ESPAÑA
RECUPERA LA FIGURA DEL «SEMIESCLAVO»
En la última semana se han hecho públicos
los datos de empleo de España, tanto de la Encuesta de Población Activa como de
Paro Registrado. Ambos datos han sido positivos si nos centramos en los números
totales ya que en los dos registros el número de desempleados se ha reducido.
Ante estos datos totales la prensa afín al Partido Popular, es decir, la
totalidad de la escrita y una parte importante de la digital, lanzaron su
campaña de elogios a la política laboral del Ejecutivo conservador olvidándose
de citar factores que tiñen de negro la euforia de los datos totales y que
demuestran que el mercado laboral español está basado en la precariedad, en los
salarios miserables y en las situaciones de semiesclavitud que tienen que vivir
los españoles a la hora de acceder a un empleo.
Hay que tener en cuenta un hecho
importante: estos datos tan «positivos» vienen generados por sectores
empresariales caracterizados por la precariedad, la temporalidad y la
explotación. Los trabajadores españoles están en una situación de emergencia
tal que cogen cualquier empleo, por el tiempo que sea y dando las horas que
hagan falta con tal de tener algún tipo de ingreso. Por otro lado, estos datos
positivos vienen de la mano de todos los sectores empresariales relacionados
con el turismo, la principal industria de nuestro país, una industria sobre la
que es insostenible mantener el mercado laboral por su estacionalidad y por la
precariedad del empleo que genera, por no hablar de los constantes casos de
fraude laboral o de la explotación a la que se somete a los trabajadores:
contratos por horas o contratos con un número de horas inferior a las que
realmente se trabajan sin que esas horas extras sean remuneradas.
Está claro
que la contratación en estos sectores se dispara durante las épocas
vacacionales pero también es una obviedad que se trata de empleos que tienen
fecha de caducidad, independientemente del tipo de contrato que se firme.
El objetivo del Gobierno respecto al
empleo está claro: potenciar un mercado laboral basado en la precariedad con
tal de maquillar las cifras de desempleo que les sirvan para evitar las
críticas de las instituciones supranacionales que ponían el acento en que los
datos macroeconómicos eran buenos pero que estaban lastrados por la alta tasa
de desempleo de nuestro país, lo que reforzaba la idea de que las reformas del
mercado laboral impuestas por el Partido Popular no servían para generar empleo
sino, más bien, para crear un mercado del trabajo similar al de la época de
entreguerras.
Todos los partidos políticos, salvo el
PP, denuncian que el empleo que se crea en España es una añagaza, un engaño con
el único fin de que las cifras absolutas afirmen que en nuestro país se crea
empleo, que la recuperación está llegando a los hogares. El Partido Popular
llegó al Gobierno prometiendo empleo para todo el mundo. Ellos eran los
salvadores de España y de los españoles. Ellos nos iban a sacar de la crisis
apenas Rajoy tomara posesión, ya que ellos ya lo hicieron cuando gobernaron con
Aznar. ¿Por qué no lo iban a hacer de nuevo? El problema que se encontraron fue
una situación totalmente distinta, una situación de recesión económica, un
sistema bancario ahogado por las deudas contraídas con entidades extranjeras o
con el BCE durante la burbuja inmobiliaria y una tendencia de crecimiento del
desempleo provocado por la sangría de trabajadores del sector construcción y
sectores satélites a ésta. Ya no había construcción para poder crear un
crecimiento de la contratación en corto plazo. El PP se encontró con las
consecuencias del monstruo que crearon Aznar y su gobierno desde 1996.
Por otro lado tenían la presión de la
Troika para ejecutar recortes en base al cumplimiento del déficit público.
Rajoy hizo lo que a nivel de calle se llama bajada de pantalones. Dejó de lado
la soberanía y la independencia de España en manos de Alemania y la Troika.
Hizo lo que le decían que tenía que hacer porque él y su gobierno no conocen
ningún tipo de medida para acabar con el desempleo en España que no sea el
ladrillo. Le pidieron una reforma laboral para rebajar costes y flexibilizar el
mercado laboral y la hicieron.
La principal consecuencia de la Reforma
Laboral fue un incremento del paro hasta superar la barrera de los seis
millones de desempleados según la EPA y los cinco millones según el INEM. Otra
consecuencia fue la creación de un mercado de trabajo basado en la precariedad.
Estos datos son para vanagloriarse y para estar contentos, tal y como no han
parado de ensalzar Rajoy, De Guindos, Montoro o Báñez con su frase de
argumentario «ya se ven los efectos de la Reforma Laboral». La verdad es que
los datos de destrucción de empleo de calidad y del aumento de la precariedad
son suficientes para que un Gobierno serio hubiera dimitido. Pero no es así. La
precariedad, la explotación y la situación de semiesclavitud de los
trabajadores españoles son tomados por el PP como una razón para sentirse
orgullosos de su gestión porque le maquillan las cifras.
El Partido Popular impuso su Reforma
Laboral, legalizando el despido libre y la posibilidad de los empresarios de
eliminar puestos de trabajo en base a pérdidas futuras, pérdidas que, como se
está demostrando en algunos casos, no perjudica los márgenes de beneficios de
empresas que han realizado EREs o ERTEs. No hay soluciones, no hay medidas para
generar empleos de calidad.
Otra de las respuestas de argumentario
genovés para rechazar que el empleo que se crea en España esté más próximo al
de la Revolución Industrial que al de una sociedad del siglo XXI es que el
número de los contratos indefinidos firmados está aumentando. Tal vez sea
cierto. Sin embargo, la precariedad del empleo no viene determinada por la
tipología contractual sino por la duración de las jornadas, porque un empleo a
media jornada conlleva unas condiciones salariales que hacen imposible al
trabajador tener una vida digna. No obstante, también el hecho del incremento
de los contratos indefinidos es también una mentira más de la propaganda del PP
y de los medios de comunicación que viven de la sopa boba que reparten en
Génova 13. Sólo un 7% de los contratos que se firman en España son de carácter
indefinido y de ese 7% sólo el 2% son de 40 horas semanales. Ante estas cifras,
¿cómo se puede tener la poca vergüenza de afirmar que en España se crea empleo?
Lo que se está haciendo es manipular las cifras que deberían ser con la
contratación a tiempo parcial y con los contratos temporales.
Hay una cifra que es demoledora respecto
a la realidad del mercado laboral español. Según los datos de paro registrado
en el mes de julio se firmaron 1,8 millones de contratos y el desempleo bajó
tan sólo en 83.993 personas. Es decir, que se han producido 1.732.278 de
rescisiones contractuales. Un sistema laboral que necesita de 1,8 millones de
contratos para generar sólo 83.993 empleos netos es un sistema que está podrido
por la precariedad, la temporalidad y la explotación.
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