ENTRE INFORMAR Y CREAR MIEDO
Sentando las bases de
un paradigma nuevo, desde la paz
A la luz de la información que, tanto oficial como
extraoficialmente, vamos teniendo sobre la nueva deriva de la aldea global, con
amenazas de pandemias, campos electromagnéticos, geoingeniería al por mayor,
vacunas con grafeno, neuromodulación, ciudades de quince minutos,
identificación digital, alimentación con insectos, desaparición del dinero
físico, inteligencia artificial, educación aberrante, declive moral, desconexión
con lo sagrado, transhumanismo, y demás ocurrencias de unas élites psicópatas
que contemplan a la humanidad como un simple rebaño de ovejas, no podemos
permanecer en un estado de sumisión irresponsable, como quien oye llover.
Seguir tumbados en la hamaca, daiquiri en mano, mirando el atardecer mientras todo anuncia que el tsunami se acerca, denota un instinto de supervivencia anquilosado y perezoso, incapaz de reaccionar ante las señales de peligro inminente. ¡Y hay más que suficientes como para echar a andar y ponerse a seguro! “Andar y no correr”: no está escrito al azar. Si, como dice el proverbio, “las prisas no son buenas”, mejor hacerlo pausada y reflexivamente que iniciar una carrera atolondrada, que siempre implica riesgos.
Esto no significa inacción. Todo lo contrario. Hay que ir mentalizándose para abandonar la zona de confort a la que estamos acostumbrados e integrar lo que hemos ido conociendo a lo largo del tiempo, a través de la información alternativa libre de censura, así como de las propias webs de los organismos internacionales involucrados en el proyecto de deshumanización. Pocos consultan estos sitios que, sin embargo, albergan muchos datos sobre los planes de futuro, que nos afectan. Quienes mueven los hilos no se esconden, quizá porque saben de la dejadez mental del ciudadano y su nulo interés en indagar y buscar por propia iniciativa lo que no le cuentan los medios de comunicación, en connivencia con el Poder; engranaje perfecto y muy bien engrasado.
¡Cómo no van a conocer las características humanas –potencialidades y limitaciones— si todos los saberes relacionados con la mente y el cerebro, desde la sociología a la psicología y las neurociencias en general han estado siempre al servicio del Poder! Las élites de todos los tiempos han financiado las investigaciones sobre la conducta humana, no para la felicidad y el equilibrio, sino para una más efectiva manipulación y control. ¡Lo saben absolutamente todo sobre las reacciones del ser humano y sus respuestas ante diferentes hechos y emociones!
Ha sido demasiado tiempo de engaño y adoctrinamiento. Por eso, y en estos tiempos más, es tan importante abandonar el nido calentito de la mentira y transitar parajes pedregosos donde la verdad y la libertad son posibles. Es urgente que los durmientes y rezagados salgan del capullo, desplieguen sus alas y contemplen el panorama desde las alturas. A los que han ido delante y ya las han desplegado no les queda otra que seguir volando y desarrollando músculo para no desfallecer y caer en el vacío y en el desequilibrio que causa el miedo, la incertidumbre, la desesperanza y la falta de resultados visibles. ¡Y esto está ocurriendo!
Ahora, cuatro años después del inicio de esta vorágine cambiante de caos y distopía hacia una dictadura mundial bajo el paraguas de la inefable OMS –cabeza visible de las élites, a la vez que ejecutora de sus órdenes—, el sentir y actuar de la humanidad se encuentra dividido en cinco grupos principales y diferenciados:
1) El grupo más numeroso lo conforman los llamados dormidos. Su perfil es el del ciudadano común: conformista y obediente, que no duda en seguir consignas absurdas si así lo obligan o recomiendan los alguaciles del sistema. La mayoría se ha inoculado sus vacunas reglamentarias, y presume de ello. No suelen tener ideas propias, y se rigen por la información/desinformación del metaverso covidiano oficial. Ignoran que viven en una realidad paralela creada al hoc para su estabulación permanente. Creen que todo es normal, real, y miran y escuchan con desconfianza a los disidentes. No entienden nada y ni siquiera conocen los objetivos de la Agenda 2030, salvo “algo” que han oído en su caja mágica hipnotizadora, de luz, sonido y movimiento llamada televisión. Su recuperación, en bloque, es poco menos que imposible.
2) A este segundo grupo pertenecen los que, más o menos, están al corriente de lo que está sucediendo, pero no acaban de interiorizarlo y/o son víctimas de la disonancia cognitiva. Algunos no se han inoculado; otros se han puesto una o dos dosis, y si bien manifiestan no querer pincharse más, prefieren mantenerse inmóviles y no optar por un cambio de vida hasta ver qué ocurre. En general, quizá por su actitud indefinida, no suelen manifestar excesiva preocupación. En realidad, son dormidos en la frontera del despertar. Pero, posiblemente, sigan anclados en este espacio transitorio, a la espera de ese “clic” misterioso, que todo lo cambia.
