10.11.25

Espero no tener razón y que esto sea solo una fabulación, una mera fantasía

YA ESTÁN AQUÍ                                         

LAS CIUDADES DE QUINCE MINUTOS Y LAS “SMART CITIES”

La pendiente resbaladiza nos lleva hacia un control total. Un parlamentario europeo decía en 2022 que estábamos siendo sometidos a un proceso de “chinización”, aserto que nos pareció muy acertado; y no por estar invadidos de bazares chinos, sino por la paranoia comunista del país amarillo, de controlar a los ciudadanos en todos los ámbitos de la vida. 

Es de sobra sabido que, en estos regímenes totalitarios y que tanto seducen a progres y wokistas, que viene a ser lo mismo, la ciudadanía vive para obedecer y acatar las múltiples normativas para cumplir con el perfil de buen ciudadano. Esto queda registrado en un carné obligatorio, donde figuran los gustos y aficiones particulares, pero también cada movimiento que el usuario hace con su dinero. ¡Comprar un perfume u opinar contra el sistema de gobierno puede restar puntos!

Pero esto no llegará aquí, pensarán algunos. Sentimos decirles que, más pronto que tarde, estos paquetes de normas liberticidas que nadie quiere y nadie ha pedido ni votado, las impondrán ante nuestra pasividad. Sí, pasividad de la mayoría, y truhanería de una minoría de gente corriente que se está beneficiando económica y socialmente por ser cómplices de los malvados que rediseñan un planeta verde, frondoso, abundante y bello, con demasiada vida para los intereses globalistas tendentes a lo estéril, a lo artificial, a lo inerte, a lo feo. Son los nuevos conquistadores del mundo, pero sin barcos ni banderas, sin héroes ni buenas intenciones, sino en clave perversa, al servicio de la destrucción. Lo más abyecto de todo esto es que el ser humano es la guinda de su plan maquiavélico.

Cuando hace tiempo alertábamos sobre las nuevas iniciativas de control de la ciudadanía, léase las “ciudades de 15 minutos” y las “smart cities”, en las que cada movimiento sería controlado al segundo por la inteligencia artificial, muchos creían que eran exageraciones; igual que otros objetivos de los que venimos advirtiendo desde hace tiempo. Hablé de ello por última vez hace un año, a propósito de la riada de Valencia, catástrofe provocada bajo el disfraz de la gota fría; atentado terrorista con demasiados cómplices y culpables ocultos bajo cúpulas poderosas al servicio del inframundo. Publicamos por aquellos días el artículo ¿Para qué arrasaron Valencia? ¿La destruyeron para reconstruirla a su medida? Algunas claves sobre la catástrofe y sus puntos de unión.

Establecía en el redactado la diferencia entre ciudades de quince minutos y “smart cities”. Las primeras son espacios que disponen de todos los servicios, a los que se puede acceder en quince minutos caminando o en bicicleta. Eso sí, con cámaras instaladas en cada ángulo como sistema de control. Hasta aquí podríamos admitirlo sin demasiada oposición. Pero la “letra pequeña”, siempre en segundo plano, deja ver un plan nada inocente: se trata de estabular a los ciudadanos por barrios, a lo cual apoya la reciente ley de movilidad sostenible; es decir, una especie de murallas medievales en forma de pivotes y otras barreras, incluso electrónicas, que se activan dependiendo de la necesidad de acceder al recinto.

Estamos hablando de control del rebaño. Esta normativa, bien vendida, como está siendo, de facto, es considerada por los ciudadanos ingenuos como una medida protectora del Estado, muy en la línea de la falacia del cambio climático, uno de los grandes engaños de nuestro tiempo. Nada más lejos de la verdad. El Estado casi siempre se protege a sí mismo.

Las “smart cities” son harina de otro costal; mucho más totalitarias, pobladas por ciudadanos controlados las veinticuatro horas del día, a través de la inteligencia artificial, en las que ni siquiera tendrán que tomarse el trabajo de pensar. La IA pensará y tomará decisiones por ellos.  

Suelo decir a menudo que nada me haría más feliz que no tener razón, que he ido demasiado allá en mis conclusiones, y que no existe base para sustentarlas. Ojalá esto fuese solo un mal sueño, pero el avance del plan totalitario demuestra lo contrario y ya empiezan a aparecer  titulares, como el siguiente:

“Si alguien quiere entrar en un barrio que no es el suyo tiene que llamar a la policía local y darle sus datos, nombre, matrícula de su coche, motivo por el que quiere entrar, y a dónde va. La policía local de Cornellá decide si el motivo es suficiente para dejarle entrar; si decide que no, no pasa”.

