A
propósito de su libro más reciente,
Throwing Rocks at the Google Bus (Penguin),
el teórico de los medios Douglas Rushkoff, heredero de Marshall
McLuhan, critica el industrialismo digital de Facebook, Amazon y Uber
y reafirma su fe en el arte y el humanismo ante el avance de la
inteligencia artificial.
“Para
Facebook somos el producto, no el cliente”, ha venido repitiendo
desde el 2011 el teórico de los medios estadounidense Douglas
Rushkoff (Nueva York, 1961). Aunque el episodio Cambridge Analytica y
la comparecencia ante el Senado estadounidense de Mark Zuckerberg
remecieron a la opinión pública, lo que realmente llamó la
atención de este escritor y documentalista de 57 años fue “lo
sorprendida que estaba la gente”.
“El
plan de negocios de Facebook —asegura desde el suburbio neoyorkino
de Hastings-on-Hudson, donde reside— siempre ha sido extraer datos
de la actividad de las personas, y luego venderlos”.
Las
críticas del profesor de Teoría de los Medios y Economía Digital
de la Universidad del Estado de Nueva York a la compañía de Mark
Zuckerberg son también extensibles a la mayoría de las grandes
compañías fundadas en tiempos de economía digital.
En
su último libro Throwing Rocks at the Google Bus: How Growth Became
the Enemy of Prosperity [Lanzándole piedras al autobús de Google:
Cómo el crecimiento se convirtió en el enemigo de la prosperidad],
editado por Penguin en Estados Unidos, el teórico de los medios
argumenta que empresas como Amazon, Netflix o iTunes terminaron
utilizando la web —que a sus ojos prometía ser más una
herramienta de utilidad pública que una plataforma comercial— para
revivir las peores prácticas del capitalismo industrial pero, esta
vez, “funcionando con esteroides digitales”.
Pionero
entusiasta de la cibercultura, partícipe del movimiento Occupy Wall
Street y activista de la democracia de código abierto, Rushkoff es
doctor en Nuevos Medios y Cultura Digital por la Universidad de
Utrecht (Holanda). El 2013, el Massachusetts Institute of Technology
(MIT) lo incluyó —junto con Niall Ferguson y Steven Pinker—
entre los diez intelectuales más influyentes del mundo. Considerado
por muchos el más fiel heredero de las ideas de Marshall McLuhan y
Neil Postman, es el responsable de haber acuñado términos como
“nativos digitales”, “medios virales” y “moneda social”.
¿Cómo
se explica el mea culpa realizado por Mark Zuckerberg ante el Senado
norteamericano al asumir la falta de mayor responsabilidad sobre el
modelo de negocios de Facebook?
Los
jóvenes desarrolladores abandonan la escuela para comenzar sus
empresas con poco o ningún conocimiento de los impactos políticos y
sociales de los productos que quieren construir. Zuckerberg afirmó
que no tenía idea de que su plataforma afectaría a nuestra sociedad
y nuestras elecciones de la manera en que lo hicieron. Si él supiera
algo sobre la economía política de los medios, no habría sido tan
ignorante. Pero Facebook está dirigido por alguien que sólo se
graduó de la escuela secundaria.
El
año pasado Facebook reveló los países que más usaron su nueva
modalidad de “reacciones” y México se encontraba —a nivel
mundial— en primer lugar. ¿Cómo se relacionan las “reacciones”
y los “me gusta” con el uso que la empresa podría estar haciendo
de nuestros datos?
Facebook
utiliza el “aprendizaje automático” para determinar qué
funciona en usted y qué no. Cuantos más puntos de información
tengan sobre usted, con mayor precisión podrán predecir y manipular
su comportamiento. Los botones de reacción son como un dispositivo
de votación instantáneo. Son como un “grupo focal” mecánico.
Están haciendo las preguntas que le haría un psicólogo que tratara
de hipnotizarle.//
A
principios de 2014 se conoció que Facebook había adquirido la
patente para desarrollar los lentes de realidad virtual Oculus VR. En
2016, la empresa lanzó su primer prototipo. ¿Qué opina de que una
compañía que ha sido acusada de hacer negocios con los datos de sus
usuarios incursione en el campo de la realidad virtual?
