APRENDER DE LA CRISIS
Pere Subirana
El cambio necesario
"Los tiempos que vivimos suponen el fin de la buena vida". Esta frase refleja el hecho de que un número cada vez mayor de personas tiene dificultades para cubrir necesidades básicas. Oímos hablar de diferentes crisis: económica, social, ecológica, de los valores culturales, de la democracia, etc. ¿Existe algún elemento en común a todas ellas? Creo que sí.
Este elemento es el derrumbamiento del sistema económico de producción y consumo masivos. La realidad es que ni la economía oficial, ni los gobiernos, ni lo agentes sociales institucionalizados (sindicatos y patronal ) logran acabar con el paro, la marginación y la precariedad. No lo hacen porque su manera de pensar y de actuar está basada en la aceptación del modelo económico de producción y consumo masivos.
Buscan erradicar el paro sin detener la máquina que lo reproduce. Es como si quisiéramos sacar el agua de un piso inundado echando cubos por la ventana pero sin cerrar el grifo de donde mana continuamente.
Este elemento es el derrumbamiento del sistema económico de producción y consumo masivos. La realidad es que ni la economía oficial, ni los gobiernos, ni lo agentes sociales institucionalizados (sindicatos y patronal ) logran acabar con el paro, la marginación y la precariedad. No lo hacen porque su manera de pensar y de actuar está basada en la aceptación del modelo económico de producción y consumo masivos.
Buscan erradicar el paro sin detener la máquina que lo reproduce. Es como si quisiéramos sacar el agua de un piso inundado echando cubos por la ventana pero sin cerrar el grifo de donde mana continuamente.
Solo con un nuevo sistema económico podremos resolver estos problemas, pero un nuevo sistema económico implica un nuevo modelo social, una nueva definición del trabajo, de la empresa, del dinero, de la economía, de la ética que tiene que guiar nuestros actos. Implica nuevas organizaciones y estructuras sociales y, sobre todo, una nueva manera de ver el mundo.
Los problemas a los que nos enfrentamos son la mayor oportunidad para crear un modelo económico diferente. Somos muchos los que no nos avenimos a ser víctimas pasivas de las circunstancias y queremos participar en la construcción de nuestro propio futuro personal y colectivo. Pero necesitamos organizarnos y caminar juntos en una misma dirección. Dirección que tendremos que descubrir entre todos cuantos caminamos hacia un mundo de justicia y de solidaridad.
El actual modelo económico
1. Separación entre productor y consumidor.
La gente no produce para su propio consumo. La producción se destina al mercado. El mercado es la manera como se relacionan los productores y los consumidores. El mercado crea la necesidad de dinero y el trabajo se adapta a esa circunstancia : trabajamos para ganar dinero que nos permita consumir.
2. La actividad económica de las empresas se basa en el ánimo de lucro.
Los capitalistas invierten para ganar dinero, para obtener el máximo beneficio. Emplean dos vías :
a) La inversión en la economía productiva.
Se invierte en una fábrica, con la pretensión del beneficio económico (a veces a costa de la naturaleza o de la sociedad), al objeto de producir bienes que luego se distribuyen y se venden. El consumidor está al final de la cadena, es el que mueve toda la maquinaria .
El ánimo de lucro generalizado, llevado a su máxima expresión, comporta una espiral de pobreza entre personas y países, comporta la creación de una "sociedad dual". Y sobre todo, crea una espiral de competición : las personas que quieren ganar dinero solo pueden hacerlo a través de competir con otros. En toda competición hay ganadores (pocos) y perdedores ( cada vez más). La riqueza se va concentrando progresivamente en pocas manos. El consumo, los intereses bancarios y los impuestos fuerzan la espiral para cerrar el círculo de la sociedad dual.
La mundialización de la economía y el reparto internacional de trabajo han favorecido la implantación a escala planetaria de este sistema competitivo. La competitividad es la mayor excusa para aplicar las políticas neoliberales, es decir, las políticas orientadas a favorecer a los que tienen más posibilidades de ganar. La competitividad se traslada al mercado de trabajo: encontrar un empleo se convierte en una carrera de obstáculos donde estamos obligados a competir con otros hasta la extenuación.
b) La economía financiera
Se fundamenta en obtener el máximo beneficio a costa de especular con productos "no producidos".
