La
cooperación, el trabajo digno, la educación crítica y las exigencias a ser
tratados con justicia y equidad, son las mejores riquezas que se pueden
resguardar de las personas mayores.
Sin
tapujos en la boca, el fundador del cristianismo dijo alguna vez; "el
injusto cosechará desdichas en su casa”, mientras que "el justo florecerá
como la palmera” y en su comunidad (kehilá) acontecerá la "multiplicación
de los panes y los peces”.
La
palabra justicia (mishpat) en hebreo tiene que ver con administrar (nyhw) los
bienes de una comunidad para que sus integrantes puedan vivir de manera digna.
Para los griegos de la época clásica, dikaiosýne (justicia) se refiere a orden
legal e igualdad.
Para la
mentalidad griega de aquella época, la justicia por igualdad se basa en
intercambios y beneficios comunes entre las familias constitutivas de un pueblo
(démos). La economía (oíkos -casa-, nomos -leyes-) va de la mano con la idea de
justicia y ambos términos refieren a las gestiones para generar bienestar
común.
¡Tremendo
acto de vulgaridad e irresponsabilidad, creer que la economía tiene únicamente
que ver con capital, commodities, bolsa de valores, plusvalía, empresas,
fraudes, competencia, mercado bursátil, valor de cambio!
Economía y justicia social
Los
faraones de la modernidad capitalista de hoy en día creen que la economía es
defensa de la propiedad privada y del monopolio del poder (policiaco-militar),
apología del egoísmo y del derecho a robar el trabajo manual/intelectual ajeno,
así como también a dilapidar los recursos naturales para usufructo individual a
costa de desollar a las mayorías silenciadas.
La
esencia de la economía es velar por la satisfacción de las necesidades
materiales (valor de uso) de la gente. Para entender ese postulado se requiere
de los principios de justicia a partir de dos cosas: administrar lo público sin
daño patrimonial a la nación (el pueblo como fundamento de la soberanía
nacional) y asegurar la distribución eficaz, eficiente y equitativa de
oportunidades y bienes comunitarios para el bienestar general.
Economía solidaria y cooperativa
La
economía tiene como sustento y finalidad insoslayables la ética de la
responsabilidad social. Ante la hecatombe producida por la ideología del
neoliberalismo o del libre mercado (capitalismo), las hambrunas y el desempleo,
y ante la crisis de los derechos sociales, de nuevo emerge el fenómeno de las
cooperativas en la que sus integrantes logran convertirse en inversionistas,
productores (trabajadores) y gestores. Se trata de un sector transversal
alterno al que se le llama "tercer sector” o "economía solidaria” que
en Alemania es un boom (http://bit.ly/2wx3lzt).
La
economía solidaria es un concepto alternativo que pretende organizar la vida
productiva de las comunidades. En 1937, el lingüista y activista político
catalán, Felipe Alaiz Lorda, fue el impulsor de la economía solidaria entre
trabajadores de áreas urbanas y rurales durante la guerra civil española.
Dicho
término floreció en Francia a principio de 1970. Mientras que en América Latina
se desarrolló a inicios de 1980 en Colombia, Chile y México a partir de los
movimientos cooperativistas.
La
economía solidaria procede de una larga tradición de activismo socio-político,
educativo y cultural, orientada hacia la solución de la exclusión social. A la
economía solidaria se le conoce también como "tercer sector”, la cual es
una alternativa a la economía de mercado (capitalismo) y a la economía estatizada
o burocrática (socialismo de Estado).
Primero
fue la International Solidarity Economy Group y luego se convirtió en la
Intercontinental Network for the Promotion of the Social Solidarity Economy (http://bit.ly/2vnoC9E).
La
economía solidaria tiene un camino muy diferente. Su enfoque busca establecer
vínculos comunitarios de apoyo mutuo. El núcleo de la idea es simple: las
alternativas están en todas partes y lo importante será identificarlas y
conectarlas entre los participantes de una comunidad. De esa manera, la
economía solidaria es un proceso activo circunscrito en la vida cotidiana.
Cuando
en la economía las personas se convierten en agentes productores y gestores, no
sólo se ejercen relaciones comunitarias de producción, sino también se
reconstruyen los significados de valores como son la solidaridad, la
cooperación, la equidad, la sostenibilidad, la democracia y el pluralismo.
La
figura estratégica de la economía solidaria es la cooperativa. La empresa tradicional
(de corte capitalista) vista como como "un sistema técnico y
procedimental” basada en la ganancia individual, pretende ser superada por el
surgimiento de las cooperativas, en cuanto una modalidad empírica de beneficios
comunes. La cooperativa es más que una empresa al plantear procedimientos
fundados en la participación y organización de sus integrantes, en los
beneficios compartidos, en la gestión de los excedentes y en el desarrollo
comunitario.
Seguramente
conoce la historia de la refresquera mexicana Pascual Boing que en 1982 se
declaró en quiebra para no liquidar a sus trabajadores en huelga. Después de
tres años y con la asesoría de Demetrio Vallejo, el movimiento obrero se impuso
y se procedió entonces a rematar los activos de la empresa, siendo los mismos
trabajadores los compradores. Así se fundó la Sociedad Cooperativa Trabajadores
de Pascual (http://bit.ly/2w1qGGm).