Facebook
casi se perdió la plataforma de teléfonos inteligentes. Llegaron a
los teléfonos muy tarde, y muchos temían que la compañía no los
alcanzara. Al comprar Oculus Rift se aseguran de que, si la realidad
virtual se convierte en un gran negocio (aunque creo que eso no
ocurrirá), entonces estarán en la carrera.
Pero
aún no saben qué hacer con eso. Quizás juegos. Lo que es seguro es
que crearán un entorno mucho más controlado para manipular a las
personas, y podrán observar muchas de esas insignificantes
decisiones que tomamos habitualmente. Obtendrán mucha información
de nuestras formas de movernos a través de esos entornos.
¿Qué
tipo de medidas cree que deben tomar los gobiernos para controlar lo
que compañías como Facebook, a través de la realidad virtual,
podrían llegar a hacer con nuestros datos? ¿Estamos a tiempo de
regular eso?
Europa
es mejor en esto que América del Norte. En los Estados Unidos se
cree que impedir que una corporación haga algo es como decirle a
Dios que se calle. El mercado es la sabiduría del universo, que se
expresa en los asuntos humanos. Controlar una empresa se considera
una afrenta a la naturaleza.
El
problema con la regulación es que las compañías que se supone
deben estar reguladas a menudo terminan siendo las que escriben las
reglas. Y las escriben de manera que garanticen sus propios
monopolios. Creo que lo más fácil es convertir las plataformas
tecnológicas más gigantescas —las que todos usan— en servicios
públicos.
En
su más reciente libro, Throwing Rocks at the Google Bus,
afirma que Amazon proporciona el ejemplo más claro de cómo
—contrariamente al sueño de la economía colaborativa que muchos
vieron posible en los inicios de internet— hoy son los viejos
valores corporativos los que se han amplificado precisamente gracias
a la web. ¿Qué tipos de prácticas son las que llevan a cabo las
grandes empresas surgidas en tiempos de economía digital, como
Amazon?
Destruyen
las empresas con las que trabajan. Explotan a sus trabajadores,
conocidos como “turcos mecánicos” de Amazon, a quienes pagan una
minucia para que hagan el trabajo con computadoras, y no tienen forma
de denunciar si la persona que los contrata decide no pagar. Ejercen
el control del monopsonio [también llamado “monopolio del
comprador”] para pagar menos y cobrar más. No ayudan a las
pequeñas empresas a intercambiar valor entre ellas. En cambio, se
convierten en la única plataforma y aprovechan su monopolio para
expulsar a las pequeñas empresas del negocio. Es una mala estrategia
a largo plazo porque, si nadie tiene dinero, no pueden gastarlo en
Amazon.
¿Cómo
ha afectado Amazon a la industria del libro?
Lo
más notable que hizo Amazon fue perjudicar a los editores y autores.
Pagan menos por libros que las librerías normales. Prefieren perder
dinero con la venta de libros para que otras librerías se arruinen.
Es un concepto difícil de entender para las personas: venderán
libros por debajo del costo con el fin de que otras librerías
cierren. No les importan las ganancias de sus libros. Quieren ser un
monopolio. Y así, cuando sean los libreros más importantes del
mundo, podrán finalmente imponer sus condiciones a los editores.
Pueden establecer precios, pueden controlar la distribución y pueden
quitar la lista de libros que no están de acuerdo con ellos. Es muy
aterrador, de verdad. El plan trazado a largo plazo es que todos los
autores trabajen directamente para Amazon. De hecho, es lo que ya
proponen a algunos escritores.
En
una entrevista anterior mencionó que compañías como Uber realmente
están usando a sus conductores como “investigadores de desarrollo”
para preparar el terreno para el negocio real: entrenar el algoritmo
para el viaje que en un futuro realizarán los vehículos
automatizados…
A
lo largo de la historia de la humanidad, y ciertamente desde la era
industrial, las nuevas tecnologías hacen que ciertas habilidades
humanas se vuelvan obsoletas. Entonces la gente busca otro trabajo.
Pero ahora mismo está sucediendo en todas las industrias: alimentos,
medicinas, educación, transporte, recursos, energía e incluso
entretenimiento y arte. Lo importante que debe recordarse al analizar
estos problemas es ver lo que las empresas realmente pretenden al
excluir el trabajo humano. ¿Es realmente más barato?, ¿es mejor?
No. Simplemente elimina a los humanos de la ecuación. A largo plazo,
la consecuencia de esto es que no quedarán seres humanos para
comprar los bienes y servicios.
