QUE LA PUBLICIDAD NOS SIRVA PARA PENSAR
Mi primer deseo para la publicidad sería que no se puedan anunciar productos o servicios nocivos (para personas, animales o el medioambiente). Se prohibiría así la propaganda de coches, corridas de toros, viajes en avión, joyas o cruceros de lujo.La publicidad es un
torno donde se moldean los valores; y los valores son el motor de todo.
Estamos lejos de eso. No tanto como algunos imaginan, por uno u otro motivo. Hace poco, había muchos iluminados que decían que sería imposible eliminar los anuncios de tabaco y alcohol y sus patrocinios en el deporte: «¡Será el final de la Fórmula 1!».
Por desgracia, se equivocaron. Nada hubiera sido mejor que acabar con esos deportes de machotes dando vueltas a un circuito mientras machacan el clima. Esto da para otro debate, pero en nombre de la libertad de millones de humanos, hay al menos seis deportes que deberíamos prohibir.Mi segundo deseo para la publicidad es que nos sirva
para pensar. Hagamos que su burda manipulación —casi siempre es así— se les
vuelva en contra. Solo tenemos que parar para pensar. Consigamos que la
seducción publicitaria sea la levadura que fermenta nuestro pensamiento
crítico; y que, como mínimo, el greenwashing nos provoque
risa.
Por ejemplo, hay un anuncio de una empresa de venta de
coches de segunda mano en el que una pobre chica se queda tirada en un pueblo
que tiene buenos quesos. La voz en off advierte que los quesos
son espectaculares en ese pueblo, pero que el arcén donde se ha quedado el
coche averiado no es tan espectacular. ¿Qué podemos reflexionar?
- Vender
coches de segunda mano es mejor que nuevos. Sin embargo, los vehículos a
motor —incluso los eléctricos— no dejan de ser máquinas muy
contaminantes; y no solo por humos. Con razón están entre las
invenciones más perniciosas de la humanidad.
- Pero
en serio: ¿de verdad sus coches son tan magníficos como quieren hacernos
creer? ¿Nos tenemos que fiar de su palabra? ¿No será mejor confiar en un
taller de nuestro barrio con años de experiencia y que da la cara?
- Incluso
los detalles más inocentes de este spot comercial esconden el reflejo de
una sociedad inconsciente o anestesiada por el bombardeo. ¿Era necesario
hacer publicidad encubierta de quesos? Recordemos que los lácteos —como
todos los productos de origen animal— no solo esconden maltrato animal,
sino una huella ecológica considerable. La explotación de los animales
está tan asumida en nuestra cultura que hablamos de queso, huevos o helados con
la misma naturalidad que de pepinos y tomates. Pero no. No es lo mismo.
Siempre podemos aplicar las dos
columnas del consumo responsable: primero, intentar conocer lo que esconde cada
escaparate (durante su fabricación, transporte, consumo,
eliminación, etc.); y segundo, intentar
consumir justo lo que necesitamos. De esta forma, aunque nuestro consumo
provoque daños, serán menores.
Esta reflexión es muy útil para el primero de los cinco
objetivos que pedía Fernando
Valladares para iniciar ese urgente decrecimiento
planificado, a saber: reducir la
producción menos necesaria. Y para ello, es fundamental —si no
prohibirla—, al menos, dejar de incitar a la esclavitud propia y ajena.
La próxima vez que
veas un anuncio, mira a otro lugar, cambia de canal, o bien, cambia de mirada.
https://blogsostenible.wordpress.com/2025/11/05/publicidad-para-pensar/

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