.
Esta
es una época en que todo parece posible. La luz, el calor
serpenteante, las brisas cargadas de aromas y a tierra mojada de
distantes tormentas, nos llenan de fuerza, determinación y claridad.
Es lo más parecido al estado de enamoramiento, donde los problemas
se relativizan, donde sensaciones y reflexiones vitales y de profundo
calado, pivotan nuestra existencia, dándole un nuevo impulso.
Si
bien es cierto que en nuestras vidas vamos sucumbiendo al hábito, a
los planteamientos genéricos y acuñados como únicos, a las
sensaciones y emociones que nos definen, está en nuestras manos y
depende únicamente de nosotros el cambio hacia otra realidad. La
juventud es la época vital indicada para soñar y creer que nuestras
vidas pueden y deben ser un reflejo de nuestros sueños y deseos.
Desgraciadamente no muchos logran afianzar este impulso y hacer de él
una constante que recorra su vida, convirtiéndola en un escenario de
crecimiento y expansión. Casi todos sucumbimos al desánimo, a las
decepciones, al sufrimiento, a la lucha, a la frustración, al
cinismo … y el brillo de nuestros ojos se va atenuando. Nuestra
esencia se erosiona y se sumerge en el olvido y escepticismo. Y
entonces nosotros, también, acabamos haciéndonos parte de aquel
patrón crítico e inamovible contra el que un día tratamos de
luchar.
Pero
la vida es por definición cambio y movimiento. El ser humano tiene
la sagrada obligación de vivir y cuestionarse la realidad. De
indagar, de disfrutar, de ser fiel a sí mismo y de dejarse guiar por
el compás interno que todos albergamos. Nunca es tarde para caminar
hacia lo desconocido, para adentrarse en uno mismo y en el paisaje
infinito que espera a ser explorado. La primavera es una oportunidad
que la vida nos brinda para sintonizar con la energía vital que todo
lo trasforma.
Esa
pulsión que resuena en todos nosotros, es consustancial al fenómeno
vital. Como insinúa la propia ciencia, en esta fascinante época de
cambios trascendentales de perspectiva, la realidad no es ajena e
independiente a nosotros. Lo que vivimos y sentimos es una proyección
de lo que creemos y pensamos. Está en nuestra mano cambiar nuestra
forma de pensar, nuestras creencias más inamovibles y la realidad
cambiará acordemente. Lo que ocurre en nuestro derredor es un
reflejo de lo que ocurre dentro de nosotros. Cuando nos atrevamos a
querernos lo suficiente y a confiar en vivir plenamente y sentir como
merecemos, todo lo que nos rodea florecerá como la primavera.
El
miedo ante lo desconocido nos atrapa y separa de nuestra más pura
potencialidad. Sin embargo, el viaje hacia la libertad, la curiosidad
y el crecimiento, aún conllevando valor y difíciles retos, no es
comparable a la lenta e implacable muerte en vida que supone el
miedo. Toda la naturaleza y el universo nos acompañan. La sabiduría
de la naturaleza y sus procesos, decantados tras millones de años de
materialización, nos acogen y guían como nunca hubiéramos atrevido
a imaginar. Es hora de renacer, aupados por la fuerza de la juventud
y por un amor a la vida y al bien común, que nos habla desde algún
lugar en nuestro interior. ¡Bienvenido a la vida!
Odile
Rodríguez de la Fuente
Bióloga. Directora de la fundación Félix Rodríguez de la Fuente
Bióloga. Directora de la fundación Félix Rodríguez de la Fuente
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