CAN VIES ¿Qué hay detrás de las llamas?
Más
allá de la batalla campal como consecuencia de su desalojo, Can Vies ha sido
matriz, nexo de unión y paraguas de varias iniciativas sociales y culturales
que han echado profundas raíces en el barrio
Graves incidentes entre la policía y manifestantes, varios
heridos, barricadas, una unidad móvil de TV3 y una excavadora calcinadas, los
cristales rotos del semanario La Directa y un barrio de Sants en
pie de guerra -como
gritaban ayer activistas y vecinos- son quizás demasiadas imágenes en solo dos
noches. Los altercados tras el desalojo de Can Vies, fruto del desacuerdo entre
sus ocupantes y el Ayuntamiento de Barcelona, difuminan lo que ha supuesto este
centro social autogestionado para el barrio durante más de 17 años de historia.
"Can Vies ha sido el inicio de muchos proyectos
colectivos del barrio: cooperativas, asambleas, actividades..." cuenta
Ruben, uno de los integrantes de la plataforma de apoyo a la casa, que agrupa
varias entidades vecinales. Can Vies ha sido matriz de populares grupos de
música como Pirat's Sound Sistema o del grupo de bastoners del barrio, y era hasta esta
semana paraguas de colectivos feministas, de asambleas de estudiantes, de
talleres de gimnasia o lengua de signos y de la revista de comunicación popular
mensual La Burxa.
Todo esto son raíces echadas en el barrio que, según
Ruben, explican que estos días vecinos del barrio salieran a protestar contra
el desalojo y contra la presencia policial en las calles de Sants. También está
detás de tan airada reacción el hecho de que Can Vies suponía un modelo casi
emblemático de autogestión y construcción de espacios alternativos en toda
Barcelona, según la plataforma de apoyo.
La movilización vecinal -muchos hacían repicar cazuelas
desde los balcones- convivió ayer con la actuación violenta de grupos de
encapuchados que actuaron, aparentemente organizados, contra la policía y
contra el mobiliario urbano. Ante lo sucedido, desde Can Vies aseguran que el
primer acto de violencia fue el desalojo del edificio, y que en cualquier caso
ayer la manifestación se desarrollaró de manera pacífica hasta que se alguien
quemó la excavadora que había demolido el edifico, tras lo cual llegó la
principal actuación de los Mossos.
Para esta tarde están previstas más protestas en el barrio
(20.30 h en Plaça de Sants), pero sobre todo destacan unas 50 concentraciones
convocadas por toda la ciudad y en diversos puntos de Catalunya. Entre quienes
se oponen al desalojo destaca la Federación de Asociaciones de Vecinos de Barcelona.
Oponiéndose a toda violencia, la FAVB critica la decisión del consistorio y
sentencia: "El mapa de estas manifestaciones se parece demasiado a la
geografía de las desigualdades y las injusticias que estan rompiendo
Barcelona"
"Necesitábamos un punto de
encuentro"
"Empezó con un componente muy juvenil, pero la
dilatación del proyecto en el tiempo ha ido acompañada de un relevo
generacional", cuenta Elba Mansilla, cooperativista de La Ciutat
Invisible, referente de los movimientos sociales en Sants. " Se decidió ocupar un espacio para tener un punto de encuentro,
salas de ensayo de música o teatro o lugar por medios autogestionados", explica.
Mansilla lamenta que el desalojo de este centro que
considera "integradísimo" en el barrio solo supondrá "reemplazar
su espacio por un espacio vacío, un elemento más de la provisionalidad absoluta
en la que se encuentra esta zona del barrio desde hace diez años". Esta
cooperativista y vecina se refiere a las obras del metro de Mercat Nou, las del
MercaT de Sants y todo el cubrimiento de las vías del tren.
