EL ÚNICO Y SU PROPIEDAD
Libro de Max Stirner
escrito en 1844 con ideas que generan mucho debate
Max Stirner, (nombre real Johann Kaspar Schmidt), fue un filósofo alemán del siglo XIX asociado con el movimiento de los Jóvenes Hegelianos. Su obra más influyente, El único y su propiedad, representa una crítica radical al idealismo hegeliano, al humanismo y a las instituciones sociales tradicionales.
En este
libro, Stirner defiende un egoísmo absoluto, donde el individuo —que llama
«el único»— es la única realidad verdadera, y todo lo demás (dioses, estados,
moral, humanidad) son meras abstracciones o «fantasmas» que esclavizan al yo.
El texto se divide en dos partes principales: la primera es una deconstrucción de las ideas dominantes de su época, y la segunda propone una visión egoísta del mundo. Aunque fue ignorado en su momento, el libro influyó en pensadores posteriores como Friedrich Nietzsche, anarquistas individualistas y existencialistas.
Parte I: El Mundo de los Antiguos y los Modernos
Stirner comienza su análisis histórico-filosófico dividiendo
la evolución humana en etapas: los «antiguos» (orientados al mundo material y
sensorial) y los «modernos» (dominados por ideas espirituales y abstractas).
Critica cómo la humanidad ha pasado de adorar dioses paganos a conceptos más
refinados, pero igualmente opresivos.
- Crítica a la Religión y el Espíritu: Stirner argumenta que la religión, especialmente el cristianismo, ha alienado al individuo al subordinarlo a un «espíritu» superior (Dios). Para él, Dios no es más que un «fantasma», una idea fija que el ego crea pero que luego lo domina. Extiende esta crítica al ateísmo humanista de figuras como Feuerbach, quien reemplaza a Dios por la «humanidad» como esencia suprema. Stirner ve esto como un engaño: la humanidad es otro fantasma que exige sacrificios individuales en nombre de un colectivo abstracto.
- Crítica al Estado y la Sociedad:
El Estado, la moral y las leyes son vistos como imposiciones externas que
limitan la libertad del ego. Stirner compara el liberalismo y el
socialismo de su tiempo: los liberales defienden la «libertad» abstracta,
pero solo dentro de estructuras estatales; los socialistas priorizan la
«igualdad» colectiva, sacrificando al individuo. Ambos son formas de
esclavitud disfrazada, donde el «nosotros» suplanta al «yo».
- Los Fantasmas y la Alienación: Un
concepto central es el de los «fantasmas» o ideas fijas (como patria,
honor, derecho), que son creaciones mentales que se vuelven sagradas y
controlan al individuo. Stirner insta a disolver estas ilusiones para que
el ego recupere su soberanía. Influenciado por Hegel, pero rebelándose
contra él, Stirner usa la dialéctica para mostrar cómo estas ideas
evolucionan pero mantienen su poder opresivo.
Esta parte es destructiva y satírica, desmontando filosofías
contemporáneas como las de Proudhon o Bauer, y preparando el terreno para su
propuesta egoísta.
Parte II: El Único y su Propiedad
Aquí, Stirner pasa de la crítica a la afirmación positiva.
Introduce el concepto de «el único», que no es un individuo genérico, sino el
yo concreto, irrepetible y egoísta. El «único» no obedece a nada externo; en
cambio, todo (incluidas ideas y relaciones) es su «propiedad», algo que posee y
usa según su voluntad.
- El Egoísmo como Principio: A
diferencia del egoísmo vulgar (buscar placer egoísta dentro de normas
sociales), el de Stirner es radical: el único actúa solo por su propio
interés, sin moral ni obligaciones. No hay «deber» hacia otros; las
relaciones son «uniones de egoístas» voluntarias y temporales, donde cada
uno usa al otro para su beneficio mutuo, sin contratos permanentes como el
matrimonio o la ciudadanía.
- La Propiedad y el Poder: La
«propiedad» no se limita a bienes materiales; incluye ideas, personas y el
mundo entero, siempre que el único pueda apropiárselos. Stirner distingue
entre «propiedad sagrada» (impuesta por la sociedad) y «propiedad egoísta»
(lo que el yo toma por fuerza propia). Aboga por una insurrección personal
contra las instituciones, no una revolución colectiva, ya que esta última
solo reemplazaría un fantasma por otro.
- Crítica al Humanismo y al Comunismo:
Stirner ataca el humanismo por elevar la «esencia humana» por encima del
individuo real, y al comunismo por exigir igualdad a costa de la
singularidad. Propone, en cambio, una «asociación de egoístas» donde no
hay jerarquías fijas, solo alianzas basadas en el interés propio.
El libro concluye con una visión liberadora: una vez libre
de fantasmas, el único se convierte en «propietario de todo», viviendo en un
mundo donde nada es sagrado excepto su propio yo.
El único y su propiedad fue controvertido en su época, provocando respuestas airadas de Marx y Engels en La ideología alemana, donde lo tildaron de «santo Max». Hoy, se lee como precursor del anarquismo individualista, el nihilismo y el postmodernismo, influyendo en autores como Emma Goldman o Albert Camus.
En un mundo dominado por ideologías colectivas y
redes sociales que imponen «normas», las ideas de Stirner invitan a cuestionar
qué es realmente «propio» y qué es impuesto.
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