3) Como el anterior, las personan que conforman este grupo están al corriente de los planes programados para la humanidad, pero no disponen de medios físicos, principalmente económicos, para iniciar un cambio de vida; por tanto, no se lo plantean. Viven resignados y abandonados a su suerte, pero se irían fuera de las ciudades si pudieran. Hay vacunados, arrepentidos, y no vacunados.
4) Este grupo conoce en toda su complejidad lo que podría ser, si no conseguimos revertirlo, el futuro de una humanidad menguada, enferma y transhumana. El plan de acción de los ideólogos de estos grupos de despiertos consiste en la creación de mundos alternativos fuera de las ciudades, con sistemas autosuficientes de subsistencia, al margen de la dictadura orwelliana anunciada, en definitiva, fuera del sistema. Algunas de sus propuestas son muy loables, y no podemos sino aplaudir y darles ánimo y apoyo. Sin embargo, nos permitimos hacer una pequeña crítica, o mejor una llamada de atención a la prudencia. Sus exposiciones, si bien están basadas en datos contrastados y deducciones lógicas, quizá resultan demasiado alarmistas; no por el contenido, sino por la carga emocional que destilan. Nos referimos a la forma, no al fondo. Hemos analizado varias de estas exposiciones y observamos que están expresadas desde la propia incertidumbre del expositor, la cual se proyecta a su vez sobre los oyentes o espectadores.
La dinámica es el apego a cada noticia sobre las fuerzas oscuras que dirigen el mundo y sus planes de destrucción, que conocen bien y que, sin embargo, son incapaces de vencer la adicción a la hiperinformación, que tanto daño está causando, sobre todo a los que llevan menos tiempo convencidos de que nuestro mundo está dirigido por caras invisibles que no concurren en las elecciones.
En general, en este perfil no suele haber muchos vacunados, aunque sí hay conversos arrepentidos. No podemos dejar de sentir cierto pesar por los que conociendo todo el programa de futuro y preparándose ya para ello lo hacen desde la duda perpetua, la preocupación, el desasosiego y la ansiedad continuos.
5) Pertenecen a este perfil quienes, poseedores del conocimiento de los anteriores, están creando mundos alternativos, más de ámbito individual que colectivo, pero desde una situación de tranquilidad y paz: sin miedo, ni incertidumbre, seguros de sí mismos, y de que las élites no podrán implementar sus planes, al menos, en la medida que esperan, ni en los plazos anunciados; y seguros, además, de que no conseguirán apartar nuestras almas del camino recto, ni robarnos el libre albedrío, nuestra esencia más sublime de seres humanos y divinos. Son los rebeldes con causa, luchadores, contentos y optimistas; conscientes de que la etapa caótica de fin de ciclo que estamos viviendo es muy interesante e iluminadora. Curiosamente, también hay inoculados conversos en este último grupo, al que solo podemos decirle: ¡Felicitaciones y adelante!
Volviendo al punto 4, muchas personas, sobre todo, en los últimos meses, están poco menos que aterradas ante la información que se está ofreciendo en canales no oficiales, acerca de la situación extrema de este periodo apocalíptico. Y aquí entran en juego los psicólogos: para tranquilizar, acompañar, equilibrar y proporcionar recursos tendentes a conseguir paz y estabilidad. Lo estamos viendo en consulta y, a menudo, nos vemos obligados a establecer protocolos nuevos, ante la no menos nueva realidad. Pero la psicología, como ciencia del alma, está tan perdida como la medicina alopática. En ambas disciplinas se cumplen protocolos preestablecidos en los que la persona, como ser único y trascendente, apenas cuenta.
Nunca habíamos pensado vivir estas situaciones de inversión de valores, de mundo al revés, en el que la parte tenebrosa se impone por brillar e iluminar al mundo con falsos espejismos, propios del “gran engañador”. Todo parece dirigido por fuerzas oscuras. Sin embargo, son momentos propicios para indagar en las eternas preguntas filosóficas “quiénes somos, de dónde venimos y a dónde vamos”.
Esta puesta en escena tiene un componente espiritual de
mucho mayor alcance del que somos capaces de percibir con los cinco sentidos
físicos objetivos. Pero sí podemos intuir que las luchas en las alturas se
concretan en nuestro mundo tangible y dual, en el que estaría programada una
suerte de criba, una alquimia colectiva en el atanor planetario. No sé si la
clave es la tan traída y llevada “marca de la bestia”, que algunos exegetas
bíblicos identifican con el transhumanismo. Nuestra mente juega a las
interpretaciones, pero nadie lo sabe. No obstante, el distintivo del Mal lo
graban a fuego nuestras acciones malignas, más allá de cualquier marca física.
Si pudiéramos pedir un deseo a Dios, al hada madrina o al genio de la lámpara,
sin duda sería que el grueso de la humanidad saliese de la modorra permanente y
reconectara su alma con lo sagrado. Nunca es demasiado tarde, pero reconozco
que sería necesario un milagro demasiado grande. Que no sea por no intentarlo.
Seguiremos informando y concienciando, no desde el miedo y para el miedo, sino
desde la paz y para la paz.
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