Una decena de negocios salen adelante
en tres años gracias a préstamos concedidos por particulares y por el
Ayuntamiento de la capital
Andrea
Díez tiene 22 años. Hace unos meses estaba en paro y sin expectativas
económicas. Ahora no. Ahora gestiona un quiosco de prensa en la zona sur y ha
encontrado un modo de salir adelante. Ni ella, ni su familia, hubieran podido
hacerlo solos por falta de recursos. Y ningún banco se hubiera aventurado a
prestarles el dinero que necesitaban. Sin embargo, ahí están, gracias a las
finanzas éticas y a un nuevo modo de entender la economía que se va abriendo
paso en Valladolid. En su caso se han beneficiado de una modalidad de préstamo
conocida como ayudas reintegrables cuyo único interés es el IPC, y que ofrece
facilidades para la devolución.
Una
decena de proyectos se han convertido en realidad en los tres últimos años en
Valladolid gracias a esta fórmula de préstamos sin ánimo de lucro. Una
modalidad promovida por la asociación Fiare de Castilla y León, de la que
forman parte una veintena de colectivos sociales. Empeñados todos ellos en
impulsar, poco a poco y desde abajo, un modelo económico que no solo tenga en
cuenta la rentabilidad financiera y el beneficio, sino también, y sobre todo,
la utilidad social. Un propósito para el que cuentan con el apoyo y recursos de
la Agencia de Innovación y Desarrollo del Ayuntamiento a través de una
colaboración pionera en España.
La
asociación Fiare Castilla y León surgió para promover en España un nuevo
proyecto de banca ética que formalmente ya ha culminado en la constitución de
una cooperativa de crédito de ámbito nacional, aunque todavía habrá que esperar
unos meses hasta que pueda ofrecer a los interesados cuentas corrientes,
tarjetas de crédito y otros servicios bancarios convencionales. Pero, desde
hace tres años, la asociación desarrolla en paralelo otra actividad financiera
diferente y complementaria: la de las ayudas reintegrables sin interés
concedidas por particulares.
«En
un contexto de grave crisis económica y de cabreo con los bancos, este modelo
implica una reflexión sobre el papel social del ahorro», explica Javier Mena,
presidente de Fiare Castilla y León. «Esta
opción permite que unas personas ayuden a otras al margen de los mecanismos
convencionales de préstamo. Todo ello, desde la convicción de que otra economía
es posible, de que podemos construir otro mundo diferente y mejor organizado».
Todo
comenzó en el año 2011 con algo parecido a una prueba piloto. Una mujer,
conocida de la asociación, necesitaba 5.000 euros para completar un documental
que le habían contratado, y ningún banco le prestaba ese dinero. La asociación
envió un correo electrónico a sus socios explicando el caso y pidiendo su
colaboración. La ayuda consistiría en préstamos voluntarios de importe variable
y con un plazo corto de devolución, hasta que el trabajo le fuera pagado y
pudiera devolverlo. La experiencia fue buena y se repitió al año siguiente, en
2012, con la Federación de Colectivos de Educación de Adultos. FECEAV necesitaba
21.000 euros para pagar las fianzas públicas requeridas para presentarse a una
convocatoria pública del Ayuntamiento de Valladolid. Era un dinero que se
recuperaría en unos pocos meses, pero que en ese momento nadie sabía cómo
conseguir y que resultaba imprescindible para tener alguna opción de mantener
la amplia red social que mueve FECEAV en la capital. La respuesta fue
entusiasta y en un breve plazo la colaboración de cuarenta particulares
permitió recaudar el dinero necesario. En ambos casos, el dinero se recuperó en
un breve plazo de tiempo.
Aquellas
primeras experiencias permitieron definir el modelo de esta peculiar modalidad
de finanzas éticas. En ellas, Fiare actúa como intermediaria entre los
prestamistas y los destinatarios de las ayudas reintegrables, pero solo para
ponerles en contacto y organizar el dispositivo: el dinero no pasa por sus
manos, pues va directamente de cuenta a cuenta, y el préstamo se formaliza en
un sencillo contrato privado entre las partes que establece las condiciones de
la devolución, siempre ventajosas y pensadas en función de las posibilidades
reales de cada proyecto. Para evitar una gestión excesivamente compleja se
marcó un mínimo de 300 euros para cada una de las aportaciones particulares. Y
también un máximo que, como referencia, suele ser el 10% del total del
‘préstamo’, para reducir los riesgos potenciales del ahorrador en el caso de
posibles retrasos en los pagos de devolución. Los resultados fueron buenos y
debieron llegar a oídos del Ayuntamiento de Valladolid, que a finales de ese
mismo año firmó un convenio con Fiare Castilla y León para impulsar este tipo
de préstamos reintegrables con financiación de la Agencia de Innovación y
Desarrollo Económico. 40.000 euros en total que componen el fondo FONDESVA y
que han permitido apoyar a seis proyectos empresariales en la ciudad de
Valladolid, entre los que se encuentra el quiosco de Andrea.
En
estos casos, las aportaciones de particulares son sustituidas por los fondos
públicos del Ayuntamiento, pero todo lo demás permanece idéntico. Las
iniciativas de emprendedores se seleccionan en función de su interés social, no
solo por su posible viabilidad económica. Y han de contar también con el ‘aval
moral’ de alguna entidad o institución que manifieste su confianza en las
posibilidades de que el proyecto prospere. Parte del dinero de FONDESVA está
empezando ya a recuperarse, explica Javier Mena, con lo que en breve se
plantearán una segunda ronda de ayudas. Y es que esos 40.000 euros no deben
devolverse al Ayuntamiento, sino que su finalidad es hacerlos rodar lo más y
mejor posible por distintos proyectos. «La experiencia ha sido buena y ahora
estamos hablando de la posibilidad de aumentarla con un nuevo convenio que
aporte fondos adicionales», explica Francisco Javier Mena, quien reconoce que
se trata de una colaboración institucional inhabitual en España. «Ha sido la
primera vez que una entidad pública aportaba dinero para ayudas reintegrables
gestionadas por una entidad social como nosotros».
Más
implicación que en el ‘crowdfunding’
Las
ayudas reintegrables aportadas por particulares y el ‘crowdfunding’ tienen en
común que son grupos de particulares que, mediante aportaciones desinteresadas,
respaldan con recursos un proyecto dado. «Pero mientras en las ayudas
reintegrables el dinero debe devolverse, aunque no genere ningún beneficio, en
el ‘crowdfunding’ no, pues se trata de algo parecido a un mecenazgo social, que
habitualmente se canaliza a través de Internet», explica Isabel Sancho, miembro
de Fiare Castilla y León en representación de la Asociación Rondilla. De hecho,
quien aporta dinero a una ayuda reintegrable se juega más, y suele realizar un
seguimiento del proyecto. La otra distinción es que los préstamos de banca
ética son préstamos normales, formalizados ante notario, habitualmente de
cantidades mayores que las ayudas reintegrables y con plazos de devolución
también más elevados, de entre 5 y 10 años. Y se paga un tipo de interés,
aunque sea algo más bajo que el interés normal en el sistema financiero». El
componente ético se traduce en que los préstamos atienden al valor social de
los proyectos.
Más
información: Asociación
Fiare Castilla y León Fondo Fondesva
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