Es la economía de "casino", la de los accionistas de las grandes empresas, de los bancos, de los operadores de capitales. La economía está cada vez más supeditada a ellos. Los mercados financieros determinan el precio de las monedas estatales, de las materias primas, asi como las políticas de los gobiernos. El abismo que separa este tipo de economía y la sociedad no deja de crecer.
3. La tecnología está al servicio del sistema, no al servicio del ser humano.
Los avances tecnológicos sirven para la creación de más beneficios empresariales. Las empresas del actual sistema económico no pretenden crear empleo, no es su objetivo principal, su objetivo más importante es la producción para el consumo. La automatización de los procesos industriales hace que el factor trabajo sea cada vez menos significativo. Las máquinas han reemplazado al hombre en multitud de tareas y han permitido que la capacidad de producción sea mucho mayor que las capacidades de consumo.
La crisis del modelo
Este modelo económico está en crisis por :
a) su enorme necesidad de recursos naturales, que son limitados, lo que crea una gran degradación ambiental.
b) la economía productiva está cada vez más supeditada a la economía financiera.
c) la automatización, inducida por la informática, significa la exclusión del proceso productivo para infinidad de personas.
d) el consumidor no es diferente del trabajador. Pero la precarización del mercado laboral y el paro empujan a muchas personas fuera del sistema de consumo.
b) la economía productiva está cada vez más supeditada a la economía financiera.
c) la automatización, inducida por la informática, significa la exclusión del proceso productivo para infinidad de personas.
d) el consumidor no es diferente del trabajador. Pero la precarización del mercado laboral y el paro empujan a muchas personas fuera del sistema de consumo.
Todo esto nos plantea el reto de saber por qué hacemos lo que hacemos, de buscar las dosis adecuadas para encontrar los mejores equilibrios entre factores diferentes, para dar respuestas humanas a la complejidad creciente.
Aprovechemos la situación de crisis y convirtámosla en oportunidades para crear un sistema económico sostenible y que esté al servicio de todos.
La hora de las decisiones
El consumo equivale en economía a lo que las votaciones en política. El consumo, como hemos dicho, es el motor del sistema económico. Con las pequeñas decisiones en el momento de la compra podemos reforzar las empresas, los productos y los procesos que respetan el medio ambiente y cuidan los aspectos sociales, como el trato justo con sus trabajadores.
* Consumamos más productos locales y artesanales, hagamos boicot a los de "usar y tirar", prefiramos los que duran y sean reciclables, etc. Se trata de evaluar el impacto ecológico y social de cada uno de nuestros actos de compra.
* Consumamos más productos inmateriales, como educación y cultura y menos productos materiales que tienen un impacto directo sobre el medio ambiente y el consumo de energía : menos coches, menos espacio urbanizable, menos objetos innecesarios, etc.
* Apoyemos con nuestro dinero la economía social. Seamos conscientes de los efectos sociales que tiene cada compra que hacemos. Cuando compramos en unos grandes almacenes en lugar de hacerlo en una tienda del barrio, estamos favoreciendo la concentración de riqueza en pocas manos. Las grandes empresas son las principales interesadas en fomentar el consumo como forma de vida. Los beneficios que obtienen van mayoritariamente a los grandes accionistas, sólo una muy pequeña parte vuelve al lugar y a las personas de las cuales ha salido el dinero.
Mientras no se aplique el principio de la reinversión permanente de beneficios en nuestro municipio y en nuestro sector social, siempre seremos pobres. Intentemos que toda la riqueza que se genera en nuestra comunidad se quede en ella. La filosofía del ánimo de lucro del sistema económico actual debe ser reemplazada por la del beneficio para el conjunto de la sociedad. Debemos aprender a supeditar lo urgente y fácil (el bienestar inmediato) a lo importante aunque sea más difícil ( el bienestar duradero).
* Adecuemos la producción a las necesidades reales de las personas. Hoy el sistema económico produce sólo para obtener beneficios. Primero se produce y luego se intenta generar demanda a través de la publicidad. La actual crisis, y los diversos factores que en la misma concurren (la falta de dinero; el incremento del tiempo disponible a causa de la temporalidad, la precariedad y la falta de puestos de trabajo; las nuevas tecnologías; el encarecimiento de muchos productos y servicios), permiten la implantación de la auto-producción a nivel individual y local, lo cual hace más fácil producir sólo lo que necesitamos o en función de las necesidades de intercambio.
