TEXTO EN CASTELLANO |
UNA VIDA LIBRE DE DINERO
(Extractos del libro Moneyless Manifesto de Mark Boyle)
Más que
amor, dinero o fama, dame confianza
El
verdadero valor de un ser humano viene determinado por la medida y el sentido
en el que se haya liberado del yo. Vamos a necesitar un modo considerablemente
nuevo de pensar si queremos que la humanidad sobreviva.
Cobrar a otros humanos por los
dones que aportas al mundo y que a ti se te han dado es tan ridículo como que
tu pene o tu clítoris cobraran a tus rodillas por tener un orgasmo.
De los ciclos ecológicos que
funcionan silenciosamente a nuestro alrededor arrancamos lo que nos apetece, lo
procesamos en nuestras lineas de producción y disfrutamos un rato de lo que
sale del otro lado. Después lo tiramos y comenzamos de nuevo. Estamos
constantemente cogiendo energía y no devolvemos ninguna. Llegado cierto punto,
esos ciclos van a colapsar. Muchos ya lo han hecho.
Lo salvaje es una esencia que esta
presente en todos nosotros. No la podemos tocar, pero sabemos cuando esta ahí;
lo sabemos cuando la sentimos.
La felicidad solo existe en la
aceptación: Aceptar que la vida te da todos los días, no arrepentirse de nada y
no preocuparse por el futuro. Y divertirse –nada es tan serio.
No
hay comunidad posible entre gente que no se necesita mutuamente.
El dinero ha sustituido a la
comunidad como nuestra primera fuente de seguridad y como pueden testificar los
países que han sufrido un colapso financiero, no es una seguridad real.
Una
sociedad sostenible y justa no puede ser una sociedad de consumo
Algunas formas de consumismo
pueden obviamente ser mas sostenibles y menos explotadoras y contaminantes que
otras, pero nunca en términos absolutos. Podría decirse que un violador que se
preocupa de utilizar un condón de comercio justo es mas ético, pero,
independientemente de su definición de ‘ético’, ¿alguien osaría llamarlo
absolutamente ético?
Debemos desechar modos de vida que
no requieran estas economías de escala para prosperar, de modo que sea posible
compartir los frutos de nuestro trabajo sin el modelo económico completo que
exige que no compartamos recursos, tirando piedras a nuestro tejado.
No se trata de que todo el mundo
empiece a hacer cada pequeña cosa por si mismo de nuevo, sino que las
comunidades sean suficientes como unidad, y la vida pueda ser más variada, más
conectada, más autónoma y libre.
Cuando hacía dos años y medio que
vivía sin dinero, no desperdiciaba nada porque todo era precioso. Cuando
salía de la caravana para hacer un pis bajo un frutal durante las frías y
oscuras tardes de invierno, apagaba la vela de cera de abeja para ahorrar lo
que para mi era un recurso finito. Siempre que me tropezaba con trozos de
madera en el verano, los recogía y los almacenaba para el invierno. Si
encontraba un mechero en la calle, lo cogía y lo usaba porque me ahorraba 20
minutos de arco y taladro. Cada migaja
de comida que tenia la comía y lo
que otros dejaban también. Los periódicos que andaban por las cunetas me
servían para encender el fuego. Si tenia ocho botellas de sidra para todo el
invierno, me las bebía con moderación cuando la situación lo pedía a gritos y
no las ocho de una sentada.
En muchas de las pequeñas
sociedades del pasado, donde todo el mundo tenia acceso a todo lo que se tenia
para beneficio del colectivo, ni se oía hablar de robo. Si tienes acceso a toda
la riqueza de la comunidad, por que vas a robar?
La economía libre de dinero es un modelo económico que permite a sus
participantes satisfacer sus necesidades físicas, emocionales, psicológicas y
espirituales tanto colectivamente como individualmente basándose en materiales
y servicios que se comparten incondicionalmente. Idealmente (pero no
necesariamente) estos materiales deberían proceder de una distancia que se
puede hacer a pie desde las personas que se beneficiarán de ellos. Tal economía
se llevaría a cabo de un modo que tuviera en cuenta las necesidades de toda la
vida (y de las futuras generaciones) en esa región geográfica, dando igual
consideración a todo y viéndolo como un todo interdependiente cuya salud global
está intrínsecamente unida a la de sus partes y viceversa.
Una economía del don es
simplemente una sociedad en la que la gente comparte sus talentos, su tiempo,
su conocimiento, la información y los bienes materiales sin ningún intercambio
formal, explicito o preciso. En el tipo de economía del don que defiendo, dar y
recibir se hace incondicionalmente. La clave para esto es que no es una
condición para el don original, que se devuelva inmediatamente y nunca es
exacto.
En la economía del don, cuando
todo el mundo opera con ese espíritu, se hace todo lo requerido para cubrir las
necesidades de la gente y, contrariamente a lo que se podría intuir, se tiene
mayor acceso a todos los recursos necesarios para
vivir vidas sanas y
satisfactorias, que también son sanas para el todo que las sostiene.
Mi
sueño es que un día podamos superar esta mentalidad condicionada y obsoleta de
escasez, intercambio e inseguridad y que empecemos a vivir de un modo que sea
un canto a la vida que nos inspire en lugar de deprimirnos y que tenga el
factor de bienestar que la economía monetaria no tendrá nunca.
Este modelo totalmente localizado
parece extremo simplemente porque lo comparamos con la economía
extremadamente globalizada que tenemos
hoy y porque lo vemos a través de
los ojos de gente adicta física y
emocionalmente a aparatos y
artilugios que nunca podrán ser locales. Extremo es que muchos tengan
habitaciones libres en sus casas mientras otros duermen en la calle. Extremo es
gastar nuestras vidas desempeñando trabajos que odiamos solo para devolver al
banco un dinero que ha creado del aire.
Si no puedes producir cosas localmente, comienza a desengancharte de
ellas
inmediatamente y comienza a construir una economía en la que tus
necesidades son más simples y entonces podrás satisfacerlas con materiales que
puedes producir localmente.
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Tenemos que actuar. Y tenemos que
actuar ahora. No te preguntes lo que necesita el mundo. Preguntate qué te hace
sentir vivo y entonces hazlo. Porque lo
que necesita el mundo es gente que cobre vida. No hay un modo correcto o
incorrecto de actuar –haz lo que tu alma te pide que hagas, y persíguelo con
valor y con amor incondicional por el todo del que tu eres una parte. Preguntate
que acción es la mas efectiva y amorosa de las que puedes tomar y entonces
actúa del modo mas potente.
Todo lo que podemos hacer en la vida es asegurarnos de que
representamos nuestra parte en ella lo mejor que podemos. Por más que queramos,
nunca podemos hacer más que eso. Todo lo que hacemos es tan complejo y depende
para su fin definitivo de tanta gente diferente y de fuerzas naturales, que
nunca podemos responsabilizarnos del resultado final de nuestras acciones. Sólo
podemos responsabilizarnos de las acciones en sí mismas.
Actúa
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