En
1988 Isaac Asimov auguró —en una entrevista a la BBC— que
gracias a las computadoras en pocos años cada persona sería capaz
de aprender a su propio ritmo, de forma autodidacta y durante toda la
vida. ¿Cree que, en cierta medida, esto se ha cumplido?
Sí
y no. La red ofrece enormes posibilidades educativas, desde Wikipedia
hasta el aprendizaje a distancia. Pero ciertamente no representan la
cultura en red dominante hoy en día. Y en muchos casos está siendo
utilizada para socavar el impacto más subversivo y verdaderamente
humanista de la educación. Una clase o una biblioteca digital en
línea brinda una gran oportunidad a quienes no las han tenido antes,
pero también prescinden del factor humano: el intercambio vivo de
ideas y valores. Un bibliotecario humano es mucho más que una base
de datos.
Todos
tenían los mismos pensamientos optimistas sobre la televisión
cuando recién apareció. Iba a ser la gran educadora. Se suponía
que la televisión por cable, en particular, desataría una nueva
revolución en la educación. Pero nada de eso sucedió. Ningún
medio promoverá valores por sí mismo. Sólo puede expresar los
valores de aquellos que lo están desarrollando. En este momento esos
son los valores de los especuladores, por lo que las soluciones
educativas que vemos que se están desarrollando son aquellas que
tienen modelos de negocios extensibles.
Hace
algunos días el New York Times volvió a publicar un artículo sobre
la tendencia entre los ejecutivos de Google de inscribir a sus hijos
en escuelas Waldorf. Aparentemente, allí aprenden a tejer,
interactúan con la naturaleza, pero sobre todo no les
permiten exponerse a pantallas y tienen prohibido el uso de
gadgets. ¿Qué revela esto para usted?
Escribí
sobre eso hace años, cuando la gente ni siquiera creía que fuera
cierto. Para mí, significa que son hipócritas. Igual que los
ejecutivos de televisión y publicidad de los años ochenta que no
dejaban que sus hijos vieran televisión. Es porque saben que estos
medios han sido intencionalmente diseñados para frustrar la
cognición, hacer que la gente tenga miedo, sea estúpida, y se
sienta sola y desesperada. Esto no es teoría de la conspiración.
Los diseñadores de interfaces de las principales firmas tecnológicas
de Silicon Valley estudian “captología” en Stanford. Leen libros
sobre el funcionamiento de las máquinas tragamonedas de Las Vegas
para diseñar algoritmos que causen adicción.
Las
tecnologías digitales están diseñadas específicamente para ser
adictivas, crear comportamientos obsesivos y hacer que las personas
prefieran las experiencias digitales a las reales. Los que hacen este
trabajo saben que es algo malo e insano, y con razón quieren
proteger a sus familias de posibles daños.
Algunos
han apuntado la simplicidad moralista, la agresión y la irritación
contra lo incompatible que muestra la gente en internet. ¿Se puede
vincular la forma en cómo estas plataformas han sido configuradas
con el ascenso en línea en los últimos años de colectivos como
Alt-right [movimiento de derecha surgido en Estados Unidos]?
Sí,
estas plataformas están diseñadas para provocar respuestas
simplistas, impulsivas y subrepticias. Estas no son tan reflexivas
como las reacciones de los mamíferos, y mucho menos que las comunes
en los humanos.
Nuestras
emociones y conductas más humanas provienen de una parte del cerebro
llamada neocorteza. Esta es la parte que las plataformas digitales
tratan de evitar a toda costa. La captología es la ciencia de rodear
la neocorteza y llegar directamente al tronco del encéfalo. Esa es
la parte que dice “matar o morir”. Así que si esa es la parte
del cerebro que está activa en línea, entonces esos son los tipos
de comportamientos primitivos que se fomentarán.
Usted
ha incluido los efectos de las tecnologías digitales dentro del
concepto de shock del presente. ¿Cómo se podría vincular esta idea
con nuestra propensión a creer en fake news y la post verdad?
El
shock del presente se refería al énfasis que las tecnologías
digitales aplican al momento presente, pero no al presente real, sino
a una instantaneidad y una avalancha de datos y elecciones que hacen
que parezca que tenemos que estar al día todo el tiempo. Es muy
desorientador. Esto nos hace desear algo familiar. Cualquier cosa con
una forma familiar, sea o no verdadera. Odiamos el caos.