Efectivamente, la informática aplicada a la producción permite desmasificar los procesos productivos, hacer pequeñas cantidades y muchos modelos diferentes. Así mismo la valoración de la calidad ayudará a incrementar las actividades artesanales, favorecidas por el empleo de las nuevas tecnologías.
Hoy en día es cada vez más factible aplicar el principio de subsidiaridad a la producción : la mayor parte de los productos que necesitamos se pueden fabricar a escala individual y local. Una de las condiciones básicas de la sostenibilidad de un sistema es precisamente la de que produzca él mismo todo lo que necesita, uniéndose a un sistema mayor sólo para lo que no es capaz de autoproducir.
Reinventar el dinero
Cualquier alternativa económica que podamos formular ha de tener en cuenta el hecho de que el dinero oficial cada día pierde valor. Existe una depreciación continuada del dinero más allá de los fenómenos puntuales de inflación y deflación.
Las características del dinero oficial hace que sea un instrumento de control social al servicio de los poderosos. El hecho de que sea anónimo facilita la corrupción y el robo, además de estar sujeto al capricho de los mercados financieros, sin que los gobiernos estatales puedan hacer mucho más que tomar débiles medidas para protegerlo. El miedo al futuro, tan extendido actualmente, es la consecuencia directa de la conciencia colectiva de que existen fuerzas poderosas, sobre las que las que no tenemos control, que pueden manipular impunemente el valor del dinero y por consiguiente nuestras vidas.
En la sociedad del consumismo, el dinero lo es todo, sin él no podemos satisfacer nuestras necesidades. Pero a medida que cada vez es menos accesible ( la única manera de conseguirlo para la inmensa mayoría es el trabajo asalariado y éste se va haciendo más escaso) y que su valor decae, deja de ser un buen medio para relacionarnos económicamente.
Redefinir el papel del dinero y de la moneda nos puede permitir evitar su escasez. El dinero no se come, su valor reside en la oportunidad que nos brinda para acceder a bienes y servicios. Por lo tanto podemos inventar otros mecanismos para acceder a ellos.
a) La moneda local y asociativa.
Todos podemos crear dinero, crear monedas propias de una localidad o de un colectivo. El dinero así creado es una simple medida contable de los bienes y servicios intercambiados. Este simple mecanismo puede tener muchas consecuencias liberadoras.
No importa el nombre que podamos dar a la moneda, lo importante es que la riqueza generada por las personas de un lugar o de una asociación se queda allí mismo. Se trata de una moneda de tipo nominal, con lo que no tiene sentido robarla o intentar trasladarla fuera del ámbito en que se genera.
Evidentemente el dinero oficial sigue teniendo aún su papel, seguirá siendo necesario en función de los bienes y servicios que el nivel local o asociativo no pueda satisfacer. Lo cual nos impone la conveniencia de reflexionar y decidir sobre que necesidades (vitales, de bienestar o superfluas) queremos satisfacer para realizar una vida auténticamente humana.
b) El intercambio
Si no podemos cambiar nuestro tiempo por dinero, sí podemos cambiarlo por bienes y servicios de otros. El mercado sólo es una de las posibilidades de intercambio económico entre otras muchas. El intercambio puede ser simple, entre dos personas, y puede ser también un intercambio en el que participen muchas.
El sistema LETS ( Local exchange trading system - Sistema de intercambio y comercio locales) puede ser una de las fórmulas. Este sistema se está extendiendo por muchos países y consiste en que un grupo de personas hace una lista con todos los bienes o servicios que pueden intercambiar. Esa lista se distribuye entre todos los componentes del grupo, de manera que cuando alguien tiene necesidad llama a la persona que ha ofrecido el producto o servicio que necesita. La persona que ha recibido el bien o el servicio no paga nada, lógicamente lo retribuirá, en su momento, realizando tareas para cualquier otro miembro del grupo, no necesariamente para el que ha trabajado para él. Los intercambios se valoran con una moneda interna. Se prevé cierto nivel de endeudamiento personal pero se crean mecanismos para evitar posibles abusos por parte de algún miembro.
c) Aumentar nuestro nivel de autosuficiencia
En la sociedad del consumismo dependemos exclusivamente del dinero. Pero si somos capaces de equilibrar la excesiva dependencia del dinero con un mayor grado de autosuficiencia, ganaremos tranquilidad y seguridad.
