Dinero
verde, sistema monetario para una nueva revolución energética
Los
sistemas monetarios alternativos pueden ofrecer un gran impulso para
las energías renovables. Dentro de los posibles sistemas monetarios
que puedan dar respuesta a la problemática económica y ambiental
cabe destacar aquellos que utilizan un patrón energético. Del mismo
modo que hace pocas décadas nuestro dinero podía canjearse por oro,
algunos autores destacan los hipotéticos beneficios de utilizar una
moneda canjeable por energía de origen renovable.
Actualmente
nuestra economía se mueve mediante dinero fiduciario, lo que
significa que el dinero no tiene un valor intrínseco más allá de
la confianza de sus usuarios en que una vez lo posean lo podrán
intercambiar por productos o servicios de su interés, a parte
evidentemente de obligación de pagar impuestos en esa moneda
fiduciaria emitida por el estado.
No deja de ser
sorprendente que nuestro dinero (medio de intercambio, unidad de
cuenta, y reserva de valor) sea totalmente ajeno a los recursos
reales de nuestro planeta. Este sistema monetario fiduciario y las
consecuencias que éste acarrea, ha llevado a numerosos economistas a
plantear la necesidad de volver a utilizar un patrón monetario como
el oro, una cesta de productos básicos o bien una unidad energética
(como el kWh).
A
continuación se detallan algunas de las ventajas
de un patrón energético en comparación con otras opciones como el
oro o el sistema fiduciario actual:
- A diferencia del sistema fiduciario, la moneda tendría un valor intrínseco y 100% objetivo.
- La calidad del patrón no requeriría ser testeada como sucedía con el oro respeto a su pureza – los kWh son siempre iguales.
- La política monetaria sería independiente de cualquier uso partidista por parte de los gobiernos o los bancos centrales como sucedió con el oro y como viene sucediendo en el caso de la moneda fiduciaria.
- El volumen de moneda en circulación estaría estrechamente ligada a la actividad económica, en contraposición a lo que sucede con nuestra moneda actual.
- La distribución de los recursos para obtener el patrón (energía renovable) es mucho más equitativa que el oro y el coste de su generación es más estable desde un punto de vista geográfico.
Al final, y
esta es su principal motivación, el uso de este tipo de moneda
contribuiría con la rápida proliferación de centrales energéticas
basadas en recursos renovables y se aliviaría buena parte de la
presión que actualmente ejercemos sobre nuestro planeta. Este
importante apoyo se realizaría sin la necesidad de costosas (por
bien que necesarias) partidas presupuestarias de gobiernos para
apoyar las renovables. Este aspecto es de especial interés dentro de
la actual coyuntura de crisis de deuda soberana.
Por
último, cabe destacar que a diferencia de los sistemas monetarios
alternativos locales, una moneda basada en kWh tendría la ventaja
que se podría utilizar en cualquier comunidad y para cualquier
negocio, con lo que su aplicación se podría extender rápidamente.
Este característica no implicaría que la moneda
energética fuera
sustitutoria de las alternativas monetarias locales, si no
complementaria.
EJEMPLO
PRÁCTICO
Shann
Turnbull describe en su artículo Money,
Market and Climate Change un
ejemplo práctico muy concreto que intentó llevarse a cabo en EEUU
para aplicar una moneda
energética.
El autor identifica los costes financieros como una de las
principales barreras al desarrollo de las renovables, por lo que
propone un sistema que intenta minimizarlos. De acuerdo con sus
hipótesis, las energías renovables requieren una inversión inicial
mayor que las energías convencionales. Contrariamente, apunta que
los costes durante el ciclo de vida son sensiblemente inferiores en
el caso de las renovables, debido a la ausencia de combustible y a
unos costes de mantenimiento menores.
Por
consiguiente, Turnbull opina que si se eliminaran los costes del
dinero (es decir, los tipos de interés de los créditos) en
proyectos de renovables, estos incrementarían su rentabilidad
llegando incluso a superar la rentabilidad de proyectos basados en
fuentes energéticas convencionales. Para superar dicha barrera
financiera, el autor propone un sistema en el que el promotor (la
persona/empresa que se dispone a instalar placas solares, un
aerogenerador…) obtiene la financiación para su proyecto
directamente de los futuros consumidores de energía.
Para
ello, el promotor emite a sus futuros usuarios bonos canjeables por
kWh (moneda
energética)
a cambio del dinero que necesita para su proyecto. Una vez finalizado
el proyecto, el consumidor paga la electricidad a su distribuidor
eléctrico mediante los bonos. A su vez, el distribuidor paga la
energía que ha obtenido del promotor (que también ejerce como
empresa generadora) mediante los mismos bonos, por lo que el ciclo se
cierra. Por lo tanto se crean prosumidores de energía, entes que
producen y consumen energía a la vez, con lo que se promueve la
resiliencia i la autonomía de las redes eléctricas locales.
El autor
propone además, que una vez el proyecto haya sido amortizado, el
huerto solar, aerogenerador a cualesquiera de las instalaciones
renovables que se hayan instalado pase a ser propiedad del
consumidor, con lo que este pasaría a actuar como empresa
generadora.
Mediante este
sistema el promotor elimina los costes asociados a la obtención del
dinero, que alternativamente irían a manos de un banco (retorno del
préstamo más un tipo de interés) y reducirían la rentabilidad del
proyecto. Desde un punto de vista económico el sistema es asimilable
a un crédito libre de interés. Dado que los bonos ejercerían como
moneda competitiva de la moneda “real”, el sistema no
repercutiría en una mayor inflación si no todo lo contrario, a la
vez que se conseguiría una mayor vinculación de la moneda con la
economía real. Al mismo tiempo se fomentaría la generación de
energía en un nuevo modelo más descentralizado, de acuerdo con la
tendencia actual de ver en la generación distribuida y el
autoconsumo el modelo del futuro.
CONCLUSIONES
Los
sistemas monetarios alternativos pueden contribuir al cambio de
modelo energético que necesita nuestra sociedad. Además, algunos
autores apuntan que esta contribución sería mucho más eficaz que
los planteados hasta día de hoy, como el mercado de emisiones de
CO2 o
las políticas fiscales favorables para la industria de las energías
renovables.
El uso de una
moneda basada en kWh presenta ventajas comunes con el resto de
monedas alternativas, como el acercamiento de nuestro sistema
monetario a la economía real, la reducción del poder de los bancos
centrales y, por último, una positiva contribución contra la
inflación al no someter la moneda a la emisión costos como
deuda bancaria con tipos de interés compuestos (es decir, con costes
financieros exponenciales, muy altos a largo plazo).
El uso de un
patrón energético repercutiría en un sistema monetario más
vinculado al desarrollo económico, a la vez que fomentaría la
inversión en renovables. Este hecho ayudaría a reducir la
conflictividad internacional, a preservar el medio ambiente, y a
disponer de un suministro energético mucho más robusto y con
precios estables o decrecientes.
En el caso de
aplicar una moneda energética según el sistema propuesto por
Turnbull, el resultado daría lugar a una minimización de los
beneficios del sector financiero y, por consiguiente, a una mayor
rentabilidad de los proyectos en el sector de las energías
renovables. Además, el modelo descrito por Turnbull fomentaría la
generación distribuida y el autoconsumo, apostando por un nuevo
modelo no centralizado basado en el ámbito local que acercaría al
máximo productores y consumidores. Por último, rompería el actual
abuso de poder por parte del actual establishment oligopólico de los
productores energéticos.
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