Son palabras de Brigitte Burchartz, presidente de la asociación Units per la Veritat, dedicada a la defensa de los derechos humanos. No propone un levantamiento como en Oxford en 2023, en el que los ciudadanos boicotearon las medidas de acotar la ciudad, pero anuncia que denunciarán al Ayuntamiento de Cornellá del Llobregat, una población de 91.000 habitantes, por instaurar la ciudad de quince minutos y por el impuesto del CO2. Se lamenta de la “insólita” actuación de la policía local durante los fines de semana. Esto ya lo demostraron durante el confinamiento, declarado ilegal por los tribunales, pero de obligado cumplimiento durante la pandemia de diseño a la que fuimos sometidos.

Apunta la presidente de Units per la Veritat que Cataluña es la región más avanzada en la implementación de los objetivos de la Agenda 2030, y de ir más allá de las recomendaciones de la Unión Europea, que aconseja bajar las emisiones, pero no abusar de la población.

Estas ocurrencias no llegaron de la noche a la mañana, sino que forman parte de las medidas de las Naciones Unidas desde hace años, primero a través de los Objetivos del milenio, de los Objetivos 2015 después, y más tarde las Agendas 2030 y 2050. La idea de los confinamientos por sectores se la debemos al colombiano urbanista Carlos Moreno. Está claro que no es amante de la libertad y la libre movilidad, aparte de ser otro defensor de la tiranía verde. Como tampoco lo es el periodista especializado en transportes, Carlton Reid, que quiere ver a la gente tranquilita en su rincón, aludiendo que antes las ciudades eran peatonales. ¡Pues menudo razonamiento! Y mucho antes, no había ciudades, sino tribus al aire libre.

Pero a este movimiento totalitario, surgido de ONU-Hábitat, la Red climática de ciudades globales C40, el Foro Económico Mundial y la Federación de gobiernos locales unidos, lejos de alimentar nuestras fantasías, como apuntan estos conquistadores 2.0, nos pone en la pista de las intenciones de sus planes siniestros: estabulación como a los animales de granja.

Pero, como apuntamos en el artículo que acabamos de citar, las “smart cities” son mucho más nefastas aún. Y en este plan diabólico están presentes las smart cities; de ahí la necesidad de destrozar nuestros campos y montes para aerogeneradores y explanadas de placas solares donde antes crecían al sol olivos y melones. De ahí toda la propaganda energética embustera sobre las llamadas energías renovables, porque estos centros de datos operados por IA necesitan cantidades ingentes de energía.

Sin embargo, también estos planes están siendo bien vendidos y puestos en marcha. Sin ir más lejos, el pasado 7 de noviembre, tuvo lugar la jornada “Foro Smart Cities: Ciudades que habitan el futuro”, que abordó cómo la innovación, la tecnología y la colaboración público-privada están transformando nuestras localidades. ¡Otra vez Valencia realizando este tipo de eventos transformadores de ciudades!

La sospecha esbozada en aquellos días fatídicos, mientras los destrozos continúan y las ayudas no llegan, lejos de languidecer, crece con fuerza. Durante el evento se realizó la entrega de las Guías Smart Cities, del proyecto Inncities CV. Se puso como ejemplo de éxito la localidad de Santa Pola, donde están experimentando el proyecto.

Al final, y antes del cóctel y la foto de familia, se entregó la guía de la lista de lugares como Alcoi, Busot, Daya Vieja, Finestrat, Matet, Ondara, Vistabella del Maestrat, Xilxes y el citado Santa Pola, en los que se está implementando este sistema, del que ni sus creadores conocen consecuencias y límites. Eso sí, el tufo de los pelotazos y de nuevos ricos sin escrúpulos huele que apesta; como todo lo relacionado con el clima y otros asuntos falsos y fraudulentos; como todo aquello que solo interesa a los jugadores del Monopoly, pero no a los ciudadanos.

Vuelvo a decir que espero no tener razón y que esto sea solo una fabulación, una mera fantasía.

Magdalena del Amo

https://eldiestro.info/2025/11/magdalena-del-amo-las-ciudades-de-quince-minutos-y-las-smart-cities-ya-estan-aqui/  

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