3/1/19

Ante la dureza de la vida, crear algo en lo que creer, algo en lo que tener esperanza

    UNA WEB PARA DEMOSTRAR QUE LOS REYES MAGOS EXISTEN

    El progenitor aporta pruebas para justificar su existencia después de que la pequeña le contara que una profesora le había dicho que realmente sus Majestades eran los padres
    La lucha de un padre porque su hija siga creyendo en los Reyes Magos. Todo comenzó hace un año cuando la profesora de su pequeña le contó que sus Majestades de Oriente no existían y eran realmente los progenitores los que obraban el milagro. Tras quedarse patidifuso decidió tomar cartas en el asunto y crear una web en la que aporta pruebas para demostrarle a ella y a otros niños que sí que existen, informa EP.

    Todo comenzó hace un año

    El padre, que se llama Gabriel Cruz y que es periodista, se quedó triste ante la revelación de su pequeña de 10 años: su maestra les había dicho en clase que eran los progenitores los que compraban los regalos. Ante esta sentencia inesperada, lo negó en rotundo. Pero la niña insistió y quiso confirmar las palabras de su padre en Google: "Ahí es cuando me llevé un chasco. Al poco de escribir en el buscador: los Reyes Magos existen, las primeras entradas que aparecían eran: Cómo decirle a los niños que los Reyes Magos no existen y titulares de ese tipo", explica Cruz a esta misma agencia.


    Tras la comprobación, el padre decidió apagar el ordenador antes de que la pequeña se pudiera percatar de algo, según relata. Tras el episodio, el progenitor decidió ponerse en marcha e hizo una web –www.losreyesmagosexisten.com– para demostrar la existencia de los Reyes Magos, la cual enseñó a su hija al día siguiente. Consiguió convencer a la niña e, incluso, hizo que volviera a creer, según relata.

    El site incluye reportajes de cómo se realiza "la distribución de los regalos y se desmontan varios mitos", prosigue este padre, "y también se descubre cómo sus Majestades saben hoy en día como se han portado los niños gracias al big data,entre otras cosas". Así, poco a poco, se van sumando pruebas y explicaciones que les vendrán muy bien a muchos padres para justificar la existencia real de los Reyes Magos de Oriente, según señala.

    El progenitor, además, critica que el uso de tablets y smartphones acaba también de un plumazo con el espíritu navideño. Incluso, tras la búsqueda en Internet de Los Reyes Magos existen y su consiguiente desilusión, llegó a comunicarse con Google para denunciar el tema. “Cualquier otra noticia, por muy falsa y peligrosa que sea, desde las que apoyan las pseudoterapias y que vacunar es malo, hasta las más disparatadas, como las que aseguran que los extraterrestres viven entre nosotros gozan de mayor prioridad y credibilidad en las búsquedas de Google", señala el periodista acostumbrado a lidiar con las fake news.

    Un estudio de 2016 apoya la postura del padre de no contarle la verdad a su hija y explica por qué seguimos mintiendo los adultos año tras año. La investigación, publicada en The Lancet Psychiatry, concluía que no era solo para alimentar la ilusión de nuestros hijos, sino también porque “el beneficio que sacan los padres con la farsa navideña podría deberse a la dureza de la vida real que requiere crear algo mejor, algo en lo que creer, algo en lo que tener esperanza o que sirva para regresar a una infancia perdida hace mucho tiempo”.

    Entonces, ¿cuándo o cómo le puedes contar a tus hijos la verdad sobre los Reyes Magos? Según los expertos, “cada niño lleva su proceso y ritmo”. Normalmente, es una vez que comienzan a formular preguntas sobre el tema del tipo "¿cómo es posible que los camellos quepan en el ascensor?". Entonces pueden estar preparados para escuchar la verdad. “Entre los ocho y los 11 años es cuando los pequeños suelen comenzar a cuestionarse la realidad sobre los Reyes Magos, y a partir de los 12, la edad del desarrollo del pensamiento lógico-abstracto, la mayoría conoce la verdad”, explicaba en este artículo Carla Valverde García, psicóloga clínica infanto-juvenil del Centro de Salud Mental de Majadahonda.

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