FORMAS DE DEJAR DE COOPERAR CON EL SISTEMA
Hacernos
 cargo de nuestra realidad es el primer paso en la construcción de
 otras manera de vivir, distintas a las que dicta el sistema
 imperante
 
Marx
 dijo que las revoluciones son la locomotora de la historia mundial.
 Pero tal vez las cosas se presentan de muy distinta manera. Puede
 ser que las revoluciones sean el acto por el cual la humanidad, que
 viaja en tren, aplica los frenos de emergencia. 
 
Es
 posible que en ninguna otra época de la humanidad más que en esta
 en que ahora vivimos la sensación de crisis haya estado tan
 presente y haya sido, paradójicamente, tan constante.
 
¿Es
 posible vivir de otra manera? La respuesta a esta pregunta es
 sencilla, pues de algún modo es binaria: Sí o No. Estas dos
 palabras, que son posibilidades, se nos presentan como los
 escenarios potenciales de múltiples formas de vida que aun en esa
 diversidad innegable, pueden tener un denominador común: la
 cooperación o la resistencia. ¿Con qué? En pocas palabras, con el
 sistema que nos mantiene en crisis perpetua, con este horizonte de
 posibilidades esencialmente económicas que funciona sobre la base
 de la acumulación de la riqueza, la explotación del trabajo y la
 consecuente desigualdad económica. Cooperación o resistencia.
A
 continuación compartimos 9 puntos orientados a dejar de cooperar en
 esa forma de vida y a cambio, como el primer paso que conduzca a la
 construcción de otro modo de ser y estar en el mundo.
1.
 CUESTIONA
 
En
 la filosofía occidental, uno de los principios vivificantes
 fundamentales ha sido la duda, esa operación de la inteligencia por
 medio de la cual nos preguntamos si eso que vemos, escuchamos o
 creemos entender es cierto, verdadero, real, si acaso no se trata de
 un mensaje que podríamos tomar en otro sentido. El cuestionamiento
 es notablemente útil cuando lo aplicamos a aquello que parece más
 evidente, más normal.
 
2.
 DESCONECTATE
 
Actualmente,
 el binomio conectar/desconectar es uno de los más presentes en
 nuestro actuar cotidiano, aunque quizá no con tanto dinamismo como
 tal vez suponemos. Es posible, en efecto, que muchos de nosotros más
 bien estemos de continuo conectados y sólo muy de vez en cuando,
 acaso nunca, nos desconectemos realmente. Tu teléfono móvil, tu
 trabajo, relaciones personales y sociales que te mantienen en el
 statu quo, etc. Romper con eso es, en cierta forma, romper también
 con el miedo, atravesar una membrana, quizá incluso dar un salto en
 el vacío, ¿pero no sería esto deseable al saber que del otro lado
 nos espera la construcción gradual de nuestra propia libertad?
 
3.
 EVITA LA DISTRACCIÓN
 
Desde
 que el poder comenzó a conformarse como tal es decir, como un
 elemento que posibilita la sujeción de la mayoría en manos de una
 minoría, sus detentores encontraron en el entretenimiento un medio
 efectivo para evitar que la muchedumbre cuestionara la legitimidad
 de su autoridad. Hoy más vigente que nunca: por todos lados se nos
 ofrece un “espectáculo” que consumir, el cual, además, se
 presenta bajo el aura de lo urgente, lo necesario, lo imperdible.
 Pero si a lo que es banal se da el trato de importante, ¿de qué
 nos están distrayendo? ¿Qué es lo que realmente está pasando?
 
4.
 NO VOTES POR NINGÚN PARTIDO POLÍTICO
 
Los
 partidos políticos no son otra cosa que engranajes del mismo
 sistema. Es cierto: el acercamiento a la realidad de un partido de
 derecha y de otro de izquierda puede ser diferente, pero al final,
 en un sentido estructural, ninguno buscará cambiar realmente el
 estado de las cosas. ¿Por qué? Simple: porque hacerlo significaría
 su propia desaparición. Los partidos políticos son parte de esa
 minoría que no hace otra cosa más que repartirse el poder,
 participar en ese juego de suma cero en que ganar algo significa
 quitarle a otro la posibilidad de tenerlo.
 
