16/5/14

Los tiempos cambian y está resucitando con fuerza la importancia de la comunidad: Existen otras formas de vivir…

COMPARTIR CASA: Ni sola ni mal acompañada

Pues sí, se puede decir que “Las chicas de oro” (serie estadounidense de éxito en los 90 en las que 4 mujeres maduritas compartían piso, aventuras y desventuras) fueron unas pioneras al mostrar un modelo de convivencia que rompe con la soledad e individualismo imperante en la sociedad, especialmente en las personas mayores, y se acerca más a aquella TRIBU perdida en el que el colectivo ampara a cada individuo, quien a su vez trabaja por el bien común.
Pues, con la crisis económica como detonante, la ausencia de hipotecas para comprar un piso en propiedad, el fantasma de los deshaucios y una mentalidad más abierta (o resignada) para compartir espacios, la convivencia urbanística es la última tendencia y principalmente es femenina.
En el artículo del S Moda titulado “Ni sola, ni mal acompañada” nos informan en detalle del aumento de pisos compartidos en España (Se ha triplicado en un solo año. La oferta ha pasado de 40.000 a 110.000 . Nada mal para un país acostumbrado a primar la propiedad y sus características:
El perfil de la nueva inquilina: mujer, de entre 26 y 60 años (el 44 %), que vive en Madrid, Barcelona o Sevilla (ciudades que concentran el 40 % de los pisos compartidos)”
¿Por qué más féminas? Una razón es que posponen ser madres o, simplemente, no lo quieren ser: en torno al 20% de las europeas no tiene hijos, según la socióloga Katherine Hakim, autora de Childless in Europe. Tampoco quieren hipotecarse: el fantasma de los desahucios acecha (unas 40.000 familias perdieron la propiedad en 2012, según el Banco de España)”
Ellas, además, las prefieren a ellas. «Eligen convivir con mujeres; a los hombres, les es indiferente». ¿Por qué? «Se entienden mejor: buscan seguridad y un clima de confianza (…) Las mujeres de distintas generaciones –viudas o parientes solteras– siempre han cohabitado (abuelas, madres, hijas, nietas). Con la sociedad moderna y el feminismo, se reivindicó un espacio privado –Una habitación propia de Virginia Woolf–; pero con la posmoderna, regresa la tendencia a compartir. La novedad es que hoy se van a vivir juntas sin estar emparentadas y sin ser pareja»”
Pero esto no es la única fórmula existente porque ya hemos hablado en varias ocasiones de:
“El concepto de “co-housing” se introdujo en EE.UU. a finales de los ochenta procedente de Dinamarca. En 2008 había 113 comunidades y otras 111 planeadas o en construcción. Se estima que, en 20 años, 350 comunidades de este tipo surgirán cada año. El denominador común de dichos grupos, que no pertenecen a ningún tipo de religión o creencia determinada, es que son 100% gestionadas por los residentes por medio del CONSENSO”
Lo que más admiro personalmente de “co-housing” es la enorme calidad humana de mis vecinos, su cordialidad, energía y humanidad y, sobre todo, su determinación por conseguir una comunidad en la que todos se sientan LO MÁS FELICES POSIBLES. Es un nuevo concepto de vecindario inteligente y humanizado donde se respetan las diferencias, nos conocemos y nos ayudamos unos a otros con alegría y confianza”
Dolores Rubio
Los tiempos cambian, y sea por los motivos que sean, la propiedad privada ya no es para todo el mundo (y menos para los jóvenes de minijobs y nano-sueldos) y está resucitando con fuerza la importancia de la comunidad que exige un alto nivel de civismo y respeto por los demás.
Existen otras formas de vivir…


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