Las prácticas de consumo consciente son infinitas.
Se resumen,
pero, en tres grandes claves:
consumir menos, consumir sin comprar y comprar con criterio.
Cada vez más gente adopta decisiones
de consumo consciente: desde decir adiós al plástico a cortar para
siempre con las grandes empresas de suministro, pasando por
participar en redes de intercambio. Los tres ejemplos son el
resultado de aplicar las 3 claves del consumo consciente.
Una estrategia para vivir mejor
El consumo
consciente es una herramienta muy poderosa que tenemos a nuestro
alcance para vivir de forma más sostenible y sin contribuir a
injusticias sociales. Implica pensar en las consecuencias de nuestras
decisiones de consumo y acercar nuestras prácticas a los valores que
profesamos. La primera consecuencia y la más directa, es la
satisfacción personal de vivir más de acuerdo con lo que pensamos.
En este sentido, el consumo consciente es una
valiosa fuente
de alegría y bienestar personal.
¿Cuáles
son las 3 claves del consumo consciente?
Todas las prácticas de
consumo consciente se sintetizan en las tres claves: consumir menos,
consumir sin comprar y comprar con criterio.
La mejor manera
de reducir el impacto de nuestro consumo es prescindir de consumos
superfluos y dar valor a lo que ya tenemos. ¿Cómo?
-
Replantearnos las necesidades y evitar consumos superfluos
-
No derrochar, es decir, gastar solo los recursos estrictamente necesarios
-
Mantener en buen estado los objetos que tenemos o usamos
-
Reparar aquello que se nos estropee o se haya echado a perder
Los efectos de
consumir sin comprar son que desmercantilizan nuestro día
a día y propiciamos la eficiencia de recursos. A la vez, reforzamos
los lazos comunitarios, la integración en el territorio y la acción
colectiva. Cómo afirma
Charo Morán
hablando de cómo afrontar el cambio climático, hay que “apostar
por estilos de vida más frugales en la vertiente material pero más
complejos y ricos en la dimensión colectiva”. ¿Cómo?
-
Acceder al uso: bienes públicos, préstamo o alquiler
-
Intercambiar
-
Aprovechar materiales de desecho
Si compramos
teniendo en cuenta el tipo de empresa, las características del
producto que adquirimos o las dos cosas a la vez, favorecemos con
nuestras compras iniciativas que trabajan vinculadas en el
territorio, desde el compromiso social y ambiental y reducimos el
impacto ambiental de nuestro consumo. ¿Cómo?
-
Adquirir bienes usados y reutilizables
-
Favorecer iniciativas orientadas a las personas, como las de comercio justo o empresas de inserción social
-
Favorecer la economía local
-
Escoger bienes de bajo impacto ambiental
La
jerarquía de las 3 claves del consumo consciente
Consumir es un concepto mucho más
amplio que comprar. En cambio, a menudo, cuando se habla de consumo
consciente, se piensa en aquello relacionado con las decisiones de
compra: comercio justo, productos ecológicos, tiendas de proximidad…
En cambio, la clave “comprar con criterio” es la tercera en
importancia. Porque con las 3 claves del consumo consciente pasa el
mismo que con las 3 erres del ecologismo: el orden no es anecdótico.
En relación con los residuos, lo prioritario es reducir, por encima
de reutilizar y, en último lugar, queda reciclar. En el caso del
consumo, también la prevención, es decir, el consumir menos, pasa
ante el resto, dejando el comprar con criterio en tercer lugar.
Esto es así
porque la primera clave, como hemos dicho, es la más eficiente a la
hora de reducir el impacto negativo de nuestro día a día. A la vez,
pasar por la clave 1 y 2 antes de disponerse a comprar con criterio
nos permite afrontar con más dinero el posible
sobrecoste que
implique pagar un justo precio por aquello que compraremos.
La práctica del consumo
consciente, requiere hacer los pasos siguientes:
-
Reflexionar sobre la necesidad que tenemos que cubrir: ¿es una necesidad auténtica o inducida? ¿lo necesito o lo deseo? ¿quiero permitirme este deseo? ¿puedo cubrir esta necesidad sin consumir nada? El consumo consciente no obliga a renunciar a nada en concreto, solo exige esta reflexión previa en cada caso. Eso sí, de forma global, de acuerdo con la primera clave, la reducción es requisito indispensable. Cómo ha recordado en numerosas ocasiones Joaquim Sempere, autor del libro Mejor cono menos, hace falta autocontener nuestras expectativas de consumo.
-
Informarnos de las opciones de consumo que tenemos a nuestro alcance. Cuanto más opciones conozcamos más podemos encontrar la que se ajusta mejor a nuestra sensibilidad y nuestras posibilidades. También se puede valorar la posibilidad de promover acciones colectivas para ampliar estas opciones: iniciativas como plataformas de préstamo o cooperativas de consumo son una realidad gracias al empujón de personas consumidoras que no se han conformado con las alternativas que han encontrado en su entorno inmediato. Profundizar en estas formas colectivas de consumo es necesario para desarrollar el potencial de transformación social del consumo consciente. Del mismo modo, si se refuerzan los vínculos comunitarios es más fácil que surjan acciones colectivas que fuercen cambios legislativos y en la estructura económica.
-
Decidir con responsabilidad social y ambiental, es decir, eligiendo la que nos da más garantías de causar menos impacto en el medio ambiente y más impacto positivo en el ámbito social y en nuestra salud. Esto último pasa también por tener en cuenta nuestra capacidad de sostener la elección que hayamos hecho.
Es casi
imposible seguir estos pasos en todas nuestras prácticas de consumo.
Incluso, aspirar a la máxima coherencia nos
puede llevar mucho malestar y llegar a bloquearnos. En cambio, si
poco a poco y sin exigirnos imposibles, vamos tomando más decisiones
de consumo desde el compromiso ambiental y social, transformamos
nuestro día a día y vivimos más de acuerdo con nuestros valores.
De este modo, el consumo consciente es una fuente de satisfacción
personal.
Laia Tresserra
Directora de OPCIONS
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