7/7/14

Todo lo que podemos hacer en la vida es asegurarnos de que representamos nuestra parte en ella lo mejor que podemos.

TEXTO EN CASTELLANO
UNA VIDA LIBRE DE DINERO
(Extractos del libro Moneyless Manifesto de Mark Boyle)

Más que amor, dinero o fama, dame confianza

El verdadero valor de un ser humano viene determinado por la medida y el sentido en el que se haya liberado del yo. Vamos a necesitar un modo considerablemente nuevo de pensar si queremos que la humanidad sobreviva.

Cobrar a otros humanos por los dones que aportas al mundo y que a ti se te han dado es tan ridículo como que tu pene o tu clítoris cobraran a tus rodillas por tener un orgasmo.

De los ciclos ecológicos que funcionan silenciosamente a nuestro alrededor arrancamos lo que nos apetece, lo procesamos en nuestras lineas de producción y disfrutamos un rato de lo que sale del otro lado. Después lo tiramos y comenzamos de nuevo. Estamos constantemente cogiendo energía y no devolvemos ninguna. Llegado cierto punto, esos ciclos van a colapsar. Muchos ya lo han hecho.

Lo salvaje es una esencia que esta presente en todos nosotros. No la podemos tocar, pero sabemos cuando esta ahí; lo sabemos cuando la sentimos.

La felicidad solo existe en la aceptación: Aceptar que la vida te da todos los días, no arrepentirse de nada y no preocuparse por el futuro. Y divertirse –nada es tan serio.

No hay comunidad posible entre gente que no se necesita mutuamente.

El dinero ha sustituido a la comunidad como nuestra primera fuente de seguridad y como pueden testificar los países que han sufrido un colapso financiero, no es una seguridad real.

Una sociedad sostenible y justa no puede ser una sociedad de consumo


Algunas formas de consumismo pueden obviamente ser mas sostenibles y menos explotadoras y contaminantes que otras, pero nunca en términos absolutos. Podría decirse que un violador que se preocupa de utilizar un condón de comercio justo es mas ético, pero, independientemente de su definición de ‘ético’, ¿alguien osaría llamarlo absolutamente ético?

Debemos desechar modos de vida que no requieran estas economías de escala para prosperar, de modo que sea posible compartir los frutos de nuestro trabajo sin el modelo económico completo que exige que no compartamos recursos, tirando piedras a nuestro tejado.

No se trata de que todo el mundo empiece a hacer cada pequeña cosa por si mismo de nuevo, sino que las comunidades sean suficientes como unidad, y la vida pueda ser más variada, más conectada, más autónoma y libre.

Cuando hacía dos años y medio que vivía sin dinero, no desperdiciaba nada porque todo era precioso. Cuando salía de la caravana para hacer un pis bajo un frutal durante las frías y oscuras tardes de invierno, apagaba la vela de cera de abeja para ahorrar lo que para mi era un recurso finito. Siempre que me tropezaba con trozos de madera en el verano, los recogía y los almacenaba para el invierno. Si encontraba un mechero en la calle, lo cogía y lo usaba porque me ahorraba 20 minutos de arco y taladro. Cada migaja
de comida que tenia la comía y lo que otros dejaban también. Los periódicos que andaban por las cunetas me servían para encender el fuego. Si tenia ocho botellas de sidra para todo el invierno, me las bebía con moderación cuando la situación lo pedía a gritos y no las ocho de una sentada.

En muchas de las pequeñas sociedades del pasado, donde todo el mundo tenia acceso a todo lo que se tenia para beneficio del colectivo, ni se oía hablar de robo. Si tienes acceso a toda la riqueza de la comunidad, por que vas a robar?

La economía libre de dinero es un modelo económico que permite a sus participantes satisfacer sus necesidades físicas, emocionales, psicológicas y espirituales tanto colectivamente como individualmente basándose en materiales y servicios que se comparten incondicionalmente. Idealmente (pero no necesariamente) estos materiales deberían proceder de una distancia que se puede hacer a pie desde las personas que se beneficiarán de ellos. Tal economía se llevaría a cabo de un modo que tuviera en cuenta las necesidades de toda la vida (y de las futuras generaciones) en esa región geográfica, dando igual consideración a todo y viéndolo como un todo interdependiente cuya salud global está intrínsecamente unida a la de sus partes y viceversa.

Una economía del don es simplemente una sociedad en la que la gente comparte sus talentos, su tiempo, su conocimiento, la información y los bienes materiales sin ningún intercambio formal, explicito o preciso. En el tipo de economía del don que defiendo, dar y recibir se hace incondicionalmente. La clave para esto es que no es una condición para el don original, que se devuelva inmediatamente y nunca es exacto.

En la economía del don, cuando todo el mundo opera con ese espíritu, se hace todo lo requerido para cubrir las necesidades de la gente y, contrariamente a lo que se podría intuir, se tiene mayor acceso a todos los recursos necesarios para
vivir vidas sanas y satisfactorias, que también son sanas para el todo que las sostiene.

Mi sueño es que un día podamos superar esta mentalidad condicionada y obsoleta de escasez, intercambio e inseguridad y que empecemos a vivir de un modo que sea un canto a la vida que nos inspire en lugar de deprimirnos y que tenga el factor de bienestar que la economía monetaria no tendrá nunca.

Este modelo totalmente localizado parece extremo simplemente porque lo comparamos con la economía extremadamente globalizada que tenemos
hoy y porque lo vemos a través de los ojos de gente adicta física y
emocionalmente a aparatos y artilugios que nunca podrán ser locales. Extremo es que muchos tengan habitaciones libres en sus casas mientras otros duermen en la calle. Extremo es gastar nuestras vidas desempeñando trabajos que odiamos solo para devolver al banco un dinero que ha creado del aire.

Si no puedes producir cosas localmente, comienza a desengancharte de ellas
inmediatamente y comienza a construir una economía en la que tus necesidades son más simples y entonces podrás satisfacerlas con materiales que puedes producir localmente.
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Tenemos que actuar. Y tenemos que actuar ahora. No te preguntes lo que necesita el mundo. Preguntate qué te hace sentir vivo y entonces hazlo. Porque lo que necesita el mundo es gente que cobre vida. No hay un modo correcto o incorrecto de actuar –haz lo que tu alma te pide que hagas, y persíguelo con valor y con amor incondicional por el todo del que tu eres una parte. Preguntate que acción es la mas efectiva y amorosa de las que puedes tomar y entonces actúa del modo mas potente.

Todo lo que podemos hacer en la vida es asegurarnos de que representamos nuestra parte en ella lo mejor que podemos. Por más que queramos, nunca podemos hacer más que eso. Todo lo que hacemos es tan complejo y depende para su fin definitivo de tanta gente diferente y de fuerzas naturales, que nunca podemos responsabilizarnos del resultado final de nuestras acciones. Sólo podemos responsabilizarnos de las acciones en sí mismas.
Actúa
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