Pongamos el dinero a nuestro servicio, hagamos que sea un medio para vivir mejor y no un fin en sí mismo. Dejar de ser esclavos del dinero es un reto para muchas personas. Todas las formas de esclavitud nos impiden tomar decisiones libremente. La necesidad de dinero hace que no trabajemos en lo que más nos gusta, ni dediquemos los preciosos e irrepetibles momentos de nuestra vida a actividades que nos hacen realizarnos como personas.
Estructuras políticas y sociales nuevas
Los Estados-nación están en crisis. El factor decisivo de su decadencia es el hecho de tener que extraer sus recursos del sistema de producción y consumo masivos que ahora se desvanece. Su déficit les ahoga, y gran parte de los impuestos van destinados a pagar los intereses de los préstamos para cubrir ese déficit.
Los Estados-nación se han vuelto demasiado grandes para poder solucionar los problemas de sus ciudadanos y demasiado pequeños para una aldea global cada vez más interrelacionada. Las redes informáticas hacen saltar las fronteras e invalidan las políticas de los gobiernos, por otro lado prisioneros de las multinacionales y del poder de los financieros- especuladores.
Pero la crisis de los Estados es la gran oportunidad para organizar la sociedad y las estructuras sociales y políticas de abajo a arriba, de dar protagonismo a las estructuras que están más cerca de las personas. La fórmula para construir de abajo a arriba es implantar el principio de subsidiaridad.
Desde la simple comunidad de vecinos hasta la misma ONU, se pueden definir diferentes "niveles de incumbencia". Cada nivel: comunidad, barrio, municipio, comarca, región, nación,..., debe tener la suficiente autonomía como para asumir la responsabilidad de la resolución de los problemas que le afectan, coordinándose en un nivel superior para los problemas que no puede resolver por sí solo.
Ciertamente nos enfrentamos a una tarea de altos vueltos políticos, cuya resolución se ve lejana en el tiempo. Sin embargo nadie, ni nada, nos impide empezar a caminar en esa dirección.
Una alternativa : El comunitarismo
Amitai Etzioni, impulsor del movimiento comunitario europeo afirma que desde la comunidad los ciudadanos tienen la oportunidad de resolver numerosos problemas que afectan a la sociedad y que el Estado no es ya capaz de solucionar. Tendremos que buscar en la comunidad el bienestar que el Estado cada vez nos prestará menos.
El comunitarismo es el antídoto a la sociedad dual. El comunitarismo puede adoptar formas diversas de vida compartida, pero en todas sus formas implica compartir recursos, conocimientos y una relación más directa con los demás. Actualmente, ¿y hasta cuándo?, se intenta aminorar el abismo entre ricos y pobres redistribuyendo algo de dinero mediante las subvenciones, pero constamos que esto no cura la pobreza. La cuestión no radica obviamente en distribuir algo de riqueza, en forma de dinero, sino en distribuir la capacidad de generarla y disfrutarla. Y no olvidemos que la riqueza estará basada cada vez más en la información y en el conocimiento. Es el saber -el "saber hacer" y el "saber ser"- lo que genera riqueza.
Parece razonable que los colectivos con problemas hagan de su necesidad de ganarse la vida un objetivo común. El comunitarismo, en su dimensión económica, consiste en sentirnos miembros de una comunidad donde el gasto de unos signifique el ingreso de otros, sin que la riqueza y los recursos se vayan fuera de la comunidad. Si no queremos paro, lo mejor que podamos hacer es darnos trabajo mutuamente.
La nuevas formas de organización social tendente al comunitarismo deben tener como modelo, la idea de las redes. Las redes se constituyen por pequeños nudos (unidades) independientes pero muy entrelazados. Estas unidades tienen una conciencia del conjunto del que forman parte, lo que hace que las partes actúen en beneficio del todo. Las redes son la alternativa a la jerarquización y al uniformismo, porque exigen nudos bien cohesionados y personas informadas y responsables. Las redes son el modelo organizativo más apropiado para la autoayuda, la autoproducción y el intercambio de informaciones y recursos.