De hecho, esta remodelación no es ajena al desalojo de la
casa. El Ayuntamiento de Barcelona asegura que en su emplazamiento debía
empezar una zona verde que cubriera todas las vías del tren en el tramo de
Sants, un trabajo actualmente en obras. En sus negociaciones, el consistorio
ofreció a los inquilinos una salida pacífica del edifico para realojarles a la
larga en otro espacio, algo que los colectivos de Can Vies rechazaron porque no
confiaban en las promesas Xavier Trias y porque ya planaba sobre ellos la
amenaza del desalojo.
La orden se desalojo se dio a partir de abril, aunque se
aplazó debido a la apertura de las negociaciones entre el Ayuntamiento y Can
Vies. Los primeros ofrecían una reubicación de los colectivos a largo plazo
-Trias ha admitido en más de una vez, hoy también, que se hacen actividades
"muy positivas" en Can Vies-, pero los segundos ponían como condición
que no pendiera la espada del desalojo sobre sus cabezas.
"Con la Casa del Mig (otro antiguo CSA del barrio)
también se comprometieron a que la gestionaran sus ocupantes tras una
rehabilitación, y no fue así", recuerda Mansilla, que justifica así la
desconfianza de los inquilinos. "Si el Ayuntamiento tenía esta voluntad
podría haber esperado dos años a que se creara el proyecto de gestión vecinal Lleialtat Santsenca, en vez de desalojar Can Vies
ahora".
Posiciones enconadas entre las partes
Tras la ruptura de las negociaciones, que desembocó en el
desalojo este lunes, el conflicto está lejos de solucionarse, al menos si se
atiende a las posiciones encontradas de las partes. Xavier Trias compareció hoy
para asegurar que su mano está tendida a los colectivos para buscarles un espacio
donde desarrollar sus actividades. "Protestas las que quieran, pero
altercados y violencia, de ninguna manera", ha añadido.
Desde Can Vies, sin embargo, se sienten ofendidos por el
ofrecimiento de diálogo cuando el edificio ya está en ruinas. Y añaden sus
demandas: la dimisión de Trias y de Jordi Martí -concejal del distrito-, que se
ponga en libertad a los seis detenidos y que se "desmilitarice" el
barrio -en referencia a la constante presencia policial-.
Contra las quejas por el ruido
Entre las actividades de Can Vies se celebrabran fiestas
populares, y las quejas de algunos vecinos se centraban básicamente en el
ruido. Sin embargo, Pol Massoni, del colectivo de arquitectos La Col, apunta
que desde el centro social se trabajaba en una solución para ese problema.
"A nivel técnico les habíamos ayudado a hacer un proyecto de
insonorización, y los jóvenes de Can Vies estaban dispuestos a aplicarlo y
hacer las reformas necesarias".
Massoni considera que el desalojo es “un error estratégico
de la ciudad, que se derrumbe una pieza del barri y que se justifique
urbanísticamente da que pensar en el modelo de urbanidad que se defiende".
"El model de ciudad de esta Barcelona ‘convergent’ profundiza todavía más
en el modelo de ciudad turística que venia de la época socialista",
asegura.
"No se hablará de la violencia
urbanística"
"Era un equipamiento que llevaba 17 años dando vida a
una parte del barrio donde las vías del tren habían hecho una gran cicatriz a
nivel urbanístico, separando dos partes del barrio", apunta el arquitecto.
Lamenta que se “ha empobrecido y debilitado todo el tejido de la zona".
"No tiene ningún sentido eliminar precisamente una pieza que continuaba
activa", sentencia.
"Después de lustros de actividad Can Vies se había
ganado tener una presencia y un respeto en el barrio", asegura el
antropólogo Manuel Delgado, profesor de la UB. "Esto debería estar
defendido como un espacio de convivencia, donde construían vida urbana, pero
eso no es lo que conviene a los intereses privados", añade. "Estos intereses
privados son prioritarios, y en vez de defender los intereses sociales que
representaba el centro, hay una intervención pública de expulsión",
lamenta el profesor.
"Estos días se volverá a hablar del tema de la
violencia urbana pero no se hablará de la violencia urbanística; quemar una
papelera se considera kale borroka pero a destruir un barrio lo llaman reforma
urbana", critica el antropólogo.
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