Preferiríamos que una persona malvada gobernara el mundo, a que no
gobernase nadie. Eso resulta más familiar y seguro.
El
año pasado, se conoció la noticia que el gobierno mexicano estaba
haciendo uso del software Pegasus para espiar a periodistas a través
de sus teléfonos celulares. ¿Qué potencial para entrometerse en
nuestra privacidad tienen estos aparatos?
Nuestros
dispositivos tienen la capacidad de lograr un acceso total a nuestras
vidas. Todo. Y no sólo las cosas que sabes sobre ti mismo, qué tipo
de sexo te gusta, cómo te masturbas, qué drogas tomas, sino también
las cosas que no sabes sobre ti. Esa es la parte más peligrosa.
Pueden usar macrodatos (Big Data) para saber qué es lo que
probablemente harás en el futuro. Ellos saben, antes que tú, si te
enfermarás, te divorciarás, cambiarás de sexo… cualquier cosa.
Lo
único que impide que las empresas exploten esta capacidad es su
miedo a la ley o su sentido ético. Pero hasta el momento, no las veo
preocupadas por ninguno de ambos aspectos.
Frecuentemente
nos llegan noticias de nuevos prototipos robóticos que hacen
piruetas y se mueven con increíble agilidad por terrenos escarpados.
¿Cuál es, en su opinión, la característica humana que los robots
nunca podrán adquirir o imitar?
Este
es precisamente el tema de dos de mis libros, así que tal vez pueda
responder un poco más brevemente. ¿Qué significa ser humano?,
¿podemos ver esto desde la perspectiva de la conciencia, la
inteligencia, la biología, la espiritualidad, el arte o el amor?,
¿en qué difieren los humanos de los animales en cada uno de estos
aspectos?, ¿cómo difieren de las computadoras? Como puede ver, es
un gran conjunto de problemas.
Creo
que hay una diferencia entre informática y pensamiento. Creo que las
computadoras pueden resolver muchos de los problemas que un cerebro
humano puede resolver, pero no creo que sean conscientes de que están
resolviendo los problemas, del mismo modo que una pala no sabe que
está cavando. Entonces cuando decidimos reemplazar la humanidad por
computadoras, tenemos que preguntarnos, ¿por qué molestarse si las
máquinas ni siquiera saben que están allí?
A
principios de los años noventa, usted fue testigo de cómo surgió
la cultura rave junto al optimismo tecno y la espiritualidad
psicodélica en San Francisco. La promesa parecía ser que la
tecnología y los valores del humanismo se unirían en una
prometedora simbiosis. ¿Cómo cree que podríamos volver al ethos
original de ese renacimiento digital sin que ello implique un retiro
perpetuo a las colinas o bien egresar a una especie de edad
pre-digital?
Bueno,
lo más probable es que haremos esto por necesidad. Simplemente
seremos demasiado pobres para participar en esta sociedad industrial
digital. Necesitaremos comida y casa, por lo que tendremos que volver
a aprender los conceptos básicos. Esto nos hará trabajar con
nuestras manos y con los demás. Aprenderemos a trabajar juntos.
Mirarnos a los ojos, tomar decisiones juntos y colaborar.
La
otra posibilidad es que la generación que crece ahora simplemente
comprenda que los humanos están al borde de la extinción, y que la
supervivencia requiere desconectarse de estas máquinas, terminar con
la esclavitud requerida para fabricarlas y romper con el control
mental que nos liga a ellas.
¿Qué
papel tendrían los artistas y los humanistas en este renacimiento
digital?
Los
artistas rompen mitos. Al admitir que lo que hacen es artificio,
revelan el artificio que los rodea. Su papel siempre ha sido explorar
el significado de nuestra existencia: romper las ilusiones que se
interponen en el camino, ya sea el miedo, el mercado, la dominación
o las leyes. El arte puede ayudarnos a demostrarnos a nosotros mismos
que los humanos son especiales e inexplicables y dignos de existir.
Que hay algo más que valor utilitario en este mundo. Que el mundo es
más complejo de lo que nuestros cálculos alguna vez resolverán.
Creo que los humanistas son los que intentan convencernos de que
nuestro arte realmente posee esta capacidad. Ese verdadero arte es
más que entretenimiento o cuidados paliativos. Ese arte es el camino
a seguir.
JUAN ÍÑIGO IBÁÑEZ – EL UNIVERSAL, MÉXICO
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