Cuando lo lógico parece revolucionario
No es un secreto que para los jóvenes vascos es difícil emanciparse, hacerse con una vivienda. En función de sus ingresos, la zona en que busque instalarse, si quiere comprar o prefiere el alquiler… las posibilidades discurren entre complicado y casi imposible. Cada vez son más las iniciativas alternativas locales para buscar soluciones al problema, caso de los proyectos Txirikorda (Usurbil), Abaraska (Donostia), Urbia (Errenteria), o Bizikoopon (Gasteiz).
La
casuística es amplia, pero su común denominador es que el chico o
la chica se encuentra con que ha terminados sus estudios, no trabaja
o ha empezado hace poco, y sus ingresos hacen inviable que abandone
el hogar familiar. Ocupación, alquiler entre amigos, compra y
rehabilitación de una casa abandonada… se ensayan todo tipo de
salidas, algunas con más éxito que otras. En los últimos tiempos
ha tomado auge una fórmula que viene del centro y norte de Europa,
la vivienda comunitaria.
La
vivienda comunitaria, con distintos grados de autogestión, empieza a
dar sus primeros pasos en Euskal Herria. En algunos casos, la
iniciativa es fruto de un colectivo de jóvenes, sin participación
de las instituciones, que intenta diseñar una fórmula factible de
vivienda propia. En otros casos, se da el trabajo conjunto de
ayuntamientos y colectivos, al adquirir conciencia los primeros de la
situación que atraviesan los jóvenes y poner sus medios para
facilitar la difícil empresa de la emancipación. Son los casos de
Errenteria y Usurbil.
Errenteria
es el primer caso vasco en que la iniciativa de vivienda comunitaria
se ha plasmado en realidad palpable: ya hay diez jóvenes que viven
en el edificio rehabilitado de la plaza de Urbia de la localidad
guipuzcoana. El camino para llegar hasta aquí ha sido largo, y se
inscribe en el Plan Estratégico Errenteria 2025, que en uno de sus
apartados apunta como cuestión estratégica fomentar la oferta de
vivienda en alquiler para jóvenes. Y es que la necesidad es
evidente, como se desprende del proceso participativo Marea gora, en
el que los jóvenes del tramo 18-30 años señalaron como su problema
prioritario la emancipación. En el proceso de discusión han tomado
parte 150 jóvenes, y de acuerdo con sus necesidades el Ayuntamiento
decidió rehabilitar un edificio municipal de la plaza Urbia. Todo el
funcionamiento de las viviendas, la fórmula de alquiler, las
condiciones para acceder a las mismas… se ha debatido entre jóvenes
y Ayuntamiento, ha sido plasmado en la correspondiente ordenanza
municipal, y desde hace unas semanas el edificio ya acoge a los
primeros inquilinos.
Aunque
“inquilinos” no es probablemente la mejor definición para los
usuarios de este edificio, pues no se trata de un alquiler al uso. De
hecho, los jóvenes se comprometen a trabajar como mínimo 9 horas al
mes en “auzolan” y en la realización de actividades
complementarias. De hecho, tanto los jóvenes como el Ayuntamiento
confían en que el proyecto sea semillero de nuevas iniciativas
sociales que enriquezcan a toda la comunidad de Errenteria. La
filosofía de vivienda comunitaria se plasma en este edificio
municipal en que los espacios privados son relativamente reducidos y
los comunitarios amplios, siguiendo la tendencia que se da en toda
Europa. Pasando a aspectos concretos, la cantidad a aportar por cada
usuario de vivienda será el equivalente al 15% de sus ingresos, y
puede solicitar plaza cualquier vecino de entre 18 y 30 años, con
derecho a vivir aquí durante tres años. La oferta es de 26
habitaciones, de las que se han ocupado 10 en una primera
convocatoria, y ya se prepara la segunda para completar el aforo del
edificio.
El
caso de Usurbil presenta algunos aspectos comunes con el de
Errenteria (participación municipal) y otros específicos suyos,
concretamente su carácter intergeneracional. La alcaldesa de la
localidad, Agurtzane Solaberrieta, explica que en la pasada
legislatura el Ayuntamiento vio la posibilidad de abordar
conjuntamente la problemática de dos colectivos locales: el de
jovenes imposibilitados de emanciparse y el de mayores que viven
solos. Como quiera que el municipio se hará con un patrimonio
derivado de la construcción de la nueva urbanización Ugartondo,
decidió destinar este patrimonio -en forma de un edificio de nueva
planta- a la creación de viviendas para miembros de estos dos
colectivos.
Lanzada
la idea, un nutrido grupo de jóvenes y mayores usurbildarras
iniciaron un proceso de participación, coordinado por Hiritik At
Kooperatiba, en el que se han ido poniendo sobre la mesa todas las
cuestiones relativas a las nuevas viviendas comunitarias. ¿Para
quién? ¿En qué condiciones? ¿Con qué gestión? Han sido las
preguntas a las que se ha ido contestando en Txirikorda, en un
proceso de mutuo enriquecimiento de dos segmentos sociales
frecuentemente alejados entre sí. Esta es, sin duda, la
característica definitoria del proceso usurbildarra, subraya la
alcaldesa.