El trabajo y los ingresos
En el modelo económico de producción y consumo masivos, el trabajo asalariado ocupaba, hasta hace bien pocos años, el lugar central de nuestras vidas. A él le tuvimos que dedicar una gran parte de nuestro tiempo y de nuestra formación. Era la base de nuestra identidad personal. Pero ahora las empresas ya no pueden garantizar el pleno empleo. Tampoco podemos identificarnos demasiado con un oficio, porque la velocidad de los cambios tecnológicos lo pueden hacer desaparecer, o nos vemos obligados a realizar trabajos que tienen muy poco en común con nuestros conocimientos profesionales. Estudiar ya no es garantía de encontrar un empleo, infinidad de trabajos no necesitan cualificación pues las máquinas hacen automáticamente lo que antes hacían miles de trabajadores industriales y de profesionales.
Oscar Fontrodona tiene razón cuando asegura que la sociedad salarial se va a pique. El sistema va configurando despiadadamente una sociedad dual : los parados y los que tienen trabajo. Y dentro de este colectivo, los de trabajo asegurado, cualificado y bien pagado y los que tienen que recurrir a trabajos eventuales, precarios y mal retribuidos. La perspectiva es que los ingresos por trabajo asalariado serán cada vez menores y una gran mayoría, por una u otra circunstancia laboral, necesitaremos de una "segunda renta" para poder mantener el acceso a los bienes necesarios. Los gobernantes, con mejor o peor gana, se han visto obligados a subvencionar esta "segunda renta" al objeto de paliar la situación de tantos trabajadores en precario o simplemente despojados de su única fuente de recursos. Pero las arcas de los Estados, en una situación de endeudamiento hasta la médula, serán progresivamente menos capaces para suplir las insuficiencias del salario laboral.
Tendremos que ir pensando que los ingresos no tienen que provenir únicamente del trabajo característico de la era industrial, ni de los subsidios del Estado-Providencia nacido de la postguerra mundial. Ciertamente existen otras formas, de momento transitorias pero sin duda precursoras, en el camino hacia la introducción de nuevos modelos económicos y sociales, de reemplazar "una sola cosecha al mes" por una "suma de pequeñas producciones" :
- Retribuciones provenientes de los Ayuntamientos a cambio de trabajos para la comunidad o el municipio. Los trabajos y actividades sociales pueden ser generadoras de riqueza local, si los dirigentes de una comunidad o de un municipio gestionan los recursos locales con "imaginación y creatividad".
- Economía de autoproducción: trabajo autónomo, artesano, asociado, a nivel comunitario o municipal.
- Disminución del consumo indiscriminado y mayor aprovechamiento de los recursos materiales (locales, dinero, espacios, energía) e inmateriales ( tiempo, amistades, creatividad).
Se trata de convertir una situación problemática, fuente de conflictos y de competitividad despiadada, en una oportunidad para el cambio : integremos el trabajo en nuestra vida; hagamos del trabajo una actividad placentera; adaptemos el trabajo a nuestras características. Como quiera que las empresas, o no tienen puestos de trabajo o el trabajo que nos puedan ofrecer necesariamente será alienante, creemos nosotros nuestros propios puestos de trabajo. Todo depende únicamente de nuestra decisión y de poner en movimiento nuestra "creatividad" para producir y ofrecer bienes y servicios que otros puedan necesitar.
Consideración final
Las soluciones que intentemos buscar dentro del sistema de producción y consumo masivo, siempre serán soluciones falsas, llenas de trampas, que solo lograrán mantener un sistema que no tiene futuro.
Si somos capaces de aprender de las crisis, nos evitaremos mucho sufrimiento inútil y sobre todo evitaremos el sufrimiento de los millones de personas que han sido, y de los muchos millones que serán, arrojados a los márgenes del camino. Una de las lecciones que hemos de aprender de la actual crisis (que no solo es coyuntural, sino estructural, no solo económica, sino de civilización), es que necesitamos un proceso a gran escala de liberación, personal y social, del modelo de producción y consumo masivos.
Se acaba la "buena vida" tal como nos la han ido vendiendo los defensores y beneficiarios del sistema neoliberal y del desarrollismo. Es el momento oportuno, la hora decisiva, de ponernos a trabajar por otra "buena vida" fundamentada en la sencillez material, en la riqueza psicológica y afectiva y en el placer de la autorealización personal y colectiva.
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