Dibujo de Carla Boserman |
Así
termina Santiago
López Petit su
texto para el libro Fuera de Lugar. Conversaciones entre crisis y
transformación (Acuarela
2013): El desafío es construir
una política del querer vivir, una política que recoja las necesidades y
aspiraciones del 99%, lo que no significa en absoluto eludir las cuestiones
espinosas, sino todo lo contrario. Se abre una bifurcación que clarifica las
posiciones. Tenemos que hacer un esfuerzo por ser menos románticos y mucho más
duros con el poder… y también con nosotros mismos.
Pensamos,
al leer distintas teorías y ver lo que nos rodea, que estamos en un cambio de
época, que el mundo que fue cimentado en el siglo XVIII está derrumbándose: el
capitalismo depredador va camino de acabarse muchos ecosistemas básicos y las
relaciones sociales sanas, y las instituciones que sustentan el Estado nación
dan muestras una y otra vez de estar agotadas. El crecimiento ilimitado, el
racionalismo a ultranza, la privatización de la vida, la globalización
financiera y criminal, y en definitiva, la occidentalización del mundo ha
llevado a reventar su base, su raíz. Y todo esto se va a caer.
Pero nos equivocamos si pensamos que lo que está por nacer es un mundo idílico, en paz y armonía. Ya lo dijo Wallerstein, cuando explicaba el tema de la posible bifurcación del camino del sistema-mundo: puede instalarse algo peor para las sociedades humanas, quizás un fascismo financiero exacerbado o ¿quién sabe? Pero ¿recuerdan 1984 de George Orwell, Un mundo feliz, de Aldoux Huxley o V de Vendetta y Matrix?
El desafío es activarnos e ir construyendo alternativas al sistema hegemónico y bien pudiera ser apostar al procomún, pero ¿qué ofrece involucrarse en la construcción y/o defensa de un bien común?
Ahora, un rápido punteo sobre interesantes aspectos del procomún:
-Los procomunes encierran en su esencia un bien común, una comunidad asociada a él y un modo de gobernanza. Son insustituibles e inalienables. Pensemos en un bosque, un río, una radio comunitaria, Internet, las licencias Creative Commons, los idiomas, las recetas, el genoma humano, los colores…
-Actualiza prácticas que servían: aunque parezca algo novedoso, los commons existen desde siempre, desde que el ser humano llega a acuerdos para mantener ciertos bienes necesarios para su bienestar. A partir del siglo XV en Europa se producen los primeros cercamientos (físicos y mentales) que propiciarán el nacimiento del capitalismo y la hegemonía de lo privado frente a lo comunitario, hasta ese entonces preponderante.
-Actualmente existen muchas experiencias en todo el mundo, tanto de defensa del procomún, como de creación de comunes, o ambas propuestas a la vez.
-Los comunes rompen con la clásica dicotomía público/privado introduciendo la modalidad de propiedad colectiva, con una autogestión al margen de la crisis del Estado nación y de la voracidad empresarial y la especulación financiera. La comunidad participante tiene el control del bien común y asegura el acceso a todas y todos sus miembros.
-Esa gobernanza necesaria se mantiene por la participación activa de la comunidad, que no suele dar posibilidad a estructuras jerárquicas, sino más bien democráticas y en red. Sería una adaptación del “mandar obedeciendo” zapatista.
-Pueden existir a escala local o a escala global, pero cada vez más se potencia lo glocal, mirando lo que pasa en el mundo, aprendiendo de otras experiencias, compartiendo ideas o recursos, analizando coyunturas y conectándose en red.
-Recupera como abundante lo que pareciera escaso. La autogestión participada asegura la sostenibilidad de los bienes, naturales o sociales, haciéndolos perdurar para las siguientes generaciones. Por ello la escasez, como parámetro capitalista base de la privatización y el lucro, pierde sentido.
-Atraviesa por entre las categorías y paradigmas dominantes, rompe con lo establecido (de izquierdas y derechas), empodera a los individuos, pero no fomenta el individualismo, sino como parte de una colectividad en la que participa, por lo que las estructuras no ahogan.
-Frente a los grandes relatos totalizadores, los commons propagan miles de semillas por doquier, que son procesos en construcción y, por ello, históricos y con potencia emancipadora. No hay recetas fijas, y toman mucho del buen vivir andino, del decrecimiento europeo, de la ética hacker, del marxismo y del anarquismo, del liberalismo y del feminismo… Prototipos de commons en la sociedad en red. Es la política de un No y muchos Síes, como negación común de ir hacia el precipicio sistémico y como muchas respuestas alternativas, pluralidad de motivos, afirmaciones, proyectos, ideales e ideologías: “un mundo en que quepan muchos mundos”.
¿Qué más se les ocurre?
Terminamos como empezamos, con una cita: esta vez una de Juan Carlos Monedero, escrita en otro contexto, pero que nos sirve: En un mundo sin modelos, la frase de Simón Rodríguez “inventamos o erramos” sigue siendo radicalmente válida. El vivencialismo o experimentalismo es más relevante que la repetición de modelos que han demostrado su invalidez.
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