5.
 APRENDE A DISCERNIR
 
Nadie
 puede vivir aislado y, en efecto, la comunicación es un impulso
 natural del ser humano, gregario por esencia. Esto, sin embargo, no
 significa que no podamos elegir con quién juntarnos, por decirlo de
 alguna manera. Todos los medios masivos de comunicación tienen su
 propia agenda, sus intereses corporativos y de grupo. Infórmate
 sobre éstos. Consulta una noticia importante en distintas fuentes y
 date cuenta de las diferencias con las que se presenta la
 información. Leer no es únicamente repasar palabras o imágenes
 para aprehender uno de sus significados, sino distinguir también
 eso que se encuentra entre líneas.
 
6.
 NO FORMES PARTE DE NINGÚN EJÉRCITO
 
En
 pleno siglo XXI, más de 500 años después de las utopías
 optimistas del Renacimiento, el ser humano continúa viviendo en
 guerra. La industria de las armas es una de las más rentables de
 nuestro tiempo y todos los días ocurre en el mundo un acto violento
 relacionado con su mercancía de muerte.
 
7.
 ES TU SALUD, CUÍDALA TÚ (No la industria farmacéutica) 
 
Estamos
 vivos: enfermarnos es inevitable. Con todo, ello no implica que
 abdiquemos de la responsabilidad de nuestra propia salud para
 cedérsela a la poderosa industria de los fármacos, que ha
 convertido el decaimiento natural de nuestro cuerpo en su propio
 negocio. Cuida tu alimentación, realiza cotidianamente alguna
 actividad física, cultiva tus relaciones personales, cuando sea
 posible opta por alternativas tradicionales y naturales de sanación
 (que, por otro lado, en muchos casos son antiquísimas: el ser
 humano no siempre se “curó” con medicinas), no creas todo lo
 que te dice la industria farmacéutica. En una palabra: hazte cargo
 de tu cuerpo (y tu espíritu).
 
8.
 EVITA LOS ALIMENTOS INDUSTRIALIZADOS
 
La
 guía más sencilla a este respecto la dio recientemente el
 nutriólogo Michael Pollan en una sola línea: “Si viene de una
 planta, cómelo; si fue hecho en una planta, evítalo”. La
 industrialización de los alimentos conlleva el añadido de
 peligrosos componentes que les permiten durar más (conservadores),
 tener un aspecto más atractivo (colorantes artificiales) o un gusto
 distintivo (saborizantes) e incluso resultar de una producción más
 rentable (organismos genéticamente modificados). Sin embargo, la
 consecuencia no dicha de este proceder es que esos aditivos
 empleados pueden resultar tóxicos en el largo plazo para el ser
 humano. En suma, trastornar nuestro cuerpo. Antes recomendamos
 cuidar tu alimentación, pero quizá sería mejor precisar eso en
 “atiende tu alimentación”: pon atención en qué estás
 llevando al interior de tu cuerpo, con qué lo estás haciendo
 vivir. ¿Regarías una planta diaria y exclusivamente con una bebida
 gaseosa altamente azucarada? ¿Se la darías de beber a tu perro?
 ¿Por qué lo haces contigo?
 
9.
 DEJA DE CONSUMIR
 
Estamos
 inmersos en un sistema que ha convertido el consumo en una de las
 etapas fundamentales de su dinámica de funcionamiento. El consumo
 ha adquirido tal importancia que prácticamente se encuentra en
 todas las acciones posibles de nuestro actuar: consumimos
 información, alimentos, mercancías, estímulos e incluso las
 relaciones personales, las emociones y los sentimientos son
 susceptibles de convertirse en objetos de consumo. La alternativa
 quizá sea entender eso de otro modo. Darnos cuenta, por ejemplo, de
 que no todo lo que se rompe tiene forzosamente que desecharse y
 reemplazarse de inmediato. Que no porque algo se produzca tiene
 necesariamente que consumirse. Que el bienestar auténtico descansa
 en un puñado de bienes (algunos materiales, inevitablemente, otros
 muchos no). 

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