Como
en el caso de Errenteria, los usuarios de Txirikorda dispondrán de
un apartamento privado, de una o dos habitaciones según los casos, y
de un espacio de uso común, incluidas la lavandería, una amplia
cocina, e incluso una terraza. El hecho de contar con un edificio de
nueva construcción –que pronto comenzará a levantarse– ha
permitido que los arquitectos lo diseñen atendiendo específicamente
a los requisitos de usuarios y el Ayuntamiento. Constará de 16
apartamentos, a los que podrán optar usurbildarras de entre 18 y 30
años, y mayores de 60 años autosuficientes. Los primeros podrán
disponer de su vivienda durante un máximo de cinco años, mientras
que los mayores no tendrán límite de permanencia, siempre y cuando
no entren en situación de dependencia.
En
cuanto al importe del alquiler, será el equivalente al 15% de los
ingresos de los usuarios jóvenes, y el mínimo a aportar por
aquellos usuarios sin ingresos regulares se ha establecido en 90
euros. En el caso de los mayores, el importe será proporcional a su
pensión. Cabe señalar que el hecho de contar con una vivienda
propia –caso de la inmensa mayoría de los mayores– no será
óbice para optar a estas comunitarias, pero sus propietarios deberán
comprometerse a que no permanezca desocupada más de un año, sin
especular con ella. Previsible y deseable sería que pasen a engrosar
el mercado de alquiler convencional.
Ya
hemos indicado en el caso de Errenteria que estos proyectos implican
una participación de los usuarios en actividades comunitarias. En
Usurbil se insiste en esta filosofía, más aún dado el carácter
intergeneracional del proyecto. Txirikorda será un edificio
autogestionado, con la asamblea como máximo órgano de decisión. De
hecho, todos los usuarios recibirán previamente formación sobre
convivencia y gestión grupal. Para reforzar la filosofía
comunitaria del proyecto, se prevén tertulias, cine-fórum y comedor
abierto a los vecinos, talleres, cenas con tertulia, cursillos,
sesiones de valoración de la marcha de Txirikorda, prácticas de
economía circular y energía sostenible…
Sin
participación institucional
Si
en Errenteria y Usurbil la participación y el impulso de los
ayuntamientos han sido fundamentales para la plasmación de los
proyectos, no puede decirse lo mismo de las iniciativas surgidas en
Donostia y Gasteiz.
Nahiko
Arraiza es miembro del colectivo donostiarra Abaraska, que lleva ya
tres años reflexionando sobre la posibilidad de contar en la ciudad
con viviendas comunitarias. «En estos momentos, y aunque seguimos
trabajando en la filosofía de nuestro proyecto y en la forma
concreta que adoptará, nuestra prioridad es hacernos con el espacio,
el edificio, que acogerá las viviendas, lo que conlleva
necesariamente la realización de un plan económico», señala
Nahiko.
Una
característica que diferencia a Abaraska de los proyectos de
Errenteria y Usurbil es que sus promotores no lo plantean como
solución temporal, con un tiempo máximo de uso, sino como vivienda
permanente. Y tampoco contemplan límites de edad. De hecho, en la
asamblea de Abaraska participan personas de entre 30 y 60 años. El
espejo en que se miran es el proyecto La Borda, de Barcelona,
cooperativa de vivienda basada en el modelo de cesión de uso, que se
puso en marcha en el año 2014.
Nahiko
conoce de primera mano las dificultades de los jóvenes para
conseguir una vivienda en Donostia: «Yo vivía en Gros, hasta que
vendieron la casa, que ahora muestra un cartel VT (Vivienda
Turística) en el portal. En esa placa figura precisamente el piso
que yo habitaba… Para acceder a mi actual vivienda tuve que firmar
un contrato de tres años con la inmobiliaria, lo que significa que
dentro de dos probablemente nos subirán el alquiler o nos echarán».
Hacerse
con una vivienda en propiedad es harto difícil para los jóvenes
donostiarras. Nahiko nos cuenta que, en esta materia, sus amigos se
dividen entre «aquellos que tienen un salario mediocre y aquellos
que lo tienen bueno; los primeros se compran la casa en Altza y los
segundos acceden a vivienda nueva en Astigarraga». «Los jóvenes
estamos siendo expulsados de la ciudad, y la vivienda es ya más un
bien de mercado que un derecho básico», añade.
También
en Gasteiz se están moviendo las cosas en materia de vivienda
comunitaria. Vecinos y vecinas del Casco Viejo han formado la
cooperativa Bizikoopon, basada en el modelo de cesión de uso ya
citado en el caso de La Borda barcelonesa. En este modelo, la
cooperativa es la máxima responsable de la construcción o de la
rehabilitación del edificio, y además será la única propietaria
de las viviendas.
La
idea del edificio ya la tienen desarrollada: espacios de uso
compartido que van más allá de las actuales unidades de
convivencia, propiciando de esta manera la vida comunitaria. Por lo
tanto, las unidades de vivienda serán pequeñas y habrá espacios de
uso común. Bizikoopon garantizará el derecho al uso de la vivienda
y al mismo tiempo impedirá hacer negocio con ella. En concreto, cada
cooperativista aportará una cantidad de dinero inicial y una cuota
mensual por el uso de la vivienda, que no podrán comprarse ni
venderse.
En definitiva, y como en todas las fórmulas anteriormente
citadas, lo que se pretende es fomentar el valor de uso frente al
valor de cambio, algo que, a pesar de ser tan lógico, adquiere
carácter casi revolucionario a estas alturas y en esta sociedad.
GOTZON
ARANBURU|GARA
Fuente:
Naiz
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