La
cooperativa es un modelo de organización alternativo al modelo burocrático. Con
el concepto de cooperativa también se pretende "hacer” las cosas de otra
manera. En esta corriente de pensamiento se busca construir un modelo
organizacional en el cual el control descansa en los asociados, quienes
pretenden tanto objetivos económicos como sociales y buscan que los procesos de
toma de decisiones estén basados en la democracia participativa.
Cooperativa y envejecimiento activo
En 2009,
a los 66 años, la politóloga y economista norteamericana Elinor Ostrom fue
condecorada con el Premio Nobel de Economía por sus investigaciones realizadas
sobre los bienes comunes, la administración y gestión de los recursos
colectivos y por establecer que los principios comunitarios constituyen los
valores que construyen la "nueva economía” solidaria (http://bit.ly/1WAfMgL).
A partir
de sus estudios de campo en el sector agrícola y pesquero de países como Nepal,
Australia, Estados Unidos, Bolivia y Portugal, Ostrom sostiene que los
trabajadores de la agricultura y los pescadores comparten principios normativos
comunitarios básicos. Uno de esos principios es que los individuos en contextos
de trabajo particular tienden actuar más por cuestiones de solidaridad que por
egoísmo.
La
solidaridad es una práctica racional que establece que, cuando los individuos
comparten necesidades comunes, entonces buscan beneficios compartidos o bien,
simplemente actúan por motivos de ayuda o cooperación.
En
tiempos de cólera y desilusiones político-económicas, se avizora una pequeña
luz de esperanza: se trata de afirmar que la cooperativa puede ser un esquema
viable para que las personas mayores puedan maximizar su potencial vital,
claro, si sus condiciones de salud se los permite.
Existe
todavía la idea equivocada que las personas al llegar a los 60 o más años
son sinónimo de pasividad, colapso e
improductividad. La realidad desmiente esa representación social equívoca.
Hablar de la tercera edad significa también hablar de riqueza. Envejecer
saludable es lo ideal. Envejecer activamente es vital (no excluyendo el derecho
de la persona mayor a envejecer en el ocio y la contemplación).
El
concepto de envejecimiento activo propuesto por la Organización Panamericana de
la Salud, 2002, es fundamental para indicar el potencial de la persona mayor para
mejorar su calidad de vida y autocuidado pero, sobre todo, de conservar su
capacidad relacional, es decir, sus posibilidades de saber estar con otros y de
participar solidariamente en las actividades de grupo o comunitarias (página 12
en http://bit.ly/2juLAcg).
El
envejecimiento activo, por lo tanto, se conecta con el productivo. La riqueza,
en cuanto que actividad económica, descansa en el potencial laboral de una
persona de edad y se maximiza cuando se comparte bajo un objetivo común con
otras personas: la cooperación activa del trabajo y la solidaridad con los
integrantes del colectivo. Más aún cuando ese colectivo, además de compartir
edades similares, son víctimas simultáneas de procesos de marginación y discriminación
laboral.
La
condición humana es gregaria. La experiencia pública de grupos de baile de
personas mayores, por ejemplo, expresa la alegría al bailar un género musical
particular, el danzón. Esa experiencia lúdica donde se intercambian afectos, se
busca vivir de manera activa y se establecen vínculos de apoyo social o
amistoso, es un buen símil para señalar que en las cuestiones de organización
para el trabajo, también puede ser redituable y satisfactoria las experiencias
comunes pero orientadas a la producción de bienes y servicios, en la medida de
lo posible (cooperativas de pescadores, cocineros, asesores profesionales,
expertos en oficios, técnicos calificados, vinicultores o agrícolas, entre
muchos más).
Qué
mejor tarea también aquella donde las voces experimentadas a través de los
años, se conviertan en un consejo de ancianos para sancionar los actos
políticos corruptos. Se trata de una nueva forma alterna de ejercer la
ciudadanía a través de la reeducación cívica y de asumir un cuarto poder alterno
para el restablecimiento de cualquier pacto social.
La
economía solidaria, a través de las cooperativas resultan ser, hipotéticamente,
las nuevas formas en la que los adultos mayores podrían emprender de manera
organizada procesos de integración, cooperación y de beneficios compartidos
para mejorar sus condiciones de vida. En la etapa avanzada del ciclo de vida,
las cooperativas de adultos mayores abre la posibilidad de intercambiar
experiencias productivas, valores positivos y fortalece la participación
colectiva.
Es la
hora de emprender las luchas por el reconocimiento de las personas mayores, es
el momento de interpelar los signos inciertos del tiempo actual. La
cooperación, el trabajo digno, la educación crítica y las exigencias a ser
tratados con justicia y equidad, son las mejores riquezas que se pueden
resguardar.
Recordemos
una frase célebre del abuelo del padre de la gerontología moderna, Marco Tulio
Cicerón (106 a. C.-43 a. C.): "Una vejez es respetable si sabe defenderse
a sí misma, si mantiene sus derechos, si a nadie se esclaviza” (página 32 del
libro La vejez el grito de los olvidados.
Por
José Carlos García Ramírez para El Vigía
Especialista en Ciencias del Envejecimiento y asesor
en programas de estudios de maestría en Gerontología Social.
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