"El elemento fundamental en esta economía no es la satisfacción de las
necesidades humanas, sino la continua creación de necesidades"
En los manuales se define la economía como una ciencia social que estudia
la forma de administrar los recursos disponibles para satisfacer las
necesidades humanas. La realidad de la economía capitalista parece una burla de
esa definición. El elemento fundamental en esta economía no es la satisfacción
de las necesidades humanas, sino la continua creación de necesidades.
A eso se dedica la publicidad, actividad en la que se invierten miles de
millones cada año. Porque el verdadero objetivo de la economía capitalista es
satisfacer, no las necesidades reales de las personas, sino la ilimitada ansia
de beneficio del capital.
Un chiste de El Roto lo expresa de una manera lapidaria: lo
innecesario es imprescindible. Imprescindible para que el capital aumente
sus beneficios. Si la humanidad no quiere dejarse arrastrar por la demencial
ambición del capital, lo imprescindible es poner en marcha una economía
centrada en las necesidades.
Necesidades de las personas
Podíamos hablar de la conocida pirámide de Maslow, en la que este psicólogo
norteamericano jerarquiza las
necesidades humanas, comenzando por las más básicas, las fisiológicas, entre
las que, naturalmente, se encuentra la alimentación, y terminando por la
necesidad de autorrealización. Pero creo que basta mirar lo que nos
ha enseñado la pandemia para ver cuáles son las necesidades auténticas de los
seres humanos.
Evidentemente, la alimentación, en la que se incluye el acceso a agua
limpia. Y en nuestras ciudades del primer mundo, servicios como la
electricidad, la comunicación y otros más elementales, como la limpieza.
Y, por supuesto, la atención sanitaria.
Eso es lo que hemos tenido satisfecho en el confinamiento y lo que más
hemos echado de menos en esa situación son las relaciones sociales, el
funcionamiento del sistema educativo para la formación de los niños y jóvenes,
la libertad para salir a la calle, para ir a los parques o al campo o a la
playa. Cosas que tienen una relación muy lejana con el consumo, con
las necesidades creadas por la publicidad.
También nos ha enseñado cuáles son los grupos sociales que trabajan para
atender a esas necesidades insoslayables.
Necesidades de la Tierra
Pero los seres humanos vivimos en la Tierra y no podemos destrozarla. El
mundo científico nos lo ha dicho y repetido hasta la saciedad. Nuestra forma de
producir y consumir es insostenible. Necesitamos un cambio radical en nuestra
forma de vida y el coronavirus nos ha impuesto ese cambio radical. Un cambio
que ha limpiado nuestra atmósfera y liberado nuestros bosques de talas criminales.
Que ha dejado a las grandes multinacionales extractoras sin saber qué
hacer con su petróleo.
Por supuesto, no voy a decir que el COVID-19 esté siendo algo bueno.
Tenemos que hacer todos los esfuerzos imaginables para liberarnos de la
pandemia. Pero, al mismo tiempo, darnos cuenta de que no necesitamos destrozar
la naturaleza para disfrutar de ella. Que podemos realizar actividades muy
gratificantes, como una charla con los amigos, la lectura de un buen libro o un
sencillo paseo por un parque, por el campo o por la playa. Cosas que no suponen
una agresión a nuestro medio natural, pues la Tierra lo que necesita,
precisamente, es que la dejemos en paz. Que no acribillemos sus cielos con las
estelas de los aviones, que no la crucifiquemos con más autovías mastodónticas,
que dejemos desarrollarse libremente la vida de sus bosques.
Solo si nos atenemos a las necesidades verdaderas, tendrá sentido la
definición de economía: una ciencia que estudia la forma de satisfacer
las necesidades humanas.
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