VITA LENTA
LO ANTISISTEMA DE
ESTAR PRESENTE
Quiero reivindicar el
placer de hacer cosas inútiles, entendidas estas como aquellas que no llevan a
nada o no tienen por qué llevar a nada.
No sé qué tienen las ventanas que dan al mar con
cortinas blancas ondeando al viento que me generan tantísimo placer, tal vez
sea que solo soy un chico mediterráneo viviendo en Madrid, con todo lo que eso
supone. O, tal vez, sea que me hacen pararme, me detienen en mitad del
frenético ritmo del día y a día, me recuerdan la calma de dónde vengo, de una
vida pasada, puede que tan pasada que se remonte a la infancia. Me hacen ser
consciente, me hacen estar presente.
Mi pareja y yo tenemos una rutina que replicamos cada día antes de irnos a trabajar: nos paramos frente al gran ventanal de nuestro piso en el barrio más periférico de Madrid y miramos la inmensidad de color verde que se extiende ante nosotros, nos cogemos de la mano, respiramos y nos recordamos que estamos aquí, que hacemos lo que hacemos porque queremos estar ahí.